26. El futuro de uno depende de su gratitud por el pasado, y está sujeto a la misma
Está escrito “El Señor es excelso, y los despreciables lo verán”, pues sólo los más bajos pueden ver la grandeza. Las letras Yakar (preciado) son las mismas letras de Yakir (conocerá). Esto significa que uno conoce la grandeza de algo al grado que lo considera preciado.
Uno recibe la impresión de acuerdo a la importancia de la cosa. La impresión nos lleva a la sensación en el corazón, y según la medida con que reconoce la importancia de eso, en esa misma proporción surge dentro de sí regocijo.
De esta forma, si uno reconoce su insignificante estado, en el sentido que no es más privilegiado que sus contemporáneos, significa que uno ve que hay muchas personas en el mundo a las que no se les ha dado la fuerza para realizar la sagrada labor aun de la manera más simple, que es “ Lo Lishmá” (en beneficio de Él), o incluso en Lo Lishmá de Lo Lishmá, o en la preparación para la preparación del revestimiento de la Kedushá (Santidad), mientras que a la persona sí se le ha impartido el deseo y el pensamiento para poder llevar a cabo la sagrada labor aunque sea de vez en cuando y de la manera más simple posible, entonces puede apreciar la importancia de esto de acuerdo a la importancia que le atribuye a la sagrada labor, y en esa medida debe pronunciar sus alabanzas y sentirse agradecido.
Esto se debe a que es cierto que no podemos apreciar la importancia de ser capaz de observar a veces las Mitzvot (preceptos) del Creador, aunque sea sin un propósito determinado. En ese estado uno llega a sentir júbilo y alegría en el corazón.
El elogio y la gratitud que uno manifiesta ante ello expanden sus sensaciones, y de esta forma uno se regocija por cada punto de la sagrada labor, y sabe para quién está trabajando; y de esta manera se sigue remontando cada vez más alto. Este es el sentido de lo que está escrito: “Te agradezco por la gracia que Tú me has concedido”. O sea, agradece por el pasado. Y de este modo uno puede decir lo siguiente con seguridad de sí mismo, y de hecho lo hace: “Y por la que Tú me concederás”.