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La sabiduría de la Cabalá y la filosofía

La Sabiduría de la Cabalá y la filosofía

¿Qué es la espiritualidad?

Es así que la filosofía ha atravesado por gran cantidad de dificultades para probar que la corporalidad es el vástago de la espiritualidad y que el alma da nacimiento al cuerpo. Y a pesar de todo esto, nada de lo que dicen es aceptado al parecer, de ninguna manera. Y su principal error estuvo en el punto de vista sobre la espiritualidad, donde determinaron que dio nacimiento y salida a la materialidad, que esto indudablemente no es cierto.

Porque todo progenitor necesita tener alguna semejanza a su vástago, siendo esta relación el modo y la senda por la que su descendencia se extiende.

 Y todo operador tiene que tener alguna correlación con su acción, a través de la cual llegará a tener contacto con la acción. Y puesto que tú dices que la espiritualidad está privada de todos los eventos corpóreos, entonces él no tiene ninguna senda o relación por la que lo espiritual pueda llegar a tener contacto con él, para ponerlo en movimiento de alguna manera.

Sin embargo, el entendimiento de la palabra “espiritualidad” no pertenece a la filosofía. Porque ¿cómo podrán traer a discusión algo que jamás han visto o sentido? Y, ¿en qué se basan sus fundamentos?

A menos que si existe alguna definición para diferenciar y dividir entre la espiritualidad y la corporalidad, eso les corresponde sólo a aquéllos que han alcanzado alguna vez algo espiritual y lo sintieron. Y ellos son los Cabalistas verdaderos, y es por eso que nosotros necesitamos la Sabiduría de la Cabalá.

La filosofía con respecto a su esencia

Y he aquí Su Esencia, con la que la filosofía tanto gusta tratar y demostrar todas las leyes de negativa relacionadas a Ella, la Cabalá no la trata en absoluto.

Porque cómo se puede definir algo que es imposible de llegar a percibir y alcanzar, ya que una definición negativa es tan válida como una positiva. Por ejemplo, si ves un objeto a lo lejos y reconoces sus negativas; es decir, todo lo que no es, esto también se considera como ver y reconocer en cierta medida, porque si este objeto está realmente fuera del alcance de nuestra vista, no se lo puede reconocer incluso en su negatividad.

Por ejemplo: si vemos desde lejos una imagen negra, y de todos modos se reconoce en ella que no es ni una persona ni un pájaro, a esto se lo considera como ver, pues si estuviera más lejos, no podríamos determinar que no es una persona.

Y de esto viene toda su confusión y nulidad, ya que a la filosofía le gusta jactar que reboza en entendimientos en todo lo concerniente a la negativa de Su Esencia. Los sabios de la Cabalá, sin embargo, se tapan la boca en este punto. Incluso un simple nombre no le dan, porque aquello que no alcanzamos no podremos definirlo con un nombre o palabra. Porque la palabra connota el comienzo de algún alcance de algo.

Sin embargo, de Su iluminación en la realidad, los Cabalistas hablan y disciernen ampliamente. Es decir, de todas esas mismas iluminaciones que han logrado alcanzar efectivamente, que no es menos que un alcance tangible.

Lo espiritual es una fuerza sin cuerpo

Y esto es a lo que los Cabalistas definen como “espiritualidad”, y sobre lo cual hablan, que no tiene ninguna imagen de tiempo y lugar, ni cualquier valor de corporalidad. Y en mi opinión, toda la filosofía se cubrió de un manto que no es suyo, pues sustrajo definiciones de la Sabiduría de la Cabalá, e hicieron manjares con su comprensión humana, porque si no fuera así, no se les hubiera ocurrido inventar una sabiduría como esta. Sin embargo, la espiritualidad es meramente una fuerza. Es decir, que no es una fuerza vestida en cuerpo como es habitual en este mundo, sino que una fuerza sin cuerpo.

La vasija espiritual es llamada “una fuerza”

Y aquí cabe destacar que el tema de “fuerza” tratado en la espiritualidad, no se refiere a la Luz espiritual en sí, pues esta Luz espiritual, se extiende directamente de Su Esencia. Y si es así, es ciertamente considerada equivalente a Su Esencia. Es decir, que en la Luz espiritual, tampoco tenemos cualquier percepción o alcance, con los cuales podamos definirla con algún nombre. Porque incluso el nombre “Luz” es metafórico y no es real. Y de acuerdo a esto hay que saber que el nombre “fuerza” sin cuerpo, se refiere precisamente a la “vasija espiritual”.

Luces y vasijas

Y por lo tanto no hay que cuestionar, ¿cómo distinguen los sabios de la Cabalá entre las Luces, que  toda la sabiduría está llena de sus discernimientos? Pues, estos discernimientos no se refieren a las Luces en sí mismas, sino que a la impresión de la vasija, que es la fuerza mencionada anteriormente, que se impresiona a causa del encuentro de la Luz en ella.

Vasijas y Luces (en el significado de las palabras)

Y aquí hay que añadir, con respecto a la diferencia entre el regalo y el amor que nace de él. Siendo que las Luces, o sea, la impresión de la vasija, la cual es alcanzable, es llamada “sustancia y forma” conjuntamente, pues la impresión es la forma, y la fuerza mencionada es la “sustancia”.

Sin embargo, el amor que nace es considerado “forma sin sustancia.” Quiere decir, que si tratamos la abstracción del amor, de la sustancia del regalo - como si jamás hubiera estado vestido en cualquier regalo real, tratándolo por su nombre abstracto, “el amor a Dios”- entonces se lo considera, una forma. Y la práctica de él es denominada como La Cabalá figurativa.” A pesar de que se la considera real, sin ningún parecido a la filosofía figurativa, pues el espíritu de este amor permanece realmente en el logro, completamente abstraído del regalo; es decir, la esencia de la Luz.

La sustancia y la forma en la Cabalá

Y la razón es, que aun siendo este amor, sólo una consecuencia derivada del regalo, de todas maneras es inestimablemente más importante que el regalo en sí.  Así como en el caso de un gran rey que le da a una persona un objeto pequeño. Aun siendo el regalo en sí mismo carente de valor, con todo y eso, el amor y el interés del rey es de infinito valor y preciosidad. Y por lo tanto, está absolutamente abstraído de la sustancia, que es la Luz y el regalo, de modo que, todo el trabajo y los discernimientos quedan grabados en el logro, solamente en el amor. Y el regalo, queda como borrado y olvidado. Y por consiguiente, se distingue a esta parte de la Sabiduría, con el nombre de La Cabala figurativa,” que es la parte más importante de la Sabiduría.

ABYA

Y en este amor hay cuatro partes, las cuales se consideran parecidas al amor humano, que en el momento de recibir un regalo por primera vez todavía no se refiere al dador del regalo como el que ama. Y tanto más, si el donante del regalo es una persona importante, con la que el receptor no tiene igualdad.

No obstante, por medio del incremento en los regalos junto con una larga perseverancia, incluso la persona importante será comparada y reconocida como un verdadero y semejante amante. Porque la ley del amor no se esbozará entre un grande y un pequeño, ya que dos amantes verdaderos deben sentir igualdad entre ellos, como ya es sabido.

Y de acuerdo a esto, se distinguirán aquí cuatro grados de amor. El suceso se llama Asiá. La multiplicación de los regalos se llama Yetzirá. Y el revelamiento del amor en sí, se llama Briá.

Y aquí comienza el estudio de la Sabiduría de la Cabalá figurativa, porque desde este grado se abstrajo el amor de los regalos. Que significa, “y creo las tinieblas”. Es decir, que remueve la Luz de la Yetzirá y el amor queda sin Luz, sin sus regalos.

Y luego Atzilut, que después de que probó y abstrajo la forma de la sustancia por completo, es decir: y creo las tinieblas”, es digno ascender al grado de Atzilut, en donde vuelve la forma y se viste en la sustancia. Es decir, Luz y amor conjuntamente.

La procedencia del alma

A todo lo espiritual lo sobreentendemos como una fuerza despojada de un cuerpo, ya que no tiene ninguna imagen corpórea. Sin embargo, puesto que es así, es concebido aislado y completamente separado de lo corporal. Y si es así, como podría incluso poner en marcha algo corpóreo, ni qué hablar de que engendrara algo corporal, puesto que no tiene ninguna relación por la cual podría entrar en contacto con lo corpóreo.

El elemento ácido

Pero en verdad, también “la fuerza” cuando en sí misma, es considerada una sustancia verdadera, no menos que el resto de las sustancias físicas que existen en el mundo tangible.

Y a pesar de que no tiene ninguna imagen expuesta al alcance de los sentidos humanos -  esto no reduce el valor de la sustancia que es “la fuerza”.

Porque toma por ejemplo una molécula de oxígeno. A pesar de que la mayoría de los materiales en el mundo están compuestos de él, con todo y eso, si agarras una botella con oxígeno puro - cuando está limpio sin mezclarse con otras sustancias - la encontrarás como una botella completamente vacía, sin tener ninguna percepción, como si fuera solamente aire, intangible a nuestras manos e invisible a nuestros ojos.

Y si destapamos esa botella para oler el oxígeno, no encontraremos ningún olor; si lo probamos, no le encontraremos ningún gusto, y si lo pondremos sobre una balanza, no pesará más que la botella vacía. Lo mismo ocurrirá con el hidrógeno, que no tiene gusto, olor o peso.

Pero cuando combinamos a estos dos elementos, inmediatamente se convierten en un líquido, produciendo agua potable, en la cual existe el gusto y el peso.

Y si ponemos el agua a la cal viva – inmediatamente se mezclará el agua dentro de la cal convirtiendo el líquido en una sustancia sólida como la misma cal.

He aquí, que los elementos, oxígeno e hidrógeno, en los cuales no hay ningún alcance tangible, se convierten en un cuerpo sólido.

 Y de acuerdo a esto, cómo podemos determinar y decir que las fuerzas que actúan en la naturaleza no son sustancias corpóreas, sólo porque no están disponibles hacia la percepción de nuestros sentidos - mientras que vemos claramente que la mayoría de las sustancias tangibles que existen en la realidad fueron formadas desde un principio del oxígeno, el cual los sentidos humanos son incapaces de captar o sentir.

Y aún más, incluso la realidad tangible, el sólido y el líquido, los cuales son absolutamente perceptibles en nuestro mundo tangible, pueden convertirse en aire y vapor, a cierto grado de calor, así como los vapores pueden transformarse en sólidos a cierto grado de frío.

Y siendo así es de asombrar, cómo puede haber algo que da lo que no posee, pues hemos visto claramente, que todas las imágenes tangibles vienen de elementos que no son en sí mismos tangibles, y no son sustancias existentes en sí mismas. Y aún más, todas las imágenes fijas que nosotros conocemos, y por medio de las cuales definimos a las sustancias, no son constantes ni existentes del todo por sus propias cualidades, sino que solamente se despojan de forma y se visten de forma por la influencia de factores como el calor y el frío.

Pues, el elemento principal de la sustancia corporal es “la fuerza” que hay en ella. Únicamente que esas mismas fuerzas todavía no fueron descubiertas en su forma pura, como los elementos químicos, y puede ser, que se nos revelarán en algún tiempo en su forma pura también, así como todos los elementos químicos que se nos fueron descubriendo solo en los últimos tiempos.

La fuerza es igual en la espiritualidad y en la corporalidad

En una sola palabra, todos estos nombres atribuidos a la imagen de la sustancia, son completamente ficticios; es decir, de nuestro reconocimiento tangible con nuestros cinco sentidos, pues no son constantes ni existen así, en sí mismos. Y por otro lado, cualquier definición que nosotros atribuimos a la fuerza, sin tomar en cuenta las conductas de la sustancia, también es ficticia, pues hasta que la ciencia alcance su máximo desarrollo, deberemos tomar en consideración sólo a la realidad tangible. Es decir, que en cualquier acción material que vemos y sentimos, debemos entender a su activador, el cual es también una sustancia tal cual como la acción. De todas maneras en una relación conjunta, porque sino, no hubiera llegado a ella.

Y debemos saber que toda esta equivocación, de separar entre la fuerza activadora y la acción, tiene su origen en la Filosofía figurativa, la cual insistió demostrar el tema del activador espiritual sobre la acción corpórea. Y de esto llegaron a conjeturas erróneas como estas, las cuales son innecesarias en la Cabalá.

Cuerpo y alma en los Superiores

Sin embargo, la opinión de la Cabalá sobre este tema, es clara y  transparente, sin tener para nada ninguna mezcla filosófica. Que incluso aquellos mismos inteligentes y distinguidos entes espirituales, a los que la filosofía niega todo alcance, y a los cuales catalogó como una sustancia intelectual desprovista de todo. A pesar de que ellos han alcanzado la espiritualidad, la más suprema y abstracta, según los sabios de la Cabalá, también ellos están compuestos de cuerpo y alma, así como el ser humano corporal.

Y no te asombres, de cómo se puede pagar con el mismo billete a dos demandantes; es decir, que ellos son compuestos. Y aun más, que en la opinión de la filosofía, todo lo compuesto tiene como fin descomponerse y desintegrarse de su composición, dando como significado la muerte. Y si es así, ¿cómo podemos decir que ellos son compuestos y eternos?

Luces y vasijas

Por cierto sus pensamientos no son los nuestros, porque la senda de los sabios de la Cabalá, es la de comprobar lo que han alcanzado. En donde no es posible revocar el hecho, con ninguna ardua deliberación del intelecto. Sin embargo, aclararé detalladamente las cosas para que sean entendibles a todos.

Primeramente, hay que saber que la diferencia entre las Luces y las vasijas, existe ya en el primer ser emanado desde el Ein Sof (lit. el infinito), que la primera emanación es indudablemente la más perfecta y ennoblecida de todo lo que la sigue. E indudablemente que este goce y perfección los recibe de Su Esencia, quien quiere brindarle todo el goce y placer.

Y es simplemente sabido, que el criterio terminante del placer es “el deseo de recibir” ese placer. Porque todo lo que nuestro deseo más codicia recibir, es sentido por nosotros como lo más gozoso, y esto es sencillo. Y porque es así, tenemos que distinguir dos aspectos en esta primera emanación. Es decir, el “deseo de recibir”, su esencia recibida, y también la esencia de lo recibido en sí mismo. Y hay que saber, que al deseo de recibir lo consideramos como el “cuerpo” de la emanación; es decir, el núcleo de su esencia, que es un Kli (vasija) para recibir Su bondad recibida. El segundo aspecto es la esencia de la bondad recibida, que es Su Luz, la que es eternamente extendida hacia aquella emanación.

Por lo tanto, es necesario distinguir dos cosas y aspectos compuestos y vestidos uno en el otro, aún en el espiritual más sublime que el corazón diera considerar y contemplar, contrariamente a la opinión fabricada de la filosofía, que los entes distinguidos son sustancias no compuestas. Que ese mismo “deseo de recibir” que se encuentra necesariamente en la emanación (que a excepción de él no se encuentra placer, sino coerción, y ninguna sensación de placer), ese “deseo de recibir“, no existía en Su Esencia, y sobre esto se reposa el nombre de la emanación, en lo que ya no es más Su Esencia, porque ¿de quién recibiría?

No obstante, la abundancia que recibe es necesariamente parte de Su Esencia, por lo que no tendría que haber ninguna innovación. Y por lo tanto, vemos la gran disparidad del cuerpo innovado a la abundancia recibida, la cual es considerada como Su Esencia.

Como puede lo espiritual engendrar lo corporal

Sin embargo al parecer, es difícil de entender, ¿cómo pude lo espiritual engendrar y extenderse a algo corporal? - este es un interrogante filosófico obsoleto, y mucha tinta se derramó para su aclaración.

Y la verdad es que este interrogante es difícil solo de acuerdo a su doctrina, - porque fijaron la configuración espiritual sin ninguna conexión con algo corporal.

Y de acuerdo a esta suposición, el duro interrogante es: ¿cómo puede ser que lo espiritual producirá o desarrollará desde sí mismo algo corporal?

En cambio, en opinión de los sabios de la Cabalá no será para nada dificultoso, porque sus conceptos son completamente inversos a los de los filósofos, y en su opinión toda cualidad espiritual se iguala con la cualidad corporal, como dos gotas de agua.

Y siendo así, sus relaciones son totalmente cercanas una de la otra, y no hay diferencias entre sí, salvo por la sustancia – ya que lo espiritual obviamente está constituido por una sustancia espiritual y lo corporal por una corporal.

Sólo que todas las cualidades habituales en las sustancias espirituales, también son habituales en las sustancias corporales. Como fue aclarado en el artículo La esencia de la Sabiduría de la Cabalá.

Sin embargo, en el camino de la anticuada filosofía, tres opiniones se presentan aquí como piedras en el camino de mis explicaciones:

La primera, es su decisión de que el poder del pensamiento intelectual en el ser humano es el alma eterna y la esencia del ser humano.

La segunda, que asume que el cuerpo es una secuencia y consecuencia del alma.

La tercera, en la que dicen que los entes espirituales son objetos simples y no compuestos.

Psicología Materialista

No es sólo el lugar inapropiado para discutir con ellos acerca de sus fabricadas conjeturas, sino que también su tiempo ya pasó y su autoridad ha sido revocada. Y debemos agradecer por ello a los expertos de la psicología materialista, habiendo construido su pedestal sobre la ruina de la anterior, ganando el apoyo público. Y ya ahora, todos admiten la nulidad de aquella filosofía, porque no está construida sobre fundamentos concretos.

Esta antigua doctrina permaneció como una piedra de tropiezo y una espina mortal para la Sabiduría de la Cabalá. Ya que en vez de haber sucumbido ante los sabios de la Cabalá, asumiendo abstinencia y prudencia antes de tener acceso alguno a la más pequeña cosa relacionada con la espiritualidad, recibieron fácilmente lo que querían de la filosofía figurativa. Sin pago o precio, lo regaron hasta la saciedad, de la fuente de su sabiduría, y dejaron de esforzarse en la sabiduría de la Cabalá. Como consecuencia, la sabiduría casi ha sido olvidada en Israel.

Por esta razón, le agradecemos a la psicología materialista por haberle dado un golpe mortal.

Soy Salomón

Lo anterior es como una fábula que dicen nuestros sabios: “Asmodeo (el diablo) alejó al Rey Salomón cuatrocientas parsas (medida de una larga distancia) de Jerusalén y lo dejó a Él sin dinero ni medios de subsistencia. Luego se sentó en el trono del Rey Salomón mientras que el rey se encontraba mendigando en las puertas. En cada lugar al que llegaba decía: ¡“Soy Eclesiastés”! pero nadie le creía. Y así, caminaba de un pueblo a otro declarando ¡“Soy Salomón”! , pero cuando vino al Sanedrín (los sabios del Talmud) ellos dijeron: “Un tonto no expresa la misma tontería todo el tiempo, diciendo “Una vez fui rey”.

Parece como si el nombre de una persona no fuese la esencia de una persona, pero el propietario del nombre, sí lo es. Entonces, ¿cómo un hombre sabio como lo es el rey Salomón podría no ser reconocido si, de hecho, era el propietario de ese nombre? Y aun más, es la persona la que dignifica el nombre, y ¡debería haber demostrado su sabiduría a la gente!

Tres Impedimentos

Hay tres razones que nos impiden conocer al propietario de un nombre.

Debido a la veracidad de esta sabiduría, se torna clara únicamente cuando los detalles aparecen reunidos.  Por lo tanto, hasta no conocer la sabiduría completa, es imposible vislumbrar aunque sea un pequeño fragmento.  Así pues, es la publicación de su veracidad que necesitamos,  a fin de tener desde antes, suficiente fe que nos ayude a hacer un gran esfuerzo.

Así como Asmodeo, el demonio, se vistió con las ropas del Rey Salomón y heredó su trono, de igual forma, la filosofía se sentó en el trono de la Cabalá con conceptos más sencillos de captar, pues la mentira se acepta rápidamente.  Hay por consiguiente un doble problema: primero, la sabiduría de la verdad es profunda y laboriosa, mientras que la filosofía es de fácil comprensión; segundo, resulta superflua, ya que la filosofía da mucha satisfacción.

Así como el demonio arguye que el Rey Salomón está loco, así la filosofía se burla y destituye a la Cabalá.

Sin embargo, mientras la sabiduría sea sublime, se eleva por encima de la gente y se separa de ella.  Pues el Rey Salomón era el hombre más sabio y por lo tanto se encontraba más elevado que cualquier otro hombre.  Así que los eruditos mencionados no podían comprenderlo.  Sólo sus amigos; es decir, el Sanedrín, aquéllos a los que enseñó su sabiduría día con día y año tras año lo entendieron y dieron notoriedad a su nombre en todo el mundo. La razón es que la sabiduría diminuta se capta en cinco segundos, se capta por cualquiera y adquiere publicidad rápidamente.  Mientras que un concepto de peso no puede entenderse en menos de muchas horas y puede incluso tomar días o años, dependiendo de la inteligencia. Conforme a esto, a los grandes sabios los comprenden sólo unos cuantos dentro de una generación, ya que los conceptos son profundos y se fundan en conocimientos anteriores.

No es por lo tanto sorprendente que el más sabio de los hombres, exiliado en un lugar en donde no lo conocían,  no podía demostrar su sabiduría ni siquiera mostrar un indicio de ella, antes de que creyeran que él era el propietario del nombre. 

Ocurre lo mismo con la sabiduría de la Cabalá en nuestra época, la cual se ha hecho olvidada debido a los problemas y el exilio en que nos encontramos.  Aun más, si hay personas que la practican, ellas no favorecen a la Cabalá sino que la dañan, ya que no la recibieron de un sabio cabalista.  Así es que la Cabalá se encuentra ahora en la misma situación que el Rey Salomón en el exilio, clamando: “Yo soy la sabiduría y todos los sabores de la religión y la Torá se encuentran en mí.” Y nadie le cree. 

Pero uno se queda perplejo, ya que,  si es una sabiduría genuina, ¿no puede desplegarse como las otras sabidurías?  

No, no puede. Así como el Rey Salomón no pudo mostrar la profundidad de su sabiduría a los hombres doctos en los lugares de su exilio y tuvo que ir a Jerusalén, al Sanedrín, en donde lo conocían y podían testimoniar sobre la profundidad de su sabiduría, asimismo la Cabalá requiere de grandes sabios que examinen su corazón y la estudien durante veinte o treinta años. Únicamente entonces, podrán dar testimonio de ella. 

Y así como el Rey Salomón no pudo impedir que Asmodeo se sentara en su trono y actuara como un impostor hasta que el Rey Salomón llegara a Jerusalén, asimismo los sabios de la Cabalá observan la teología filosófica, quejándose que los teólogos filosóficos han robado la cáscara superior de su sabiduría, que Platón y sus sucesores adquirieron cuando estudiaron con los discípulos de los profetas de Israel.  Han robado componentes elementales de la sabiduría de Israel y se han revestido de un vestidura que no les pertenece.  Y hasta estos días la teología filosófica se ha sentado en el trono de la Cabalá, heredera de su señora.

Y, ¿Quién creerá a los sabios de la Cabalá, mientras que hay otros sentados en su trono?   Es como cuando no creyeron al Rey Salomón en el exilio, pues sabían que había alguien sentado en su trono; es decir, el demonio Asmodeo. Así como el Rey Salomón,  no tenía esperanza de revelar la verdad, pues la sabiduría, es muy profunda y no puede expresarse con un testimonio o por simple experimentación. 

Y se les muestra, solo a aquéllos que creen y se dedican a ella con todo su poder, alma y corazón.

Y así como el Sanedrín no reconoció al Rey Salomón mientras no se descubriera la impostura de Asmodeo, asimismo la Cabalá no podrá probar su naturaleza y veracidad hasta que se descubra la futilidad de la teología filosófica que ha heredado su trono, y no habrá ninguna revelación que sea suficiente para que la gente la reconozca. 

Por lo tanto, nunca se había presentado la salvación para Israel como en el momento en que apareció la psicología materialista, dándole a la teología filosófica un golpe mortal en la cabeza.

Y desde ahora, toda persona que busque al Señor debe llevar a la Cabalá de vuelta a su trono y restaurar su gloria pasada.

 

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