Lo escuché
“Mejilá” (condonación); como en: de la ruina a la alabanza. Esto significa que, para uno, los pecados se han vuelto méritos a través del arrepentimiento que viene del amor. De esta forma, transforma los pecados en alabanzas, en méritos.
“Slijá” (perdón) viene de “y dejará a su bestia suelta”, cambiando la letra “Sámej” por una “Shin”. Quiere decir que expulsa los pecados fuera de sí, y declara que a partir de ese momento sólo realizará méritos. Esto se considera arrepentimiento por temor, que sucede cuando los pecados se vuelven errores para él.
“Kapará” (expiación) viene de “y realizará la expiación ante el altar”, de “desear expiar las manos de este hombre”. Por eso, cuando uno sabe que está sucio, no tiene la audacia ni la imprudencia de entrar al palacio del Rey. Por eso, cuando ve y recuerda sus malas obras, que van en contra de la voluntad del Rey, le resulta difícil dedicarse a la Torá y las Mitzvot; y más difícil aún le resulta pedir al Rey adherirse y unirse a Él.
Esta es la razón por la cual necesita expiación: para que no vea el estado miserable en que se encuentra, de total bajeza, y así no pueda recordar su situación, para tener lugar a recibir alegría al dedicarse a la Torá y al trabajo. Y entonces, cuando reciba alegría, tendrá lugar para pedir apegarse al Rey, ya que “la Shejiná (Divinidad) habita solo en lugar de alegría”. Por lo tanto, primero necesitamos expiación, y luego, cuando nos arrepentimos por temor, conseguimos el estado de perdón. Y luego, a través del arrepentimiento por amor, conseguimos el estado de condonación.
Debemos creer y entender que todo lo que pasa en nuestro mundo está dirigido por la Providencia, y que no existen coincidencias. También debemos saber que todo lo que está escrito como exhortación, como es el caso de las maldiciones, como en “si no escuchan…”, representan terribles tormentos, al contrario de lo que piensa todo el mundo. Algunos dicen que son bendiciones y no maldiciones. Como ejemplo, nombran al Predicador de Kusnitz, que siempre solía hacer la lectura ritual de la Torá en Parashat Tojajot (exhortaciones)y decía que estas representan verdaderas injurias y problemas.
Tal como nosotros mismos podemos ver en la realidad, las maldiciones existen, y son sensaciones de terrible e insoportable tormento en este mundo. Aun así, debemos creer que se debe atribuir todos estos tormentos a la Providencia, pues Él es el creador de todo. Moisés tomó estas maldiciones y las atribuyó al Creador. Este es el sentido de la expresión “y en todo el gran terror”.
Y cuando se cree en eso, también se cree que “existe un juicio y existe un juez”. Por eso es que el predicador solía hacer la lectura de la Torá en Parashat Tojajot: porque solo él podía atribuir las maldiciones y los sufrimientos al Creador, ya que creía en que “existe un juicio y existe un juez”. Y a través de todo esto vienen las verdaderas bendiciones, pues estas surgen de las maldiciones porque “el Creador hizo que sientan temor ante Él”.
Y a esto se refiere la expresión “la venda se corrige la el propio golpe”. Esto quiere decir que en el mismo sitio donde fracasan los malvados, caminarán los justos pues cuando se llega a un lugar donde no hay asistencia alguna, resulta que la Sitra Ajra se aferra a ese sitio. Entonces, los malvados fracasan. Este malvado, que no puede ir por encima de la razón, cae por la falta de ayuda. Así se queda entre el Cielo y la Tierra, por ser malvado; pues los malvados no pueden realizar nada dentro de la razón, a modo de “mal de ojo, ojos altaneros”.
Pero los justos se consideran a nivel de “mis ojos no son altaneros, ni es altanero mi corazón”, y así es como transitan el sendero. Resulta que esto se transforma en bendiciones, al atribuir todos los sufrimientos a la Providencia, y al llevar todo por encima de la razón, así crean para ellos mismos las vasijas apropiadas para recibir las bendiciones.