174. El asunto del ocultamiento
Acerca del ocultamiento, que viene a ser una corrección, de no ser por este, el hombre no sería capaz de alcanzar la perfección en ningún sentido, ya que no sería digno de alcanzar la importancia del asunto. Pero cuando existe ocultamiento, el asunto en cuestión se vuelve importante para él. Aunque uno no pueda apreciar su verdadera importancia, de todas formas el ocultamiento hace incrementar su mérito. Esto se debe a que el interés va creciendo dentro de uno, de acuerdo con el grado de ocultamiento que uno percibe respecto de lo que se pretende conseguir.
Es similar a si fueran escalones. Uno sube, escalón tras escalón, hasta que llega al sitio designado. Esto significa que alcanza cierta medida de importancia con la cual al menos puede perdurar, por más que Su verdadera trascendencia y excelsitud sean inmensurables; pero de todas formas tendrá cierta cantidad que le bastará para persistir.
No obstante, el ocultamiento en sí no es considerado ocultamiento. El ocultamiento se mide por la demanda. Cuanta más demanda haya por algo determinado, tanto más ocultamiento habrá de hacerse evidente. Y ahora podemos comprender el sentido de la frase que dice “la Tierra entera está llena de Su gloria”. Pero aunque lo entendamos, el ocultamiento aún sigue cubriendo toda la tierra.
Está escrito lo siguiente acerca del futuro: “’Porque Yo seré para ella’, declara el Señor, ‘una muralla de fuego en derredor, y gloria seré en medio de ella’”. El fuego implica ocultamiento. Pero aún así, la gloria se encuentra en medio de ella; es decir, que entonces la gloria habrá de ser revelada. Esto se debe a que en ese momento la demanda habrá de ser mucho más grande, aunque siga perdurando el estado de ocultamiento. Pero la diferencia radica en que en este momento hay ocultamiento, pero no demanda. Por ende, esto es considerado “exilio”. Entonces, aunque habrá ocultamiento, también habrá demanda; y esto es justamente lo que importa: solamente la demanda.