Reflexiones diarias, 6 de Febrero del 2012

La forma correcta de contacto entre nosotros es que todo el tiempo analicemos cuánto estamos conectados, entre nosotros, y si el Creador no se revela entonces no tenemos conexión.

Si nos conectamos, hay una fuerza compartida, un deseo compartido, un pensamiento compartido. Y todo el que se encuentre en ese marco no puede salir de él. Puedes salir si rompes el límite del grupo, como resultado de haber recibido una gran fuerza potencial que te permite quebrar el límite que protege al grupo, y entonces tú sales.

En los niveles de inanimado, vegetal y animal hay una mente única para el grupo – si un árbol siente algo en el bosque, todos los árboles inmediatamente también lo sienten, incluso sin contacto físico. Si hay un grupo, hay una mente única, especial para todos – y eso activa a todos por igual y ese mecanismo gobierna sobre ellos sin lagunas de tiempo y distancia. De ese modo llegaremos al Kli (vasija) espiritual – porque no me siento a mí mismo sino al grupo, y el grupo tiene una mente superior sobre ellos. En contraste con los niveles inanimado, vegetal y animal en los que esto existe de manera natural, en el nivel de parlante nosotros debemos mantenerlo por nosotros mismos, porque con ello formamos la mente divina.

A cada instante tenemos que ver que nos hallamos en el estado de "Ven al Faraón". El Faraón es todo el ego, nuestra naturaleza, que si el Creador nos quiere hacer avanzar nos abre en cada instante a esa naturaleza para que podamos criticarlo, darle importancia, comprender qué es y exigir la corrección… La actitud de "Ven al Faraón" aún la tenemos olvidada, desaparecida, y caemos en cierta confusión, como un jardín de infantes, y entonces comenzamos a aclarar cosas que la materialidad nos dio para que nos ocupemos en ello, y comencemos a aclarar entre nosotros las relaciones, y no de forma objetiva. Debemos salir de esto tan rápido como sea posible, que estemos despiertos a lo que nos ocurre, y recordar que siempre el Creador comienza en "Ven al Faraón", y nosotros, junto con Él, tenemos que relacionarnos con el Faraón desde el punto de Moisés.

Si la persona diera oídos a la Luz Superior, después de algún tiempo llegaría al estado que comenzaría a escuchar que la realización de su parte puede ser solamente mediante la conexión con los amigos, con el grupo, a pesar de los problemas que observa entre ellos. Uno no debe escapar de los problemas, sino que tiene que requerir dónde aquí se encuentra el Faraón.

Al encontrarnos bajo el dominio del Rav (maestro), por un lado previene explosiones y aclaraciones, y por el otro nos convoca a aclaraciones más profundas. La pregunta es si del estado en el cual nos hallamos podemos despertarnos en un nivel más elevado; nos fue dada la Luz del padre para hacer nuestras propias averiguaciones. Eso nos brinda la posibilidad para un trabajo más cualitativo, serio. Y si meramente nos callamos, entonces no hay en eso beneficio, y es lo que nos ocurrirá cuando el padre desaparezca. Vieron, Rabash desapareció y todos escaparon en todas las direcciones.

Preparación para la clase matinal.

Nos encontramos en un estado en el que la oración para el pobre es la que puede salvarnos, que la persona no tiene nada y no le falta nada excepto una cosa – reanimar a su alma. Que salgamos al desierto, y en eso se exteriorice nuestro estado interior – la miseria. Y nosotros no queremos nada – solamente recibir el punto de contacto con el Creador. En ese lugar podemos darnos todo lo bueno en nuestro nivel, en lugar del contacto con el punto más superior llamado Creador, hacia el nivel más bajo de ese punto. Nos falta la carencia del nivel superior, solamente adherirnos a él como una gota de semen que comienza a desarrollarse. Esa es nuestra intención durante la lectura del libro del Zohar.

Llegar al estudio con la carencia correcta, eso es todo. Hay que estar en preparación todo el día para que ocurra.