Moisés simboliza la fuerza espiritual y el Faraón, la fuerza del
egoísmo. La historia del Éxodo de Egipto es mas allá que pura
historia; es el relato de la lucha de la Luz contra la oscuridad
Es
de noche en Egipto. En las casas de los hebreos hay un silencio
total.
El
Faraón, Rey de Egipto, ordenó ahogar todos los varones hebreos en el
Nilo. Sus emisarios están dando vueltas entre las casas, tratando de
captar cualquier ruido sospechoso. Ya son tres meses que Moisés fue
escondido y se está haciendo imposible silenciarlo. Mañana, saldrá
Miriam al Nilo y lo dejará en la orilla del río, dentro de una
canasta de papiro. Entre las cañas observará los acontecimientos,
esperando un buen final.
Así,
desde la oscuridad y la incertidumbre, se revela el punto más grande
de luz en la historia de Israel. Moisés es indudablemente el líder
más importante del pueblo judío de todos los tiempos: liberó a los
hijos de Israel de Egipto y los condujo hacia las puertas de la
Tierra de Israel. Los más grandes gobernantes de todas las
generaciones lo consideran el más grandioso de todos, y a su
historia y hechos, tan relevantes hoy como nunca, aún 3000 años
después.
Según la sabiduría de la Cabalá, hay un gran significado interno y
cautivador en la historia de Moisés.
Moisés simboliza la fuerza espiritual en cada uno de nosotros, y el
Faraón, la fuerza del ego que domina al hombre y reprime su deseo
por la espiritualidad. La Cabalá describe la pugna entre ellos como
una feroz lucha interna en el hombre, entre el deseo repentino por
la espiritualidad, que va desenvolviéndose paulatinamente, y el ego
cruel, depredador, que constantemente reprime el deseo espiritual.
Mientras el Faraón predomina, el hombre permanece en Egipto, pero
cuando Moisés gana poder, el hombre logra salir en libertad. Este
éxodo de Egipto simboliza la liberación del dominio del ego hacia la
libertad. Es la lucha por el “punto de Israel” en nosotros,
que determinará la Meta de nuestra vida: perseguir metas físicas y
efímeras, en este mundo, o desarrollarnos y descubrir el mundo
espiritual.
Primera etapa de la lucha contra el ego
Moisés vivió en el palacio del Faraón como un príncipe egipcio.
Recibió honores reservados para hijos de reyes, hasta que un buen
día se despertó en él el deseo por la espiritualidad, cambiando su
vida completamente.
Este
impulso inexplicable empujó a Moisés a dejar el palacio y
reestablecer la conexión con sus hermanos, ya que según los
cabalistas, cuando despierta el punto espiritual en el ser humano,
éste no puede seguir morando donde reina el ego.
El
auge de la lucha de poderes
“El
Señor le dijo a Moisés: «Levanta los brazos al cielo, para que todo
Egipto se cubra de tinieblas, ¡tinieblas tan densas que se puedan
palpar!»
Moisés
levantó los brazos al cielo, y durante tres días todo Egipto quedó
envuelto en densas tinieblas”
(Éxodo
10:21-22).
A
partir de esto, Moisés y Aarón se encuentran nuevamente frente al
Faraón, demandándole por última vez la liberación de su pueblo. El
Faraón, iracundo, amenaza de muerte a Moisés si vuelve al palacio.
Al
día siguiente, con el Creador a su lado, Moisés reúne al pueblo
hebreo y los egipcios reciben el último y el más doloroso golpe: la
plaga de los primogénitos. El Faraón es vencido y los hijos de
Israel salen en libertad.
Pero
Moisés es el único deseo que siente y conoce el camino, ya que tiene
una relación personal con el Creador. Y aunque los demás deseos (los
hijos de Israel) están dispuestos –por un solo momento- a escaparse
del Faraón, el egoísmo sigue aferrándose a ellos, hasta que
finalmente se desligan de su dominio, embarcándose en el sendero
hacia el mundo Superior, llenos de alegría y felicidad.
La
entrada a la espiritualidad
Según los cabalistas, amar al prójimo es la entrada a la
espiritualidad. Vivimos en un mundo materialista y competitivo, en
el que el hombre es un lobo del hombre, y es precisamente esta época que
destaca la gran necesidad de la unión entre las personas.
Los grandes cabalistas esperaron este momento cúspide por miles de
años, desarrollando la sabiduría de la Cabalá bajo ocultación,
preparándola para nuestra generación. Hoy día, que la Cabalá se está
revelando mundialmente como el método de unión, sólo nos queda una
cosa: desarrollar el deseo por la espiritualidad en nosotros y hacer
uso de este método de corrección del ego. La plena y eterna realidad
espiritual está más cerca que nunca de nuestras manos.
Hasta los ciento veinte
Según la Cabalá, el proceso de desarrollo espiritual va en círculos
de “40 años”, que en Gematría (valor numérico de las letras
hebreas) equivalen a la letra “Mem”, la Sefirá de Biná.
No son años corporales; representan escalones espirituales
adquiridos por el individuo.
“40
años” vivió Moisés en casa del Faraón hasta que el deseo por la
espiritualidad despertó en él. “40 años” en Midián, le tomó
desarrollar este deseo, para poder enfrentar al Faraón (el ego), y
“40 años” más condujo Moisés a los hijos de Israel en el desierto
hasta llegar a la Tierra de Israel.
Moisés completó los 120 escalones espirituales, el origen de la
famosa bendición: “hasta los 120”.
¿Quién
es el Moisés de hoy?
El
deseo llamado Moisés existe en cada uno de nosotros, y hoy día,
tenemos la oportunidad de prestarle atención y permitirle
conducirnos a la espiritual “Tierra de Israel”. Es decir, llevarnos
hacia el mundo espiritual, hacia la Luz. En el momento que lo
hagamos, descubriremos una realidad espiritual, plena y eterna, y
alcanzaremos la felicidad y la plenitud duraderas.
*
El Rav Dr. Michael Laitman es máster en ciber-nética, doctor en
filosofía y cabala, profesor de ontología y teoría del conocimiento.
Es fundador y presidente de Bnei Baruj y del Instituto ARI, en
Israel. Más información en
www.kabbalah.info.
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