El
símbolo que más se asocia con la sabiduría de la Cabala es el Árbol
de la Vida. La Cabala, al igual que todos los antiguos escritos,
está repleta de ejemplos del reino vegetal. A través de la historia
se ha echado mano de los sistemas de horticultura para ilustrar el
crecimiento espiritual del hombre. Así, no es sorpresivo descubrir
que la Cabala utilice imágenes y ejemplos de nuestro mundo físico
para revelarnos profundos procesos espirituales.
Esta
sabiduría tiene como propósito incrementar el aspecto espiritual
(interno) de nuestras vidas, dentro de nuestro trabajo y en nuestros
momentos libres. Sabemos que el jardín no florece sin los
fertilizantes adecuados, pero si éstos no han sido debidamente
elaborados pueden convertirse en una amenaza dentro del jardín.
Igualmente, la Cabala nos enseña cómo elaborar nuestros pensamientos
para convertirlos en fertilizantes adecuados de nuestras almas.
Este benéfico camino nos enseña todo lo que hay que saber sobre
nosotros mismos, nuestras relaciones con seres queridos, amigos y,
sobre todo, cómo mejorar nuestros lazos con la Naturaleza.
Horticultura espiritual
Al
igual que el árbol, para dar frutos (espirituales), y alcanzar lo
antes mencionado, tú y yo debemos hacer el mismo trabajo requerido
para árboles y plantas. Si fertilizamos, desherbamos y cultivamos
todas las partes de nuestras almas que necesitan cultivarse, nuestra
espiritualidad se intensificará y llenará nuestras vidas de gozo. Si
nos esmeramos en realizar este cultivo seremos como el árbol
plantado al lado de corrientes de agua, que da su fruto en la
estación y cuyas hojas no se marchitan; y serán prósperos en todo lo
que emprendan (Salmos 1:3).
Por
lo tanto, ¿qué es lo que tenemos que hacer con nuestras plantas
internas para hacerlas crecer de manera frondosa?
Escarbar
En
la espiritualidad, cavar con el azadón significa examinar el
interior de nuestra alma. Según la Cabala, sólo ahí, dentro de
nosotros mismos, descubriremos por qué venimos a este mundo. Las
respuestas a todas las interrogantes en nuestra vida se encuentran
en lo profundo de nuestro ser. Si queremos hallarlas debemos
escarbar dentro de nuestras almas para que afloren.
Extirpar callosidades
Una
callosidad es un defecto superficial. Puesto que la espiritualidad
concierne a la relación de la persona con la Naturaleza, se trata de
un proceso muy íntimo, por lo que es conveniente guardar nuestras
reflexiones espirituales para nosotros mismos.
Cuando te encuentres trabajando en tu jardín, nadie necesita saber
lo que pasa por tu mente. Está bien si piensas en fertilizar si es
justo lo que estás haciendo físicamente. Pero, si al mismo tiempo
fertilizas tu alma, obtienes una ganancia doble: en el jardín
espiritual de tu alma y en tu jardín físico. Y si deseas que los
frutos espirituales sean de larga duración, guárdalos bien en tu
interior.
Quitar el exceso de hojas
Mientras estudiamos la Cabala con el fin de redescubrir la
Naturaleza, nuestros esfuerzos, deseos e intenciones se llaman
hojas. Una vez establecida esta relación con la Naturaleza, estos
esfuerzos, deseos e intenciones se convierten en frutos.
No
cambiamos lo que somos, sino en lo que enfocamos nuestra atención:
la espiritualidad significa enfocarse en la Naturaleza
mientras que la corporalidad significa enfocarnos en nosotros
mismos.
Las
hojas son muy importantes. Son hermosas, dan sombra y protegen al
fruto mientras está creciendo, pero en exceso agotan el agua y la
energía del árbol, pero necesitamos una cantidad suficiente para
ayudar al fruto a crecer grande y jugoso.
De
igual forma, cuando estás aprendiendo a ser espiritual no te
asombres si no estableces una conexión con la Naturaleza
rápidamente; tus hojas internas la están ocultando de ti. Aún cuando
no estés consciente de esto, protegen los frutos que ya están
creciendo en tu interior, escondidos entre el follaje.
Empolvar
Empolvar en hebreo (el lenguaje original de la Cabala) quiere decir
cubrir con polvo o arena. También significa batallar. Para relacionarse con la
Naturaleza es indispensable tender un puente sobre la barrera que
separa nuestro mundo del mundo espiritual. Venimos aquí totalmente
centrados en nosotros mismos y para poder relacionarnos con la
Naturaleza, necesitamos centrarnos en ella. Y tendremos que
batallar, porque nuestra naturaleza inherente se opone a enfocarse
en la Naturaleza y nos envía pensamientos contrarios. Nuestro
trabajo es cubrir con polvo estos pensamientos y enterrarlos bajo la
convicción de la importancia y el mérito de nuestra meta.
Agua
El
agua existe arriba en el cielo y abajo en la Tierra. Es el
ingrediente principal de todo lo que tiene vida. Por tanto, no es
sorpresivo que el agua represente también a la Naturaleza o más
precisamente, la misericordia.
Así
como la Naturaleza es omnisciente, el agua también contiene toda la
información en el universo. Las plantas saben cómo usar esta
cualidad del agua y ésta les dice cuándo es tiempo de florecer.
Para
crecer, una planta necesita sólo agua y minerales que la mayor parte
de las veces extrae del agua misma. No existe otra sustancia que
tenga la capacidad de ser la única causa de vida y crecimiento como
el agua. El ciclo hidrológico permite al agua conectar a los mundos
de arriba con los de abajo, tal como lo hace el Creador en la
espiritualidad. Así, saber cuánto y cómo regar una planta es la
única y más importante información que necesita el jardinero.
Ser un jardinero espiritual
De
lo comentado, es claro que la jardinería física no es como cualquier
otro pasatiempo. Es un compromiso serio de raíces profundamente
espirituales. La jardinería espiritual, sin embargo, tiene el
propósito más noble y puede elevar a las personas que la practican a
los reinos ocultos de la existencia, donde las almas se encuentran
conectadas entre sí y con la Naturaleza que las creó, en amor eterno
e infinito.
* El
Rav Dr. Michael Laitman es máster en ciber-nética, doctor en filosofía
y cabala, profesor de antología y teoría del conoci-miento. Es
fundador y presidente de Bnei Baruj y del Instituto ARI, en Israel
Más información en www.kabbalah.info.
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