En todos los seres está impresa una especie de programa que los induce a realizar en todo momento acciones necesarias para mantener su equilibrio. Sólo en nosotros no está impreso un sistema de equilibrio de esta naturaleza. Sobre el altruismo y balance
"El hombre es el único ser vivo que se ruboriza, y es el único que debe hacerlo". (Mark Twain)
Cada elemento de la naturaleza, excepto el egoísmo humano, actúan de acuerdo a la ley del altruismo, se encuentran en balance con su entorno y generan un sistema armónico. Cuando este equilibrio no se cumple comienza a destruirse el organismo, y por lo tanto el poder de reconstruir el equilibrio condiciona la existencia de la vida. De hecho, toda la fuerza de defensa del cuerpo actúa para cuidar el balance. Cuando hablamos de un cuerpo fuerte o débil, nos referimos a su capacidad de mantener el equilibrio. La preservación del equilibrio compromete cada elemento a actuar de forma altruista hacia el sistema del cual forma parte, y éste tiene en su base la armonía integrada de la naturaleza y su integridad. Si un determinado elemento no obedece el principio de la vida, el principio altruista, de este modo incumple el equilibrio. Estas dos condiciones, altruismo y equilibrio, implican por lo tanto que están uno con el otro como causa y consecuencia.
En todos los seres, excepto el humano, existe un programa de equilibrio impreso que es el que les impulsa a realizar en todo momento acciones que son necesarias para la preservación del equilibrio. Ellos saben siempre de qué manera actuar, y por lo tanto no se enfrentan con situaciones turbias en las cuales no saben de qué manera comportarse con respecto a ellos mismos o con respecto a su entorno. Estos no pueden actuar libremente y por lo tanto, con seguridad, tampoco están capacitados para incumplir el equilibrio en la naturaleza. Sólo en nuestro interior no está impreso un programa de balance de este tipo.
"Hombre, no busques más al que trae el mal al mundo, sólo eres tú " (Jean Jacques Rousseau)
La naturaleza no imprime en nosotros con nuestro nacimiento conocimientos e instintos en una medida satisfactoria que nos posibilite vivir en equilibrio. Como consecuencia de esto, no sabemos a ciencia cierta cuál es únala forma correcta de existencia, es decir, cuál es la manera de equilibrio con el mundo circundante. La falta de un programa de balance hizo que nuestro desarrollo se desempeñe en dirección egoísta, la cual va reforzándose de generación en generación. Esto se manifiesta principalmente en el plano social: la manera en que la persona intenta satisfacer su deseo de placer, no tiene en cuenta la existencia de los demás y tampoco la completa. Nosotros no aspiramos a conectarnos con el prójimo de forma altruista como se acostumbra en la naturaleza. Es más, no sabemos que en este hecho justamente se esconde el placer total que nosotros tanto aspiramos, ya que este estado de equilibrio es el estado perfecto, el más feliz, una situación en la cual todo se conduce con armonía y no hay necesidad de ningún tipo de oposición o construcción de muros de defensa.
Si observamos nuestro interior, veremos que cada uno de nosotros piensa solamente en su existencia, y todo nuestro comportamiento hacia los demás están dirigidos solamente a mejorar su estado personal. Para mejorar, aunque sea un poco, nuestra vida estaríamos de acuerdo de que las personas que no necesitamos, simplemente desaparecieran. Ningún otra creatura en la naturaleza, aparte de nosotros, se comporta con los que la rodean con la intención de ocasionarles daño, explotarlos y usarlos. Ninguna creatura puede sentir satisfacción por la represión de los que la rodean y placer por los que sufren. Sólo el humano puede sentir placer con el sufrimiento de otro. Un dicho conocido nos dice que es más seguro pasar al lado de un león satisfecho que pasar al lado de una persona satisfecha...
"De todos los animales sobre la tierra, el hombre es el más cruel" (Friedrich Nietzche)
La aspiración egoísta que se desarrolló en nosotros, de generación en generación, satisfacernos a cuenta del prójimo, está contrapuesta a la aspiración básica de la fuerza de la naturaleza – otorgar a cada elemento vida y existencias óptimas. Por lo tanto el egoísmo humano es la única fuerza destructiva en el mundo, la única fuerza que incumple el equilibrio en el sistema integral de la naturaleza.
"La parte en común de todos los seres en el mundo es que cada uno de nosotros usará a todos los demás para nuestro provecho personal, con todos los medios que hay en nuestro poder, y sin tener en cuenta en absoluto que nos construiremos sobre las ruinas de nuestro amigo y aquí no importa para nada todas las diferentes interpretaciones que cada uno se invente a sí mismo, de acuerdo a lo que le conviene" – así afirma Baal HaSulam, y agrega: "La persona siente que todos los seres del mundo deben estar bajo su gobierno, y para su beneficio. Esta es una ley irrompible. Y toda la diferencia está solamente en la forma de elección de las personas -que uno elige usar a los seres humanos para conseguir bajas pasiones, y el otro, consiguiendo el gobierno, y un tercero consiguiendo honor. Y sin más, aquellos que les surgió algo sin mucho esfuerzo, estarían dispuestos a explotar el mundo con todo esto junto: también en riqueza , también en gobierno, y también en honor – solo que está obligado a elegir de acuerdo a su posibilidad y poder"
Estos pasajes son extraídos del artículo de Baal HaSulam que se titula "La paz en el mundo". Es interesante que para señalar el camino de la vida pacífica, en primer lugar hay que clarificar nuestra naturaleza egoísta. Baal HaSulam explica que en realidad esto no es casual y no es impropio que el ego que hay en nosotros haya crecido más y más. Este proceso es para aclararnos cuál es exactamente nuestra desviación de la ley integral de la realidad, ley de altruismo, que es la base de todos los problemas en nuestra vida, y para motivarnos a corregirla.