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444. ¿Cuál es la substancia de la difamación y contra quién está dirigida?

 

¿Cuál es la substancia de la difamación y contra quién está dirigida?

Artículo Nº 10, 1986-87




Está escrito en El Zóhar (Metzorá, pág. 2; Comentario Sulam, Artículo 4): “Ven y ve, con la calumnia que la serpiente le dijo a la mujer, provocó que la mujer y Adán fueran sentenciados a muerte, ellos y el mundo entero. Está escrito acerca de la difamación: ‘Y su lengua, una espada afilada’. Por esta razón, ‘Cuídate de la espada’, es decir, de la difamación. “La ira atrae el castigo de la espada”. ¿A qué se refiere ‘La ira atrae el castigo de la espada’? Es la espada del Creador, como aprendimos sobre que el Creador tiene una espada con la cual juzga a los malvados. Acerca de esto, está escrito: ‘El Señor tiene una espada llena de sangre”: “Y Mi espada devorará carne”, lo cual es Maljut del lado de Din ( juicio) en ella. Por lo tanto: ‘Cuídate de la espada, pues la ira trae los castigos de la espada, para que sepas que existe el juicio’. “Escribe, Din, pero quiere decir: ‘Para que sepas que así es como se juzga’, que cualquiera con una espada en su lengua, que difama, la espada que lo consume todo está lista para él, la Maljut con la forma del Din en ella. Acerca de esto, está escrito: ‘Esta será la ley del leproso’. Maljut, que se denomina ‘Esta’, sentencia al leproso porque ha difamado, pues las lesiones provienen de la difamación”. Hasta aquí sus palabras. Es necesario entender este asunto, pues El Zóhar dice que cualquiera que tiene una espada en su lengua, es decir, que difama, la espada que lo consume todo está lista para él, que es la Maljut con la forma del Din en ella. Y lo aprendemos de lo que está escrito acerca de la serpiente, que difamó ante la mujer. Sin embargo, allí la difamación era acerca del Creador; ¿cómo constituye esto una prueba entre una persona y su amigo, que sea a la vez, tan grave para provocar la muerte, -como lo explica en el verso: “Y su lengua, una espada afilada”-, acerca de la difamación entre un hombre y su amigo? En otras palabras, existe la misma medida de severidad de la iniquidad de la difamación entre una persona y su amigo como la hay entre una persona y el Creador. ¿Es posible que uno que difama en contra de su amigo sea similar a uno que difama en contra el Creador? Cuando difama al Creador, podemos entender que cause la muerte, ya que al difamar al Creador se separa del Creador.

Por esta razón, al estar separado de la Vida de Vidas, se considera que está muerto. Pero, ¿por qué causaría la muerte cuando se refiere a la difamación entre una persona y su amigo? El Zóhar dice que las transgresiones vienen de la difamación. Nuestros sabios dijeron (Arajin 15b): “En el Oeste dicen: Hablar de un tercero mata a tres: mata al que habla, al que recibe, y a aquel de quien se dice”. RaShI interpreta “Hablar de un tercero”, como una lengua chismosa, que es la tercera entre una persona y su amigo, revelándole un secreto. También ahí, Rabí Yojanán, en nombre de Rabí Yosi Ben Zimra: “Cualquiera que difama, es como si cometiese la mayor herejía”. Y Rav Jasda dijo: “El señor Ukva dijo: ‘Cualquiera que difama, el Creador dice: ‘Él y yo no podemos habitar en el mundo’”. También debemos entender la severidad de la prohibición de difamar, hasta el punto que es como si uno hubiera cometido la mayor herejía, o conforme a lo que el señor Ukva dice que el Creador dice: “Él y yo no podemos morar en el mundo”. Significa que si decimos, por ejemplo, que si Reubén difamó ante Shimon, acerca de que Leví hizo algo mal, ya con eso “el Creador no puede habitar en el mundo”, debido a la difamación que cometió Reubén, al hablar mal de Leví. Pero con otros pecados que Reubén pudo haber cometido, el Creador puede habitar con él en el mundo. Por lo tanto, este es un asunto muy grave.

Entonces debemos entender qué es la difamación y que la hace ser tan mala. Lo interpretaremos en referencia al trabajo. En el libro La Entrega de la Torá, él explica la gran importancia del precepto : “ama a tu prójimo como a ti mismo”. “Rabí Akiva dice, ‘Esta es la gran regla de la Torá’. Esta aseveración de nuestros sabios exige una explicación. La palabra Klal (colectivo, regla, ley) indica una suma de detalles que, al ponerlos juntos, forma el colectivo anterior. Por tanto, cuando él dice sobre el precepto: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo’, sobre que esa es un gran Klal en la Torá, debemos entender que el resto de los 612 preceptos en la Torá, con todas sus interpretaciones son, ni más ni menos la suma de los detalles insertados y contenidos en ese único precepto, ‘ama a tu prójimo como a ti mismo’. “Esto es bastante confuso, porque puedes decir esto en relación a las Mitzvot (preceptos) entre la persona y su amigo, pero, ¿cómo puede esa sola Mitzvá (precepto) contener y sustentar todas las Mitzvot entre el hombre y Dios, que son la esencia y la vasta mayoría de las leyes de la Torá?”  También escribe ahí: “Acerca de un converso que vino ante Hilel (Shabat 31) y le dijo: ‘Enséñame la Torá completa mientras me sostengo sobre una pierna’. Y él respondió: ‘Lo que odias, no se lo hagas a tu amigo’ (la traducción en arameo de ‘ama a tu prójimo como a ti mismo’), y el resto, es su comentario; ve a estudiar’. “Aquí, ante nosotros, hay una ley clara, que en los 612 preceptos y en todos los escritos en la Torá no hay nada que se prefiera por encima del precepto, ama a tu prójimo como a ti mismo. Ya que él dice específicamente, ‘el resto es su comentario; ve a estudiar’. Significa que el resto de la Torá son interpretaciones de ese único precepto, ama a tu prójimo como a ti mismo, no podría ser completado si no fuera por estasinterpretaciones”.

Debemos entender por qué cuando el converso le dijo en la lengua sagrada (el hebreo): “Enséñame la Torá completa mientras me sostengo sobre una pierna”, Hilel no le respondió en la lengua sagrada, sino en el lenguaje de traducción (el arameo) y le dijo: “Aquello que odies, no se lo hagas a tu amigo”. Debemos entender que en la Torá está escrito: “ama a tu prójimo como a ti mismo”, que es una Mitzvá afirmativa o “hacer”, pero Hilel habló en términos negativos o “no hacer”, ya que dijo: “Aquello que odies, no se lo hagas a tu amigo”, que es una frase negativa. En el libro La Entrega de la Torá, él explica la grandeza e importancia de la regla: “ama a tu prójimo como a ti mismo”, ya que el propósito de la creación es hacer el bien a Sus creaciones, y que los creados sientan el deleite y placer sin ninguna carencia. Hay una regla que dice que toda rama desea parecerse a su raíz. Y como nuestra raíz es el Creador, quien creó a todas los creados, Él no tiene carencia o necesidad de recibir nada. Por lo tanto, cuando los creados reciben de alguien, también se sienten avergonzados de sus benefactores. Por tanto, para que los creados no se sientan avergonzadas mientras reciben deleite y placer del Creador, se estableció el asunto del Tzimtzum (restricción) en los mundos superiores. Esto provoca que la abundancia superior esté oculta a nosotros, por lo que no sentimos el bien que Él ha ocultado, en la Torá y las Mitzvot que el Creador nos ha entregado. Y a pesar de que estamos hechos para creer que los placeres corporales que vemos ante nosotros, y de los que el mundo entero siente su virtud y beneficio –es decir, todas los creados en este mundo persiguen devotamente placeres para obtenerlos− y, aun así, no hay sino una diminuta Luz en ellos, una iluminación muy pequeña comparada a la  que se puede obtener al observar la Torá y las Mitzvot. Se escribe sobre ello en El Zóhar que la Kdushá (santidad) sostiene a las Klipot (cáscaras). Significa que si la Kdushá no le diera alimento a las Klipot, estas no serían capaces de existir. Y hay una razón por la cual las Klipot deben existir ya que, al final, todo será corregido y entrará en la Kdushá. Esto le fue entregado a los creados para que lo corrijan, porque al estar bajo la influencia del tiempo, puede haber dos cuestiones dentro del mismo tema, aunque se encuentren opuestos el uno al otro. Sobre ello está escrito (Introducción al Libro del Zóhar, Artículo 25): “Por esta razón, existen dos sistemas, la ‘Kdushá’, y ‘ABYA impuros’, que son opuestos el uno al otro. Por lo tanto, ¿cómo puede la Kdushá corregirlos?” Esto no es así con el hombre, que ha sido creado en este mundo. Como existe una cuestión de tiempo, estos (los dos sistemas) se encuentran en una persona, pero sólo uno a la vez. Y entonces hay una manera de que la Kdushá corrija la impureza. Es así porque hasta los trece años, una persona alcanza la voluntad de recibir que está en el sistema de impureza.

Más adelante, a través de involucrarse en la Torá, comienza a obtener Néfesh de Kdushá y entonces es sustentado por el sistema de los mundos de la Kdushá. Aun así, toda la abundancia que tienen las Klipot, las cuales reciben de la Kdushá, no es sino una Luz diminuta que cayó debido al rompimiento de las vasijas, y a través del pecado del árbol del conocimiento, por el que se crearon los ABYA impuros. Y, aun así, debemos creer, imaginar y observar cómo todos los creados persiguen esa diminuta Luz con todas sus fuerzas, y ninguno dice: “Me conformo con lo que he adquirido”. Por el contrario, cada uno siempre desea añadir a lo que tiene, como nuestros sabios dijeron: “El que tiene cien, desea doscientos”. Y la razón es que no había perfección en ellos, ya que no había desde un principio perfección en ellos. Pero en la espiritualidad, la Luz Superior está vestida en todo lo espiritual. Entonces, cuando una persona alcanza alguna iluminación de espiritualidad, no puede decir si es en un grado pequeño o grande, ya que en lo espiritual, incluso el grado de Néfesh de Néfesh, que es una parte de la Kdushá −y, como el resto de la Kdushá, es perfección− hay integridad incluso en cada parte de esta. Esto es así porque los discernimientos de “grande” o “pequeño” en la Luz superior lo son de acuerdo al valor del receptor. En otras palabras, depende del nivel al que el receptor es capaz de obtener la grandeza e importancia de  la Luz. Pero no hay cambio en la propia Luz en absoluto, como está escrito: “Yo, el Señor (HaVaYaH) no cambio” (como se explica en el Prefacio a la Sabiduría de la Cabalá, Artículo 63). En consecuencia, surge allí una pregunta: “¿Por qué el mundo entero persigue esa diminuta Luz que brilla en los placeres corporales, mientras que para los placeres espirituales, que contienen la mayoría del deleite y placer, no vemos a nadie desear hacer esfuerzos tan grandes como los hacen por la corporalidad?” Sin embargo, los placeres corporales están en los ABYA impuros. De manera deliberada, no hubo restricción ni ocultación en esto, o el mundo no habría existido, ya que es imposible vivir sin placer. Además, se extiende desde el propósito de la creación, que es hacer bien a Sus creaciones. Por lo tanto, sin placer no hay existencia en el mundo. Resulta que los placeres debían serles develados. Esto no es así con los añadidos es decir, con recibir deleite y placer por algo más que sustentar el cuerpo, que es el verdadero placer. Por ello hubo restricción y ocultación, para que ellos no vieran la Luz de vida que está revestida en la Torá y Mitzvot, antes de que una persona pudiera acostumbrarse a trabajar para otorgar, lo que se llama “equivalencia de forma”. Esto es así porque si la luz que está revestida en la Torá y las Mitzvot estuviera revelada, no habría lugar para la elección.

En otras palabras, donde la Luz es revelada, el placer que uno sentiría al observar la Torá y las Mitzvot sería en la forma de recibir para uno mismo. Por consiguiente, no podría decir que está observando la Torá y las Mitzvot por orden del Creador, sino que, más bien, habría observado la Torá y las Mitzvot por el placer que siente en ellas. Mientras una persona siente placer en alguna trasgresión, puede calcular que ese placer es sólo una diminuta Luz, comparado con el verdadero gusto que hay en la Torá y las Mitzvot. Y cuán difícil es superar el deseo; y cuanto más grande es el deseo, más difícil es soportar la prueba. Resulta que mientras se revela la inmensidad del placer en la Torá y las Mitzvot, una persona no puede decir: “Estoy haciendo esta Mitzvá porque es la voluntad del Creador”, es decir, que quiere otorgar al Creador al observar Sus Mitzvot. Después de todo, sin el mandato del Creador, aun observaría la Torá y las Mitzvot por amor propio, y no porque quiera otorgarle al Creador. Esta es la razón por la que se establece la restricción y la ocultación sobre la Torá y las Mitzvot. Y por esta razón el mundo entero persigue placeres corporales, en tanto que no tiene energía para los placeres en la Los Escritos Sociales 157 Torá y las Mitzvot, porque el placer no se revela por la razón antes mencionada. Se deduce, por lo tanto, que con respecto a la fe, debemos asumir la importancia que hay en la Torá y las Mitzvot y, en general, creer en el Creador, y en que Él vigila a sus creados. Significa que la persona no puede decir que no está observando la Torá y las Mitzvot porque no siente la supervisión del Creador, en la que Él otorga abundancia a los creados, ya que aquí también debe creer, incluso si no lo siente. Esto es así porque si él sintiera que Su supervisión es benevolente, ya no sería una cuestión de fe. Pero, ¿por qué el Creador lo hizo de manera que Le sirviéramos con fe? ¿No hubiera sido mejor si pudiéramos servir en un estado de conocimiento? La respuesta es, como Baal HaSulam dijo, que la persona no debe pensar que el hecho de que el Creador quiere que le sirvamos con fe, es porque Él no puede iluminar sobre nosotros bajo la forma del conocimiento. Por el contrario, el Creador sabe que la fe es la mejor forma para que lleguemos a la meta, que se llama “Adhesión con el Creador”, que es la equivalencia de forma. Mediante eso, tendremos el poder de recibir el bien, y a la vez, sin “el pan de la vergüenza”, es decir, sin vergüenza. Esto es así porque la única razón por la que quiere recibir deleite y placer del Creador, es porque sabe que el Creador obtendrá placer de ello, y como desea otorgar al Creador, desea recibir deleite y placer de Él. Así, vemos que el principal trabajo que debemos hacer, es lograr el propósito para el que el mundo fue creado −que es hacer el bien a Sus creaciones− y es prepararnos para adquirir vasijas de otorgamiento. Esta es la corrección para hacer que el obsequio del Rey sea completo, de manera que no sientan vergüenza en la recepción de los placeres. Y todo el mal en nosotros, nos aleja del bien que estamos destinados a recibir. Se nos entregó el remedio de la Torá y las Mitzvot para adquirir esos Kelim. Este es el significado de lo que nuestros sabios dijeron en (Kidushin, 30) que el Creador dice: ‘Creé la inclinación al mal, le creé la Torá como condimento’, mediante la cual perderá todas las chispas de amor propio dentro de él y será recompensado con que su deseo sea sólo para otorgar satisfacción a su Hacedor. En el ensayo La Entrega de la Torá (Artículo 13) él dice: “Hay dos partes en la Torá: 1) Mitzvot entre la persona y Dios, y 2) Mitzvot entre una persona y su amigo. Y ambos aspiran a lo mismo: llevar al creado a la meta final de Adhesión con Él”.  Además, incluso la parte práctica de ambas partes es realmente la misma, para aquellos que observan la Torá y las Mitzvot en Lishmá, no hay diferencia entre las dos partes de la Torá, incluso en la parte práctica. Esto es porque antes de lograrlo, uno está obligado a sentir cualquier acto de otorgamiento −ya sea hacia otra persona o hacia el Creador− como un vacío incomprensible. Como es este el caso, es razonable pensar que la parte de la Torá que trata de la relación del hombre con su amigo, tenga mayor capacidad de acercarle a uno a la meta deseada. Esto es porque el trabajo en Mitzvot entre la persona y Dios es fijo y específico, y no hay quién lo exija, y uno llega a acostumbrarse fácilmente, y todo lo que se hace por hábito ya no le es útil. Pero las Mitzvot entre las personas son cambiantes e irregulares, y las exigencias le rodean dondequiera que mire. Entonces, su poder para curar es mucho más cierto y su objetivo es más cercano”. Ahora entendemos por qué Rabí Akiva dijo sobre el verso: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, que es “la gran regla de la Torá”. Es porque lo importante es ser merecedor de Adhesión con el Creador, lo que se llama “una vasija de otorgamiento”, es decir, equivalencia de forma. Y por ello fue entregado el remedio de la Torá y las Mitzvot, para que a través de este seamos capaces de salir del amor propio y llegar al amor a los demás, ya que la fase uno es el amor entre una persona y su amigo, y luego podemos lograr el amor al Creador. Ahora podemos entender lo que preguntamos antes, por qué cuando el converso vino a Hilel y le dijo: “Enséñame la Torá completa mientras me sostengo sobre una pierna”, Hilel no le respondió en el lenguaje sagrado (hebreo), tal como fue consultado, “Enséñame la Torá completa mientras me sostengo sobre una pierna”, sino que le respondió en el lenguaje de la traducción (arameo): “Lo que odies, no se lo hagas a tu amigo” (la traducción de “ama a tu prójimo como a ti mismo”). Y hay aun más que entender, pues en la Torá está escrito, “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, que es una Mitzvá afirmativa (precepto de llevar a cabo alguna acción), mientras que él le respondió al converso en una lengua negativa: “No hagas”, ya que le dijo: “Lo que odies, no se lo hagas a tu amigo”. Según lo que él explica sobre la importancia de la Mitzvá: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, en su explicación de las palabras de Rabí Akiva, que dijo que “Ama a tu prójimo como a ti mismo” es la gran regla de la Torá, que específicamente esta Mitzvá tiene el poder de traerle a uno el  remedio para llegar al amor por el Creador. Y, por esta razón, cuando el converso vino a Hilel y le dijo: “enséñame la Torá completa mientras me sostengo sobre una pierna”, él deseaba decirle la regla: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, como está escrito en la Torá. Sin embargo, él deseaba explicarle acerca de la grave transgresión llamada “difamación”, que es incluso más dura que la Mitzvá: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Porque la Mitzvá “Ama a tu prójimo como a ti mismo” le da a uno el poder de superar y salir del amor propio, mediante lo cual sale del amor propio y puede lograr el amor por el Creador.

Por lo tanto, si él no se ocupa de la Mitzvá “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, está en un estado de “siéntate y no hagas nada” y no progresa en salir del dominio del amor propio, pero tampoco retrocede. En otras palabras, aunque no dio amor a los demás, tampoco retrocedió y no hizo nada para evocar el odio hacia los otros. Pero si en cambio, difama a su amigo, al hacer eso, retrocede. No solo no se esfuerza en el amor por los demás, sino que incluso hace lo opuesto −se esfuerza en las acciones que causan odio al prójimo, al difamar a su amigo. Naturalmente, uno no difama a la persona que ama, porque eso separa los corazones. Por lo tanto, no deseamos difamar en contra de aquel a quien amamos, para no echar a perder el amor entre nosotros, ya que la difamación genera odio. Resulta, por tanto, que la gravedad de la transgresión de la difamación es que el amor al prójimo produce amor al Creador. Pero el odio al prójimo produce odio al Creador, y no hay nada peor en el mundo que aquello que produce odio al Creador. Pero cuando una persona peca con otras trasgresiones y no puede superar su voluntad de recibir porque está inmersa en el amor propio, esto aun no le hace odiar al Creador.

Por eso está escrito acerca del resto de las trasgresiones: “Yo soy el Señor, que habita con ellos en medio de su impureza”. Pero con respecto a la difamación, con esta acción se convierte en aquel que odia al Creador, que es lo opuesto al acto del amor por los demás. Ahora podemos entender las palabras de Rabí Yojanán en el nombre de Rabí Yosi Ben Zimra: “Cualquiera que difama, es como si cometiese la mayor herejía”. ¿Acaso la difamación le hace a uno cometer la mayor herejía? Sin embargo, como le provoca odiar al Creador, está cometiendo herejía contra lo esencial que es el propósito de la Creación, el cual es hacer el bien. Y vemos que alguien que hace bien a otro y le da cada vez más placer y deleite, ciertamente le ama.

Pero cuando una persona  difama, esto le conduce a odiar al Creador. Por lo tanto, esta persona niega el mismo propósito de la creación, que es hacer el bien. Ahora también podemos entender lo que preguntamos sobre lo que Rav Jasda dijo en nombre del señor Ukva: “Cualquiera que difama, el Creador dice: ‘Él y Yo no podemos morar en el mundo’”. ¿Es posible que la difamación pueda causar que el Creador no habite en el mundo con él? Como dijimos antes, el que difama se convierte en alguien que odia al Creador. Como en la corporalidad, una persona puede estar en una casa con muchas personas y aun así ser indiferente hacia si son buenas personas o no. Pero cuando ve al que le odia allí, de inmediato huye de ese sitio, porque no puede estar en una misma habitación con alguien que lo odia. De manera similar, decimos que si uno se convierte en alguien que odia al Creador, el Creador no puede morar con él en el mundo. Podríamos argumentar: “Pero uno que roba algo a su amigo, también provoca el odio en su amigo, pues cuando aquel que fue robado descubre que el otro le robó, verá que es él quien le odia” O podríamos decir que incluso si no llegara a saber quién le robó, el propio ladrón −en lugar de dedicarse al amor por los demás, se embarca en un acto opuesto, en el odio hacia los otros, con lo cual llega a encontrarse más inmerso en el amor propio. Y, aun así, no dicen que robar sea tan malo como difamar. También significa que hurtar no es tan grave como difamar. La respuesta debe ser que aquel que se ocupa de hurtar o robar no hurta o roba por odio. La razón es que siente amor por el dinero o por artefactos importantes y que por eso hurta o roba y no por odio, Dios no lo permita. Pero en cuanto a la difamación, no es por alguna pasión, sino sólo por odio.

Es como dijo Rish Lakish (Arajín 15): “Rish Lakish dijo: ‘¿Por qué está escrito: ‘Si la serpiente muerde sin susurrar, no hay ventaja para el de la lengua?’ En el futuro, todos los animales irán a la serpiente y le dirán: ‘El león caza y come; un lobo caza y come. Pero tú, ¿qué placer obtienes?’ Ella les dice: ‘¿Y cuál es la ventaja del de la lengua?’” RaShI interpreta: “‘Un león caza y come’, todo el que daña a las personas obtiene como resultado placer. El león caza y come. Él come de lo que está vivo. Y si un lobo caza, mata primero y luego come. Él obtiene placer, pero tú, ¿cuál es el placer que obtienes al morder a las personas? La serpiente respondió: ‘¿Y cuál es la ventaja del de la lengua? Uno que difama, ¿qué alegría siente? De manera similar, cuando muerdo, no obtengo ningún placer’”. Los Escritos Sociales 161 Con lo dicho antes, podemos ver que hay una diferencia entre dañar personas porque él obtiene placer, como el león y el lobo, que no tienen ningún deseo de dañar porque odien a las personas, sino por deseo, ya que obtienen placer de las personas. Así pues, la razón por la que dañan a otros es sólo por deseo. Esto no es así con la difamación. Uno no recibe ninguna recompensa por ello, sino que es un acto que causa el odio hacia las personas. Y conforme a la regla “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, que dice que del amor al hombre se llega al amor al Creador, se deduce que del odio a las personas uno llega al odio al Creador.

De igual forma, encontramos estas palabras (Brajot 17ª): “‘El temor del Señor es el comienzo de la sabiduría; tienen una buena comprensión todos aquellos que lo hacen’. No dijo ‘Que hacen’ sino ‘Que lo hacen’, aquellos que hacen Lishmá (en Su beneficio) y no aquellos que hacen Lo Lishmá (no en Su beneficio). Y cualquiera que hace Lo Lishmá, sería mejor para él que no hubiera nacido. En el Tosfot, pregunta: ‘Y si citaras a: ´Rav Yehudá dijo: ‘Rav dijo: ‘Uno debe siempre ocuparse en la Torá y las Mitzvot, hasta en Lo Lishmá, y de Lo Lishmá vendrá a Lishmá’”. Debemos decir: ‘Aquí estamos tratando con alguien que estudia solo para molestar5 a sus amigos, y allí trataba sobre alguien que estudia para ser respetado’”. Debemos entender la respuesta del Tosfot, cuando dice que debemos distinguir entre Lo Lishmá, para molestar, y Lo Lishmá, para ser respetado, es decir, para ser llamado “Rabí”, etc. Debemos entenderlo conforme a la regla que Rabí Akiva dijo: “ama a tu prójimo como a ti mismo es la gran regla de la Torá”.

Por lo que explica en el ensayo, La Entrega de la Torá, es porque a través de esta Mitzvá adquirirá el amor a los otros, y desde eso después llegará al amor al Creador. Por lo tanto, resulta que uno debe tratar de salir del amor propio, y entonces será capaz de ocuparse en la Torá y las Mitzvot Lishmá, es decir, para otorgar y no para su propio beneficio. Y esto se logra por observar la Torá y las Mitzvot. De esta forma, mientras no salga del amor propio, no puede ocuparse en Lishmá. Y a pesar de que esté comprometido con el amor propio, existe poder al observar la Torá y las Mitzvot con el fin de salir del amor propio y de ahí, posteriormente, llegar al amor por el Creador, en cuyo momento hará todo para otorgar. 5. O También burlarse con el fin de irritar  Alcanzar Lishmá es posible sólo cuando se dedica a la Torá y las Mitzvot para ser respetado. Es decir, está estudiando pero aun no puede trabajar en beneficio de los otros, ya que no ha adquirido la cualidad del amor por los demás. Entonces, el dedicarse a la Torá y las Mitzvot le ayudará a lograr la cualidad del amor a los demás. Pero cuando estudia para molestar, que es un acto opuesto al amor por los demás, pues observa la Torá y las Mitzvot debido al odio por los otros, lo cual es “con el fin de molestar”, ¿cómo pueden dos opuestos encontrarse en el mismo portador? Esto es, se dice que la Torá ayuda a lograr el amor por los demás cuando él lleva a cabo un acto de otorgamiento −aun cuando la intención es recibir un privilegio, la Torá también lo asiste con la intención de obtener el deseo de otorgar. Pero aquí él se dedica a lo diametralmente opuesto, a odiar a los demás. ¿Cómo puede eso originar el amor por los otros? Es como dijimos acerca de la distinción entre un ladrón o timador y un difamador. Los ladrones y timadores aman el dinero, el oro, y otros objetos importantes. No tienen ningún tema personal con el propio individuo.

En otras palabras, los ladrones y los timadores no piensan o consideran a la persona misma, sino que enfocan sus pensamientos en cómo pueden obtener más dinero fácilmente, y que la dificultad para que la policía los exponga como el ladrón o el timador sea mayor. Pero nunca piensan en la propia persona. Con la difamación, sin embargo, él no tiene en consideración el acto mismo cuando difama. Más bien, su única motivación es humillar a su amigo ante los ojos de las personas. Por lo tanto, su única motivación es el odio. Porque es una regla, que uno no difama contra aquel a quien ama. Por lo tanto, es específicamente la difamación lo que causa el odio a los demás, que, en consecuencia, conduce al odio al Creador. Por esta razón, la difamación es una transgresión muy grave, que realmente trae la destrucción al mundo. Ahora explicaremos la medida de la difamación −cómo y cuánto se considera difamación, si una palabra o frase que se dice sobre el amigo se considera como difamación. Encontramos esta medida en la respuesta de Hilel al converso: “Lo que odies, no se lo hagas a tu amigo”. Significa que cualquier palabra que quieras decir acerca de tus amigos, observa y considera si odiarías que se dijera esto de ti. En otras palabras, si tú no hallas ningún placer por esas palabras: “No se lo hagas a tu amigo”. Los Escritos Sociales 163 Por lo tanto, cuando uno desea decir algo acerca de su amigo, debe pensar inmediatamente: “¿Si se dijera esto de mí, odiaría esas palabras?” “No se lo hagas a tu amigo”, como Hilel dijo al converso. De aquí debemos aprender la medida de difamación que está prohibido decir. Y con lo dicho antes podemos entender por qué Hilel habló al converso en el lenguaje de traducción y no en la lengua sagrada (el hebreo), lo mismo que el converso, que le dijo (en hebreo): “Enséñame la Torá completa mientras me sostengo sobre una pierna”. En cambio, él habló en el idioma de traducción, es decir, que lo que le dijo fue: “Lo que odies, no se lo hagas a tu amigo” (en arameo), lo cual es la traducción de “ama a tu prójimo como a ti mismo”. Primero, debemos entender lo que el lenguaje de traducción implica para nosotros.

El ARÍ dijo (Talmud Eser Sfirot, Parte 15, pág. 1765): “‘Y el Señor Dios le provocó un sueño profundo’, es la traducción en Guematria (Tardemá [sueño] = Targum [traducción]), y es considerado Ajoraim (posterior)”. Significa que la lengua sagrada (hebreo) se llama Panim (anterior) y la traducción (arameo) se llama Ajoraim. Panim significa algo que ilumina o algo completo. Ajor (atrás) significa algo que no está iluminando o que es incompleto. En la lengua sagrada, que se llama Panim, escribe: “ama a tu prójimo como a ti mismo”, que es la perfección o integridad, ya que, a través del amor al prójimo, uno logra el amor al Creador, que es la meta en su totalidad, porque la persona debe lograr Adhesión, como está escrito: “Y apegarse a Él”. Pero de la traducción de “ama a tu prójimo como a ti mismo” que Hilel le dijo: “Lo que odies, no lo hagas a tu amigo”, debemos decir que se relaciona con la difamación, la cual forma parte de “no hacer” (o Mitzvot de “no hacer”), pues la difamación está prohibida porque trae el odio y, a partir de eso, uno puede llegar al odio al Creador. Sin embargo, esto aun no es considerado perfección porque al no difamar, uno aun no logra el amor por los otros, y del amor por los otros llegará a la perfección, llamada Adhesión con el Creador. Sin embargo, por eso la difamación es peor, porque no sólo no se ocupa del amor por los demás, sino que hace lo opuesto: se dedica al odio por los demás.

Por esta razón, cuando se enseña al colectivo a comenzar el trabajo, primero se les enseña a no arruinar y dañar a los demás. Esto se llama “No hacer”. De otra manera, estás dañando al colectivo al hacer cosas dañinas. Por eso Hilel sólo le dijo al converso que vino hasta él la traducción de “ama a tu prójimo como a ti mismo”:  1) Porque es más dañino cuando difamas, porque causas odio, que es lo opuesto al amor por los demás. 2) Porque es más fácil de cumplir, porque sólo se trata de “sentarse y no hacer”. Pero “Ama a tu amigo” es “Levántate y haz”, y la persona tiene que emprender acciones para cumplir con el amor por los amigos. Sin embargo, más adelante hay excepciones: las personas que desean ser siervas del Creador personalmente. A esas personas se le dice el asunto de “Ama a tu prójimo”, que es la regla que dijo Rabí Akiva, como se mencionó anteriormente, el amor por los otros puede llevarlo a lograr el amor al Creador. Esta es la meta principal −que uno tenga vasijas de otorgamiento y que en esas vasijas sea capaz de recibir el deleite y placer, que es el propósito de la creación, hacer el bien a Sus creados. Y de ahí surgen dos métodos en la educación: Enfocar el estudio en no difamar porque es la peor transgresión. Enfocar la educación en “Ama a tu prójimo”, ya que esto llevará a la persona al amor por los demás, y del amor por los demás llegará al amor por el Creador, y del amor al Creador podrá entonces recibir el propósito de la creación –hacer el bien a Sus creaciones. Esto es porque él tendrá ya las vasijas adecuadas para recibir la abundancia superior, ya que tendrá vasijas de otorgamiento, que ha obtenido mediante el amor por los demás. Y entonces no habrá lugar para la difamación.

Con respecto a la difamación, El Zóhar dice: que la difamación que dijo la serpiente a la mujer causó la muerte en el mundo. Y dice que la espada que lo consume todo está lista para cualquiera que tenga una espada en su lengua, es decir, para quien difama. Y El Zóhar concluye: “Como está escrito: ‘Esta será la ley del leproso’, porque las lesiones provienen de la difamación”. Resulta que él comenzó con muerte y terminó con lesiones, lo que significa que sólo las lesiones llegan y no la muerte. Ciertamente, hay explicaciones en el sentido literal. Pero, en el trabajo, debemos interpretar que las lesiones y la muerte son una y la misma cosa. En otras palabras, el propósito del trabajo es lograr Adhesión con el Creador, adherirse a la Vida de Vidas. Mediante eso, tendremos vasijas adecuadas para la recepción del deleite y del placer, que se encuentra en el propósito de la creación, el hacer bien a Sus creaciones. Y, a través de la difamación, él se convierte en alguien que odia al Creador, y no hay separación más grande que esa. Y ciertamente, por ello se separa de la Vida de Vidas. De esto se deduce que donde debió recibir deleite y placer del Creador, él recibe lo opuesto.

En otras palabras, en lugar de placer, se convierte en  lesión (en hebreo, Oneg “placer” y Néga “lesión” contienen las mismas letras). Este es el significado de que a través de la difamación vienen las lesiones en lugar de los placeres. Y también es el significado de “Los malvados, en sus vidas, son llamados ‘muertos’”, ya que están separados de la Vida de Vidas. Resulta que en el trabajo, tanto la muerte como las lesiones son la misma cosa. En otras palabras, si uno se adhiere a la Vida de Vidas, recibe la abundancia y placer de Él. Y si es al contrario y llega a separarse de Él, entonces se llena de lesiones, cuando debería estar lleno de placeres. Con lo dicho anteriormente, podemos interpretar lo que dijeron (Arajin 15): “En el Oeste dicen: Hablar de un tercero mata a tres: mata al que habla, al que recibe, y a aquel de quien se dice”. Conocemos las palabras de nuestros sabios: “La Torá, Israel, y el Creador son uno”. Significa, como está explicado en el libro Pri Jajam (El fruto del Sabio Parte Uno pág. 65), que Israel es aquel que desea adherirse al Creador. Él logra esto a través de los 613 Mitzvot de la Torá, momento en el que cual es recompensado con la Torá, que son los nombres del Creador. Y entonces todo se vuelve uno. Resulta que uno que difama causa la muerte de tres:

1) el que dice;

2) el que recibe;

3) aquel de quien se dice.

Los tres discernimientos deben hacerse entre una persona y su amigo. Sin embargo, entre una persona y el Creador también está el asunto de la difamación, como se menciona respecto a “La Torá, Israel, y el Creador son uno”. Cuando una persona viene y lee en la Torá, y ve todas esas cosas buenas que el Creador nos prometió al observar la Torá. Por ejemplo, está escrito: “Porque esta es tu vida”, y también está escrito: “Son más deseables que el oro, y que el oro más fino; también más dulce que la miel y que el goteo del panal”, y otros versos semejantes. Si una persona no es merecedora y no lo siente, esto se llama “difamar al Creador”. De esto resulta que aquí se deben hacer tres discernimientos:

1) La persona que difama;

2) la Torá;

3) el Creador.

Cuando una persona lee en la Torá, y si no fuera merecedora, no ve el deleite y el placer que está revestido en la sagrada Torá y deja de estudiar la Torá porque dice que no encontró ningún sentido en ello. Por lo tanto, al hablar así de la Torá, está difamando al Creador. Resulta que él mancilla tres cosas: la Torá, Israel, y el Creador. En donde uno debe esforzarse por hacer la unificación, de “Son uno” −de que todos  brillarán, es decir, que el discernimiento de Israel obtendrá la unificación de que toda la Torá está conformada con los nombres del Creador− él provoca ahí la separación a través de la difamación.

Eso sucede, porque una persona debe creer por encima de la razón que lo que la Torá nos promete es verdad, y que la única falla está en nosotros −que aun no somos aptos para recibir el deleite y el placer, llamado “la luz oculta” o “los sabores de la Torá y las Mitzvot”, como está escrito en El Zóhar que toda la Torá está conformada por los nombres del Creador. Para obtener eso, necesitamos vasijas de otorgamiento, tener equivalencia de forma entre la Luz y el Kli (vasija). Obtener las vasijas de otorgamiento se logra a través del amor por los amigos. Es como dijo Rabí Akiva: “ama a tu prójimo como a ti mismo, es la gran regla de la Torá”, porque a través de ella llegamos al amor por los demás, y a través del amor por los demás llegamos al amor al Creador y al amor por la Torá. La Torá es llamada “un obsequio”, y los obsequios se dan a los seres amados. Lo opuesto de eso es la difamación, que causa odio entre las personas, y odio al Creador, como dijimos antes.

Ahora podemos entender lo que dijeron nuestros sabios sobre la difamación: “Lo que dice un tercero mata a tres: mata al que dice, al que recibe, y a aquel de quien se dice”. RaShI interpreta que debido al odio, se provocan el uno al otro y se matan entre sí. Podemos entender que esto aplica entre una persona y su amigo, pero, ¿cómo se aplica entre una persona y el Creador? Cuando una persona lee en la Torá y le dice a la Torá que no ve ni siente el deleite y el placer, que el Creador dijo que está impartiendo al pueblo de Israel, está difamando al Creador. Aquí hay tres temas: La persona que dice, el receptor, es decir, la Torá, y aquel de quien se dice, es decir, el Creador. Y como cuando una persona se dedica al amor por los demás, obtiene el amor al Creador y el amor a la Torá, en ese estado, el Creador le imprime vida, como está escrito: “Porque contigo está la fuente de vida”. Esto es del lado de Adhesión como está escrito: “Y ustedes que se adhieren”.

En ese estado, uno es merecedor de la ley de la vida. Pero, a través de la difamación, la vida que proviene del Creador, que debía estar recibiendo, queda restringida.

Por lo tanto, 1) Deja de recibir vitalidad de la Torá –en donde debió haber sentido la Torá de la vida, 2) Él mismo se queda sin vida, y esto se considera como que se le da muerte; y 3) la vida se detiene desde tres lugares. Y, a través del amor por los otros, la vida fluye desde dos lugares y él es el receptor de la vida.

 

 

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