Los celos entre hermanos son una reacción natural de egoísmo. Después del nacimiento de un hermano/a menor, el niño mayor frecuentemente se convierte en un gruñón/a. Odia al bebé, le tiene envidia, y hasta quiere hacerle daño.
Esta es una reacción natural de egoísmo. Los padres pueden intentar explicar a un niño el comportamiento que se espera de él, pero es imposible exigirle una reacción correcta. Está escrito: “Eduque al niño de acuerdo a su forma de ser”. Esto significa que los padres deben compensar al niño mayor por su nueva posición en la familia, para que sienta que será ventajosa una buena actitud hacia el recién nacido.
Cuando un nuevo niño nace, la madre se siente conmovida porque la familia ha crecido. El hijo mayor debería sentir lo mismo. ¿Cómo? Por ejemplo, podría recibir un regalo “de” el recién nacido. Es decir, un niño tiene que ver que el nuevo bebé le permite obtener algo positivo para su egoísmo. De otra forma, el niño mayor odiará al menor, ya que siente que la atención de su madre está centrada en el bebé al que todos cuidan, y se han olvidado de él.
En las generaciones anteriores, los celos entre hermanos probablemente no eran tan agudos, porque la gente vivía en condiciones más modestas, o los niños mayores tenían más amigos para jugar, y por eso les ponían menos atención a sus hermanos menores. Pero hoy en día, los padres deben satisfacer los deseos de los niños mayores, mostrándoles que reciben algo provechoso con la presencia de un bebé recién nacido en la familia.