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241. Invóquenlo mientras esté cerca

“Buscad al Señor mientras pueda ser hallado” (Isaías 55:6) [34]. Debemos entender lo que signi­fica “mientras Él esté cerca”, ya que “la Tierra entera está llena de Su gloria”. De esta manera, vemos que Él siempre está cerca; por lo tanto, ¿qué es lo que quiere decir “mientras Él esté cer­ca”? Pareciera que hubiera un tiempo en el que Él no estuviese cerca.

El hecho es que esos estados siempre se eva­lúan con respecto al individuo en su alcance y percepción. Si uno no percibe Su proximidad, entonces nada surgirá de eso, ya que todo se mide de acuerdo con la sensación de uno. Uno puede sentir que el mundo está lleno de lo mejor; otro, en cambio, puede no percibir la bondad del mundo, y por ende no podrá decir que existe un mundo bueno. En lugar de eso, sostendrá lo que percibe: que el mundo está lleno de sufrimiento.

Y el profeta advierte sobre esto: “Invóquenlo mientras (Él) esté cerca”. El mismo viene y dice: “Sepan que el hecho de que estén invocando al Creador, significa que Él está cerca”. Quiere de­cir que ahora tienen una oportunidad; si prestan atención, sentirán que el Creador está cerca de ustedes, y esta es una señal que indica la proxi­midad del Creador.

Y esto se evidencia del hecho de que debemos saber que el hombre no se encuentra naturalmen­te calificado para la adhesión con el Creador, ya que esto va contra su propia naturaleza. La razón de esto es, que por parte de la Creación, el hom­bre sólo tiene el deseo de recibir, mientras que la adhesión es posible sólo por medio del atributo de otorgamiento. Pero a medida que el Creador invoca y llama al hombre esto crea dentro del hombre una segunda naturaleza: pasa a desear revocar su propia naturaleza, para adherirse a Él.

Por lo tanto, uno debe saber que el hecho de decir y pronunciar palabras de Torá y de oración, es algo que viene sólo del Creador. Uno jamás debe pensar en decir: está en mi poder y depen­de de mí, porque en realidad es completamente lo opuesto. El caso es similar a alguien que está perdido en un denso bosque, sin vislumbrar una salida que lo guíe hacia algún lugar habitado, y como resultado de esto se desespera y cree que nunca retornará a su casa. Pero cuando ve a algu­na persona de lejos, o escucha alguna voz huma­na, el deseo y el anhelo de regresar a su lugar de origen se despiertan inmediatamente dentro de él, y así habrá de comenzar a gritar y a pedirle a alguien que vaya a salvarlo.

De forma similar, aquél que ha perdido el buen camino y que ha entrado en un sitio malo, y que ya se ha acostumbrado a vivir entre las bes­tias - de parte del deseo de recibir, jamás habrá de ocurrírsele que debe regresar a un lugar de razón, de Santidad. Aún así, cuando escucha la voz llamándolo, despierta al arrepentimiento.

Pero esta es la voz de Dios; no su propia voz. Pero si aún no ha completado sus acciones a ni­vel de la corrección, no podrá sentir ni creer que esta sea la voz del Creador, y así termina pen­sando que está en su poder y que depende de él mismo. Acerca de esto mismo es que alerta el profeta; que uno debe trascender su propio punto de vista y su pensamiento, y debe creer de todo corazón que es la voz de Dios.

Por eso, cuando el Creador desea sacarlo del denso bosque, le muestra una Luz remota; y así uno junta lo que le queda de fuerzas para andar por la senda que la Luz le señala, para finalmente poder alcanzarla.

Pero si uno no adjudica la Luz al Creador, y no desea reconocer que el Creador lo está llamando, entonces pierde la Luz se, y habrá de permanecer en el bosque. De este modo, vemos que la persona podría haber abierto su corazón al Creador para que Él lo salve del lugar de maldad, del deseo de recibir, y así traerlo de regreso a un lugar de razón; es decir, a estar adherido al lugar de los hijos de Adam (heb: Hombre); esto es como en Adamé la Elión” (heb: “me asemejaré al Supremo”), y alude a la voluntad de otorgar. Pero en vez de esto, la persona desaprovecha la oportunidad y permane­ce como estaba antes.

[34] La traduccion literaria dice: "Invóquenlo mientras Él esté cerca".

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