Kabbalah.info - Kabbalah Education and Research Institute

Carta No 17

Carta No 17

1926

 

Estimado, que tu vela arda siempre

 

…Sin embargo, permíteme escribirte con respecto al pilar del medio en el trabajo de Dios, para que siempre sea un objetivo para ti, entre la derecha y la izquierda, pues hay quien camina, que es peor que el que se sienta ociosamente, y hay quien se desvía del camino, porque el camino de la verdad es una línea muy delgada que uno pisa y camina hasta llegar al palacio del Rey. Y todo el que comienza a caminar al principio de la línea, debe ser especialmente cauteloso de no desviarse hacia la derecha o hacia la izquierda de la línea ni siquiera por un pelo, porque si en principio el desvío es del espesor de un pelo, aunque luego siga caminando rectamente ya no podrá llegar de modo alguno al palacio del Rey, porque no estará pisando la verdadera línea como debería ser, y esta es una comparación real.

Te explicaré el asunto de la columna central, que es el significado de “La Torá, el Creador e Israel, son uno”; pues el propósito de la llegada del alma al cuerpo es que estando vestida en el cuerpo, consigas regresar a la raíz y adherirte al Creador, como está escrito: “amar al Creador, tu Dios, y transitar sus caminos y cumplir sus preceptos y adherirse a Él”. Ves que el fin es “adherirse a Él”. Esto significa, tal como estaba antes de vestirse en el cuerpo.

Resulta que hay tres estados: 1) Israel, quien se esfuerza por regresar a su raíz; 2) El Creador, que es la raíz que anhela; 3) el estado de Tariag (613) caminos de la Torá, a través de los cuales purifica su alma y su cuerpo, que es el condimento, como está escrito: “Creé la tendencia al mal, creé la Torá como condimento”.

Pero en realidad estos tres son uno, pues al final todo servidor del Creador alcanza estos estados en un solo discernimiento único y especial, y aquello le parece dividido en tres por su imperfección en el trabajo de Dios.

Te explicaré algo: verás la punta pero no su entereza, a no ser gracias a que el Creador te de redención. Sabemos que el alma es una parte divina del Superior, que antes de llegar al cuerpo está adherida como una rama a la raíz. Puedes verlo al principio del libro Etz Jaim, que por ello el Creador creó los mundos, pues Su deseo era que se revelaran Sus nombres sagrados, “Misericordioso y lleno de gracia”, etc., que si no hubiese criaturas no tendría de quien apiadarse, etc. Estas son cuestiones muy profundas.

No obstante, en la medida que el lápiz lo permite, “Toda la Torá no es más que los nombres del Creador”, tal como lo dicen los antiguos sabios. El asunto de la providencia es que “lo que no alcanzamos, no lo definimos por su nombre”. Está escrito en los libros que todos los nombres son la recompensa de las almas, obligadas a entrar en el cuerpo, que precisamente mediante el cuerpo pueden alcanzar los nombres del Creador y según la medida de ese alcance se medirá su nivel. Existe una ley: la vitalidad de todo lo espiritual está en el mérito de conocerlo. Un animal corpóreo se siente a sí mismo pues está compuesto de mente y materia. Resulta que el sentimiento espiritual es el estado de conocimiento, y la altura del nivel espiritual depende del valor del saber, como está escrito: “uno es alabado según su intelecto”. Pero el animal sabe y no siente nada. Reflexiona tú sobre esto a fondo.

Comprende la recompensa de las almas: antes de llegar al cuerpo, el alma era apenas un punto blanco que estaba adherido a la raíz como la rama al árbol, y este punto se denomina raíz del alma y su mundo. Y si no llegara a este mundo en el cuerpo, no tendría sino su propio mundo, es decir, la medida de su parte en la raíz.

Sin embargo, cuanto más trata de andar por los senderos del Creador, o sea los 613 caminos de la Torá que vuelven a ser, en realidad, los nombres del Creador, entonces crece su altura, de acuerdo con el nivel de los nombres que ha alcanzado, y esto significa que “el Creador imparte a cada uno de los justos 310 mundos”. Esto significa que el alma se incluye de dos justos: un justo superior y un justo inferior, ya que el cuerpo está dividido del Tabur (ombligo) hacia arriba y del Tabur hacia abajo. Y así consigue el logro de la Torá, la escrita y la oral, que son dos veces 310, lo cual se suma en Gematría en TaRaJ (620), compuestas por 613 Mitzvot de la Torá y siete Mitzvot de Rabanan (nuestros grandes rabinos).

La interpretación de esto es que “los mundos han sido creados solo para revelar los nombres del Creador”, y ves que debido a que el alma descendió a vestirse en esta inmunda materia, no pudo ya volver a adherirse a su raíz en el nivel de su propio mundo, como estaba en su raíz antes de llegar a este mundo, sino que debe incrementar su altura “620” veces más, como era antes en la raíz, lo cual es la perfección, todo el NaRaNJaY hasta Yejidá, por lo que entonces la Yejidá se denomina “Keter”, señalando dicho número TaRaJ (620)[1].

Ves que el asunto de los 620 nombres de las 613 Mitzvot de la Torá y las 7 Mitzvot de Rabanan son, en realidad, las cinco características del alma. Esto es, NaRaNJaY, pues los Kelim de NaRaNJaY están compuestos de tales 620 Mitzvot, y las Luces de NaRaNJaY son, en realidad, la Luz de la Torá que hay en cada Mitzvá (precepto). Resulta que la Torá y el alma, son uno.

No obstante, el Creador es la Luz de Ein Sof que está vestida en la Luz de la Torá que se encuentra en dichas 620 Mitzvot. Reflexiona en esto con profundidad, que son las palabras de los antiguos sabios: “Toda la Torá no es más que los nombres del Creador”, lo cual significa que el Creador es la totalidad y los 620 nombres son detalles y partes, que dichos detalles son según los pasos y los niveles del alma que no recibe su Luz de una sola vez, sino en cada nivel, lentamente, uno tras otro.

De esto se aclara que el fin del alma es alcanzar todos los 620 nombres sagrados, y adquiere toda su altura, que son 620 veces, en la medida que tenía antes de llegar. La medida de su altura se ve desde las 620 Mitzvot en las que está vestida la Luz de la Torá, y el Creador que es la totalidad de la Luz de la Torá. Con esto se aclara el asunto de “la Torá, el Creador e Israel, son uno” realmente.

Observa bien estos asuntos, que no son complejos sino muy simples, y trata de lo que dijeron: “no explicaré lo literal”. Afortunado eres si comprendes lo que tienes frente a ti.

Volviendo al tema que antes de completar uno el trabajo del Creador, la Torá, el Creador e Israel se perciben como tres discernimientos. Es decir que a veces uno ansía completar su alma para regresarla a su raíz, lo que significa el asunto de Israel, y a veces quiere comprender los caminos del Creador, y los secretos de la Torá, “porque quien no conoce los mandamientos del Superior, ¿cómo le servirá?”, lo cual es el estado de la Torá. Y a veces anhela alcanzar al Creador, es decir adherirse a Él en plena consciencia, y se lamenta principalmente por ello y no se lamenta tanto por no alcanzar los secretos de la Torá ni tampoco se lamenta tanto por regresar su alma a su raíz, como era antes de vestirse en el cuerpo.

Por esto, quien va por la verdadera línea en la preparación para la servidumbre del Creador, siempre debe analizarse a sí mismo si anhela los tres discernimientos mencionados de igual modo, porque el fin del acto se equipara con su principio, y si anhela el discernimiento primero más que el segundo o el tercero, entonces se desvía de este camino de la verdad, y esto debes comprenderlo.

Por lo tanto, es mejor que te aferres al propósito de anhelar el mandamiento del Superior, los secretos de la Torá, pues “Aquel que no conoce los caminos del Superior y los mandamientos del Superior, que son los secretos de la Torá, ¿cómo le servirá?”, lo cual le garantiza la línea media entre los tres discernimientos.

Este es el asunto de “Ábreme una apertura de arrepentimiento del tamaño del ojo de una aguja, y Yo te abriré las puertas por donde entrarán carretas y vagones”. Esto significa que la apertura como el ojo de la aguja no sirve de entrada y salida, sino para que entre en él un hilo de costura y trabajo. Igualmente, debes anhelar solo el mandamiento del Superior, para trabajar, y luego te abriré una puerta del tamaño de la entrada a una sala. Este es el significado del Nombre explícito en el versículo, "Pero[2] Yo vivo, y toda la tierra se llenará con la gloria del Señor".

Yehuda Leiv

 

 

 


[1] Keter כתר; Taraj  תר"כ, ambas palabras compuestas por las mismas letras en diferente orden.

[2] En este caso la palabra en hebreo usada es “Ulam”, que también significa “sala”.

 

Biblioteca

¿HAY SOLUCIÓN PARA EL ANTISEMITISMO?

Canal de Cabalá

The Books

Cabala_para_no_inciados-S-1
Cabalá para No Iniciados
Adquirir

Rescate_De_La_Crisis_Mundial-S-1
Rescate de La Crisis Mundial
Adquirir

Share On