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Conceptos básicos de Cabalá

basicconcepts

 

Ampliando tu visión interior

Rav doctor Michael Laitman

El árbol de la vida

Mirad, antes que las emanaciones fueran emanadas y las criaturas creadas

La sencilla luz superior llenaba toda la existencia.

Y no había un vacío, como algo desprovisto de atmósfera, un hueco o un foso.

Sino que todo estaba lleno de una luz sencilla,  infinita

Y no había ni una parte, como un principio o un fin
Sino que todo era una luz suave, fluida

Y se llamaba la Luz Sin Fin.

Y cuando por su mera Voluntad tuvo el deseo de crear el mundo y emanar las emanaciones
Para dar a luz la perfección de Sus Obras, Sus Nombres, Sus apelaciones

Que fue la razón de la creación de los mundos

Se restringió en el medio

Precisamente en el centro

Él restringió la luz

Y la luz se retiró hacia los lados alrededor de un círculo medio.

Y ahí quedó un espacio vacante,  un vacío
Circundando el punto medio
Y la restricción había sido uniforme
Alrededor del punto vacante
Para que el espacio

Estuviera circundado parejo

Ahí, después de la restricción
Toda vez que formó un vacío y un espacio

Precisamente en medio de la luz sin fin

Se formó lugar

En donde el emanado y el creado pudieran residir

Entonces de la Luz sin fin se desprendió un único hilo
Descendió hasta el espacio

Y a través de esa línea, Él emanó, formó
Creó todos los mundos

Antes que estos cuatro mundos alcanzaran el ser

Había un infinito, un nombre, en una unidad oculta y prodigiosa

Que aún  en los ángulos más cercanos

No se puede intuir lo que no tiene fin
Ya que no hay una mente que pueda percibirlo

Pues Él no tiene un lugar, un confín, un nombre.

El Árbol de la Vida, El Ari, un gran cabalista del sigo XVI

 

 

CONCEPTOS FUNDAMENTALES DE LA CABALA

AMPLIANDO TU VISION INTERIOR

INDICE

 

  • Introducción
  • Capítulo I
  • El método de percepción en la Cabalá
  • Capítulo II
  • El propósito de la Cabalá
  • Capítulo III
  • El don de la Cabalá
  • Capítulo IV
  • La perfección y el mundo
  • Capítulo V
  • Libre albedrío
  • Capítulo VI
  • La esencia y la finalidad de la Cabalá
  • Capítulo VII
  • De la nota final al Libro del Zohar
  • Capítulo VIII
  • El lenguaje de la Cabalá
  • Capítulo IX
  • Del Prefacio al Zohar
  • Capítulo X
  • De la Introducción al Zohar
  • Capítulo XI
  • De la Introducción al estudio de las Diez Sefirot
  • CapítuloXII
  • Las condiciones para revelar la Sabiduría de la Cabalá
  • Capítulo XIII
  • Algunos conceptos fundamentales
  • Capítulo XIV
  • Preguntas más frecuentes
  • Sobre Bnei Baruj

 

NOTA DEL AUTOR

A pesar del carácter sucinto que parece presentar este libro, su propósito no es transmitir un conocimiento elemental de Cabalá, sino más bien  ayudar a los lectores a cultivar un acercamiento a los conceptos de la Cabalá, a los objetos y términos espirituales.

Al leer y releer este libro, el lector desarrollará observaciones internas, sensaciones y enfoques que no existían en él anteriormente.  Estas nuevas observaciones adquiridas serán como los sensores que "perciban" el espacio que nos rodea, invisible a nuestros cinco sentidos.

Por lo tanto, el objeto de este libro es fomentar la contemplación de los términos espirituales.  En la medida que integremos esos términos, podremos ver como se revela en nuestro interior la estructura espiritual que nos rodea,  casi como cuando se disipa la bruma.

Una vez más, este libro no está destinado a estudiar los hechos.  Es un libro para la persona novel que desee despertar dentro de sí las sensaciones más profundas y las más sutiles.

 

Introducción

Entreabre tu  corazón  ligeramente  y te haré conocer el mundo.

El Libro del Zohar

  • ¿Quién soy yo?
  • ¿Por qué existo?
  • ¿De dónde vinimos y hacia adónde vamos?
  • ¿Cuál es nuestro propósito aquí?
  • ¿Hemos vivido antes en este mundo?
  • ¿Por qué sufrimos en este mundo y podríamos evitarlo?
  • ¿Cómo podemos alcanzar la paz, la plenitud y la felicidad?

De generación en generación, los hombres han intentado dar respuesta a estas incesantes y dolorosas interrogantes. El hecho que persistan  hasta nuestros días es la prueba que no las hemos podido contestar satisfactoriamente.

Al estudiar la naturaleza y el universo descubrimos que todo lo que nos rodea existe y responde a leyes precisas y predeterminadas.  Sin embargo, si examinamos a los hombres que son la perla de la creación, nos parece que la humanidad existe fuera de estas leyes racionales.

Por ejemplo, al observar la sabiduría con que la naturaleza ha creado nuestros cuerpos y con cuánta precisión funciona cada célula con su intención determinada, somos incapaces de responder a la pregunta siguiente: "¿Por qué existe este organismo?"

Todo lo que nos rodea esta conectado por lazos de causa y efecto.  Nada fue creado en vano.  El mundo físico está gobernado por las leyes precisas de movimiento, de transformación y diseminación.  No obstante, la pregunta principal "¿Por qué existe todo esto?", (el universo entero y nosotros) permanece sin respuesta.  ¿Existe un hombre en este mundo que no se haya hecho, al menos una vez, esta pregunta?

Las teorías científicas en vigor afirman que al mundo lo gobiernan las leyes físicas invariables que no somos capaces de influir. Nuestra única tarea es vivir bien, utilizándolas correctamente y preparar el terreno para las futuras generaciones.  Pero,  vivir bien no resuelve la cuestión de saber por qué estas futuras generaciones deberían existir.

La interrogante sobre los orígenes de la humanidad - ya sea que provenga de la evolución de una especie primitiva o de visitantes extraterrestres que se hubieran establecido aquí - no cambia el fondo del problema.  Existen dos fechas importantes en la vida de todos los seres humanos, la de su nacimiento y la de su muerte,  Todo aquello que ocurre en el intermedio es único y por tanto inestimable.  Esta vida puede estar vacía y desprovista de sentido si todo termina en sombras y abismo.

¿Qué le ocurrió a nuestra sabia, coherente y omnisciente naturaleza que nunca actúa en vano?  Cada átomo y cada célula en el organismo humano tiene una causa y un propósito; entonces, ¿cuál es  el propósito del organismo en su totalidad?  Existen tal vez leyes y objetivos que no han sido descubiertos.

Podemos analizar cualquier cosa que se encuentre en un nivel menos evolucionado que el nuestro.  Percibimos y comprendemos el sentido de la existencia del mundo inanimado, vegetal y animal, pero no podemos captar el sentido de la existencia del hombre.  Evidentemente, este entendimiento sólo puede adquirirse de un nivel existencial más elevado.

Nuestra investigación sobre el mundo se resume al estudio de su reacción frente a nuestras acciones.  Podemos investigar en nuestro propio nivel, pero  no en un nivel superior.   Inclusive cuando estudiamos nuestro propio nivel, no podemos sino medir  su reacción al impacto que aplicamos.   Tomamos consciencia de nuestra influencia en el mundo con nuestros cinco sentidos que son la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto.  Podemos, no obstante, utilizar los instrumentos que amplían el campo de acción de nuestros sentidos limitados.

Desgraciadamente no podemos conocer más allá de lo que nuestros sentidos perciben y examinan.  Es como si no existiera nada fuera de lo que percibimos.  Todo lo que parece existir no vive a menos que lo examinemos y  una criatura con sentidos distintos observaría las mismas cosas de una manera totalmente diferente.

Al mismo tiempo, no pensamos que nos falten órganos sensoriales, de la misma manera que no extrañamos tener un sexto dedo en las manos.  Así como es imposible explicar lo que es la vista a un ciego de nacimiento, de igual manera nosotros no lograremos descubrir las formas ocultas de la naturaleza con los métodos de investigación que aplicamos hoy en día.

Existe, según la Cabalá, un mundo espiritual que nuestros sentidos no pueden discernir.   En su centro, se halla una parte minúscula que corresponde a nuestro universo y nuestro planeta que es su corazón.  Este espacio  de información, de pensamientos, de emociones, nos afecta a través de las leyes físicas de la naturaleza y sus acontecimientos. Nos coloca igualmente en determinadas condiciones bajo las que debemos actuar.

Nosotros no elegimos dónde, cuándo, con quién, con qué carácter o inclinación íbamos a nacer. No elegimos con quien nos íbamos a encontrar, ni cuál sería el ambiente en el que iríamos a crecer.   Con todo, es este conjunto que determina todas nuestras acciones y nuestras reacciones así como sus consecuencias.  ¿En dónde se encuentra pues nuestro libre albedrío?

Según la Cabalá hay cuatro clases de conocimiento que es obligatorio adquirir:

La Creación: El estudio de la Creación y de la evolución de los mundos, a saber:

  • La forma en que el Creador creó los mundos con sus criaturas por medio de restricciones sucesivas.
  • Las leyes de interacción entre el mundo espiritual y el mundo físico y sus consecuencias.
  • La meta de la creación del hombre es formar un sistema que le dé la ilusión de tener libre albedrío al asociar el alma al cuerpo y controlarlos por medio de la naturaleza y del aparente factor de la casualidad, todo esto con la ayuda de dos sistemas equilibrados de fuerzas de luz y oscuridad.

El funcionamiento: El estudio de la esencia del hombre - sus conexiones  y sus interacciones con el mundo espiritual.  El funcionamiento trata de la llegada del hombre a este mundo y su partida.   Incluye también las reacciones de los Mundos Superiores hacia nuestro mundo y hacia otros seres humanos, motivadas por las acciones del hombre.  Investiga el camino individual de cada quien, desde la creación de los mundos hasta alcanzar la meta final.

La dirección de gobierno: El estudio de nuestro mundo mineral, vegetal y animal en la naturaleza,  su esencia, su papel y la manera en que los dirige el mundo espiritual. Investiga la dirección del gobierno Superior y nuestra percepción de la naturaleza, del tiempo y el espacio.  Explora las Fuerzas Superiores que activan a los cuerpos físicos y la forma en que la fuerza interior del hombre hace avanzar todas las cosas, animadas e inanimadas, hacia la meta preestablecida.

¿Podemos resolver este rompecabezas fundamental que representa la vida humana, sin abordar la interrogante de su origen?  Cada ser humano se enfrenta a esta pregunta.  Investigar cuál es la meta y el sentido de la existencia es la clave de la vida espiritual de la humanidad.  No es sorprendente que después de la segunda mitad del Siglo XX seamos testigos de un desarrollo de las aspiraciones espirituales de la humanidad.

Los progresos tecnológicos y las catástrofes a escala mundial que han propiciado la aparición de un sin número de filosofías no han procurado  satisfacción espiritual a la humanidad.  La Cabalá nos dice que de todos los placeres que existen, nuestro mundo recibió tan sólo una chispa minúscula, que por estar presente en los objetos materiales es la fuente de nuestros placeres terrestres.

Dicho de otra forma, todas las sensaciones placenteras que experimentamos, sea cual fuere su origen, se deben a esta chispa y su presencia en ellas.  A lo largo de toda nuestra vida, nos vemos obligados a andar en busca de nuevos objetos de deleite con la esperanza de recibir placeres más y más intensos;  pero estamos lejos de sospechar que no se trata más que de cascarones.

Con el fin de recibir satisfacción absoluta debemos tomar consciencia que es indispensable elevarnos espiritualmente por encima de la materia.  Para lograr este objetivo contamos en este mundo con dos caminos,  el camino de la ascensión espiritual (la Cabalá) o el camino del sufrimiento.

El camino de la Cabalá es tomar consciencia  en forma espontánea e independiente que es necesario renunciar al egoísmo progresivamente, utilizando la Luz Superior para percibirlo como un mal.

En determinadas personas esta toma de consciencia puede llegar de manera muy inesperada.  En efecto, una persona laica, apacible y socialmente bien establecida, puede de pronto sentir un profundo descontento y perder en su vida cotidiana toda chispa de entusiasmo, de alegría, de gusto por la vida y de placer.

Es la abundancia material que en nuestra generación hace nacer esta sensación de hambre espiritual. Empezamos por buscar otras fuentes de satisfacción, eligiendo muy a menudo un largo y espinoso camino.  El libre albedrío se sitúa entre el camino de la ascensión espiritual y el camino del sufrimiento.   No podemos sino esperar que los hombres "elegirán el camino de la vida", en lugar de lanzarse por el del sufrimiento, camino que tan frecuentemente han transitado en el pasado.

 

Capítulo I

El método de percepción en la Cabalá

 

La Cabalá nos enseña el vínculo de causa y efecto que existe entre las fuentes espirituales que se unen conforme a leyes inmutables con la intención de alcanzar un objetivo supremo: el conocimiento del Creador por todos los seres que existen en este mundo.

Según la Cabalá, la humanidad entera y cada individuo deberán llegar a esta última etapa para dar cumplimiento al programa y alcanzar la meta de la Creación.  En el transcurso de las generaciones, ha habido personas que han accedido a un determinado nivel espiritual, gracias a su trabajo personal.  Estos individuos a los que llamamos "cabalistas" han subido hasta la parte más alta de la escalera espiritual.

Todo objeto físico y sus acciones desde el  más ínfimo hasta el más grande está  operado por las fuerzas espirituales que llenan todo nuestro universo.  Es como si nuestro universo reposara sobre toda una red de fuerzas.

Tomemos por ejemplo, el más pequeño de los organismos vivientes, cuyo papel es únicamente reproducirse y perpetuar su especie.  Pensemos en todas las fuerzas y en los sistemas complejos que actúan dentro de él, muchos de los cuales el ojo humano no puede detectar.  Si  multiplicamos estas fuerzas por la cantidad de organismos vivos en este momento por el número de aquellos que han existido en nuestro universo y en los mundos espirituales, tendremos una leve idea del gran número de fuerzas y de conexiones que los controlan.

Podemos imaginar las fuerzas espirituales como dos sistemas iguales y conectados entre sí. La diferencia entre ellas reside en el hecho que una se origina en el Creador y se desarrolla de arriba hacia abajo atravesando todos los mundos hasta nuestro mundo.  La segunda comienza en nuestro mundo y se eleva según las leyes desarrolladas en el primer sistema y que ahora funcionan en el segundo.

La Cabalá define el primer sistema como, "El orden de la creación de los mundos y de los Sefirot" y el segundo como,  "La percepción o los niveles de profecía y del espíritu".  El segundo sistema enseña al hombre, deseoso de alcanzar el grado supremo, a seguir las leyes del primer sistema que la Cabalá le enseña.   El segundo sistema nace en el hombre a medida que asciende en estos grados.  Esto es la espiritualidad.

El mundo material está lleno de fuerzas y de fenómenos que no experimentamos directamente, como la electricidad o el magnetismo,  sin embargo, hasta los niños conocen sus nombres y sus efectos.  Por ejemplo, aún cuando nuestro conocimiento de la electricidad sea limitado, hemos aprendido a servirnos de esta fuerza y le hemos dado un nombre, como lo hicimos para el pan y el azúcar.

Es como si de la misma forma,  todos los nombres en la Cabalá nos dieran una idea objetiva y real sobre los objetos espirituales.  Pero si reflexionamos vemos que así como no tenemos ni idea de los objetos espirituales o del Creador mismo,  tampoco tenemos la menor idea sobre cualquier objeto, aún aquellos que podemos tocar con ambas manos. Esto ocurre porque lo que percibimos no es el objeto mismo, sino nuestra reacción de su impacto en nuestros sentidos.

Estas reacciones nos dan la impresión de conocer el objeto, pero su esencia permanece totalmente oculta.  Lo que es más, nosotros somos absolutamente incapaces de comprender quienes somos.  Todo lo que sabemos de nosotros mismos se limita a nuestras propias acciones y reacciones.

Como instrumento de investigación en el mundo, la ciencia divide su actividad en dos partes: el estudio de las propiedades de la materia y el estudio de su forma.  Dicho de otra manera,  no existe nada en el universo que no esté compuesto de materia y tenga una forma. Una mesa, por ejemplo, es la asociación de materia y de una forma, en donde a la materia, es decir la madera,  se le ha dado la forma de una mesa.  Tomemos el ejemplo de la palabra  "mentiroso".  En este caso la materia que es el cuerpo del hombre es el portador de la forma que es la mentira.

Cualquier ciencia que se ocupe de estudiar los objetos materiales, se apoya en pruebas y experimentos que conducen a conclusiones científicas.  Sin embargo, una ciencia que examine las formas sin tomar en cuenta la materia, y que los separe en forma arbitraria, no puede basarse en sus experimentos.  Lo anterior es todavía más exacto si las formas  nunca fueron vinculadas a la materia, pues no existe en nuestro mundo la forma sin materia.

Sólo la imaginación del hombre puede separar la forma de la materia.  Por lo tanto, todas las conclusiones que emanen de tales casos,  van a reposar sencillamente en conjeturas teóricas. Toda la filosofía se funda en este tipo de ciencia y la humanidad ha sufrido a menudo por las conclusiones insustanciales de los filósofos.  La mayoría de los científicos modernos han rechazado este tipo de investigaciones cuyas conclusiones no son del todo confiables.

En el curso de nuestra investigación de los mundos espirituales, descubrimos que nuestras percepciones son exclusivamente una voluntad que viene desde Arriba que desea hacernos sentir como una entidad separada del Creador y no como una parte de Él.   Todo el mundo que nos rodea es en realidad el resultado de la influencia de  las fuerzas espirituales en nosotros.  Esta es la razón por la cual al mundo que nos rodea se le considera un mundo de ilusiones.

Permítanme explicarlo con una alegoría:

"Había una vez un cochero que tenía dos caballos, una casa y una familia.  De pronto, la mala suerte se ensañó con él: murieron sus caballos, al igual que su esposa y sus hijos y la casa se derrumbó.  Muy pronto el cochero murió también de pena.  En la corte celestial, se entablaron las discusiones para decidir lo que un alma tan atormentada podía recibir.  Al fin, se pensó en hacerle sentir que aún estaba con vida, acompañado de su familia, en su hogar con sus buenos caballos y que su trabajo y su vida lo hacían muy feliz."

Estas sensaciones se perciben en ocasiones de la misma forma que un sueño muy real.  En efecto,  son sólo nuestras sensaciones que crean las imágenes del mundo que nos rodea.  ¿Cómo podemos, entonces,  diferenciar la ilusión de la realidad?

La Cabalá, como todas las demás ciencias,  se ocupa del estudio de la materia y la forma.  No obstante, posee una particularidad notable y una ventaja respecto a las otras ciencias.   Aún la parte de la sabiduría que estudia la forma separada de la materia,  se basa totalmente en el control experimental, es decir, que está sujeta a pruebas empíricas.

Cuando un cabalista se eleva al nivel espiritual del objeto que estudia, adquiere los atributos del mismo y por lo tanto total discernimiento.  Esta persona puede prácticamente manejar diferentes formas antes de que siquiera se manifiesten en la materia,  como si observara nuestras ilusiones apartándose a un lado.

La Cabalá como cualquiera otra enseñanza,  tiene su propia terminología y símbolos para describir los objetos y sus acciones: una fuerza espiritual, un mundo o una Sefira toman el nombre del objeto que controla en este mundo.

Puesto que todo objeto material o fuerza tiene un correspondiente objeto espiritual o fuerza que lo controla,  se crea una concordancia en extremo precisa entre el nombre que se ha adoptado del mundo material y su raíz espiritual, su fuente.

Es por esto que únicamente un cabalista que conoce perfectamente la correspondencia entre las fuerzas espirituales y los objetos físicos puede atribuir nombres a los objetos espirituales.  Sólo aquel que ha alcanzado el nivel espiritual de un objeto puede observar la consecuencia de su influencia en nuestro mundo.

Los cabalistas escriben libros y transmiten sus conocimientos utilizando  "el lenguaje de las ramas".  Este lenguaje es extremadamente preciso pues se basa en el vínculo entre la raíz espiritual y su rama física.  No se puede modificar pues la conexión que existe entre un objeto y su raíz espiritual es inamovible.  En contraste, nuestro lenguaje terrenal pierde lentamente su precisión, ya que se encuentra conectado a la rama y no a la raíz.

Sin embargo, el simple conocimiento de las palabras del lenguaje es insuficiente, pues conocer tan sólo el nombre del objeto material no nos proporciona la comprensión de su forma espiritual.  Únicamente el conocimiento de la forma espiritual le permite al hombre observar el resultado material, su rama.

Podemos, por tanto, concluir que el hombre debe en primer lugar llegar a la raíz espiritual, a su naturaleza y a sus atributos.  Sólo entonces podrá llamar a la rama por su verdadero nombre y estudiar la conexión que existe entre ella y su raíz espiritual.  Sólo entonces podrá comprender el "lenguaje de las ramas" y facilitar de este modo un intercambio preciso de información espiritual.

Podríamos preguntar: "Si es necesario llegar primero a la raíz espiritual, ¿cómo puede un principiante aventajar en esta  ciencia si no comprende correctamente al profesor?"   La respuesta es que a través de un intenso deseo de la espiritualidad, el estudiante encuentra el camino correcto y adquiere la sensación del Mundo Superior.  Pero lo anterior es posible sólo estudiando las fuentes auténticas y distanciarse de los rituales materiales.

 

Capítulo II

El propósito de la Cabalá

 

Los cabalistas afirman que el propósito de la Creación es dar alegría y placer a las criaturas.  El deseo de disfrutar (la vasija o el alma) recibe el placer según la intensidad de su deseo.

Por tanto,  todo lo que fue creado en los mundos son simplemente las diversas manifestaciones del deseo de recibir placer que el Creador satisface.  El deseo de recibir placer es la sustancia de la Creación tanto espiritual como material, incluyendo todo lo que ya existe y lo que se va a manifestar en el futuro.

La materia en sus múltiples manifestaciones (mineral, vegetal, humana, colores, sonidos, etc.) son sencillamente las diversas medidas  del deseo de recibir placer.  La luz que emana del Creador vivifica y llena  esta materia.  Originalmente,  tanto el deseo de deleite, al que se le llama "vasija" y el deseo de dar deleite, que llamamos  "Luz" tenían la misma intensidad.  En otras palabras, la vasija (el deseo de deleite) recibía el placer máximo.

Sin embargo, como el deseo disminuía, la vasija y la Luz que la llenaba,  se contrajeron gradualmente y fueron alejándose del Creador hasta que llegaron hasta el nivel más bajo,  en donde el deseo de deleite finalmente se materializó.

La única diferencia entre el Mundo Superior y el nuestro está en el hecho que en nuestro mundo la vasija  (el deseo de recibir placer) se manifiesta en su nivel más bajo, y se le llama "el cuerpo físico".

Antes de su materialización final, la vasija atraviesa por cuatro etapas divididas en diez Sefirot (niveles): Keter, Jojma, Bina, Jesed, Gevura, Tifferet, Netzah, Hod, Yesod y Maljut. Estas Sefirot constituyen filtros que atenúan la Luz que el Creador envía a sus criaturas.  La tarea de estos filtros es reducir la intensidad de la Luz hasta tal grado que las criaturas que viven en nuestro mundo puedan percibirla.

A la Sefira (singular de Sefirot) Keter se le llama igualmente el mundo de Adam Kadmon ;  a la Sefira Jojma se le llama el mundo de Atzilut ;  a la Sefira Bina, el mundo de Beria ; las Sefirot Jesed hasta Yesod, el mundo Yetzira; y a la Sefira Maljut,  el mundo de Assiya. Nuestro universo constituye el último nivel del mundo de Assiya.  (Ver la ilustración 1)

La Cabalá llama a este nivel "Olam ha Zeh" (este mundo).  Lo perciben todos aquellos que viven allí y  la vasija,  el deseo de deleite, se llama "el cuerpo".  La Luz a la que se llama "placer"  es percibida como la fuerza de la vida.

Aunque la Luz que llena al cuerpo se halle atenuada para no tener la sensación de la Fuente,  el cumplimiento de determinadas leyes, descritas en la Cabalá e instituidas por el Creador, nos permite purificar nuestro egoísmo y elevarnos progresivamente atravesando los mundos de regreso a la Fuente.

A medida que vamos alcanzando los niveles espirituales más elevados, recibimos un mayor caudal de Luz hasta que llegamos a los niveles en que podemos recibir toda la Luz (el deleite absoluto,  infinito) que nos fue destinada desde los albores de la Creación.

Cada alma está rodeada de una Luz espiritual.  Aunque los principiantes en  la Cabalá, no entiendan lo que estudian en las fuentes auténticas, el intenso deseo de comprender invoca a la Fuerza Superior que los rodea y el efecto de esta Fuerza Superior los purifica y los eleva.

Si no es en esta vida, será en la siguiente, pero cada persona va a experimentar la necesidad de estudiar la Cabalá y conocer al Creador.

La Luz rodea al alma del ser humano desde afuera hasta que  alcanza un nivel espiritual en que la Luz puede impregnarla.  La recepción de esta Luz depende esencialmente del deseo, de la preparación y de la pureza del alma del hombre.

No obstante, el hombre durante el estudio pronuncia los nombres de las Sefirot, de los mundos y de las acciones espirituales conectadas a su alma.  Al hacerlo así, el alma recibe micro dosis de Luz del exterior que poco a poco purifican su alma y la preparan a recibir una energía espiritual y la delicia.

 

Capítulo III

El don de la Cabalá

 

El gran sabio, el Rabí Akiva que vivió en el primer siglo de nuestra era dijo: "Ama a tu prójimo como a ti mismo es la regla general de todas las leyes espirituales."

Como bien lo sabemos, la palabra  "general"  se refiere a un conjunto de  componentes.  En consecuencia, cuando el Rabí Akiva nos habla del amor al prójimo  (una de las numerosas leyes espirituales), o de nuestro deber hacia la sociedad y aún hacia el Creador, como una ley absoluta, nos deja entender que todas las otras leyes son componentes de esta regla.

Sin embargo, cuando intentamos explicarnos lo anterior, nos enfrentamos a una declaración aún más insólita del sabio Hillel.  Cuando su discípulo le pidió que le enseñara toda la Sabiduría de la Cabalá mientras se sostenía parado en un pié, Hillel le contestó, "No hagas a los otros lo que no quieres que te hagan a ti."

La respuesta de Hillel nos enseña que el propósito,  la razón misma de la existencia de la Cabalá,  es esclarecer y cumplir una sola ley: "Ama a tu prójimo como a ti mismo".  ¿Cómo puedo, sin embargo, amar a otro como a mi mismo?  Amar a los demás como a mi mismo implicaría satisfacer todos los deseos de la gente, aunque yo sea incapaz de satisfacer los míos propios.  Además, los sabios nos advierten que debemos satisfacer los deseos del prójimo antes que los nuestros.

Por ejemplo, esta escrito (Tosfot Masejet Kidushin) que si posees una sola almohada debes darla a tu amigo o que si no tienes más que una silla, otra persona tomará asiento y tu permanecerás de pie o te sentarás en el suelo.  De lo contrario no estarás cumpliendo con la instrucción de amar a tu prójimo. ¿Es realista esta petición?  Puesto que, "Ama a tu prójimo como a ti mismo", es la ley general de la Cabalá, investiguemos primero para saber lo que es la Cabalá.

La Cabalá nos enseña que el mundo y nosotros mismos, sus habitantes, fuimos creados únicamente para cumplir las leyes que aspiran al desarrollo espiritual de la humanidad por encima de nuestro mundo material.  De esta forma lograremos la  equivalencia y la unión con el Creador.

¿No obstante, por qué el Creador tuvo  necesidad de crear seres tan corruptos y  darles la Cabalá para corregirse?  El libro del Zohar contesta de la siguiente manera: "Quien come el pan ajeno, se avergüenza de mirar de frente al donador."

Por lo tanto, el mundo fue creado para preservarnos de esta vergüenza. Combatiendo nuestro egoísmo hasta corregirlo nos ganaremos nuestro mundo futuro.

Para ilustrar lo anterior, imaginemos la siguiente situación:

Un hombre rico se encuentra con un amigo necesitado a quien no había visto en muchos años.  Toma la decisión de albergarlo en su casa, alimentarlo y vestirlo día tras día.  En cierta ocasión, con la intención de complacerlo, el hombre acaudalado le pregunta qué más puede hacer por él.   La respuesta del menesteroso fue: "Sólo hay algo que desearía, y es poder recibir todo lo que me das,  no por caridad, sino en pago por mi trabajo.  ¡Puedes satisfacer todos mis deseos, excepto este!"

Podemos constatar cuan difícil resulta para el bienhechor suprimir la vergüenza que experimenta quien recibe la caridad.  Por el contrario, a medida que crece su generosidad mayor es la vergüenza.  El universo, este pequeño planeta y la sociedad (nuestro lugar de trabajo) fueron creados para resguardarnos de este sentimiento.  Nuestro trabajo consiste en regresar al Creador con los deseos corregidos y recibir una bien merecida recompensa, es decir, el inmenso deleite de la eternidad, la perfección y nuestra unión con el Creador.

¿Pero por qué nos sentimos tan avergonzados y molestos cuando recibimos algo de otra persona?  Los científicos conocen la ley de causa y efecto.   Ella estipula que las propiedades de cada consecuencia son muy parecidas a las de la causa, o la fuente,  y que todas las leyes activas en la fuente se encuentran en la consecuencia.

La acción de esta ley está presente en todos los niveles de la naturaleza: el mineral, el vegetal, el animal y el humano.  El estado de un mineral está determinado por las leyes que lo controlan.  Nosotros estamos acostumbrados y preferimos todo aquello que experimentamos al crecer.  De la misma manera, cada partícula que constituye la consecuencia de un todo  se siente atraída hacia su origen y todo aquello que no existe en la raíz, la consecuencia, lo niega y lo repudia.

Por lo tanto, puesto que el Creador de la naturaleza es la Raíz y la Fuente de todo lo que ha sido creado, todas las leyes presentes en Él nos parecen placenteras y todo lo que está ausente en Él, profundamente molesto y extraño.  Por ejemplo,  nos encanta el descanso y  nos disgusta el movimiento a tal grado que nos movemos únicamente para poder descansar.  La razón es que la Raíz  (el Creador), de quien todos procedemos está absolutamente inmóvil.  De aquí que cualquier movimiento es contrario a nuestra naturaleza.

Nacemos y crecemos como egoístas absolutos sin preocuparnos más que de nosotros mismos.  Es nuestra naturaleza egoísta que motiva nuestra  oposición al Creador quien da vida a toda la naturaleza.   Sin embargo,  bajo la influencia de la sociedad, empezamos a comprender la necesidad de ayudarnos mutuamente, pero la realización y la orientación dependen del grado de desarrollo de la sociedad.

Al crear nuestro deseo pervertido (nuestra inclinación al mal) y habernos  entregado la Cabalá como contrapeso, el Creador nos permite eliminar la manifestación del egoísmo y sentir el deleite sin experimentar vergüenza.

Existen dos categorías de leyes en la Cabalá, las relativas a los otros y las relativas al Creador.  La finalidad de ambas, sin embargo, es hacernos semejantes al Creador. Ya sea que nuestras acciones sean para el Creador o para el otro no tiene mayor importancia,  puesto que no nos es posible percibir todo lo que trascienda los límites de nuestro interés personal.

Toda acción que realizamos en favor de alguien más, bien mirado, lo hacemos por interés propio.  Es absolutamente imposible llevar a cabo  una sola acción física o mental sin que la primera intención no sea sacar un mínimo de provecho personal.   A  esta ley de la naturaleza se le conoce bajo el nombre de "egoísmo absoluto".  Únicamente si cumplimos con las leyes espirituales llegaremos al amor incondicional por los otros.  Aquellos que no sigan las leyes de la Cabalá no tienen la menor oportunidad de trascender los límites del "egoísmo absoluto".

Según la Cabalá, las leyes que regulan las relaciones sociales son más importantes que aquellas que regulan la relación con el Creador.  La razón es que cuando observamos estas leyes, bajo circunstancias sociales cambiantes,  tenemos la posibilidad de corregirnos eficazmente en la dirección correcta.

Ahora podemos comprender la respuesta que dio Hillel a su discípulo: lo más importante es amar al prójimo, el resto no son más que leyes subsidiarias, incluyendo aquellas relativas a nuestra relación con el Creador.  De hecho, no podemos unirnos a Él sin haber logrado amar a nuestro prójimo.  Es por esta razón que el sabio de la antigüedad nos precisó que "amar al prójimo" era la manera más rápida y efectiva para llegar a conocer bien la Cabalá.

Traten de imaginar ahora un país con una población de varios millones de habitantes en el que cada ciudadano no aspirara sino a manifestar su amor y voluntad de ayudar sin reserva a cada uno de sus compatriotas y a satisfacer cada una de sus necesidades.  Es evidente que ni una sola persona en esta sociedad,  tendría necesidad de preocuparse por sí misma o su porvenir.   De hecho, millones de personas estarían pendientes resguardando en todo momento sus intereses.

Sin embargo, como este país dependería de sus ciudadanos,  el incumplimiento de esta obligación propiciaría un vacío en la sociedad en vista que un ciudadano se quedaría sin ayuda.  Entre mayor fuera el número de infractores de esta ley que cada miembro de la sociedad tendría la obligación de cumplir, mayor sería la violación de la ley.   Todos son responsables de unos y otros, tanto en el cumplimiento de las leyes como de su violación.

Eleazar, otro sabio de la antigüedad, el hijo de Rashbi (el Rabí Shimon Bar Yochai,  autor del Libro del Zohar) nos sorprende aún más al decir que no sólo cada país, sino que la humanidad entera, cada ser vivo, es responsable de los otros.  Eleazar estipula que todas las naciones deberán cumplir esta ley y que si lo hacen el mundo entero se corregirá.  El mundo no puede corregirse y elevarse enteramente, en tanto que cada uno no abrace esta ley general del universo.

 

Capítulo  IV

La perfección y el mundo


Como ya vimos anteriormente, la esencia de las leyes del Creador consiste del amor, del extremo cuidado y compasión hacia todos los miembros de la sociedad así como para uno mismo.  Veamos si aceptamos la ley del Creador sobre la fe pura,  o si aquí también necesitamos experimentos pragmáticos.

Tengo la esperanza que mis lectores comprenderán mi desprecio por la filosofía sin contenido, con la que los hombres han construido estructuras completas y han sacado conclusiones sin pruebas al apoyo.  Nuestra generación ha presenciado el surgimiento y aplicación de numerosas filosofías.  Desgraciadamente, cuando se revela que sus hipótesis de base son falsas, sus teorías se desploman sumiendo a millones de personas en la angustia.

¿Podemos pensar que seguiremos la ley del Creador si estudiamos el mundo y sus leyes sobre la base de información obtenida de manera empírica?  Cuando escudriñamos el orden que sostiene a la naturaleza, quedamos impresionados por su precisión tanto en el nivel infinitamente pequeño como en el infinitamente grande.  Tomemos por ejemplo a la criatura más cercana a nosotros: el ser humano.  Un espermatozoide que  viene del padre llega a un lugar preparado y seguro en la madre, recibe todo lo que necesita para su desarrollo hasta que sale al mundo.  Nada puede perjudicarlo en tanto no viva como un organismo independiente.

Cuando al fin llega al mundo, la naturaleza se encarga de despertar en los padres los sentimientos indispensables para que le den al niño confianza absoluta con su amor y cuidado.  Los humanos, así como los animales y las plantas, se multiplican y se ocupan del cuidado y del desarrollo de su descendencia.

Sin embargo, existe una dramática contradicción entre la forma en que la naturaleza se ocupa del nacimiento y del primer desarrollo independiente de una especie y su lucha posterior por la supervivencia.  Este impresionante contraste que existe en la forma en que el mundo está gobernado en todos sus niveles ha apasionado el espíritu del hombre en todos los tiempos y ha originado múltiples teorías.

La evolución: Esta teoría no considera que sea necesario aclarar las contradicciones que hemos mencionado.  El Creador creó al mundo y reina sobre todo lo que existe.  Es insensible, incapaz de pensar y creó a las especies según las leyes físicas.  Estas especies creadas se desarrollan conforme a la evolución, es decir las severas leyes de supervivencia. La teoría alude al Creador como "la naturaleza", haciendo énfasis, por lo tanto, en su insensibilidad.

El dualismo: Puesto que la sabiduría en la naturaleza es notable y sobrepasa en mucho a la destreza humana,  sería imposible concebir y diseñar organismos futuros sin tener información del proceso.  El donador (la naturaleza) debe poseer igualmente intelecto, memoria y sentimientos.  En efecto, no podemos pretender que cada nivel de la naturaleza esté regido por la casualidad.

Esta teoría ha llevado a la conclusión que existen dos fuerzas, una positiva y la otra negativa, y ambas poseen intelecto y sentimientos.  Por tanto, estas fuerzas pueden transmitir sus atributos a todo lo que crean.  El desarrollo de esta teoría ha desembocado en otras teorías distintas.

El politeísmo: El análisis de las acciones de la naturaleza y la separación de sus fuerzas según su carácter dio nacimiento a las religiones (notablemente en la Grecia Antigua) compuestas por un conjunto de divinidades, cada una de ellas dirigida por una fuerza en particular.

Ausencia de dirección de gobierno: Con la aparición de instrumentos exactos y nuevos métodos de investigación, el hombre ha descubierto recientemente una conexión intima que une a todo lo que existe en este mundo.  En consecuencia,  la teoría de fuerzas múltiples fue descartada y  reemplazada por la hipótesis de una fuerza unificada e inteligente que dirige al mundo. Pero en vista que la especie humana es tan insignificante comparada con la grandeza de esta fuerza fuimos abandonados a nuestra propia suerte.

Por desgracia, a pesar de las numerosas teorías sobre la creación del mundo y su gestión, la humanidad continúa sufriendo.  El hombre aún no logra comprender por qué la naturaleza lo trata con tanta ternura y cuidado durante su estancia en el vientre materno y la primera infancia para después mostrarse despiadada en la edad adulta cuando aparentemente el hombre necesitaría más ayuda.  De aquí se desprende una pregunta: ¿No seremos nosotros responsables de la crueldad de la naturaleza hacia el mundo?

Todas las acciones en la naturaleza están ligadas entre sí; por lo tanto, si transgredimos una de sus leyes, alteramos el equilibrio de todo el sistema.  Poco importa si creemos que la naturaleza es una guía insensible y sin propósito o si la vemos como al Creador que tiene un proyecto de gran sabiduría y que nos conduce a una meta precisa.  Vivimos en un mundo dirigido por determinadas leyes y si las infringimos estamos condenados a convivir con el medio ambiente, con la sociedad y nuestras personalidades corruptas.  Además, en vista que las leyes de la naturaleza están interconectadas, contravenir a una de ellas puede provocar sufrimientos inesperados y severos provenientes de una dirección totalmente distinta.

La naturaleza o el Creador (que en realidad son la misma cosa)  influyen en el hombre por medio de determinadas leyes que tenemos la obligación de considerar como objetivas y obligatorias y que, por lo tanto debemos seguir. Es indispensable conocer estas leyes de la naturaleza pues negarse a cumplirlas es la razón de todos nuestros sufrimientos

Es de todos sabido que los hombres son seres sociables.  No podemos sobrevivir sin la ayuda de los demás en la sociedad.  En consecuencia, quien decida aislarse de la sociedad sufrirá al no poder satisfacer sus propias necesidades.

La naturaleza nos obliga a vivir entre nuestros semejantes y al comunicarnos con ellos efectuamos dos operaciones: recibimos todo lo que necesitamos de la sociedad y devolvemos a la sociedad el fruto de nuestro trabajo.  La trasgresión de cualquiera de estas dos reglas desequilibra a la sociedad y en consecuencia merece la sanción de la misma.

En el caso de enriquecimiento excesivo (como podría ser el robo) la sanción de la sociedad no se hace esperar.  Si una persona se negara a servir a la sociedad, por lo general no recibirá un castigo inmediato, o si lo recibe,  no lo relacionará directamente a la trasgresión.  Es la razón por la que normalmente ignoramos la condición que nos obliga a servir a la sociedad.  La naturaleza, sin embargo, reacciona como un juez imparcial y castiga a la humanidad en función de su desarrollo.

La Cabalá sostiene que la cadena de generaciones en el mundo no es sino la aparición y desaparición de los cuerpos constituidos de proteínas, mientras que el alma que acompaña al "Yo"  cambia de cuerpo sin desaparecer.  La llegada de un número constante y limitado de almas, sus descensos a este mundo y sus encarnaciones nos aseguran la renovación de las generaciones.  En consecuencia,  por lo que respecta a las almas,  todas las generaciones de la primera a la última son una sola generación.  El número de encarnaciones del alma no tiene ninguna importancia.  A manera de comparación, diremos que la muerte del cuerpo no afecta absolutamente al alma, así como el corte del cabello o de las uñas no perturba la vida del cuerpo.

Al crear los mundos y entregarlos al hombre, el Creador lo ha colocado frente a un objetivo: lograr llegar a su nivel y unirse a Él al atravesar los mundos que Él ha edificado.  La cuestión sería saber si la humanidad siente que es su obligación satisfacer Su deseo.

La Cabalá nos presenta una imagen precisa y completa del control que el Creador ejerce sobre nosotros.   Así que,  por voluntad propia o empujada por los sufrimientos en esta vida o la siguiente,  bajo la presión de factores físicos, sociales y económicos, la humanidad tendrá que hacer suya la meta de la Creación como el propósito de su existencia.

Al final, todos llegaremos a la misma meta. La única diferencia estará en la naturaleza del camino: la persona que avance voluntariamente y en pleno conocimiento hacia la meta obtiene dos cosas: por un lado, ahorra tiempo y por el otro, experimenta el placer de su unión con el Creador, en lugar del sufrimiento.

La gravedad de la situación es que la humanidad no imagina aún las catástrofes que se avecinan. La meta ha sido fijada y las leyes del universo son inmutables.  Nuestros sufrimientos personales cotidianos y los cataclismos cíclicos mundiales nos llevarán a reconocer la necesidad de observar la ley del Creador que es suprimir el egoísmo y la envidia y desarrollar en su lugar, la compasión, la ayuda mutua y el amor.

 

Capítulo V

Libre Albedrío

La noción de libertad condiciona nuestra vida entera.  El hecho que los animales en cautiverio generalmente desarrollen enfermedades e inclusive mueran es una señal inequívoca que la naturaleza no está conforme con ningún tipo de sometimiento.  No es una casualidad que durante siglos la humanidad se haya visto sumergida en constantes baños de sangre y conflictos para lograr algo de libertad.

Aún así, no tenemos sino una vaga idea de lo que representa la libertad y la independencia.  Damos por sentado que cada uno de nosotros experimenta un deseo interno de libertad e independencia que están a nuestra entera disposición.  Sin embargo, si examinamos atentamente nuestro comportamiento descubriremos que reaccionamos compulsivamente y que no tenemos libre albedrío.

Esta afirmación requiere de una explicación: Exteriormente,  el ser humano es guiado por dos corrientes, el placer y el dolor a las que también se les define como "felicidad" y "sufrimiento".

Los animales no tienen libre albedrío.  La ventaja de la humanidad sobre los animales consiste en que los hombres prefieren sufrir conscientemente si creen que a la postre van a lograr placer.  De esta forma, una persona enferma va a someterse a una dolorosa intervención quirúrgica si sabe que así va a mejorar su salud.

Sin embargo, esta elección no supone más que un cálculo pragmático que consiste en comparar el placer futuro contra el dolor que se sufre en el presente.    Dicho de otra forma, se trata de una sencilla operación matemática en la que la cantidad de sufrimiento se resta del placer futuro y cuyo resultado determina nuestra elección.    Si el placer que se logra no está a la altura del placer que se esperaba,  la persona sufre en lugar de sentirse feliz.

La fuerza de atracción del placer y la fuerza de repulsión del dolor son las dos únicas fuerzas que controlan al hombre, a los animales y hasta a las plantas.  Ellas dirigen a  todas las criaturas vivientes, en todas sus etapas y en todos los niveles de vida;  por consiguiente, bajo este aspecto no hay diferencia alguna entre las criaturas, ya que el libre albedrío no depende de la inteligencia.

Lo que es más, aún la selección del tipo de placer ha sido determinada por mandato y no depende de nuestro libre albedrío. Nuestras preferencias las dictan los gustos y las normas de la sociedad y no nuestro libre albedrío.  Podemos deducir que no existe un individuo independiente que pueda proceder libremente.

Las personas que creen en un Gobierno Superior esperan recibir en el más allá una recompensa o un castigo por su comportamiento.   Los ateos piensan que ocurrirá en este mundo.  Pero, ya que todos esperan una recompensa o un castigo por su conducta están convencidos que poseen libro albedrío.

La raíz de este fenómeno se encuentra en la ley de causa y efecto que influye a la naturaleza en general y a cada individuo en particular.  En otras palabras,  los cuatro tipos de la Creación, el mineral, el vegetal, el animal y el humano se hallan constantemente bajo la influencia de esta ley de causalidad y propósito.  Cada uno de sus estados los determina la influencia de las causas externas con respecto a la meta prefijada que fue elegida por ellas y que será su estado futuro.

Todo objeto del mundo se desarrolla constantemente, lo cual implica que cada objeto abandona sin cesar su forma anterior y va adquiriendo una nueva bajo la influencia de cuatro factores.

  1. El origen
  1. La evolución que emana de su propia naturaleza y es por lo tanto invariable.
  1. La evolución que se transforma bajo la influencia de factores externos.
  1. La evolución y la transformación de los factores externos

El primer factor es el origen, o la materia  "primaria", la forma anterior. Puesto que cada objeto cambia su forma constantemente, a cada forma que lo antecede se le define como "primaria" con respecto a la forma que le sigue.  Las propiedades internas dependen únicamente del origen y determinan la forma futura y constituyen su factor principal, su información personal, los genes o atributos.

El segundo factor es el orden de desarrollo según la relación de causa y efecto que depende del origen del objeto.  El orden no cambia.  Como ejemplo podemos tomar un grano de trigo que se descompone en la tierra y del que crece un retoño. El grano de trigo pierde su forma original, es decir desaparece totalmente y adquiere la  forma de un retoño que a su vez producirá una nueva forma original, un grano de trigo ya que ese es su origen.  Sólo la cantidad de granos y tal vez la calidad (el tamaño y el sabor) podrán variar.  En otras palabras,  podemos observar el orden de la relación de causa a efecto, en donde todo depende del origen del objeto.

El tercer factor es la relación de causa a efecto sobre la materia primaria, cuyas propiedades cambian al contacto de fuerzas externas.  De esta manera, la cantidad y la calidad del grano cambia debido a factores suplementarios  como la tierra, el agua y el sol, que aparecen para completar los atributos de la materia primaria.

Puesto que la fuerza del origen prevalece sobre los factores complementarios, los cambios pueden modificar la calidad del grano y no la especie misma.  Un grano de trigo no se va a transformar en un grano de cebada.  Dicho de otra forma, el tercer factor, como el segundo es un factor interno del objeto, pero contrariamente al segundo, puede cambiar cualitativa y cuantitativamente.

El cuarto factor es la relación de causa a efecto entre las fuerzas que actúan en el exterior, como la casualidad, los elementos de la naturaleza y su ambiente.   Estos cuatro factores influyen, en gran medida, en cada objeto individual.

El primer factor (el origen) es fundamental para nosotros, puesto que somos la creación de nuestros padres.  Como sus descendientes, somos en cierto sentido copias de ellos, es decir, que la mayoría de los atributos de los padres y los abuelos se manifiestan en los hijos.  Los conceptos y conocimientos que adquirieron nuestros antepasados se hacen presentes en los descendientes bajo la forma de costumbres y atributos, inclusive en el nivel inconsciente. Las fuerzas ocultas de la herencia dirigen todas las acciones de los descendientes y se transmiten de generación en generación.

Todo lo anterior da pié a que las personas tengan diferentes tendencias como la fe, la crítica, la comodidad material, la avaricia o la modestia.  Ninguna de ellas se adquiere por esfuerzo, son más bien una herencia de nuestros antepasados más o menos lejanos, impresa en el cerebro de la descendencia.

Puesto que heredamos automáticamente los atributos adquiridos por nuestros antepasados estas propiedades se parecen al grano que pierde su forma en la tierra.  Sin embargo, algunas de estas propiedades se manifiestan en nosotros de una manera totalmente opuesta.

Puesto que la materia primaria se manifiesta bajo la forma de fuerzas sin forma externa, esta materia puede ser portadora tanto de propiedades negativas como positivas.

Los tres otros factores nos influyen por igual.  El orden de las causas y sus consecuencias que emana del origen, el segundo factor, es invariable.  Un grano se descompone bajo la influencia del ambiente y cambia progresivamente su forma hasta la aparición de un nuevo grano.  En otras palabras, el primer factor adquiere la forma de la materia primaria;  la diferencia entre la planta anterior y el retoño nuevo se manifiesta sólo en la cantidad y la calidad.

Al llegar al mundo, una persona cae bajo la influencia de la sociedad y a pesar suyo adopta las particularidades y los atributos de ella.  Por tanto, las inclinaciones que el individuo ha heredado se transforman al influjo de la sociedad.

El tercer factor se relaciona a la influencia del ambiente.  Cada uno de nosotros está consciente que nuestros gustos e ideas pueden modificarse por la influencia de la sociedad.  Es imposible que ocurra tal cosa en el nivel mineral, vegetal y animal de la naturaleza; únicamente ocurre en el nivel humano.

El cuarto factor es la influencia directa e indirecta de los factores externos negativos, como las dificultades y la ansiedad, que nada tienen que ver con el orden lógico del desarrollo de la materia primaria

El conjunto de nuestros pensamientos y nuestras acciones depende de estos cuatro factores que dictan completamente nuestro modo de vida.  Nos encontramos bajo la influencia de estos cuatro factores como la arcilla en las manos del alfarero.  Nos damos cuenta, por tanto, que no elegimos nuestros deseos y que todo depende exclusivamente de la interacción de los cuatro factores y que no tenemos control alguno. No existe ninguna teoría científica que nos explique cómo es que la espiritualidad dirige a la materia desde la interioridad y qué es o en dónde está lo que media entre el cuerpo y el alma.

La Cabalá explica que todo lo que fue creado en todos los mundos consiste únicamente de la Luz y del recipiente que ella llena.  La única creación es el recipiente que desea recibir la Luz que proviene directamente del Creador.  Este deseo de recibir la Luz, que da vida y placer al recipiente, es a la vez la sustancia material y espiritual y depende de la intensidad de su deseo.

Las diferencias dentro de la naturaleza, en calidad y cantidad de todos los seres creados, radican únicamente en la medida del deseo que satisface proporcionalmente la Luz que proviene del Creador, dador de la vida.

Todo lo que diferencia un objeto de otro, que produce colores, sustancias, formas y otros factores de diferenciación provienen de la capacidad del deseo de recibir y por lo tanto de la cantidad de Luz que lo llena. En otras palabras, el deseo de un determinado tamaño va a producir un mineral;  deseos de diversos  tamaños formarán los líquidos, colores o vibraciones. Todo depende de la posición en la escala del deseo, mientras que la cantidad de Luz que nos rodea a nosotros y a todos los mundos es igual e invariable.

Podemos ahora dar respuesta al tema de la libertad del individuo. Puesto que ahora nos queda claro que  el individuo es  un deseo de recibir una determinada cantidad de Luz del Creador, todas las características particulares de este deseo dependen exclusivamente de la intensidad de su deseo, de la fuerza de atracción de la Luz.

La fuerza de atracción a la que normalmente llamamos "el ego" nos obliga a luchar por nuestra existencia.  Si destruimos un deseo o una aspiración del ego, le negamos la oportunidad de utilizar su "vasija" en potencia, esto es, la satisfacción que le corresponde por derecho otorgado por el Creador.

Todas nuestras ideas las concebimos bajo la influencia de nuestro ambiente, como el grano que crece solamente en la tierra, en un ambiente que le conviene.  Por tanto, lo único que podemos elegir en nuestra existencia es la sociedad, nuestro círculo de amigos. Si cambiamos de ambiente, cambiamos necesariamente nuestras ideas, ya el individuo no es sino una copia, un producto de la sociedad en la que vive.

Las personas que toman consciencia de lo anterior concluyen que no tenemos libre albedrío, ya que somos el producto de una sociedad y que nuestros pensamientos no dirigen nuestro cuerpo.  De hecho,  la información exterior se registra en la memoria del cerebro que como un espejo refleja simplemente todo lo que ocurre en el ambiente.

Nuestro origen es nuestro material primario.  Heredamos nuestras aspiraciones e inclinaciones y esta herencia es el único elemento que  distingue a un hombre de otro.  La sociedad influye de manera diferente a cada uno de nosotros;  es por esta razón que no existen dos personas idénticas.

Tengan presente que este material primario representa la verdadera riqueza de un individuo y no debemos ni siquiera tratar de modificarlo, pues al desarrollar estas características únicas, la persona desarrolla su personalidad.

Por consiguiente, si una persona se deshace aunque sea de una sola tendencia o de una aspiración crea un vacío en el mundo, pues esta tendencia o este deseo no se repetirán en otro cuerpo.  Podemos entonces deducir el crimen tan grave que cometen las "naciones civilizadas"  al desear imponer su cultura a otra y destruir sus cimientos.

¿Sin embargo, es posible dentro de una sociedad asegurar la libertad total de un individuo? Es evidente que para que una sociedad pueda funcionar normalmente, debe imponer a los individuos  sus leyes, sus restricciones y sus normas.  Resulta que siempre estamos en conflicto con la sociedad.  Aquí surge un punto crucial: si la mayoría es quien tiene derecho a dictar las reglas de la sociedad pero las masas tienen siempre un menor grado de evolución que la minoría más evolucionada de la sociedad, en ese caso se estaría creando una regresión en lugar de progreso.

Si una sociedad establece sus leyes de conformidad a las leyes espirituales, quienes las observen no perderán la oportunidad como individuos de unirse al Creador. La razón es que estas leyes son las leyes naturales para dirigir al mundo y a la sociedad.   Si la sociedad crea sus propias leyes que contradigan las leyes de naturaleza espiritual,  aquellos que observen las leyes espirituales llegarán a su desarrollo máximo.

Según la dirección de gobierno que comporta un fin determinado, debemos aplicar las leyes de la naturaleza para que los individuos y la sociedad se desarrollen en el sentido correcto.  La Cabalá nos enseña que todas las decisiones las tomamos en función de la opinión pública.  La Cabalá nos explica que en nuestra vida cotidiana debemos adherirnos a la opinión de la mayoría y en lo relativo a nuestro desarrollo espiritual debemos seguir la opinión de personas desarrolladas.

A esta regla se le llama "la ley natural de dirección de gobierno".  Todas las reglas y las leyes de la ciencia de la Cabalá abarcan las leyes de dirección de gobierno de la naturaleza.  Al estudiar con la Cabalá las interconexiones que existen entre las leyes que influyen en nuestro mundo desde lo Alto hacia abajo, comprendemos que la ley de la mayoría que influye en la sociedad es una ley natural.

 

Capítulo VI

La esencia y la finalidad de la Cabalá

 

  • ¿Cuál es la esencia de la Cabalá?
  • ¿La finalidad de la Cabalá está dirigida a la vida de este mundo o a un mundo futuro?
  • ¿Quién es el beneficiario de la Cabalá, el Creador o Sus criaturas?

Los cabalistas que han llegado hasta el Creador perciben que Él es absolutamente bondadoso.  Ellos nos revelan que Él no hace daño a nadie en el mundo, ya que el egoísmo, el deseo de recibir para sí mismo, que es la razón de toda sensación desagradable, no tiene cabida en Él.

Hacemos daño a los demás con el único fin de satisfacer nuestros propios deseos.  Si este sentimiento no tuviera un control constante en el hombre, el mal no tendría dominio en el mundo.  Puesto que percibimos al Creador como un Todo absolutamente perfecto, la ausencia del deseo de recibir en Él es la ausencia total del mal en Él.

Si tal es el caso, deberíamos experimentar toda su absoluta Bondad, una sensación que se apodera de nosotros en los momentos de alegría, de júbilo y de plenitud absoluta.  Puesto que todas nuestras sensaciones provienen del Creador, el conjunto de Sus criaturas debería percibir  exclusivamente Su bondad y benevolencia.   ¿Y qué es lo que experimentamos en lugar de esto?

Toda la naturaleza se compone de cuatro niveles: el inanimado, el vegetal, el animado y el humano.  Cada nivel atraviesa por un desarrollo con un fin preestablecido por medio de un crecimiento lento y progresivo, bajo el auspicio de la relación de causa a efecto.  Esta evolución es semejante a la de un fruto en el árbol que hasta que llega a su madurez es sabroso y comestible.

¿No obstante, cuántas etapas intermediarias ha atravesado el fruto para alcanzar su total crecimiento?  Todas estas etapas no nos revelan absolutamente nada sobre el estado terminado del fruto cuando se vuelve dulce y jugoso.  Más bien ocurre lo contrario,  entre más delicioso es el fruto en su madurez  más amargo y duro será durante su desarrollo.

Tenemos la misma situación en el mundo animal: las capacidades mentales de un animal son muy limitadas en la edad adulta,  pero mientras está creciendo sus limitaciones pasan inadvertidas si se las compara con las de un niño del hombre.  Por ejemplo,  un becerro de un día de nacido ya posee todas las propiedades de un toro adulto.  Más tarde,  se detiene el desarrollo de sus propiedades al contrario de los seres humanos que adquieren inteligencia en la flor de la edad, pero que se encuentran prácticamente vulnerables y frágiles en los primeros años de su vida.

La diferencia es tan sorprendente que al observar a un becerro recién nacido y a un bebé humano, alguien ajeno a nuestro mundo podría concluir que nada importante podría surgir de este pequeño,  en tanto que el becerro podría cuando menos llegar a ser un nuevo Napoleón.

Por regla general, los estados intermediarios son opuestos al resultado final.  Por lo tanto, sólo quien conoce este resultado comprenderá y aceptará la forma poco afortunada del objeto durante su desarrollo.  Es por esta razón que muy a menudo las personas sacan las conclusiones equivocadas pues no pueden prever cómo será el objeto terminado.

De hecho los procedimientos que utiliza el Creador para gobernar nuestro mundo tienen cada uno un propósito bien determinado que no se manifiesta sino al final del desarrollo.  En su actitud hacia nosotros,  el Creador se guía por el principio de "bondad absoluta" en el que no hay el menor rastro de mal;  el propósito de su dirección se hace patente a todo lo largo de nuestro desarrollo.  Al final estaremos preparados para recibir toda la  bienaventuranza que dispuso para nosotros. Seguramente se va a lograr el objetivo, tal como Él lo planeó.

Se prepararon dos caminos de desarrollo para que el hombre transite en la dirección correcta:

  1. Un camino de sufrimiento que nos obliga a escapar de él. Como no percibimos la meta final nos vemos forzados a evitar el dolor.  A este camino se le llama "evolución inconsciente" o "el camino del dolor".
  1. El camino del desarrollo espiritual consciente, rápido e indoloro que se logra siguiendo el método de la Cabalá y facilita la llegada al resultado que perseguimos.

La finalidad de todas las leyes de desarrollo que utiliza el método de la Cabalá es reconocer el bien y el mal que existe en nosotros y magnificar el reconocimiento del mal. El cumplimiento de las leyes espirituales le permite al hombre liberarse del mal,  puesto que este desarrollo de la persona crea un conocimiento del mal ya sea muy profundo, o superficial y paralelamente un deseo más o menos intenso de hacerlo desaparecer.

El origen de todo el mal es nuestro egoísmo, que es opuesto a la naturaleza del Creador que desea otorgarnos sin reserva toda Su bondad.  Todo lo que nos resulta agradable emana de Él personalmente. Por lo tanto, su proximidad la experimentamos como un placer y el alejamiento como un sufrimiento cuya intensidad depende de la distancia que nos separa de Él.

Ya que el Creador detesta el egoísmo, los hombres también lo aborrecen, dependiendo de su grado de desarrollo. Las actitudes frente al egoísmo cubren una gama muy amplia, desde la persona sin desarrollo espiritual alguno que lo acepta como algo normal y que lo utiliza sin restricción (llegando hasta matar o robar), pasando por alguien más desarrollado que muestra sentimientos de vergüenza generados por las manifestaciones visibles de su egoísmo, hasta la persona espiritualmente desarrollada que siente verdadera repugnancia por el egoísmo.

Es así como hemos encontrado las respuestas a las interrogantes iniciales de la manera siguiente:

  • La esencia de la Cabalá reposa en el hecho que le permite al hombre acceder hasta el último nivel de desarrollo sin sufrir y de manera positiva.
  • La finalidad de la Cabalá es llegar a la última etapa en función del trabajo espiritual que una persona realiza en ella o él mismo en este mundo.
  • La Cabalá no se otorgó a los hombres para su comodidad, sino como un instructivo para perfeccionarse.

 

Capítulo VII

De la nota final al Libro del Zohar

 

La Cabalá nos explica que el cumplimiento correcto y consistente de las leyes espirituales nos conduce a la unión con el Creador.   ¿Sin embargo, qué significa la palabra unión?  En efecto,  debido a las limitaciones del tiempo, del espacio tridimensional y de los deseos del cuerpo, nuestros pensamientos no pueden concebir al Creador.  Por lo tanto, mientras que nuestros pensamientos estén restringidos por estas limitantes, no podemos ser objetivos.

A medida que el hombre trasciende su ego, se transforman el deseo de recibir, las definiciones del tiempo, espacio y movimiento.  Adquieren una dimensión espiritual.  A ese nivel, controlamos nuestro deseo de recibir, que ya no nos gobierna más. Nuestros pensamientos no dependen ya del deseo de recibir y,  por consiguiente, son objetivos.

De lo anterior se deduce que la Cabalá le permite al hombre adquirir en sus atributos y sus acciones una equivalencia con el Creador,  que es el medio para acercarse a Él.  La sabiduría nos aconseja adherirnos a Sus actos, ser bondadoso, afectuoso y tan humilde como es Él.  ¿Cómo podemos estar seguros, sin embargo, que las acciones del Creador y el Creador mismo son iguales?  Lo que es más, ¿por qué tengo que adherirme a Él imitando sus actos?

En el mundo físico, la unión o la adhesión, son consideradas como un acercamiento entre los objetos, mientras que la separación se caracteriza por el alejamiento de un objeto con respecto a otro.  En cambio, en el reino espiritual no existen los conceptos del tiempo, el espacio o el movimiento. Por este  motivo la equivalencia de los atributos entre dos objetos espirituales ejerce una atracción entre ellos y la diferencia de los atributos los separa. No puede existir adhesión o separación (al contrario del mundo físico) ya que el objeto espiritual por sí mismo no tiene volumen.

En el mundo físico, la unión o la adhesión, son consideradas como un acercamiento entre los objetos, mientras que la separación se caracteriza por el alejamiento de un objeto con respecto a otro.  En cambio, en el reino espiritual no existen los conceptos del tiempo, el espacio o el movimiento. Por este  motivo la equivalencia de los atributos entre dos objetos espirituales ejerce una atracción entre ellos y la diferencia de los atributos los separa. No puede existir adhesión o separación (al contrario del mundo físico) ya que el objeto espiritual por sí mismo no tiene volumen.

Lo mismo que un hacha parte un objeto físico en dos,  la aparición de un nuevo atributo en un objeto espiritual lo divide en dos.  Así es que si la diferencia de atributos es insignificante,  los objetos espirituales estarán cerca.  Entre mayor sea la diferencia de los atributos,  más grande será la distancia que los separe.  Si experimentan amor el uno por el otro, espiritualmente están  "cerca" y la distancia entre su envoltura material no tiene importancia.  La relación entre ellos la va a determinar la afinidad espiritual.

Si a alguien le gusta algo que otra persona detesta, la distancia entre los dos dependerá de la divergencia de ideas y de sentimientos.  Si a uno de ellos le gusta todo lo que el otro detesta, se les va a  considerar como totalmente opuestos.

Vemos así que en el mundo espiritual (el mundo de los deseos)  la semejanza o la diferencia entre las aspiraciones, los deseos, las ideas y los atributos es como el hacha que parte la espiritualidad en fragmentos.  La distancia entre los objetos espirituales la determina el grado de desigualdad de los sentimientos y los atributos.

En consecuencia, si seguimos la voluntad del Creador, nos adherimos a Sus sentimientos, Sus pensamientos, nos acercaremos a Él.  Puesto que el Creador sólo obra por el bien de sus criaturas, de igual forma debemos desear lo mejor al prójimo y ser bondadosos con todos.  Desde luego, como vivimos en un mundo material, todo lo que necesitamos para la supervivencia del organismo no se considera una manifestación de egoísmo.

¿Podemos hacer el bien a los demás sin rastro de egoísmo?  Después de todo,  el Creador nos creó como egoístas absolutos con un deseo de disfrutar. No podemos modificar nuestra naturaleza y aún cuando nos portemos bien con todos, intentamos beneficiarnos con ello consciente o inconscientemente.  A menos que obtengamos algún provecho no daremos un solo paso en pro del prójimo.

En efecto, los hombres no tienen poder para transformar su naturaleza egoísta, mucho menos transformarla en algo totalmente opuesto (hacer prueba de bondad sin esperar una retribución bajo la forma de reconocimiento,  tranquilidad, notoriedad o dinero).   Por esta razón se nos dio el método para cumplir las leyes espirituales con la Cabala. No existe otro procedimiento que pueda cambiar nuestra naturaleza.

El cuerpo y sus órganos forman un solo conjunto intercambiando sin cesar sensaciones e información.  Por ejemplo, si el cuerpo advierte que uno de sus componentes puede mejorar las condiciones generales del organismo entero, este componente de inmediato lo registra y satisface el deseo.  En caso de que alguno de sus componentes sufra, el organismo de inmediato lo percibe e intenta resolver la situación.

A partir de este ejemplo,  podemos comprender el estado del hombre,  o más bien el estado del alma que logra acceder a la unidad con el Creador.  Antes de encarnarse el alma formaba parte de un todo con el Creador.  Desgraciadamente,  una vez encarnada, el alma se separa completamente de Él debido a la diferencia que existe entre los atributos del Creador y del organismo.

Lo anterior significa que al conferir la sensación de egoísmo al alma, el Creador creó algo distinto fuera de Él,  puesto que los diferencia en el deseo separa los objetos en el mundo espiritual.   En consecuencia, el objeto (el alma)  y el egoísmo  (el cuerpo)  se convierten en elementos separados.  De igual forma, el hombre se encuentra muy alejado del Creador como si al cuerpo se le hubiera seccionado un órgano.  Es tan grande la distancia que los separa que el hombre sólo puede creer en Él mas no puede conocerlo.

De esta forma,  si logramos unirnos al Creador mediante la equivalencia de nuestros atributos con los Suyos  (que conseguiremos si cumplimos las leyes espirituales y cambiamos nuestro egoísmo, que es lo que nos separa del Creador, por el altruismo)  nos adentraremos en Sus pensamientos, y en Sus deseos.  Descubriremos los secretos de la Cabalá ya que los pensamientos del Creador son los secretos del universo.

La Cabalá tiene de dos partes, la revelada y la oculta.  Ambas constituyen los pensamientos del Creador. La Cabalá se asemeja a una cuerda que se lanza a una persona que se está ahogando en un mar de egoísmo. Al cumplir las leyes espirituales, el individuo se prepara para la segunda etapa y la más importante en la que el que cumple y el que impone se unen espiritualmente.

Los que cumplen las leyes espirituales atraviesan cinco niveles, Nefesh, Ruaj, Neshama, Jaya, Yejida. Cada nivel consiste de cinco niveles intermediarios que a su vez se dividen en cinco niveles suplementarios. En total la escalera para la ascensión espiritual y la proximidad con el Creador tiene 125 peldaños. Los cinco principales peldaños de la escalera se llaman "los Mundos". Los niveles intermediarios se llaman Partzufim que consisten de Sefirot.

Todos aquellos que existen en un mundo espiritual determinado perciben los objetos que se encuentran en ese mundo y los de los mundos inferiores. Sin embargo, no pueden ni siquiera imaginar o experimentar cualquier cosa que provenga de un mundo superior. Es así que alguien que ha alcanzado alguno de los125 niveles entra en contacto con las almas que se encuentran allí ya sea de generaciones pasadas, presentes o futuras y permanece con ellas. Nosotros que vivimos únicamente en este mundo no podemos imaginar o percibir lo que existe en otros niveles o mundos incluyendo a quienes los habitan.

Los cabalistas que han logrado llegar a un cierto nivel o camino que conduce al Creador pueden describirlo utilizando las expresiones que sólo aquellos que están en el mismo nivel pueden comprender. Aquellos que no han llegado a ese nivel pueden sentirse desorientados por tales afirmaciones y desviarse del entendimiento correcto.

Como hemos dicho anteriormente nuestro camino hacia el Creador se divide en 125 niveles o grados, pero no podemos ascender antes de la completa corrección. Hay dos diferencias que existen entre todas las generaciones previas y la última que estará totalmente corregida.

1. Sólo la última generación tendrá la posibilidad de ascender los 125 niveles.

2. De las generaciones anteriores sólo algunas personas podían llegar hasta los otros mundos. En la última generación todos podrán elevarse hacia los niveles espirituales y unirse con el Creador.

La expresión "la última generación" se refiere a todas las generaciones a partir de 1995 pues según El Libro del Zohar, esta fecha marca la entrada de la humanidad a una nueva fase que es la de la Corrección Final. La Cabalá la llama también "la era de la redención" durante la cual el destino de la humanidad es salir de su nivel más bajo.

Rashbi y sus discípulos ascendieron los 125 niveles y por este motivo pudieron escribir el Libro del Zohar que abarca los 125 niveles de los mundos. Por lo tanto el Libro del Zohar especifica que no se va a descubrir su contenido sino "hasta el final de los tiempos", lo que significa en la víspera de la corrección final. Las generaciones anteriores no pudieron llegar al fin de la corrección. Por tanto, no pudieron comprender el libro pues les era imposible ascender los 125 niveles desde cuya altura se escribió el Libro del Zohar. En nuestra generación podemos todos llegar hasta el nivel 125 y por tanto comprender lo que dice el Zohar.

El hecho que un cabalista contemporáneo haya escrito un comentario completo al Libro del Zohar es la señal que nos encontramos en el umbral de una nueva generación y que todos lograremos comprender el Libro del Zohar. En efecto, antes de nuestra época no había aparecido ni un solo comentario sobre el Libro del Zohar. Tenemos ahora a nuestra disposición un comentario (el Sulam) preciso y exhaustivo del Libro del Zohar que fue escrito por Baal HaSulam tal y como debería ser en la última generación.

Sin embargo, debemos tomar en cuenta que las acciones espirituales no se llevan a cabo como las acciones físicas. Es decir, la causa y la consecuencia no se suceden forzosamente una tras la otra. En esta época el estado espiritual de los mundos está listo para recibir la venida del Mesías (la fuerza que sacará a la creación de su egoísmo y la llevará al altruismo). Sin embargo, esto es tan sólo la oportunidad que se nos brinda para llegar a esa meta, mientras que el trabajo para alcanzarla realmente depende de nosotros y nuestros niveles espirituales.

Podemos unirnos al Creador si igualamos nuestros atributos, deseos y metas con las de Él, erradicamos nuestro egoísmo por completo y desinteresadamente hacemos buenas obras. Hay sin embargo una cuestión que se plantea. ¿Cómo un perfecto egoísta (aquel que no es capaz de hacer una acción física o espiritual sin recibir un provecho personal) va a encontrar la fortaleza y la motivación de vivir para los demás?

Podemos responder a esta pregunta tomando un ejemplo de la vida cotidiana.

Imagine una situación en la que usted desea de todo corazón ofrecer un regalo a alguien que a sus ojos es muy importante, alguien a quien usted ama y respeta. Supongamos que esta persona acepta su regalo o que consiente venir a cenar a su casa.

Aunque sea usted quien haya gastado su dinero y trabajado mucho para recibir a su invitado espléndidamente, no siente que es usted, sino el invitado que le está haciendo el favor, concediéndole su tiempo al aceptar la invitación. Ahora si pudiéramos imaginar al Creador como alguien que respetamos, de buen grado intentaríamos complacerlo.

No podremos cumplir con las leyes del universo si no logramos percibir la grandeza del Creador. Sólo así trabajaremos para Él y al darnos cuenta de su magnificencia será como si recibiéramos de Él. Puesto que los pensamientos se hayan influidos por la sociedad y los ambientes sociales, todo lo que ellos elogian es igualmente importante para el individuo. En consecuencia, es indispensable rodearse del mayor número de personas que exalten al Creador,

Si nuestro medio ambiente no exalta la importancia del Creador como debe ser, no nos va a permitir alcanzar la espiritualidad. El estudiante debe sentirse como el más insignificante de todos los estudiantes. De esta manera, podrá asimilar los conceptos de la sociedad y desde este estado considerar cuan importantes son estos puntos de vista. De ahí nos llega la expresión, "Compra un amigo." Efectivamente entre más me rodee de personas que me influyan con sus opiniones, con mayor diligencia voy a trabajar en mi mismo para corregir mi egoísmo y poder percibir al Creador.

Se ha dicho que todas las personas deben regresar a su Raíz, la fuente de su alma. Dicho de otra manera, la meta final debe ser unirse por completo al Creador. A los atributos del Creador se les designa como Sefirot. Es por eso que cuando estudiamos las Sefirot y sus acciones es como si aprendiéramos a conocer estos atributos, a unirnos a ellos y al espíritu del Creador para llegar a ser uno con Él.

La importancia de la Cabalá proviene del hecho que al estudiarla aprendemos la forma en que fueron creados los mundos y como se les gobierna. Al estudiar las acciones del Creador y Sus atributos descubrimos como tenemos que hacer para unirnos a Él.


Capítulo VIII

El lenguaje de la Cabalá

 

Ya que nuestro vocabulario está muy limitado por nuestra percepción de este mundo que está ligado a los conceptos de tiempo espacio y movimiento no tenemos palabras para expresar o transmitir los conceptos espirituales. Hemos desarrollado nuestro vocabulario a partir de nuestras vivencias en el mundo y por lo tanto la utilización de palabras aplicables a nuestro mundo para describir los fenómenos espirituales es totalmente inadecuada.

Es muy complicado encontrar las palabras para explicarle a alguien una experiencia espiritual que nunca ha sentido. Aún si queremos describir un objeto espiritual no contamos más que con las palabras materiales para hacerlo. Y si un solo concepto no puede expresarse mediante palabras con precisión, el significado correcto de toda la ciencia se ve comprometido. Por consiguiente, el problema para hablar del mundo espiritual sin poseer un vocabulario apropiado o un lenguaje que lo describa está aún por resolverse.

Todos los objetos o acciones de este mundo tienen su origen en un objeto o una acción correspondiente en el mundo espiritual. Por lo tanto, los cabalistas han descubierto un medio confiable para transmitir la información y el conocimiento entre ellos. Utilizan los nombres de los objetos y las acciones (las ramas) de nuestro mundo físico para describir los objetos y las acciones (las raíces) correspondientes en el mundo espiritual.

Este lenguaje lo desarrollaron personas que alcanzaron los mundos espirituales durante su vida en este mundo y que conocen precisamente las concordancias. Los cabalistas lo hay llamado muy a propósito "el lenguaje de las ramas".

Podemos ahora comprender mejor las palabras extrañas que aparecen en los libros cabalistas, así como las descripciones de acciones percibidas como historias fantásticas o de cuentos para niños. Sin embargo, el lenguaje es muy preciso ya que existe una correspondencia exacta y única entre cada raíz y su rama.

No es de sorprender que exista tal correspondencia ya que los creadores de este lenguaje vivieron simultáneamente en el mundo espiritual y el mundo material. Por esta razón es imposible reemplazar una sola palabra, por absurda que pueda parecer, ya que la rama corresponde exactamente a la raíz.

No es el espacio que separa a los objetos espirituales sino la incongruencia espiritual y la desigualdad de sus atributos. En consecuencia, el número de almas, es decir, los objetos espirituales separados, determina el número de personas en el mundo físico.

En el principio de la creación sólo había un alma colectiva: la Luz (el placer) y Adam, el cuerpo correspondiente (el deseo). Estaban unidos en adhesión con el Creador y por tanto recibían el máximo deleite. La naturaleza del alma es sencillamente la de querer recibir placer y el alma se encontraba llena de placer conforme a su deseo. Sin embargo, una vez que había recibido placer el alma sentía vergüenza. En nuestro mundo, todo aquel que recibe un regalo o algún favor experimenta la misma sensación.

La intensidad de la vergüenza depende del desarrollo espiritual de cada persona. Únicamente este sentimiento nos limita constantemente y nos obliga a seguir las leyes de la sociedad. La misma sensación sustenta nuestras aspiraciones de conocimiento, riqueza, el reconocimiento de la sociedad y los honores.

Un vez que experimentó esta vergüenza extrema que corresponde al placer recibido, el alma comprendió que el único medio de hacerla desaparecer era dejar de disfrutar el placer. Sin embargo, ya que el deseo del Creador era dar placer al alma, esta aceptó el placer no para sí misma, sino únicamente para Él.

Igual que en nuestro mundo, entre más se deleita el bebé comiendo "una cucharada para mamá", más placer brinda a sus padres. En esta situación, el alma debe constantemente controlar la cantidad de placer que recibe para deleitarse únicamente para agradar al Creador.

Sin embargo, como el alma colectiva no podía instantáneamente superar su deseo natural de autocomplacencia (que era de enormes proporciones) se rompió en una miríada de fragmentos (las almas). Era mucho más sencillo trabajar con los fragmentos para neutralizar el deseo egoísta de recibir placer.

Puesto que no existe la distancia en el mundo espiritual y la proximidad la determina la semejanza de las acciones y los pensamientos (la afinidad, el amor), las almas que reciben "por el Creador" están cercanas a Él, puesto que se brindan placer mutuamente como ocurre entre una madre y su hijo.

La proximidad la determina la cantidad de placer que recibe el alma por el Creador. El deseo de recibir es instintivo en nosotros, pero nuestro deseo de liberarnos de la vergüenza y de dedicar nuestro placer al Creador se origina en nosotros. Por lo tanto el deseo de hacer desaparecer la vergüenza y disfrutar por el Creador requiere de un esfuerzo continuo y muy particular.

El alma que recibe para sí misma está en oposición al Creador tanto en su intención como en su acción espiritual. Entre mayor sea el placer que reciba en forma egoísta, más será opuesto al Creador.

En vista de que la diversidad de los deseos aleja al hombre del Creador, se crearon varios mundos con diferentes grados de separación hasta descender a nuestro mundo en donde cada fragmento del alma colectiva recibe un determinado período de vida (la duración de su vida) y repetidas oportunidades (ciclos de vida) para corregirse.
La persona nace únicamente con el deseo de recibir placer para sí mismo. Todos nuestros deseos "personales" provienen del sistema de las fuerzas impuras. Dicho de otra manera, estamos infinitamente alejados del Creador, no lo podemos sentir y por lo tanto se nos considera como "espiritualmente muertos".

No obstante, si durante su lucha consigo misma, la persona adquiere el deseo de vivir, de pensar y actuar sólo por los otros y por el Creador, tal purificación del alma le va a permitir aproximarse gradualmente al Creador hasta que se encuentre totalmente unida a Él. Y a medida que se acerque al Creador irá creciendo la intensidad del placer.

Nuestro mundo y los demás mundos espirituales (los diferentes peldaños que conducen al Creador) fueron creados con la finalidad de transformar esta alma. Unirse al Creador es la misión que todos y cada uno de nosotros debe lograr en el transcurso de su vida en este mundo.

Nuestro mundo es un punto diametralmente opuesto al Creador, opuesto a sus atributos. Al despojarnos de nuestro deseo egoísta de recibir placer, nos aproximamos a Él y ganamos por partida doble: disfrutamos de los placeres que Él nos da y al mismo tiempo sentimos placer al complacerlo a Él. De la misma manera, disfruto comer el platillo que mi madre me ha preparado; por un lado, disfruto de la comida y por otro me siento feliz al complacerla.

Debemos hacer resaltar que mientras que el placer egoísta es de corta duración y limitado por el tamaño del deseo (no podemos comernos dos cenas), nosotros podemos dar y compartir sin medida, sin fin, o recibir para los demás. El placer que se experimenta es infinito.

Cada mundo y todo lo que lo puebla (incluyendo a nuestro mundo) se alían al plan único del Creador que es otorgar al alma deleite infinito. Este pensamiento único, esta meta, abarca a la creación entera desde el principio hasta el fin. Todos los sufrimientos que experimentamos, el trabajo en nosotros mismos y la recompensa las determina sólo este pensamiento.

Después de la corrección de cada persona, las almas se agrupan en un alma como antes. De esta forma, no solamente se duplica el placer que cada alma experimenta al recibir placer y complacer al Creador, sino que además se multiplica por el número de almas que se encuentran reunidas.

Mientras tanto, a medida que la gente se eleva espiritualmente por su trabajo en sí mismos, se les abren los ojos y los otros mundos se vuelven visibles. Por tanto, han logrado llegar a todos los mundos durante su vida en nuestro mundo. El lenguaje aparentemente absurdo de la Cabalá se convierte en un lenguaje de las acciones, los pensamientos y las sensaciones. Los conceptos que son opuestos en nuestro mundo se unen en una única Raíz Divina.


Capítulo IX

Del Prefacio al Zohar


Desde que fue escrito, el contenido del Libro del Zohar quedó oculto para los no iniciados. Ahora se han reunido las condiciones para que pueda ser revelado a todo el público. Antes de hacerlo accesible a todos los lectores, conviene dar algunas explicaciones.

Antes que nada, es indispensable precisar que en el Zohar todo lo que se describe es en función de diez Sefirot: Keter, Jojma, Bina, Jesed, Gevura, Tifferet, Netzah, Hod, Yesod, Maljut y sus combinaciones. Del mismo modo que cualquier pensamiento puede expresarse con un número limitado de letras del alfabeto, las combinaciones de las diez Sefirot son suficientes para describir cualquier objeto o acción espiritual.

Sin embargo, existen tres delimitaciones precisas que debemos tener en cuenta y que están ligadas a los cuatro niveles de percepción (o conocimiento) en nuestro mundo: la Materia, la Forma en la Materia, la Forma Abstracta y la Esencia. Estos cuatro niveles de percepción existen igualmente en las diez Sefirot.

La primera delimitación: El Zohar sólo investiga la Materia y la Forma en la Materia y de ninguna manera se ocupa de la Forma Abstracta o de la Esencia.

La segunda delimitación: Todo lo que fue creado se compone de tres niveles:

1. El Mundo de Ein Sof (el Infinito)
2. El Mundo de Atzilut
3. Los mundos Beria, Yetzira y Assiya (BYA)

El Zohar estudia sólo los tres últimos mundos BYA. No trata de los mundos Ein Sof y Atzilut de ninguna manera, sino exclusivamente de lo que los mundos BYA reciben de Atzilut y Ein Sof.

La tercera delimitación: Cada uno de los mundos BYA se compone de tres niveles :

• Las Diez Sefirot que representan la parte del Creador en cada mundo.

• Las almas humanas.

• Todo lo demás que existe:

Mala ‘ajim (ángeles),
Levushim (vestiduras) y
Heijalot (palacios).

El libro del Zohar estudia las almas humanas en tanto que los demás objetos se analizan sólo con respecto a las almas. Es muy importante hacer resaltar que todos los errores, las imprecisiones y las ilusiones provienen del hecho que no se respetaron las tres delimitaciones.

Las siguientes Sefirot corresponden a los cuatro mundos de Atzilut, Beria, Yetzira y Assiya (ABYA):

Sefirat Jojma, (la Sefira de) corresponde al mundo de Atzilut.

Sefirat Bina, corresponde al mundo de Beria.

• Seis Sefirot Jesed a Yesod se les llama colectivamente Tifferet y corresponden al mundo de Yetzira.

Sefirat Maljut corresponde al mundo de Assiya

Todo lo que existe arriba del mundo de Atzilut se refiere a la Sefirat Keter.

Sin embargo, cada uno de los mundos antes mencionados se divide en diez Sefirot. Aún el objeto más pequeño pertenece a alguno de estos mundos y se divide en (o esta compuesto de) diez Sefirot.

El Zohar atribuye un color específico a cada Sefira

• Blanco, para la Sefirat Jojma.
• Rojo, para la Sefirat Bina
• Verde, para la Sefirat Tifferet
• Negro, para la Sefirat Maljut


Si bien la Luz que llena las Sefirot es incolora, quienes la reciben la ven con el tinte correspondiente. Por tanto, en los cinco mundos (desde Ein Sof hasta nuestro mundo) la luz que emana del Creador es una sustancia imperceptible e incolora. Sólo después de atravesar los mundos y las Sefirot, como a través de un filtro de color, se percibirá un determinado color e intensidad, dependiendo del nivel que tiene el alma que recibe la Luz.

Por ejemplo, el mundo de Atzilut deja pasar la Luz sin color, pues este mundo posee los mismos atributos de la Luz. Es por este motivo que la Luz en el mundo de Atzilut se caracteriza por el color blanco. Los atributos de los otros mundos son distintos a los de la Luz y la afectan dependiendo de su proximidad espiritual.

Si comparamos la Luz blanca al papel, entonces el mensaje que está escrito en él presenta la información y el color del texto se destaca contra el fondo blanco. De igual manera, al percibir el rojo, el verde y el negro podemos percibir de Luz.

El mundo de Atzilut (Sefira Jojma) es el fondo blanco del libro y por tanto no nos es posible concebir su Luz. No obstante, Bina (el mundo de Beria), Tifferet (Yetzira) y Maljut (Assiya) que corresponden respectivamente al rojo, verde y negro nos proporcionan información basada en sus combinaciones, sus interacciones y sus reacciones a la Luz que pasa por el mundo de Atzilut hasta nuestro mundo.

Por lo tanto, es como si los mundos Beria, Yetzira y Assiya formaran envolturas concéntricas del mundo de Atzilut. Estudiemos de cerca los cuatro tipos de la percepción del objeto: la Materia, la Forma en la Materia, la Forma Abstracta y la Esencia.

Supongamos que el objeto en cuestión es una persona falsa.

• La Materia es el cuerpo de esta persona.

• La Forma en la Materia es el atributo de falsedad.

• La Forma Abstracta es la falsedad que se percibe independiente de la materia

• La esencia de la persona (que es absolutamente inconcebible si está separada del cuerpo.

No podemos nosotros imaginar la Esencia en sí con nuestros órganos sensoriales, aún ayudados por la fantasía. Únicamente podemos percibir las acciones y las reacciones de la realidad que nos rodea y de sus diferentes interacciones con la Esencia. Por ejemplo, cuando examinamos un objeto, el ojo no percibe el objeto mismo, sino su interacción con la luz, o para ser más exacto, la interacción de la luz con el ojo. Nuestro sentido auditivo no percibe el sonido, sino la interacción de la onda en el tímpano. Nuestro sentido del gusto no percibe el bocado en sí mismo, sino la interacción de la saliva, las terminaciones nerviosas y las glándulas con el bocado.

Todas nuestras sensaciones nos informan sólo sobre las interacciones de las reacciones de la Esencia y nada de la Esencia en sí misma. Aún nuestro sentido táctil que nos proporciona datos en cuanto a la dureza o la temperatura de un objeto, no nos revela el objeto en sí mismo, sólo nos permite analizarlo a través de nuestras reacciones y sensaciones al tacto.

Así pues, la percepción suprema en este mundo sería investigar de qué modo la Esencia nos influye. Ahora bien, ya que ni en nuestra más descabellada fantasía podríamos imaginar la Esencia, sin antes haberla sentido al menos una vez, carecemos de una imagen mental y del deseo de investigar.

Lo que es más, ni siquiera podemos conocernos a nosotros mismos, nuestra propia Esencia. Al percibirme como un objeto que ocupa un espacio, que tiene una forma y temperatura y está dotado de la facultad de pensar, tan sólo percibo las acciones de mi Esencia y no la Esencia misma. La idea más completa que recibimos de nuestro mundo nos la da el primer tipo de percepción: la Materia. Esta información es más que suficiente para nuestra existencia y para nuestra relación con el mundo que nos rodea.

Recibimos el segundo tipo de percepción, la Forma en la Materia, al explorar la naturaleza que nos rodea con la ayuda de nuestros sentidos. La evolución de este tipo de percepción ha dado lugar al surgimiento de la ciencia en la que confiamos plenamente en todas las situaciones de nuestra vida. Este nivel de percepción del mundo es también más que suficiente para los hombres.

Sería posible lograr la tercera percepción, es decir, la Forma Abstracta si pudiéramos examinar esta forma separada de la materia y no mientras se reviste en ella. Sin embargo, una forma sólo puede separarse de la materia en la imaginación (por ejemplo, la falsedad como una noción abstracta que se ha desconectado de una persona).

Por regla general, investigar una forma desconectada de la materia, en su forma abstracta no da resultados fidedignos y no se pueden confirmar de facto. Es todavía más cierto cuando se investigan formas que nunca se han revestido en la materia.

Vemos pues que en los cuatro tipos de percepción de un objeto, su Esencia es totalmente imperceptible y su Forma Abstracta percibida incorrectamente. Únicamente la materia y su forma, cuando se examinan en conjunto con la materia, proporcionan datos verídicos y suficientes sobre el objeto que se investiga.

En los mundos espirituales BYA, todos los objetos son percibidos tan sólo en su materia y en su forma. Son los colores rojo, verde y negro que constituyen la materia en esos mundos y nosotros los percibimos encima del fondo blanco del mundo de Atzilut. Los estudiosos del Zohar deben tener en cuenta que es necesario limitarse a los dos tipos de investigación que tenemos a nuestra disposición.

Como ya se ha mencionado antes, todas las Sefirot se subdividen en cuatro niveles de percepción. Así es como la Sefirat Jojma constituye la Forma y Bina, Tifferet y Maljut constituyen la Materia revestida en la Forma.

El Zohar sólo examine las Sefirot Bina, Tifferet y Maljut. El libro no se ocupa de la forma abstracta de la materia, mucho menos de la Esencia - la parte del Creador (Ein Sof) que anima cada partícula de la Creación.

Las Sefrot Bina, Tifferet y Maljut en el mundo de Atzilut son accesibles a nuestra investigación mientras que las Sefirot Keter y Jojma aún en el confín del mundo de Assiya son inaccesibles.

Todo lo que existe en cada mundo se divide en cuatro niveles: el Inanimado, el Vegetal, el Animado y el Humano. Los niveles corresponden a cuatro niveles de deseos. Igualmente, cada objeto consiste de estos cuatro sub niveles de deseo.


• La aspiración de conservar la propia vida corresponde al nivel inanimado del desarrollo.

• La aspiración a la riqueza corresponde al nivel vegetal del desarrollo.

• La aspiración por el poder, de honor y reconocimiento corresponde al nivel animado de desarrollo.

• Y la aspiración al conocimiento corresponde al nivel humano.

Por tanto, nos damos cuenta que recibimos el primer tipo de deseos, desde un nivel inferior al nuestro para satisfacer nuestras necesidades y placeres animales. Los deseos de riqueza, de poder y reconocimiento se alcanzan a través de las demás personas. En cuanto a los deseos de educación y conocimiento se logran por medio de objetos más elevados.

Todos los mundos espirituales se parecen y se diferencian sólo por sus niveles. De esta forma, los niveles inanimado, vegetal, animado y humano en el mundo de Beria se proyectan respectivamente en los niveles inanimado, vegetal, animado y humano del mundo Yetzira. A su vez estos niveles en el mundo Yetzira se imprimen en los niveles correspondientes del mundo de Assiya y así hasta llegar a nuestro mundo.


• El nivel inanimado en los mundos espirituales se llama Heijalot.

• El nivel vegetal se llama Levoushim.

• El nivel animado se llama Mala'ajim.

• El nivel humano se llama "almas humanas" en un mundo en particular.

Las diez Sefirot representan la parte del Creador en cada uno de los mundos. Las almas humanas son el centro en cada mundo y reciben su sustento de los otros niveles.

Los estudiosos del Zohar deben tener constantemente presente que todos los objetos se examinan desde el punto de vista de sus interacciones en un mundo dado. Toda la investigación se resume al estudio del alma humana y a lo que se llega a relacionar con ella

Puesto que el Zohar estudia únicamente las almas que se han encarnado en cuerpos en nuestro mundo, el Ein Sof se considera sólo bajo este aspecto. Dicho de otra forma, el libro examina la influencia, el programa, y el deseo de Ein Sof en lo que a nosotros respecta y no en lo concerniente a otros objetos pertenecientes a otros mundos.

El programa entero de la Creación de principio a fin está incluido en Ein Sof y los mundos de Beria, Yetzira, Assiya así como nuestro mundo constituyen el programa concreto de aplicación.

Por lo tanto, todas las acciones en todos los mundos son consecuencia de la ejecución del programa que se origina en Ein Sof para descender después al mundo de Atzilut y subdividirse en diversos programas. Las acciones bajan en un determinado orden a través de los mundos hasta el nuestro bajo la forma de una dirección general e individual de gobierno

Las almas humanas fueron creadas en el mundo de Beria. Por esta razón, partiendo de ese mundo podemos estudiar su dependencia y su conexión con Ein Sof. Las diez Sefirot en cada uno de los mundos BYA reciben respectivamente de las diez Sefirot del mundo de Atzilut el programa, el método, así como el tiempo asignado para la aplicación de cada una de sus partes.

Puesto que en el mundo de Atzilut, el plan de la Creación existe bajo la forma de un programa, la Luz de Ein Sof que atraviesa Atzilut permanece sin color. Toda la información que obtenemos se basa en las transformaciones ilimitadas de la Luz que nos revela los colores de Beria, Yetzira y Assiya.

 

Capítulo X

De la Introducción al Zohar


Para comprender aunque sea algo sobre la naturaleza que nos rodea y nosotros mismos, necesitamos tener una idea precisa de cuál es la meta de la Creación y cuál será su estado final, ya que los estados intermedios pueden ser muy engañosos. Los cabalistas nos explican que la meta de la Creación es dar a conocer a las criaturas el placer supremo. Con este fin el Creador creó las almas, "el deseo de recibir placer". Puesto que deseaba colmarlas de deleite, creó un enorme deseo de recibir placer en perfecta armonía con su deseo de otorgar.

El alma es por tanto el deseo de deleitarse. El alma recibe el placer del Creador según sea su deseo. La cantidad de placer recibido se puede medir por el grado de deseo de recibirlo.

Todo lo que existe se relaciona ya sea al Creador o a su Creación. Antes de la creación, del deseo de disfrutar o de las almas, sólo existía el deseo del Creador de otorgar deleite. Por tanto, conforme a Su deseo, el deseo de otorgar deleite creo una cantidad igual de deseo de disfrutar, sin embargo, los atributos eran totalmente opuestos.

Por lo tanto, el deseo de recibir deleite es lo único que fue creado y que existe además del Creador. Lo que es más, este deseo es la materia de todos los mundos y de todos los objetos que los habitan. El placer que emana del Creador es lo que da la vida y lo gobierna todo.

En los mundos espirituales, la discrepancia entre los atributos y los deseos separa dos objetos espirituales alejándolos el uno del otro como la distancia aparta dos objetos físicos. En nuestro mundo si dos personas aman o detestan la misma cosa, esto es, si sus preferencias se asemejan decimos que son muy unidas.

Si sus preferencias o sus puntos de vista difieren, la distancia entre ellos será proporcional a la diferencia en sus preferencias o puntos de vista. La afinidad entre dos personas la determina su cercanía espiritual y no su distancia física. Los que se aman se acercan y se unen mientras que los que se odian están espiritualmente tan distantes como los dos polos.

El deseo de recibir placer: El alma se encuentra infinitamente alejada del Creador ya que es totalmente lo opuesto a Su deseo de otorgar placer. Para reparar este distanciamiento de las almas con el Creador, se crearon todos los mundos y se dividieron en dos sistemas antagónicos: los cuatro mundos de la Luz ABYA opuestos a cuatro mundos oscuros ABYA.

La diferencia entre el sistema de los mundos de la Luz y el sistema de los mundos oscuros radica exclusivamente en el hecho que la naturaleza misma de los primeros mundos de la Luz es otorgar deleite mientras que la naturaleza misma de los mundos oscuros es el de recibir deleite. Dicho de otra manera, el deseo inicial de deleitarse se separó en dos partes, una de las cuales conservó sus atributos (el deseo de recibir) mientras que la otra adquirió los atributos del Creador lo que le permitió aproximarse y unirse a Él.

Posteriormente, la transformación de los mundos continuó hasta nuestro mundo material, el lugar en donde los seres humanos existen en sistemas de "un cuerpo y un alma". El cuerpo es el deseo de recibir placer que descendió de los mundos oscuros de ABYA inalterado, que corresponde al egoísmo, el deseo de disfrutar para sí mismo

En consecuencia, la persona nace egoísta y continúa su vida bajo la influencia de ese sistema hasta el momento en que él o ella empiezan a cumplir con las leyes espirituales y dan alegría a su Creador. De este modo, se purifican progresivamente de su egoísmo (el deseo de disfrutar para sí mismos) y adquieren el deseo de deleitarse por el Creador. Entonces el alma desciende a través de todo el sistema de los mundos de Luz y se encarna en un cuerpo.

Aquí comienza un período de corrección que continúa hasta que el egoísmo entero se transforma en altruismo (el deseo de disfrutar sólo para el Creador).

De esta forma, los atributos de una persona se armonizan con los del Creador, ya que recibir para el bien de otro no se consideran recepción sino otorgamiento. Puesto que la equivalencia de los atributos significa la adhesión o unión, la persona recibe automáticamente todo lo que fue preparado para ella o él en el plan de la Creación.

La separación del deseo egoísta de disfrutar que el Creador creó en dos partes (el cuerpo y el alma) por los sistemas de ABYA nos permite transformar este deseo egoísta en un deseo de deleitarse por el Creador. De esta manera podemos recibir todo lo que se preparó para nosotros según el plan de la creación y ser dignos de unirnos a Él.

A esto se le considera como el fin supremo de la Creación. En esta fase, no es ya de utilidad el sistema oscuro de ABYA y cesa de existir. El trabajo que debía realizarse en 6,000 años (tiempo necesario para transformar el egoísmo en un deseo de deleitarse por el Creador), hoy en día lo realiza cada individuo en el lapso de su existencia terrenal así como todas las generaciones en conjunto. Cada persona continúa reencarnando en tanto no se haya terminado el trabajo. La existencia del sistema oscuro de ABYA es indispensable únicamente para la creación del cuerpo, de manera que al corregir su egoísmo el individuo pueda adquirir su segunda naturaleza que es divina.

Sin embargo, si el egoísmo (el deseo egoísta de deleitarse) es tan despreciable, ¿cómo es que pudo surgir de los pensamientos del Creador? La respuesta es sencilla: puesto que el tiempo no existe en el mundo espiritual, el estado final de la Creación apareció simultáneamente con el plan de la Creación. El motivo es que en los mundos espirituales, el pasado, el presente y el futuro se fusionan en un todo integrado.

En consecuencia, el deseo egoísta de disfrutar y las propiedades opuestas que se generan así como el alejamiento del Creador no existieron jamás en los mundos espirituales. Desde el principio hasta el fin de la Creación, el alma pasa por tres fases. La primera fase es la final pues el alma existe ya al lado del Creador gracias a la equivalencia de sus atributos.

La segunda fase es nuestra realidad donde nuestro egoísmo (dividido en el cuerpo y el alma por los dos sistemas ABYA) se transforma en altruismo durante 6000 años. En este período sólo las almas pasan por la corrección. El egoísmo inherente en ellas bajo la influencia del cuerpo, queda destruido y emerge el altruismo innato en ellas por naturaleza.

Aún las almas de los justos no llegan a Gan Eden (el Jardín del Edén que es un determinado nivel dentro del sistema de los mundos de Luz ABYA) en tanto que todo el egoísmo no quede destruido y se descomponga en la "tierra" (Maljut del mundo de Assiya).

La tercera etapa es la de las almas corregidas después de la "resurrección de los muertos", después de la corrección de los "cuerpos". Es la situación en que el egoísmo característico del cuerpo se convierte al altruismo y el cuerpo se vuelve digno de recibir todas las delicias que el Creador le ha preparado. Al mismo tiempo, el cuerpo se une al Creador por la semejanza de sus atributos. Al hacerlo complace al Creador ya que la unificación con el Creador es el verdadero placer.

Al examinar de cerca estas tres fases, descubrimos que cada una de ellas requiere el surgimiento de las otras. Al mismo tiempo, la exclusión de una de ellas implica la desaparición de las otras dos.

De esta forma, si el tercer estado final no hubiera aparecido, el primer estado tampoco lo hubiera hecho. El motivo es que el primer estado existe sencillamente porque el tercer estado está ya presente en el primero. Toda perfección que se manifiesta en el primer estado lo determina la proyección de su futuro estado que ya está presente en él. Sin la existencia del estado futuro, el estado presente hubiera quedado anulado. La razón es que no existe el tiempo en la espiritualidad, únicamente las situaciones cambian.

Antes del principio de la Creación, en el Pensamiento de la Creación la meta estaba ya trazada como definitiva y existiendo y fue así que se inicio la Creación. Por lo tanto, el primero y segundo estados los sostiene el tercero y último estado. Por regla general, en contraste a nuestras acciones en este mundo, cada acción en la espiritualidad comienza designando el estado final en potencia seguido por la acción misma de realizarla.

Por tanto, el futuro requiere de la existencia del presente. ¿Y si cualquier cosa hubiera desaparecido del segundo estado (el trabajo de corrección en uno mismo) como podría aparecer el tercer estado corregido que necesita del primer estado? Del mismo modo, el estado inicial en donde la perfección existe ya gracias al tercer estado necesita la existencia y realización del segundo y tercer estados.

Sin embargo, si el tercer estado existe ya, aunque nosotros no lo experimentemos, y según el plan del Creador llegaremos a lograrlo ¿en dónde se encuentra nuestro libre albedrío?

De lo anteriormente dicho se desprende que aunque nos veremos obligados a alcanzar la meta prevista hay, sin embargo, dos caminos para pasar del primer estado al tercero.


• El primer camino es voluntario e implica el cumplimiento consciente de las reglas que recomienda la Cabalá.


• El segundo es el camino del sufrimiento pues el sufrimiento tiene el poder de purificar al cuerpo del egoísmo, de forzarlo a llegar al altruismo y unirse al Creador.


La única diferencia entre estos dos caminos es que el primero es más corto. Después de todo, el segundo, el camino del sufrimiento, nos va a conducir siempre al primero. De cualquier forma, todo se encuentra interconectado y mutuamente necesita de todos nuestros estados desde el principio de la Creación hasta el final. Puesto que somos corruptos y miserables debemos llegar a ser tan perfectos como nuestro Creador. En efecto, un Ser tan perfecto como Él no pudo crear tal imperfección.

Podemos apreciar ahora que nuestro cuerpo no es nuestro verdadero cuerpo. De hecho nuestro verdadero cuerpo, perfecto e inmortal, existe en el primer y en el tercer estado. En nuestro estado actual, que es el segundo, hemos recibido intencionalmente un cuerpo vil, corrupto, defectuoso y totalmente egoísta, alejado del Creador por la diferencia de los deseos. Recibimos este cuerpo con el propósito específico de corregirlo y recibir un cuerpo inmortal cuando lleguemos al tercer estado. Pero, únicamente en nuestro estado presente podemos completar este trabajo.

Sin embargo, podemos afirmar que en el segundo estado existimos también dentro de la perfección absoluta, ya que nuestro cuerpo (el deseo de deleitarse, el egoísmo) que está muriendo cada día que pasa no crea obstáculos a que alcancemos el estado que deseamos. Sólo existe un obstáculo, el tiempo que se necesita para erradicarlo finalmente y recibir el cuerpo perfecto y eterno que lo reemplace, es decir, el deseo altruista.

¿Sin embargo, cómo pudo un universo tan imperfecto, es decir, nuestra sociedad con sus viles inclinaciones, surgir de un Creador tan perfecto? La respuesta es que nuestro efímero cuerpo, el universo entero y la humanidad bajo su forma actual no formaban parte de la meta del Creador. Para Él nos encontramos ya en nuestro estado final. Todo lo que es temporal, como el cuerpo y su egoísmo, sencillamente facilita nuestro ascenso trabajando en nosotros mismos.

Todos los otros seres creados que pueblan nuestro mundo se elevan y descienden espiritualmente junto a nosotros y junto a nosotros van a alcanzar la perfección. Puesto que el tercer estado afecta al primero, tenemos dos medios para llegar a la meta fijada: un desarrollo espiritual voluntario o pasar por el sufrimiento que sólo afecta nuestro cuerpo.

Se desprende que el egoísmo no fue creado sino para ser erradicado del mundo y ser transformado en altruismo. El sufrimiento nos muestra cuan insignificante es nuestro cuerpo y revela su intrascendencia e inutilidad.

Cuando todo el mundo tome la decisión de erradicar el egoísmo, piense en los demás y no únicamente en sí mismo, todos nuestras preocupaciones van a desaparecer y el hombre vivirá una existencia tranquila, dichosa, saludable pues todos tendrán la plena confianza que su bienestar está asegurado.

Pero en tanto nos encontremos atrapados en nuestro egoísmo, no hay esperanza alguna de salir del sufrimiento que azota constantemente a la humanidad. Por el contrario, el Creador nos envía el sufrimiento con el propósito de guiarnos a elegir el camino que nos propone la Cabalá, el camino del amor y cuidado por los demás.

Por lo tanto, la Cabalá considera que todos los preceptos relativos a las relaciones interpersonales son más importantes que nuestros deberes hacia el Creador. El motivo es que las reglas sociales llevan más rápidamente a la supresión del egoísmo.

Aún cuando no hemos llegado al tercer estado, esta circunstancia no nos disminuye de manera alguna pues no es más que cuestión de tiempo. Desde ahora podemos ya experimentar el futuro en nuestro estado presente, sin embargo, nuestra facultad para presentirlo depende de nuestra confianza en él. En consecuencia, una persona que confía absolutamente puede desarrollar una sensación clara del tercer estado. Cuando esto ocurre, es como si el cuerpo no existiera.

Sin embargo, el alma es eterna puesto que sus atributos coinciden con los del Creador (lo contrario de lo que ocurre con el intelecto que es el resultado de la materia). El alma adquiere las propiedades del Creador dentro de un proceso de desarrollo sin importar que su naturaleza inicial consista de un deseo de recibir placer.

El deseo crea las necesidades y las necesidades estimulan los pensamientos apropiados y el conocimiento necesario para satisfacer estas necesidades. Puesto que los hombres tienen deseos diferentes es tan sólo natural que sus necesidades, sus pensamientos y su desarrollo difieran entre sí.

Aquellos cuyas necesidades sean básicas van a orientar sus pensamientos y su educación para satisfacer estos deseos. Aunque utilicen sus conocimientos y su intelecto, sólo atienden la parte inferior de su mente (animado). Las personas cuyo deseo egoísta se limita a las necesidades humanas como el poder sobre los demás, utilizan su fuerza, su intelecto y su educación para satisfacerlo.

El deseo de disfrutar de otros individuos se enfoca en utilizar sus conocimientos para recibir placer. Ellos deben usar su cerebro para satisfacer tales necesidades. Estos tres tipos de deseos no aparecen nunca en su forma pura puesto que vienen mezclados con varios atributos en todos nosotros. Es esta combinación de deseos que determina la diferencia de las personas.

Cuando atraviesan los mundos puros (de Luz) ABYA, las almas adquieren la facultad de recibir placer por los demás y por el Creador. Cuando el alma se encarna nace el deseo por el altruismo o sea una aspiración por el Creador. La fuerza de esta aspiración va a depender de la magnitud del deseo.

Todo lo que el alma logra alcanzar en el segundo estado pasa a formar parte de sus posesiones para siempre, sin importar el grado de envejecimiento o edad de su cuerpo. Por el contrario, fuera de él, el alma recibe de inmediato el nivel espiritual que le corresponde y regresa a su Raíz. Es evidente que la eternidad del alma no depende de manera alguna en los conocimientos que haya adquirido en vida ya que habrán desaparecido con la muerte del cuerpo. Su eternidad se finca en los atributos del Creador que haya adquirido.

Sabemos que durante los 6000 años que se nos concedieron para la corrección con la ayuda de la Cabalá no son nuestros cuerpos con su corrupto deseo de disfrutar lo que debemos corregir, sino únicamente nuestras almas elevándolas a través de los niveles de pureza y desarrollo espiritual. Sin embargo la corrección final del egoísmo sólo será posible en el estado que se llama "la resurrección de los muertos".

Como hemos mencionado anteriormente, el primer estado necesita la existencia del tercer estado para manifestarse plenamente. Por lo tanto, el primer estado requiere de "la resurrección de los muertos", es decir, el despertar del egoísmo con todas sus imperfecciones. Entonces, el trabajo para transformar al egoísmo en su forma corrupta en altruismo con el mismo grado se reanuda. De esta forma nuestra ganancia es doble.

• Recibimos del cuerpo un enorme deseo de deleite.

• Nos deleitamos no para nosotros mismos sino para satisfacer el deseo del Creador. Es como si nosotros no recibiéramos el placer sino más bien permitirle a Él que nos lo otorgue. Al ser semejantes a Él en la acción estamos unidos a Él. Él nos procura el placer y nosotros le permitimos que lo haga, de esta forma "la resurrección de los muertos se deriva del primer estado.

Ahora comprendemos que la "resurrección de los muertos" debe ocurrir hacia el final del segundo estado, después de la supresión del egoísmo, la adquisición del altruismo y la llegada del alma al nivel espiritual más elevado. En este estado, el alma logra la perfección y faculta al cuerpo a experimentar la resurrección y la corrección total.

Por otra parte, el principio de "la resurrección de los muertos" es aplicable en todos los casos. Cuando deseamos corregir un mal hábito, atributo o inclinación, debemos eliminarlo por completo. Sólo hasta entonces podemos utilizarlo parcialmente bien dirigido. Por consiguiente, hasta que no logremos extirpar el hábito completamente, no podemos utilizarlo correctamente, de manera inteligente e independiente. Ahora podemos comprender nuestro papel en la larga cadena de la realidad en donde cada uno de nosotros no es más que un minúsculo eslabón.

Nuestras vidas se encuentran divididas en cuatro períodos.

1. El acceso a un nivel máximo de egoísmo.

Este egoísmo lo recibimos del sistema oscuro ABYA con el fin de corregirlo posteriormente. Los placeres que vamos a probar en ese sistema oscuro ABYA no van a satisfacer nuestro deseo de disfrutar sino que lo van a aumentar.

Por ejemplo, cuando el hombre desea disfrutar y recibe placer, el deseo se duplica. Cuando el placer doble queda satisfecho, se cuadruplica. Si no restringimos nuestros deseos innecesarios utilizando el método de la Cabalá y los purificamos para posteriormente volverlos altruistas nuestro deseo va a continuar creciendo toda nuestra vida. Al final, en nuestro lecho de muerte vamos a descubrir que no pudimos realizar la mitad de lo que queríamos hacer.

En otras palabras, aún cuando el papel de las fuerzas oscuras es proporcionarnos el material con el que debemos trabajar, generalmente resulta que nosotros mismos somos el material de las fuerzas oscuras.

2. El segundo período

En este período el punto inmaculado en nuestros corazones (que existe desde que nacimos espiritualmente) recibe la energía así como la oportunidad de elevarse cumpliendo las leyes espirituales con la ayuda de la Luz de los mundos ABYA.

La tarea principal durante este período es adquirir y acrecentar el deseo de tener el máximo de deseos espirituales. En el momento de nacer, deseamos sólo cosas materiales, dominar al mundo entero, enriquecernos, ir tras la gloria y el poder y todo esto a pesar de su intrascendencia y fragilidad.

Sin embargo, cuando desarrollamos nuestro deseo espiritual, ansiamos controlar igualmente el mundo espiritual que es eterno. Se trata del verdadero deseo y del egoísmo supremo. Si trabajamos en nosotros mismos sobre este enorme deseo de recibir placeres para nosotros mismos, tenemos la posibilidad de alcanzar alturas espirituales proporcionales a la corrección de nuestro egoísmo.

El egoísmo crea enormes dificultades y nos aleja de la espiritualidad. A menos que continua e implacablemente luchemos contra nosotros mismos, empezaremos deseando todo lo que hay en este mundo. Si salimos vencedores de este combate, sentiremos una atracción particularmente fuerte por el Creador que nos ayudará a unirnos con Él.

Este combate no lo realizaremos contra los deseos que nos son familiares en este mundo con los que uno limita y disciplina sus acciones. Más bien cultivamos una ardiente aspiración por llegar a la espiritualidad y a la eternidad después de haber contemplado el esplendor de la espiritualidad, la eternidad y el dominio más allá del universo y del tiempo. Este deseo de unirse al Creador es el último nivel del segundo período.

3. El tercer período de desarrollo

Este período comprende el estudio de la Cabalá y la aplicación de las leyes del Mundo Superior. En esta tarea nos ayuda una pantalla contra el egoísmo cuya intención es dar alegría al Creador y de ninguna manera recibir en beneficio propio. Este trabajo corrige y transforma el egoísmo en un deseo de realizar buenas acciones, tal como lo hace el Creador.

En proporción a la cantidad de egoísmo que suprimimos, recibimos un alma de un nivel definido y una determinada cantidad de Luz y placer, que consiste de cinco partes: Nefesh, Ruaj, Neshama, Jaya, Yejida (NRNHY). Mientras nos aferremos al deseo egoísta de deleitarnos, permaneceremos separados del Creador y ni siquiera una minúscula partícula del alma podrá entrar en nuestro cuerpo.

Sin embargo, una vez que el ego haya sido totalmente destruido y hayamos logrado el deseo de deleitarnos por el Creador (volviéndonos semejantes a Él) nuestra alma entera (una parte del alma colectiva) de inmediato tomará el control de nosotros.

4. El cuarto período

Este último período llega después de "la resurrección de los muertos" cuando el egoísmo ha quedado destruido y que llega el momento de su restauración. Se reanuda el trabajo que consiste en transformar al egoísmo en altruismo aunque muy pocas personas pueden realizar esta tarea.

La Cabalá nos dice que todos los mundos fueron creados para el hombre (la palabra "hombre" se refiere a la humanidad en su conjunto). Sin embargo, ¿no es extraño que el Creador se haya tomado la molestia de crear esos mundos para un objeto tan insignificante como el hombre, quien se encuentra perdido en nuestro mundo no digamos ya en otros mundos? ¿Por qué la humanidad necesita toda la Creación?


La alegría del Creador, que consiste en proporcionar placer a Sus criaturas depende de qué tanto las criaturas puedan percibir y discernir. También influye que podamos comprender que Él es la fuente de todo el bienestar. Sólo en este caso Él puede recibir placer de parte nuestra. Es muy parecido a los padres que juegan con su pequeño hijo y que se conmueven por su actitud hacia ellos. A los padres les emociona que su hijo los considere fuertes y amorosos y sólo aguardan que el niño manifieste sus deseos para concedérselos.

Ahora tratemos de imaginar el inmenso placer que recibe el Creador de parte de estos seres perfectos que se elevaron tanto que reconocieron y experimentaron lo que Él había preparado para ellos. Ellos establecieron la misma relación con el Creador que los padres con el hijo amado. Por lo anterior podemos comprender que para Él fue importante crear todos estos mundos y los elegidos comprenderán mejor lo que nos revelan los que se acercan al Creador.

Para preparar a Sus criaturas al descubrimiento de los mundos, el Creador estableció cuatro niveles de desarrollo, el mineral, el vegetal, el animal y el humano, que corresponden a los cuatro niveles de deseo de recibir placer. El nivel más importante es el cuarto, pero no lo podemos alcanzar sino por un desarrollo progresivo, una vez que hayamos dominado cada nivel perfectamente.

El primer nivel (inanimado) es el principio de la manifestación; la concepción del deseo en nuestro mundo material. Su fuerza está presente en todas las formas de la naturaleza inanimada pero ninguna de ellas (como por ejemplo las piedras) puede moverse independientemente.

El deseo de deleitarse origina necesidades que a su vez generan acciones dirigidas a obtener lo que se desea. En el caso del primer nivel, el deseo de deleitarse es muy leve. Por tanto, afecta al mundo mineral en la suma de sus elementos y no se manifiesta separadamente en cada uno de los componentes de ese nivel de la naturaleza.

En el nivel vegetal, el deseo de deleitarse es mayor y se manifiesta ya en cada elemento. Por tanto, cada elemento en el nivel vegetal ya posee la facultad de movimiento individual (como las flores que pueden abrir sus pétalos y girar hacia el sol). Este nivel ya cuenta con procesos tales como la absorción y la excreción sin embargo los componentes de este nivel todavía carecen de la sensación de libre albedrío individual.

En el tercer nivel animal el deseo de recibir placer es todavía más grande. El deseo produce sensaciones individuales en cada criatura que crea una vida única para todos y diferente de la de los otros. No obstante, no hay manifestación de empatía en este nivel. Estas criaturas no experimentan ni alegría ni compasión en relación con los demás.

En el cuarto y último nivel, el nivel humano, el deseo de deleitarse crea la sensación de los demás. Por ejemplo, la diferencia entre el tercer y el cuarto nivel es similar a la diferencia entre todos los animales puestos juntos y un solo ser humano. El motivo es que los animales no son sensibles a los demás y pueden generar necesidades únicamente dentro de los límites de sus propios deseos.

Al mismo tiempo, cuando la persona toma consciencia del otro, adquiere las necesidades de este otro, se vuelve envidiosa y desea más y más hasta que llegará el momento en que desee el mundo entero.

La meta del Creador es complacer a los seres creados para que ellos puedan revelar Su Magnificencia y reciban todo el deleite que les tiene preparado. Es evidente que únicamente los seres humanos pueden cumplir con este papel. Sólo el hombre tiene consciencia del otro, que es indispensable y sólo el hombre puede transformar su deseo de deleitarse en un deseo de complacer a los demás siguiendo los consejos de la Cabalá en el proceso del trabajo sobre sí mismo.

La presencia en uno de estas facultades atrae la sensación de los mundos espirituales y del Creador. Al alcanzar un determinado nivel de NRNHY (Luces) dentro de un mundo espiritual particular, la persona recibe placer conforme a la meta de la creación.

Podemos aparecer pequeños e insignificantes, pero el hombre es el centro y la finalidad de la Creación. Somos semejantes al gusano que vive dentro de un rábano pensando que el mundo entero es tan amargo y minúsculo como el rábano en donde vive. Sin embargo, en cuanto logra atravesar la cáscara del rábano y mira hacia fuera, exclama sorprendido, "Yo pensaba que todo el mundo era como mi rábano. Ahora veo cuan vasto y hermoso realmente es."

De la misma forma, nosotros que nacimos al interior de la cáscara del egoísmo y que lo único que deseamos es complacernos, no podemos perforar la cáscara sin la Cabalá que es el instrumento de corrección. Nosotros no podemos transformar el deseo de deleitarnos en un deseo de complacer a los demás y al Creador. Por esta razón pensamos que el mundo entero se compone sólo de lo que vemos y experimentamos y no podemos percibir todo el bienestar que el Creador nos tiene preparado.

Todo lo que fue creado se dividió en cinco mundos: Adam Kadmon, Atzilut, Beria, Yetzira y Assiya. Sin embargo, cada uno de ellos se compone de un sin fin de elementos. Los cinco mundos corresponden a cinco Sefirot: Adam Kadmon corresponde a Sefirat Keter, Atzilut corresponde a Sefirat Jojma, Beria a Sefirat Bina, Yetzira a Sefirat Tifferet y  corresponde a Sefirat Maljut.

La Luz (el placer) que llena los mundos se divide como corresponde en cinco tipos: Yejida, Jaya, Neshama, Ruaj y Nefesh (las abreviaturas en el orden inverso forman la palabra NRNHY).

Por tanto, el mundo Adam Kadmon está lleno de la luz (el placer) que se llama Yejida. El mundo Atzilut está lleno del placer llamado Jaya, el mundo Beria está lleno del placer llamado Neshama, el mundo Yetzira está lleno del placer llamado Ruaj y el mundo Assiya está lleno del placer llamado Nefesh (Ver cuadro No. 1

Del Creador emanan los mundos. Esto es, tanto el deseo de recibir deleite y el deleite que los llena emana del Creador, Sin embargo cada mundo se divide a su vez en Sefirot: Keter, Jojma, Bina, Tifferet y Maljut que están llenas de sus luces correspondientes NRNHY. (Ver Cuadro No. 1)

Mundo Luz primaria
en cada mundo Sefirot en cada mundo (Sefira primaria en negrillas) y
Luces que las llenan

Adam Kadmon Yejida Keter (Yejida)
Jojma (Jaya)
Bina (Neshama)
Tifferet (Ruaj)
Maljut (Nefesh)
Atzilut Jaya Keter (Yejida)
Jojma (Jaya)
Bina (Neshama)
Tifferet (Ruaj)
Maljut (Nefesh)
Beria Neshama Keter (Yejida)
Jojma (Jaya)
Bina (Neshama)
Tifferet (Ruaj)
Maljut (Nefesh)
Yetzira Ruaj Keter (Yejida)
Jojma (Jaya)
Bina (Neshama)
Tifferet (Ruaj)
Maljut (Nefesh)
Assiya Nefesh Keter (Yejida)
Jojma (Jaya)
Bina (Neshama)
Tifferet (Ruaj)
Maljut (Nefesh)


Cuadro No, 1

Además hay cuatro niveles en cada mundo: el Inanimado, el Vegetal, el Animal y el Humano. Los palacios (Heijalot) corresponde al nivel inanimado; los vestidos (Levoushim) corresponde al nivel vegetal; los ángeles (Malakjim) corresponden al nivel animal y las almas humanas (Neshama) corresponden al nivel humano.

Estos niveles se sitúan uno dentro del otro como círculos concéntricos (o las capas de una cebolla).


• La Sefirat Keter, la más insondable, influye un mundo particular como el Creador.

• Neshamot (las almas de las personas que existen en un mundo particular) lo visten.

• En seguida, Malakhim, Levushim y Heijalot se visten unos y otros.

Los niveles inanimado, vegetal y animal fueron creados para el cuarto nivel de deseo: el alma humana. Por consiguiente, es como si vistieran al alma humana (la sirvieran) desde fuera. Nosotros poseemos desde nuestro nacimiento una partícula del alma general, original. Esta partícula es el punto en el corazón al interior de nuestros deseos o del egoísmo La Creación entera está construida de manera que las leyes generales que rigen cada nivel y cada mudo se manifiesten en cada parte de la Creación, aún en la más pequeña de las partículas.

Por ejemplo, todo lo que existe se divide en cinco mundos o Sefirot: Keter, Jojma, Bina, Tifferet y Maljut. Cada mundo en particular se compone de cinco Sefirot en cuyo interior aún el objeto más insignificante también se divide en cinco Sefirot.

Como ya lo hemos mencionado, hay cuatro niveles en nuestro mundo: el inanimado, el vegetal, el animado y el humano. Estos corresponden a los Sefirot, Maljut, Tifferet, Bina, Hojma y su raíz Keter.

Además, cada parte de los niveles mineral, vegetal, animal y humano se subdivide en cuatro niveles (inanimado, vegetal, animal y humano) según la intensidad del deseo. Un deseo que emana del hombre, por lo tanto, se compone igualmente de cuatro niveles: inanimado, vegetal, animal y humano con el punto del alma en el centro de cada nivel.

Sin embargo, si alguien empieza a seguir las leyes espirituales, aún sin adoptar una determinada actitud hacia el Creador, considerándolo como el soberano de toda la existencia (sin el respeto y la reverencia, ya que no lo puede percibir) si esta persona desea recibir placer para sí mismo, pero, aspira a adquirir una inclinación por el altruismo, es suficiente para que el punto en el corazón se desarrolle y pueda experimentarlo.

Es lo anterior que hace de la Cabalá un método de aplicación de leyes espirituales tan sorprendente. Por tanto, el estudio y el cumplimiento de sus principios, a pesar del objetivo egoísta que puede ser el crecimiento espiritual, van a purificar y elevar progresivamente al estudiante hasta el primer nivel, el nivel inanimado.

En la medida en que nos elevemos espiritualmente por encima de lo material y que aspiremos al altruismo, vamos a transformar nuestros deseos y construir la estructura entera del primer nivel. El alma en seguida se eleva y se viste en la Sefirat Maljut del mundo Assiya y nuestro cuerpo entero experimenta la Luz (el placer) de este nivel. Esta Luz nos va a ayudar a progresar hacia niveles más elevados.

Así como el punto de la Luz del alma del nivel de Nefesh existe en nuestros corazones en el momento del nacimiento espiritual, de la misma forma el punto del nivel más elevado de Ruaj de Assiya existe dentro del nivel que surge, Nefesh de Assiya.

Ocurre exactamente lo mismo en cada nivel: una vez que se conoce totalmente un nivel, pasamos al punto del nivel siguiente más elevado. Es esta la única conexión que existe entre los niveles inferiores y superiores hasta llegar al nivel más elevado. Es a través de este punto que se puede avanzar hacia el Creador.

A esta Luz de Nefesh del mundo Assiya se le conoce como "la Luz del nivel inanimado del mundo Assiya ", ya que corresponde a la parte inanimada corregida del deseo del cuerpo. Las acciones de una persona dentro del mundo espiritual se asemejan a las acciones de la naturaleza inanimada en el mundo físico. En los dos casos, el movimiento individual está ausente y sencillamente pertenecemos al movimiento general universal de la masa de todos los objetos y deseos inanimados.

En relación con las 613 leyes espirituales, el objeto llamado Nefesh del mundo Assiya se compone de elementos individuales parecidos a los 613 órganos del cuerpo humano. Cada uno de ellos tiene una percepción única (placer) de la Luz del Creador. Sin embargo, las diferencias entre las partes permanecen indiscernibles y el Cabalista percibe tan sólo el impacto general de la Luz que se propaga uniformemente en todas las partes. Aunque no existe diferencia alguna entre las Sefirot del nivel más elevado (Keter de AK) y las del nivel más bajo (Maljut de Assiya), la diferencia sí existe con respecto a la persona que recibe la Luz.

Las Sefirot se dividen en vasijas y la Luz las llena. La Luz emana del Creador mismo. A las vasijas también se les llama Sefirot Keter, Jojma, Bina, Tifferet y Maljut. En los últimos tres mundos de Beria, Yetzira y Assiya, estas vasijas son filtros que bloquean y miden con precisión la cantidad de Luz que se va a recibir.

De esta forma, cada quien recibe una porción de Luz que corresponde exactamente al nivel espiritual del desarrollo de su alma. Si bien la Luz dentro de nosotros es homogénea, desde la perspectiva del receptor, nos referimos a las Luces como NRNHY, pues la Luz se divide según las propiedades de los filtros (vasijas).

Maljut es el filtro más denso. La Luz que se recibe es muy débil y corrige la parte inanimada del cuerpo; por tanto se le llama "la Luz de Nefesh".

Tifferet es un filtro más transparente que Maljut; en consecuencia, la porción de Luz del Creador que deja pasar para nosotros se encarga de volver espiritual la parte vegetal del cuerpo. Es más intensa que la luz de Nefesh y se llama Ruaj.

Bina es más transparente que Tifferet. Deja pasar la Luz del Creador que va a corregir la parte animal del cuerpo y se llama Neshama.

Hochma es el filtro más transparente. Deja pasar la Luz que elevará los deseos del nivel humano. Se llama "La Luz de Jaya" y su poder es ilimitado.

Como ya se ha señalado, si hemos alcanzado el nivel de Nefesh (con la ayuda de la Cabalá), el punto del siguiente nivel, Ruaj, existe ya dentro de nosotros. Si continuamos aplicando el método de la Cabalá para cumplir con las leyes espirituales alcanzaremos el nivel vegetal del deseo de deleitarse que eleva y viste la Sefirat Tifferet de Assiya. Esto proyecta una Luz mucho más poderosa, Ruaj, que corresponde al nivel vegetal del cuerpo.

De la misma forma que en nuestro mundo las plantas comparadas al inanimado tienen movimiento individual, una persona al inicio de su desarrollo espiritual experimenta el despertar de los movimientos y fuerzas espirituales. Así, cuando una persona alcanza completamente el nivel de Ruaj, el punto del siguiente nivel de Neshama existe ya dentro de ella.

Al estudiar los secretos de la Cabalá, la persona espiritualiza el nivel animado de su deseo. Cuando se construye la vasija enteramente la persona se eleva y se viste en la Sefirat Bina de Assiya y recibe la Luz de Neshama. En este caso a la persona se le puede llamar "un animal puro" (un animal purificado) debido a la purificación de la parte animada de su cuerpo.

Como si se tratara de un animal, dicha persona adquiere la sensación individual de cada uno de sus 613 deseos, pues como los animales en nuestro mundo, esta persona se mueve individualmente. La Luz que esta persona recibe es tan diferente, como lo son los animales de las plantas en nuestro mundo.

Cuando ha completamente dominado los 613 deseos (las partes de la vasija) y ha recibido una Luz particular de placer para cada una de las 613 partes, el trabajo sobre sí mismo continúa. Esta misma Luz se utiliza para purificar la parte humana del deseo que proviene del punto que apareció después de terminada la construcción de la vasija de Neshama.

Cuando se ha concluido la creación del deseo correspondiente en el nivel humano, tenemos la posibilidad de experimentar los sentimientos de otras personas y conocer sus pensamientos. La luz que se recibe (el placer) es diferente del nivel anterior, de la misma forma que una persona en nuestro mundo es diferente a los animales.

Sin embargo, estos cinco niveles son solamente los placeres de NRNHY del mundo Assiya, esto es, Nefesh. Hasta Ruaj está ausente porque Ruaj es la Luz en el mundo Yetzira, Neshama en el mundo Beria, Jaya en el mundo Atzilut y Yejida en el mundo Adam Kadmon. No obstante, todo lo que está presente en lo general está también presente en cada parte que lo compone, es decir en las partes específicas. En otras palabras, encontramos estos cinco atributos de la Luz en el mundo de Assiya, igual en el nivel más pequeño, el nivel inanimado de Nefesh.

En el mundo de Yetzira, estas cinco clases de Luz existen en el nivel general de Ruaj. En el mundo de Beria es el NRNHY del nivel de Neshama; en el mundo de Atziulut es el NYNHY del nivel de Jaya; y en el mundo de Adam Kadmon es el NRNHY del nivel de Yechida. La diferencia entre estos mundos es como la de los niveles NRNHY en el mundo de Assiya.

Por lo tanto, todo depende del nivel espiritual de aquellos que desean alcanzar el Mundo Superior y por tanto armonizar sus atributos espirituales con las propiedades de estos mundos. En consecuencia, ellos se convierten en una parte integrante de estos mundos, lo que aclara la razón de su creación y porque los necesitamos.

En efecto, hubiéramos sido totalmente incapaces de llegar hasta el Creador sin ascender consistentemente por los niveles NRNHY de cada mundo. Al alcanzar un determinado nivel experimentamos la Luz (el placer) que nos ayuda a eliminar el deseo egoísta de disfrutar hasta que logremos realizar el propósito de la Creación que es la equivalencia de la forma y la unión con el Creador.

Es importante comprender que NRNHY es la división de la Creación entera en cinco partes. Todo lo que funciona en el sistema general, funciona también en la partícula más pequeña. Por tanto, el nivel más bajo del mundo Assiya se compone de estos cinco elementos, su NRNHY específico. La razón es que el deseo más minúsculo está compuesto de cinco partes. Keter (el que representa al Creador), Jojma, Bina, Tifferet y Maljut (los cuatro niveles de la Creación misma). Además, el placer que lo acompaña se compone también de cinco tipos NRNHY de la Luz.

Se desprende que hasta la Luz del nivel espiritual inanimado en el mundo Assiya no es accesible sin estas cuatro clases de realización. Nadie queda dispensado del estudio de la Cabalá y de seguir las leyes espirituales pensando en el bien del otro y en el Creador. Nadie tampoco puede llegar hasta el nivel de Ruach o el nivel de Neshama sin estudiar los secretos de la Cabalá.

Nuestra generación se encuentra aún sumida en la oscuridad. Sin embargo, la razón proviene claramente de la disminución de la fe y particularmente de la fe en la sabiduría de los sabios. El ejemplo más obvio en nuestros días es la publicación de libros que tratan sobre la Cabalá, cuyo contenido está lleno de descripciones materiales.

Por esta razón, surgió la necesidad de contar con un comentario completo al Libro del Zohar, un trabajo que impedirá que la Cabalá sea mal interpretada. Este comentario se llama Sulam (La Escalera) pues ayuda a los estudiantes a subir progresivamente los peldaños y llegar hasta las cumbres espirituales. Todo depende del deseo de cada uno por comprender la profundidad de la creación de estos mundos y el lugar que uno ocupa dentro de ellos.

El propósito de la Cabalá se podría ilustrar con la siguiente parábola:

Un súbdito de un reino lejano infringió la ley y fue desterrado del país por decreto real. Se fue lejos de sus amigos, de su familia y de todo lo que amaba. Primero, se puso muy triste en el exilio y después gradualmente como siempre pasa en la vida, se acostumbró a su nueva hogar y olvidó completamente en donde había nacido y su vida anterior. No recordaba ni su destierro ni que había vivido antes en otro lugar. Construyó una casa, conoció nuevos amigos e hizo una nueva vida. Un día, encontró un libro que trataba sobre su reino natal. Recordó en donde estaba y la vida maravillosa que había tenido ahí. Después de contemplar el libro comprendió por qué lo habían desterrado y cómo podía regresar.

Ese reino es el mundo espiritual en donde todo es perfecto para quienes cumplen con las leyes del Gran Rey. Nuestro mundo es la tierra del exilio. El libro con el cual cualquiera puede recordar lo que ha olvidado, encontrar la patria del alma, comprender por qué él o ella fueron expulsados y finalmente regresar a su lugar de origen, se llama el Libro del Zohar.

Sin embargo, si el Zohar es tan importante que nos permite alcanzar los Mundos Superiores, poder ver y sentir el mundo de las almas y al Creador mismo, ¿por qué se mantuvo oculto por tanto años, desde la época en que fue escrito hasta la aparición del método cabalista del Ari?

La respuesta a esta pregunta se encuentra en la Cabalá. Durante 6000 años de su existencia, el mundo fue estructurado sobre la base de diez Sefirot, en donde Keter representa la influencia del Creador y las otras Sefirot se dividen en tres grupos.

• La Cabeza : Jojma, Bina, Daat

• El Medio: Jesed, Gevura, Tifferet

• El Fin: Netzaj, Hod, Yesod

Los 6000 años también se dividen también en tres partes:

• 2000 años de oscuridad

• 2000 años - el período de preparación

• 2000 años de los días del Mesías (Redentor)

Los primeros 2000 años designan la cabeza, es decir, este período recibe la pequeña Luz (Nefesh) ya que las Sefirot están inversamente relacionadas a la Luz del Creador que las llena. El primer grupo (las Sefirot más elevadas) aparece primero: Jojma, Bina, Daat si bien están llenas de una Luz tenue. A este primer período de 2000 años se le llama "el período de la oscuridad".

Durante los 2000 años siguientes cuando el segundo grupo de Sefirot (Jesed, Gevura y Tifferet) se desarrolla, la Luz de Nefesh que llena el primer grupo de Sefirot desciende sobre el segundo y la Luz de Ruaj llena al primer grupo. Estos 2000 años que siguen al período de oscuridad se llaman "el período de la Torah."

El tercer grupo de Sefirot, Netsaj, Hod y Yesod se prolonga durante los últimos 2000 años. La Luz de Nefesh desciende del segundo grupo, la Luz de Ruaj desciende del primer grupo al segundo y la Luz de Neshama penetra en el primer grupo.

Toda la sabiduría de la Cabalá y el Zohar en particular se ocultó hasta el surgimiento del tercer grupo. El Ari nos reveló el Zohar y sus comentarios nos han revelado el camino para llegar al mundo espiritual. El Ari abandonó este mundo antes del fin de este período, es decir, antes que la Luz hubiera totalmente llenado al tercer grupo. Por lo tanto, en esta época sólo las almas particulares podían estudiar la Cabalá sin revelar su esencia al mundo. Hoy en día al aproximarnos al final del tercer período, estamos listos para recibir los comentarios completos de La escalera (Sulam) sobre el Zohar y un libro de estudio metódico sobre la Cabalá que se llama Talmud Esser Sefirot (El estudio de las Diez Sefirot).

Aunque las almas que vivieron durante los primeros 4000 años eran muy elevadas y correspondían a las Sefirot superiores, Jojma, Bina y Daat, Netzaj, Gevura y Hod, no pudieron recibir la luz apropiada porque esta Luz todavía no había llegado a nuestro mundo. En esta época, las almas más bajas descienden a nuestro mundo, como lo testimonian los acontecimientos que se están desarrollando, sin embargo, estas almas son las que llegan a completar la estructura. La Luz Superior penetra en las almas más elevadas que ya han ascendido de nuestro mundo hasta los Mundos Superiores, en donde la Luz nos llega en la forma de Luz Circundante-

Aún cuando las almas de las primeras generaciones nos sobrepasaban en calidad, pues las almas puras fueron las primeras en aparecer en nuestro mundo, la parte interna de la ciencia de la Cabalá, la parte oculta (así como otras ciencias) se revelan en las últimas generaciones, pues dependen de la intensidad de la Luz.

Entre más bajas son las almas, mayor es la Luz que se revela y penetra en nuestro mundo. La razón es que la Luz menos intensa puede descender de las Sefirot superiores hasta las inferiores (o almas) y la Luz Superior llena los espacios vacíos en las Sefirot Superiores (almas).

La realización de la corrección corresponde a las Sefirot (almas) y la introspección intelectual (intención) se refiere a la Luz que entra en las almas. La misma relación existe pero en sentido inverso entre las Sefirot (las almas) y la Luz: la Creación comienza con las Sefirot superiores llenas de Luces inferiores y se termina con las Sefirot inferiores (almas) llenas de Luz Superior. Por tanto, son las almas más bajas que revelan la Luz Superior pero sólo si estas se dedican al estudio correcto de la Cabalá.

El estudio del Zohar y de la Cabalá misma es un punto de partida para corregir al mundo entero y establecer el bienestar y la paz absolutos.

Capítulo XI

De la Introducción al estudio de las diez Sefirot

 

En la introducción al Estudio de las Diez Sefirot, Baal HaSulam (el Rav Yehuda Ashlag) explica que su principal deseo es romper el muro de hierro que nos separa de la cabalá y evitar que esta ciencia desaparezca para siempre de nuestro mundo. No obstante se han formulado muchas objeciones en contra del estudio de la Cabalá, todas provenientes de la ignorancia sobre su esencia y su propósito.

Baal Ha Sulam continúa explicándonos que si nos interrogamos sobre, "¿Cuál es el sentido de nuestras vidas, constituida de un determinado número de años amargos y difíciles sembrados de problemas? ¿Quién puede disfrutarla? ¿Qué es lo que el Creador nos pide?", ¿podemos responder estos cuestionamientos?

Para terminar, él afirma que la Cabalá nos aconseja lo siguiente. "Prueba para que veas que el Señor es bueno". (Haciendo alusión a la sensación del Creador que uno adquiere durante el estudio de la Cabalá.) Comprobará usted que es absolutamente bondadoso y que lo creó todo para nosotros y que nos entrega la Cabalá para lograrlo. Lo va a experimentar durante su vida en este mundo. La Cabalá nos alienta a "elegir la vida", elegir la bondad, y no la muerte, que se identifica a una existencia amarga y sin sentido. Está escrito "elegir" que significa que se nos otorga una elección.

Ya se ha aclarado en artículos anteriores que sólo se puede elegir entre dos caminos que nos llevan a un objetivo predeterminado: el del desarrollo espiritual (el camino de la Cabalá) y el del sufrimiento. La meta final es eliminar el egoísmo y adquirir la naturaleza del amor y el otorgamiento.

¿Cómo podemos lograrlo? Está escrito, "Duerme en el suelo, conténtate con pan y agua y serás muy feliz en este mundo y en el siguiente." De esta manera podemos adquirir una naturaleza espiritual y unirnos con los Mundos Superiores y sólo después experimentar la bondad del Creador.

Sin embargo sólo algunos individuos especiales (almas) pueden alcanzar la meta de esa manera. Por tanto, se nos ha preparado otro camino, el estudio de la Cabalá. Su Luz actúa sobre el alma, la transforma y la conduce por el camino correcto. Al seguirlo avanzamos por un camino de realización por medio del corazón y el espíritu y no a través del sufrimiento físico.

La Luz de la Cabalá influye, no obstante, únicamente a aquellos que son leales y fieles al Creador, quienes creen en Su benevolencia. El requisito principal para seguir este camino es tener fe en el Creador, que se mide por el tiempo y el esfuerzo que uno le dedica.

La tarea se resume, por tanto, en alcanzar la confianza máxima en la fuerza del Creador, en su protección y amor por aquellos que avanzan hacia Él. Esta fe no puede desarrollarse de ninguna otra manera excepto por el estudio de la Cabalá La fortaleza principal de la Cabalá reside en el hecho que estudia directamente las acciones del Creador. Por tanto, la Luz Superior emanada es intensa y nos corrige rápidamente.

La sabiduría de la Cabalá se compone de dos partes. Una parte secreta que nunca ha sido descrita y se transmite oralmente. Una parte revelada que se encuentra explicada en numerosos libros. Es la parte revelada que debemos estudiar pues de esto depende nuestra llegada a la meta.

La influencia de la Luz Superior es positiva únicamente cuando la meta del estudiante de Cabalá es erradicar su egoísmo y unirse con el Creador. No se puede uno sintonizar de inmediato con la meta deseada; debemos perseguirla constantemente durante el estudio. Resulta particularmente cierto cuando se estudian los mundos espirituales y las acciones del Creador. De esta manera los estudiantes encuentran que es más sencillo concentrarse en los pensamientos y en el deseo de integrarse en el contenido del estudio.

Nuestra lejanía del mundo espiritual es el origen de todo nuestro dolor, de nuestros problemas, de nuestro sufrimiento y de nuestra levedad. Nuestro desconocimiento de la forma en que está gobernado el mundo y la incapacidad de percibir al Creador nos lleva a no comprender su dirección de gobierno. En efecto, si la dirección de gobierno fuera aparente, y si todas nuestras acciones fueran seguidas de la recompensa y el castigo, todo el mundo sería un justo.

Por consiguiente, lo único que nos hace falta es una percepción tangible de la dirección de gobierno. La percepción concreta se desarrolla en cuatro etapas:

• Doble ocultamiento de las acciones del Creador ;
• Ocultamiento sencillo ;
• Percepción de la ley de causa y efecto, de la recompensa y el castigo;
• La percepción absoluta una vez que está claro que todo fue creado para el bien de todos, tanto el bien como el mal.


El Creador se encuentra de hecho doblemente oculto a los ojos de los seres humanos en su estado inicial. En ese estado los hombres no ven las consecuencias de la presencia del Creador en el mundo y creen en la naturaleza. Un ocultamiento sencillo corresponde al estado del hombre a quien le ocurren desgracias debido a que no está lo suficientemente cerca del Creador. Los seres humanos en este estado piensan que son el resultado de acciones personales así como de la dirección de gobierno del Creador. En este ocultamiento uno empieza a creer en la presencia de la Dirección Superior.

Estos dos ocultamientos constituyen el trabajo principal para acercarse al Creador, ya que gracias a la ocultación del Creador, la libertad de elección se hace factible. A medida que uno avanza hacia el Creador con la fe, deseando verlo en cada acción, Él se va revelando progresivamente. En este estado, la persona percibe claramente las causas y efectos de la dirección de gobierno del mundo y elimina el egoísmo toda vez que ha reconocido cuan necesario es y las enormes ventajas que tiene. Evidentemente, en este punto ya no podemos dar marcha atrás puesto que ya sentimos y anticipamos los castigos.

Al proseguir con su purificación, el hombre logra llegar al nivel del amor absoluto por el Creador y por lo tanto logra alcanzarlo completamente. Este es el supremo objetivo de todos los individuos. Todos los mundos así como todas las fuerzas que los controlan fueron creados para este propósito.

Está escrito, "Percibe tu mundo y observarlo mientras aún estás con vida." Es la retribución de un largo y penoso camino en la oscuridad, dentro de un estado en que el Creador se encuentra oculto, y utilizando nuestra fuerza de voluntad como un reto ante la naturaleza y la sociedad, sobrepasamos la barrera que separa nuestro mundo y el mundo espiritual en busca del Creador. Entre mayores sean los obstáculos y más grande la distancia que tendremos que recorrer, más intenso será el sentimiento amoroso mutuo al que vamos a acceder.

Esta es la meta que constantemente debemos perseguir durante el estudio de la Cabalá si deseamos triunfar. Si no, este estudio se volteará contra nosotros incrementando nuestro egoísmo. Es el motivo por el que es tan importante para aquellos que están tan alejados del Creador, estudiar la Cabalá que describe las acciones, los pensamientos y los objetivos del Creador. Nos ayuda a conocerlo mejor y gracias a este conocimiento llegaremos a amarlo y a desearlo. Aún cuando todos empezamos desde el punto más alejado, todo el mundo tiene la obligación de lograr un nivel de amor y alcanzar completamente al Creador.

Antes de que nos fuese entregada, la Cabalá había atravesado por un número importante de restricciones consecutivas desde el nivel de su creación en el mundo de Atzilut. No obstante, su esencia es constante e inamovible. Entre más bajo es el nivel de las criaturas, mayor la importancia que cobra por ellos. La sabiduría los ayuda a liberarse de los impedimentos de un cuerpo encadenado a sus propios deseos.

En nuestro mundo la Cabalá esta escondida bajo diversas envolturas, (la naturaleza, las criaturas animales y el tiempo) que son controladas desde el mundo de Atzilut. Estas cáscaras son la fuente de nuestro sufrimiento pues ocultan el sistema de dirección de gobierno.

Las cáscaras y la parte oculta de los mundos de Beria, Yetzira y Assiya se les llaman Cabalá y la cáscara de nuestro mundo se llama "la ciencia revelada". Hasta que entramos en la cáscara del mundo de Yetzira, sin importar lo que se esté estudiando, nos encontramos con la parte oculta de la Cabalá. Sin embargo, al entrar en el mundo de Yetzira descubrimos la Cabalá y la Luz sustituye las palabras que no tienen ningún sentido.

Por lo tanto, comenzamos aprendiendo la Cabalá a partir de algo intangible hasta que se convierte en realidad. Esto corresponde al ocultamiento doble y sencillo del Creador en el mundo de Assiya, a la revelación en el mundo de Yetzira, amar al Creador en el mundo de Beria, y a la comunión en un amor absoluto en el mundo de Atzilut. El libro del Ari, El árbol de la vida fue escrito para ayudar al hombre a alcanzar al Creador firmemente, sin dolor y con seguridad.

Capítulo XII

Las condiciones para revelar la sabiduría Cabalá

Existen tres razones para el ocultamiento de la Cabalá.

  • No es necesario
  • Es imposible, y
  • Es el secreto personal del Creador

En cada detalle de la Cabalá se imponen simultáneamente estas tres prohibiciones.

La prohibición, "No es necesario" significa que su revelación no ayudaría en nada. La única ventaja posible sería algún beneficio evidente a la sociedad. Las personas que viven al amparo del principio "¿Y qué?", (Hice lo que hice y no le hago daño a nadie.) se involucran y obligan a los demás a involucrarse en detalles que son totalmente innecesarios. Son el origen de muchos sufrimientos en el mundo. Por lo tanto, los cabalistas aceptaban únicamente a los estudiantes que pudieran guardar el secreto y que se abstuvieran de revelarla innecesariamente.

La prohibición "no es posible revelarla" proviene de las limitaciones del lenguaje que no puede describir conceptos espirituales sutiles. Puesto que toda tentativa verbal está destinada al fracaso y conducirá a conclusiones equivocadas que van a desorientar al estudiante, la revelación de esos secretos requiere de un permiso especial desde Arriba.

El permiso especial desde Arriba ha sido descrito en los trabajos del gran cabalista, el Ari: "Sepan que las almas de los grandes cabalistas están llenas con la Luz Exterior (La Luz Circundante) o con la Luz Interior (la satisfacción). Las almas llenas con la Luz Circundante tienen el don de exponer los secretos vistiéndolos con palabras para que sólo aquellos que sean dignos puedan comprenderlos.

"El alma del notable cabalista Rashbi (el Rabí Shimon Bar Yochai quien vivió en el Siglo II de nuestra era), autor del Libro del Zohar estaba lleno con la Luz Circundante y por tanto podía explicar los secretos del universo de tal forma que cuando hablaba frente a la Gran Asamblea sólo aquellos que eran dignos podían comprenderlo. Por lo tanto, únicamente él recibió permiso divino para escribir el Libro del Zohar. Aunque los cabalistas que vivieron antes que él tenían más conocimientos, no poseían su talento para expresar los conceptos espirituales en palabras."

En consecuencia, vemos que las condiciones necesarias para la difusión de la Cabalá no dependen del conocimiento del cabalista sino de los atributos del alma del cabalista. Gracias únicamente a esto, el cabalista recibe instrucciones desde Arriba para revelar alguna parte determinada de la Cabalá

Este es el motivo por el cual no encontramos trabajos fundamentales sobre la Cabalá antes del Libro del Zohar. Los que están a nuestro alcance contienen sólo alusiones vagas sin consecuencia. Después de Rashbi, sólo el Ari fue autorizado a revelar otra parte de la Cabalá. Aún cuando los cabalistas que vivieron antes que él, probablemente tenían mayores conocimientos, no recibieron permiso desde Arriba.

La prohibición, "el secreto personal del Creador" significa que los secretos cabalistas son revelados a aquellos que se consagran al Creador y lo reverencian. Es el motivo principal para resguardar los secretos de la Cabalá de la gran mayoría del público. Muchas personas mal intencionadas la han utilizado en provecho propio, atrayendo a individuos inocentes con palabras suaves, amuletos protectores contra el mal de ojo y otros falsos milagros.

Es por esta misma razón que originalmente se ocultó la sabiduría de la Cabalá. Por lo tanto, los cabalistas se vieron forzados a someter a sus discípulos a exámenes muy rigurosos. Esto explica por qué aún las pocas personas que en cada generación tuvieron permiso de estudiar la Cabalá debieron hacer un juramento de no revelar ni el más mínimo detalle de lo que cayera en el marco de las prohibiciones antes mencionadas.

Sin embargo, no se debe pensar que estas tres prohibiciones dividen a la Cabalá en tres partes. Por el contrario, cada parte, cada palabra, concepto y definición en la Cabalá cae bajo esta división en tres tipos de ocultamiento del significado verdadero y es efectivo en esta ciencia en todo momento.

Se plantea una pregunta, si esta ciencia secreta estaba tan bien guardada, ¿cómo es que aparecieron todos los libros cabalistas? La respuesta es que las dos primeras prohibiciones son diferentes a la tercera que es la más estricta. Las dos primeras no son válidas en permanencia porque dependiendo de razones sociales externas, la prohibición "no es necesario revelarla" algunas veces cambia por la instrucción "la revelación es necesaria". Con el desarrollo de la humanidad o gracias al permiso recibido (como en el caso del Ari, de Rashbi y en menor medida, otros cabalistas) comienzan a difundirse los libros auténticos de Cabalá.

 

Capítulo XIII

Algunos conceptos fundamentales

La Cabalá es un método que permite revelar al Creador a las criaturas que viven en este mundo. La palabra Cabalá etimológicamente proviene de la palabra hebrea Lekabel (recibir). La finalidad es que todos los que pueblan este mundo reciban todos los placeres infinitos por los que la Creación entera fue creada.

La sensación del otro se ha desarrollado únicamente en los humanos. Trae aparejada la envidia, la empatía, la vergüenza y la sensación de ascenso espiritual. La facultad de sentir a los otros fue creada para permitirnos sentir al Creador.

La sensación del Creador significa que cada uno siente al Creador exactamente de la misma forma en que sentimos al otro. Está escrito que Moisés habló "frente a frente" con el Creador. Lo anterior quiere decir que tuvo una sensación de alcanzar absolutamente al Creador y en esa conexión con Él existió la misma medida de intimidad que hubiera tenido con un amigo.

La finalidad de una acción la determina el pensamiento original. Cuando una persona va a construir una casa, en primer lugar realiza un plano y define las especificaciones conforme al objetivo final. Todas las acciones estarán determinadas por el objetivo final predeterminado.

Después de haber analizado el objetivo final de la creación, nos damos cuenta que la Creación y las formas de control corresponden a este objetivo final. El propósito de la dirección de gobierno reside en el desarrollo gradual de la humanidad hasta que sintamos al Creador de la misma manera que sentimos a las otras criaturas de este mundo.

De arriba hacia abajo es el camino para gradualmente alcanzar la espiritualidad. Dicho de otra manera, nos desarrollaremos hasta el punto en que sentiremos al prójimo como si fuéramos nosotros mismos y sentiremos los objetos espirituales con tanta claridad como los objetos materiales y así continuaremos por cada nivel hasta llegar al Creador mismo. Este es el orden establecido por el Creador para alcanzarlo, que atraviesa los mismos niveles que pasó la creación en su camino de descenso. Lo anterior significa que el camino ya existe y al ir descubriendo los niveles superiores, descubriremos los niveles inferiores correspondientes también.

De arriba hacia abajo, es el orden de la Creación de ambos mundos, el mundo espiritual y nuestro mundo material en su etapa final.

El cumplimiento espiritual de las leyes de la Creación. El pensamiento y el deseo de alcanzar a la meta de la Creación se convierten en el medio de alcanzar la perfección espiritual.

Los períodos en la Cabalá. Desde el principio de la Creación hasta la destrucción del Segundo Templo, los cabalistas han estudiado la Cabalá "abiertamente". Todas las fuerzas espirituales eran más tangibles entonces en nuestro mundo y nuestros contactos con los mundos espirituales eran más cercanos y más significativos en especial a través del Templo y en los servicios que se realizaban ahí.

A medida que el nivel moral de la sociedad empezó a declinar, nos convertimos en indignos (esto es, diferentes en atributos) y perdimos la capacidad de sentir los mundos espirituales. Por lo tanto, el Templo fue destruido y dio comienzo el período del exilio. Los cabalistas continuaron estudiando en secreto e hicieron que la Cabalá fuera inaccesible para quien fuera indigno de ella.

Está escrito en el Zohar que el deseo del Creador fue ocultar Su sabiduría a los ojos del mundo pero al acercarse los días del Mesías, hasta los niños descubrirían Sus secretos. Ellos podrán predecir y estudiar el futuro y en ese momento preciso Él se va a revelar a todos.

Rashbi fue el último cabalista del período antes del exilio y por consiguiente recibió el permiso desde Arriba para escribir el Libro del Zohar.

La Cabalá estuvo prohibida durante prácticamente quince siglos hasta que el cabalista Ari (el Rabí Isaac Luria) apareció y espiritualmente aprehendió la Cabalá en su totalidad. En sus trabajos nos revela el Zohar: "...dentro de 600 años en el sexto milenio las fuentes de la sabiduría se abrirán y fluirán hacia abajo."

En un manuscrito muy antiguo, el cabalista Abraham Azulai (Siglo VI de nuestra era) descubrió que: "en el año 5,300 desde la Creación (en 1539 de nuestra era) cada uno quedará autorizado a estudiar abiertamente la Cabalá, los adultos y los niños, y justamente por esto llegará el Mesías."

Una señal que nos indica que nos encontramos en el final de los tiempos es que el gran cabalista Yehuda Ashlag (Baal HaSulam) apareció en esta época y en un lenguaje claro y comprensible nos explicó la Cabalá totalmente utilizando un método apropiado para nuestras almas.

La singularidad de la ciencia de la Cabalá reside en el hecho que incluye un conocimiento completo de nuestro mundo (es decir, todas las ciencias en su totalidad aún no revelada) y de sus elementos, ya que estudia las raíces que controlan nuestro mundo, a partir de las que nuestro mundo apareció.

El alma es el « Yo » que todo el mundo siente. Al examinarla de cerca, encontramos que el alma divide una fuerza en nuestro cuerpo que lo vitaliza, creando el alma "animada" así como una fuerza que aspira a la espiritualidad, conocida como el alma "espiritual" o divina que es prácticamente inexistente en las personas que no tienen desarrollo espiritual.

El cuerpo físico y el alma animada son creaciones de nuestro mundo y son suficientes para percibir a través de los órganos sensoriales. Al desarrollar un alma espiritual adquirimos la facultad de sentir más allá del "Yo". Lo anterior ocurre cuando el "Yo" espiritual y altruista surge al negar al "Yo" egoísta. Es así que comenzamos a sentir vibraciones espirituales más intensas hasta que desarrollamos un alma desde "un punto" hasta toda su capacidad intrínseca.

La esencia interior de la Cabalá es la búsqueda de la Luz que emana del Creador y que nos llega según leyes determinadas.

La ley de las raíces y las ramas es la ley que determina las acciones de las fuerzas que animan a todas las partes de la creación en nuestro mundo a crecer y desarrollarse. La Cabalá nos dice: "No hay un grano abajo que no tenga un ángel arriba que lo toque y le diga: crece" El lenguaje de las ramas nos ayuda igualmente a descubrir información sobre lo que sucede en otros mundos. Las criaturas de un mundo en particular perciben los objetos de ese mundo de la misma forma y por lo tanto pueden intercambiar información usando su propio lenguaje. Podemos informar a otras personas sobre lo que sucede en otros mundos utilizando el mismo lenguaje y al mismo tiempo implicar que estos objetos a los que nos referimos corresponden a objetos de otro mundo que corresponden al nuestro. Este es exactamente el lenguaje en que fue escrita la Torá.

Todos los mundos son similares entre sí; la diferencia está sólo en el material con el que fueron creados. Entre más elevado sea el mundo, más pura será la materia. Sin embargo, les leyes que rigen su funcionamiento y su forma son las mismas y cada mundo subsiguiente es una réplica exacta (la rama) del mundo que lo precede (la raíz).

Las criaturas que pueblan un determinado mundo pueden percibirlo sólo dentro de sus límites, pues los órganos sensoriales perciben sólo el material de ese mundo en particular. Únicamente los seres humanos pueden simultáneamente alcanzar todos los mundos.

Los niveles que se van alcanzando son los grados consecutivos de percepción del Creador. Es como si formaran una escalera que sube de nuestro mundo hasta los mundos espirituales. El primer peldaño de la escalera se llama Majsom (la barrera). Nos oculta tan bien las fuerzas espirituales que no las percibimos en absoluto. Sin embargo, a partir de ahí intentamos encontrar la Fuente y darle sentido a nuestra existencia en nuestro mundo.

La Luz en los mundos espirituales. La información, los sentimientos y los placeres se transmiten por el proceso de expansión y retracción de la fuerza espiritual que llamamos "La Luz" (por analogía con la luz en nuestro mundo que nos brinda vida y calor o la luz relativa al pensamiento, a la claridad y a la iluminación).

El derecho a existir. Todo lo que existe en nuestro mundo, bueno, malo, hasta lo más perjudicial tiene derecho a existir. Se nos da la oportunidad de hacer correcciones y mejoras. No hay nada superfluo o inútil en nuestro mundo. Todo fue creado directa e indirectamente por el bien de la humanidad. Por consiguiente, al corregirnos neutralizamos toda influencia nociva.

La corrección. El Creador no concluyó la creación de nuestro mundo. Él nos ha confiado la tarea de terminarlo y perfeccionarlo. El mundo aparece ante nosotros como un fruto amargo durante su maduración y es por lo tanto nuestro deber corregirlo y dulcificarlo.

Dos caminos para la corrección.

1. El camino de aceptación por todos de las leyes espirituales de corrección se llama "el camino de la Luz". Se trata del camino que prefiere el Creador, puesto que su objetivo es dar alegría a Sus criaturas en todas las etapas de su existencia, evitándole así probar el fruto amargo.

2. El camino del sufrimiento. Por medio del ensayo y el error durante un período de 6000 años, la humanidad se da cuenta que de una forma u otra es necesario cumplir con las leyes de la Creación.

La recompensa es el placer (el sabor del fruto maduro). Sólo tenemos influencia sobre nosotros mismos. No tenemos influencia sobre lo que está fuera de nosotros. Por consiguiente, la corrección podrá realizarse sólo cuando cada quien trabaje para alcanzar su propia perfección.

Un cabalista es una persona que en nuestro mundo logra alcanzar la semejanza con el Creador. Al estudiar y cumplir con las leyes espirituales, nos desarrollamos espiritualmente a tal grado que pasamos a formar parte de los mundos espirituales.

El alcanzar se logra mediante el trabajo interior en uno mismo, estudiando la naturaleza y los atributos de los objetos espirituales. No estamos hablando de sensaciones psicológicas, ni de fantasías o sugestión. Se trata de un genuino ascenso a un mundo cuya sustancia es espiritual por encima y más allá de nuestra percepción psicológica humana.

El placer puede sentirse únicamente si existe el deseo y la aspiración. El deseo puede existir sólo si se conoce el placer que se va a obtener. La aspiración es posible sólo en la ausencia de placer en un momento dado. Una persona que nunca ha estado en prisión no aprecia la libertad y únicamente la persona enferma puede valorar verdaderamente tener buena salud. Nosotros recibimos del Creador, tanto los deseos como las aspiraciones.

Lo único que ha sido creado es la sensación de carencia que está ausente en el Creador. Entre más nos desarrollamos, la experimentamos más intensamente. Esta carencia es bastante limitada en las personas sencillas y los niños. Un ser humano verdadero desea el mundo entero. Un sabio no sólo quiere todo nuestro mundo, sino los otros mundos también.

En la Cabalá la combinación de un deseo y de una aspiración constituye un Kli (una vasija). El placer mismo, Ohr (la Luz), emana del Creador.

La sensación de placer. La vasija experimenta la entrada de la Luz dependiendo de la semejanza entre los atributos de la vasija y los de la Luz. Entre más parecidos sean los atributos, mayor será la facultad de la vasija para otorgar, amar y dar alegría y menor será su deseo de recibir. Entre más cerca se encuentre la vasija de la Luz, mayor será la Luz y el placer que experimente.

La existencia en los mundos espirituales. Nuestra capacidad de experimentar o no al Creador (la Luz) depende únicamente de nuestra proximidad a Él, es decir, de la equivalencia de nuestros atributos con los Suyos pues cada uno de nosotros es una vasija. Mientras que la vasija tenga el más mínimo deseo de otorgar, pensar en los demás, sufrir por ellos, amarlos y brindarles ayuda, haciendo caso omiso de sus propios deseos, la vasija existe en los mundos espirituales y sus atributos determinan el mundo que ocupará.

La toma de consciencia del mal. Cuando la intención de otorgar está ausente en la vasija, esta se percibe en este mundo. Esta vasija toma el nombre de "cuerpo" humano cuyo único deseo es preocuparse de sí mismo. No podemos siquiera imaginar que podamos hacer algo por alguien más sin pensar en nosotros mismos. Al experimentar "el reconocimiento del mal", esto es, un auto análisis preciso y riguroso, podemos determinar nuestra incapacidad de actuar sin egoísmo hacia los demás.

La perfección de la vasija. La vasija (Kli) fue creada de tal manera que pueda contener los deseos de todos los placeres presentes en la Luz. A causa de la restricción y de la ruptura de las vasijas se formó un determinado número de vasijas separadas. Cada una de estas vasijas se mueve de un estado (mundo) a otro, lo que las lleva a la separación (la muerte).

Mientras vivimos en este mundo, cada uno de nosotros debe hacer que los atributos de su vasija sean semejantes a la Luz, recibir la medida correspondiente de Luz y unirse con las otras vasijas (las otras almas) para formar una vasija única totalmente llena de Luz (de placer). Este estado futuro se llama Gmar Tikkun (la corrección final).

La entrada de la Luz en la vasija. Las diferencias entre los hombres se deben a la intensidad de sus deseos. La prohibición impuesta a la coerción espiritual y al asesinato es bastante clara. Al estudiar los atributos de las vasijas espirituales, las vasijas materiales (los seres humanos) estimulan su deseo por ser similares a ellas. Puesto que el deseo en el mundo espiritual constituye en sí una acción, al irnos transformando progresivamente permitimos la entrada de la Luz en nuestras vasijas. Durante su presencia en la vasija, la Luz la purifica, pues la naturaleza de la Luz es otorgar. Mediante este atributo, la Luz modifica gradualmente las características de la vasija.

La primera restricción (Tzimtzum Alef) es una prohibición, un juramento que se impone la primera vasija colectiva inmediatamente después de hacer su aparición. Significa que, aunque el único deseo del Creador es llenar a la vasija de deleite, la vasija se impuso la condición que no disfrutar para sí misma, sino sólo para el Creador.

De esta manera, únicamente cambia el pensamiento y no la acción en sí misma. Significa que la vasija recibe la Luz no porque lo desee, sino porque es la voluntad del Creador. Nuestra finalidad es, por consiguiente, satisfacer nuestro deseo de recibir, desear el placer como el Creador lo desea.

La sensación es el atributo de la reacción a la ausencia o la presencia de la Luz, aún en proporciones infinitamente pequeñas. En principio, nuestra vida entera consiste de sencillos ciclos de sensaciones. En principio, poco importa lo que nos proporcione placer pero no podemos vivir sin él. El reconocimiento y el honor únicamente nos proporcionan una sensación, ¡pero, el placer es tan importante para nosotros!

Nuestro estado depende siempre del humor y percepción del entorno, sin importar el estado en que se encuentra el mundo. Ninguna de nuestras sensaciones es producto de nuestra vida interior ni de la influencia del ambiente, pues provienen del Creador mismo porque cada emoción la constituye ya sea la presencia o la ausencia de la Luz.

Nosotros sentimos, ya sea a nosotros mismos o al Creador, o a los dos, dependiendo de nuestro estado moral. Mientras nos sentimos a nosotros mismos podemos creer que el Creador existe y que nos influye. El hecho que nos percibamos como criaturas independientes y hasta creamos que sólo nosotros existimos es el resultado de una disparidad espiritual con el Creador y de nuestra lejanía de Él.

La intención (Kavana) es lo más importante en cada acción que realiza una persona. Lo anterior se debe al hecho que dentro del mundo espiritual un pensamiento constituye una acción. De la misma manera, en el mundo corporal uno que corta a otra persona con un escalpelo con la intención de dañarlo es castigado, mientras que el que lo utiliza para una operación quirúrgica recibe una recompensa.

Si se aplicara una sentencia conforme a las leyes absolutas de los mundos espirituales, entonces una persona debería ser castigada espiritualmente por cada pensamiento maligno. De hecho, es exactamente lo que ocurre en la espiritualidad.

Nuestro humor y nuestra salud dependen igualmente de nuestras intenciones y no de nuestras dificultades o el tipo de nuestro trabajo, ni de nuestra situación financiera. Es necesario resaltar que nosotros controlamos únicamente nuestras acciones físicas, mientras que el cambio de nuestros sentimientos sólo es posible a través del mundo espiritual.

Es la razón por la que la oración tiene una importancia capital; ella constituye esencialmente cada súplica (aún las que se hacen sin palabras y que salen del corazón) a la Fuente de todo lo que existe, el Creador, para quien todos los seres creados son iguales y deseados.

 

Capítulo XIV

Preguntas más frecuentes

Pregunta: ¿Sobre qué trata la Cabalá?

Desde el inicio de los tiempos, la humanidad no ha cesado de buscar las respuestas a las preguntas más importantes de la existencia. ¿Quién soy yo? ¿Cuál es el propósito de mi vida? ¿Por qué razón existe este mundo y hay vida después de la muerte?

Cada persona intenta encontrar sus propias respuestas a estas preguntas en las fuentes de información a su disposición. Cada quien se forma una idea propia sobre el mundo, guiándose por el enfoque que le parece más confiable.

La cuestión del sentido de la vida viene a agregar un descontento general a nuestro sufrimiento cotidiano: ¿Cuál es la razón de mis sufrimientos? Esta pregunta no nos deja sentir satisfacción aunque alguno de nuestros deseos cotidianos haya quedado temporalmente satisfecho.

Aún cuando logremos alcanzar nuestra meta, rápidamente nos sentimos insatisfechos. Al mirar hacia atrás, nos damos cuenta que hemos pasado mucho tiempo persiguiendo el objeto deseado, pero hemos recibido muy poco placer a cambio.

Al no encontrar respuesta alguna a sus interrogantes, los hombres han vuelto los ojos hacia las creencias antiguas. Las meditaciones, los ejercicios físicos y psicológicos contribuyen a sentirnos más cómodos, pero todo se reduce a intentar olvidarnos de nosotros mismos, puesto que los deseos permanecen insatisfechos y el sentido de nuestra vida continúa siendo un misterio. Todos estos métodos nos tranquilizan, no porque nos aporten una respuesta a nuestras preguntas sobre el propósito de la existencia y el sufrimiento, sino porque nos ayudan inhibiendo nuestras exigencias.

Sin embargo, descubrimos muy rápidamente que no se puede ignorar la verdad. La humanidad sin descanso busca la razón lógica de su existencia y ha estudiado las leyes de la naturaleza durante miles de años.

Los científicos modernos se dan cuenta que entre más progresan en sus investigaciones, la imagen del mundo es cada más difusa e intrincada. Las publicaciones científicas parecen tratados de misticismo y ciencia ficción pero fracasan al dar una respuesta a la interrogante sobre el significado de la vida.

La ciencia de la Cabalá nos propone su método propio de investigación del mundo. La sabiduría nos ayuda a desarrollar nuestra capacidad de experimentar la parte oculta del universo. Los cabalistas nos hablan de una técnica basada sobre la experiencia personal. En sus libros nos enseñan el método para explorar el universo y nos revelan como recibir la respuesta sobre el sentido de la vida.

Pregunta: ¿Por qué a la Cabalá se le llama una ciencia secreta ?

La Cabalá es la ciencia más cercana al hombre ya que habla del propósito de su vida, el motivo de su nacimiento y por qué vive en este mundo. La Cabalá explica el sentido de la vida, de dónde venimos y hacia dónde nos dirigimos una vez que nuestra vida se termine en esta tierra

Los cabalistas reciben las respuestas a estas preguntas durante su vida en este mundo. Es estudio de la Cabalá nos aporta el conocimiento de los mundos espirituales y al mismo tiempo desarrolla un sexto órgano sensorial suplementario que percibe la realidad que nos rodea. Mediante este sentido la persona experimenta la parte oculta del universo.

Esta parte normalmente oculta del universo a la que podemos acceder, nos da las respuestas al conjunto de preguntas que nos planteamos. Nada es más importante ni más cercano a nosotros que este conocimiento pues nos enseña sobre nosotros mismos, sobre el mundo en el que vivimos y nuestro destino.

Todo lo que aprendemos sobre nosotros mismos y sobre el mundo lo descubrimos nosotros mismos y dentro de nosotros mismos. Todo ocurre mientras que todos nuestros sentimientos y este conocimiento que se acumula están ocultos a los ojos de los demás. Es por este motivo que la Cabalá se llama "la ciencia oculta".

Pregunta: ¿Qué es un cabalista?

Exteriormente, un cabalista es una persona como todos los demás. No tiene porque ser un sabio o un erudito. No hay nada insólito en su apariencia externa. Son personas comunes y corrientes que debido al estudio de la Cabalá adquieren un sexto sentido suplementario, una sensación de la parte oculta del mundo. Permanece encubierta para las gentes comunes y corrientes que se refieren a esta parte oculta como "el mundo espiritual". Un cabalista puede percibir el universo entero con su recién adquirido sentido, pudiendo percibir tanto nuestro mundo y el espiritual como una realidad tan tangible como la realidad de todos los días.

Los cabalistas sienten el Mundo Superior y logran llegar hasta él. Se le llama "El Mundo Superior" porque existe más allá de nuestra percepción ordinaria. Los cabalistas observan que todo desciende del Mundo Superior y aparece en el nuestro. Ven todas las causas y efectos pues existen simultáneamente en el Mundo Superior y en nuestro mundo.

Una persona normal percibe tan sólo un fragmento del universo que nos rodea y este fragmento es lo que llamamos "nuestro mundo." Un cabalista percibe la dimensión entera del universo.

Los cabalistas transmiten sus conocimientos en libros que han redactado utilizando un lenguaje particular. Por lo tanto, estos libros sólo pueden estudiarse bajo la dirección de un cabalista y siguiendo un método especial. En tal caso, estos libros se convierten en una herramienta que permite el acceso a la realidad verdadera.

Pregunta: ¿Por qué es importante estudiar la Cabalá?

Todas las personas tienen la oportunidad de desarrollar el sexto sentido. Los cabalistas redactaron sus libros mientras percibían y estaban bajo la influencia directa de los mundos espirituales. Al leer estos libros, el lector atrae hacia él o ella "la Luz Circundante" aún sin comprender todo lo que está escrito en ellos.

Durante el estudio, atraemos esta luz hacia nosotros y ella nos revela progresivamente la imagen entera de la realidad. Este sexto sentido espiritual con el que percibimos el universo en su totalidad está adormecido en cada uno de nosotros. Lo llamamos "el punto en el corazón". Únicamente la Luz Circundante lo puede llenar. Esta Luz toma el nombre de "Circundante" pues rodea al sexto sentido mientras no lo pueda llenar.

Este punto, el embrión del sexto sentido se "dilata" y adquiere un "volumen" suficiente para permitir la entrada de la Luz Circundante. La entrada de la Luz en el punto en el corazón crea en el estudiante la primera sensación de lo Espiritual, lo Divino, el Más Allá. Cuando la Luz entra en el punto, percibimos una imagen más amplia y clara del Mundo Superior y observamos nuestro pasado y futuro.

En el punto 155 de la Introducción al estudio de las Diez Sefirot está escrito:

"¿Por qué los cabalistas obligan a todas las personas a estudiar la Cabalá? Porque aunque las personas que estudian la Cabalá no comprendan lo que estudian, con su deseo de comprender despiertan en sí la Luz que rodea sus almas. Esto significa que a todas las personas se les garantiza que alcanzarán todo lo que el Creador preparó en el Pensamiento de la Creación. Aquel que no lo logre en esta vida, lo hará en alguna de sus vidas futuras. Mientras una persona no tenga la facultad de recibir esta Luz dentro de sí, ella continuará brillando en el exterior esperando que la persona cree un sentido para percibirla."

Cuando estudiamos Cabalá, la Luz Circundante instantáneamente brilla en nosotros sin revestirse en nuestra alma ya que el sexto sentido aún no se ha desarrollado. Sin embargo, la luz que recibimos cada vez que estudiamos, nos purifica y nos transforma para que podamos recibirla. La recepción de la Luz nos aporta el conocimiento absoluto, la serenidad y una sensación de inmortalidad.

Pregunta: ¿Cómo se transmite la información cabalista?

Los cabalistas transmitieron su conocimiento del Mundo Superior tanto oralmente como por escrito. En un principio apareció en Mesopotamia en el Siglo XVIII antes de nuestra era. El conocimiento acumulado fue explicado en El libro de la Creación (Sefer Yetzira) atribuido a Abraham. Este libro se encuentra disponible en las librerías.

En cada generación, los cabalistas han escrito sus libros para las almas de esa generación en particular. Se han utilizado varios lenguajes en el transcurso de los siglos pues el alma humana se desarrolla gradualmente. De generación en generación las almas cada vez más impuras regresan a este mundo con la experiencia de sus vidas pasadas. Ellas traen una carga suplementaria de sufrimiento, pero también contribuyen con su "equipaje" espiritual. Si bien esta información está oculta a los ojos del hombre, existe en el punto en el corazón.

En consecuencia, para comprender la Cabalá, cada generación necesita de un lenguaje propio adaptado a las almas que descienden. El desarrollo de la humanidad es un descenso de las almas a este mundo. A medida que descienden en nuestro mundo y se manifiestan en cuerpos nuevos en cada generación, las mismas almas se desarrollan, toman consciencia de la necesidad de avanzar espiritualmente y alcanzar el conocimiento divino, la eternidad y la perfección.

Pregunta: ¿Cuánto tiempo es necesario para empezar a experimentar el mundo espiritual?

En la Introducción al Estudio de las Diez Sefirot está escrito que una persona que estudia a partir de fuentes verdaderas, puede en tres o cinco años acceder al mundo espiritual. Lo anterior significa que si estudiamos con la intención correcta, vamos a atravesar la barrera que separa este mundo del mundo espiritual y alcanzaremos la Luz Superior.

Sobre Bnei Baruj

Bnei Baruj es una asociación con fines no lucrativos dedicada a la enseñanza y la difusión de la sabiduría de la Cabalá, con el fin de acelerar el acceso de la humanidad a la espiritualidad.

La historia y las fuentes

En 1991, después del deceso de su maestro, el Rav Baruj Shalom Ashlag (1907-1991), el Rav doctor Michael Laitman fundó el Instituto Bnei Baruch de Investigación y de Educación de la Cabalá. Bnei Baruch recibe a personas de todas las edades y costumbres y los invita a descubrir la Cabalá.

El Rav Baruj Ashlag prosiguió el camino trazado por su padre el Rav Yehuda Ashlag (1884 - 1954). El Rav
Yehuda Ashlag, a quien también se le conoce como Baal HaSulam es uno de los más grandes cabalistas del Sigo XX. Él es el autor de un comentario de 18 volúmenes del libro del Zohar, así como de numerosas obras sobre el tema de la Cabalá. Bnei Baruj funda el método de estudio y de enseñanza principalmente en estos dos notables guías espirituales.

El método de enseñanza

El método de enseñanza que creó Rabash y Baal HaSulam está basado en las obras de Cabalá auténticas tradicionales. El libro del Zohar, los escritos del Ari, el Talmud Esser HaSefirot y las obras escritas por Baal HaSulam.

El mensaje principal

Bnei Baruj cuenta con miles de estudiantes en Israel, en Europa y a través de todo el mundo que se dedican al estudio de la Cabalá. Cada uno elige el marco que le conviene en función de sus capacidades personales. En estos últimos años, Bnei Baruj se ha desarrollado como un cuerpo docente dinámico, ofreciendo a su audiencia las fuentes de Cabalá en un lenguaje claro.

El mensaje principal difundido por Bnei Baruj es la importancia del amor al prójimo como valor esencial para la existencia de la humanidad. Los cabalistas de todas las generaciones han siempre enseñado que el amor por los demás es la máxima condición para la realización del hombre. La Cabalá es un método que les proporciona a los individuos las herramientas necesarias para entrar en el camino del descubrimiento de sí mismo y la elevación espiritual.

El Rav Yehuda Ashlag (Baal HaSulam) ha legado un método de estudio para nuestra generación que permite a los individuos progresar interiormente. El cabalista es así un investigador que estudia su propia naturaleza gracias a este método.

A propósito de Baal HaSulam

El Rav Yehuda Ashlag es mejor conocido con el nombre de Baal HaSulam (el Maestro de la Escalera) por su comentario Sulam (la Escalera) al Libro del Zohar. Baal HaSulam consagró su vida entera a interpretar la sabiduría de la Cabalá innovándola y difundiéndola en su nación. Desarrolló un método único para enseñar la Cabalá, permitiendo a cada uno estudiar la realidad en que vivimos, sus raíces y conocer nuestro objetivo supremo.

Baal HaSulam nació en Polonia. A los 19 años, fue ordenado Rabino por los rabinos más importantes de Varsovia y durante 16 años, ofició en calidad de juez de asuntos religiosos y como profesor. Su profesor fue el Rabino Yéoshoua de Poursov. En 1921 emigró a Israel donde rápidamente se convirtió en una autoridad en la sabiduría de la Cabalá. Poco a poco, un grupo de estudiantes se formó alrededor de él y poco después se fue a instalar a Guivat Shaul en donde fue Rabino por muchos años.

Escribió los comentarios Panim Meirot y Panim Masbirot sobre el Árbol de la Vida del Ari que se publicó en 1927. Paralelamente, sostuvo una correspondencia muy importante con sus estudiantes que fue publicada un poco más adelante con el título de Pri Jajam (El fruto de un sabio). En 1933, publicó los tratados de Matan Torah (El don de la Torá), Arvut (La garantía mutua) y HaShalom (La Paz).

Sus dos obras más importantes, fruto de largos años de trabajo, son el Talmud Eser Sefirot (El estudio de las Diez Sefirot) basado en los escritos de Ari y el Sulam (la Escalera), el comentario al Libro del Zohar. La publicación de dieciséis partes del Talmud Eser Sefirot se inició en 1937. En 1940 se publicó el libro Beit Shaar HaKavanot (El portal de las intenciones), que contiene comentarios sobre escritos selectos del Ari. El comentario Sulam al Libro del Zohar fue publicado en dieciocho volúmenes entre 1945 y 1953. Más adelante Baal HaSulam escribió tres volúmenes suplementarios en los que comenta El Nuevo Zohar. La publicación de su último comentario se terminó después de su deceso en 1955

A propósito del Rav doctor Michael Laitman

El Rav Laitman estudia Cabalá desde hace más de treinta años. Ha publicado más de 25 libros de Cabalá y numerosos artículos relativos a la Cabalá y a la ciencia. El Rav Laitman tiene un doctorado en filosofía y Cabalá del Instituto de Filosofía de Moscú en la Academia de Ciencias Rusas y una maestría en biocibernética en la Universidad Politécnica de San Petersburgo.

Además de ser un científico y un investigador, el Rav Laitman fue estudiante y asistente personal del Rav Baruj Ashlag, el hijo de Baal HaSulam (autor del comentario al Libro del Zohar) y sigue los pasos de su maestro trabajando en la enseñanza y la difusión de la sabiduría de la Cabalá.

Bnei Baruj transmite diariamente sus cursos de Cabalá y otros programas en varias cadenas en el mundo entero. Las lecciones audiovisuales que se transmiten en directo cada día por Internet se traducen simultáneamente del hebreo al inglés, ruso, español, alemán, turco y francés. La asociación ha construido y sostiene un sitio de Internet sobre la Cabalá traducido a 24 idiomas y ofrece archivos completos de los textos y los medios cuyo acceso es totalmente gratuito.

Referencias


1. Deuteronomio XX: 15
2. Midrash Bereshit Raba
3. Shabbat XXI
4. Deuteronomio XIX
5. Tossafot, Tratado Kidoushin
6. El Libro del Zohar, Sulam (significa escalera en español)
7. Tratado de los Padres, I : 6
8. Salmos XXIV : 9
9. Deuteronomio XX : 15
10. Tratado de los Padres VI : 4
11. Deuteronomio XIX : 14
12. Midrash Raba Bereshit
 

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