1. Hay tres límites que debemos ser cautelosos de no transgredir al estudiar la Cabalá.
- Materia
- Forma de la materia
- Forma abstracta; y
- Esencia
Todo aquello que existe en la realidad Divina en relación a la creación de las almas y sus formas de existencia, se encuentra condicionado por los siguientes tres estados:
- El Mundo de Atzilut; y
- Los tres Mundos denominados Beriá, Yetzirá y Assiyá (BYA)
- Diez Sefirot, cuya luz brilla en todos los mundos;
- Las almas humanas; y
- El resto de la realidad por debajo de las almas humanas.
Estos tres aspectos fundamentales nos servirán como punto de partida. Si el estudiante no los tiene siempre presentes o traspasa este marco, todo se volverá confuso.
Estas diez Sefirot constituyen todo el universo e incluyen todos los mundos:
- La Sefira de Kéter incluye el Mundo de Adam Kadmon
- La Sefira de Jojmá - el Mundo de Atzilut
- La Sefira de Biná - el Mundo de Beriá
- La Sefira de Tiferet - el Mundo de Yetzirá
- La Sefira de Máljut - el Mundo de Assiyá
3. En el Libro del Zóhar se emplea el nombre de cuatro colores para nombrar a estas diez Sefirot HuBTuM:
- Rojo para la Sefira de Biná
- Verde para la Sefira de Tiféret
- Negro para la Sefira de Máljut
Así, la luz que encontramos en cada una de las Sefirot es la luz del Creador. Es una luz simple y unificada, que va desde el comienzo del Mundo de Atzilut hasta el final del mundo de Assiyá. La segregación de esta luz tiene lugar en las Sefirot HuBTuM. Cada Sefira es como un pequeño separador que la luz del Creador atraviesa en su trayecto hacia las almas receptoras. Este es el modo en que cada Sefira confiere un color diferente a la luz que pasa por ellas:
- El Mundo de Atzilut pasa la luz blanca, es decir, la luz superior no sufre transformación alguna al pasar por él. Esto es así debido a que todo en el Mundo de Atzilut es similar a la Fuerza Superior.
La luz que atraviesa los mundos de Beriá, Yetzirá y Assiyá hasta las almas receptoras, cambia y se oscurece:
- La luz se vuelve roja en la Sefira Biná del Mundo de Beriá
- La luz se vuelve verde en la Sefira Tiféret en el Mundo de Yetzirá
- La luz se vuelve negra en la Sefira Máljut del Mundo de Assiyá
-Rojo
-Verde
-Negro
Sin embargo, deberíamos darnos cuenta de algo: Mientras que el color blanco constituye la base de un libro, todas las letras están "casadas" con él. Por ello, sin el color blanco, no serían posibles las letras ni la revelación de la sabiduría a través de ellas. Ocurre lo mismo con el Mundo de Atzilut, que es la Sefira Jojmá. Constituye la base para la revelación de la luz de Jojmá, la cual es manifestada a través de los mundos de BYA.
Tal y como afirma la segunda limitación, la sabiduría de la Cabalá no habla acerca del mundo de Atzilut, ya que éste es el color blanco del libro. Habla sobre la irradiación de su luz sobre los tres mundos de BYA. Estos tres mundos son los colores así como las letras y sus distintas permutaciones dentro del libro. Esto se manifiesta de dos maneras:
- Mientras se encuentran en su ubicación, los tres mundos de BYA reciben la emisión luminosa desde el Mundo de Atzilut. Posteriormente, esta luz va perdiendo intensidad una y otra vez. Y esto ocurre hasta que llega a convertirse en la simple luminiscencia de los mundos de BYA; o bien
- Los mundos de BYA se elevan hasta la ubicación de las Sefirot Biná, Tiféret y Máljut del Mundo de Atzilut y reciben la luz en el lugar donde ésta brilla.
Por otro lado, con respecto a los cuatro mundos de ABYA que abarca el Libro del Cielo, toda sabiduría, sea del mundo espiritual o del material, queda comprendida en ellos y fluye desde ellos. En relación a esto, no debemos olvidar que el color blanco que aparece en el libro es un objeto de estudio en sí mismo. La misión de los otros tres colores es ponerlo de manifiesto.
4. Hay cuatro categorías de conocimiento que ya hemos mencionado en la primera limitación, a saber:
Materia;
- Forma de la materia;
- Forma abstracta; y
- Esencia.
- La materia de la que la persona está compuesta - el cuerpo
- La forma en la que esta materia se perfila - fuerte, sincero o embustero.
- La forma abstracta - podemos llegar a comprender el aspecto abstracto de fuerte, sincero o embustero, independientemente de la materia de una persona; y estudiar estas tres formas en sí, sin que tengan que plasmarse en ningún cuerpo o materia. En otras palabras, podemos investigar acerca de cualidades como fuerza, sinceridad y falsedad. Somos capaces de discernir su grandeza o su bajeza incluso cuando se encuentran en forma abstracta y no bajo una forma material; y
- La esencia de una persona.
- Nuestra visión sólo percibe las ondas que provienen de la esencia de lo que está ante nuestros ojos, según la luz que refleje.
- Nuestra audición no es otra cosa que la influencia de las ondas sonoras que se mueven en el espacio tras haber sido emitidas por una esencia. Este aire, bajo la influencia de una onda sonora, va a ejercer una presión sobre la membrana del tímpano. Así es cómo oímos los sonidos a nuestro alrededor.
- Nuestro sentido del olfato consiste en una irritación de los nervios receptores que reaccionan a los olores que llegan por el aire desde la esencia que los emana hasta nosotros. Así es cómo funciona nuestro olfato; y
- Nuestro sentido del gusto es producto del contacto entre una esencia y nuestras papilas gustativas.
- Incluso nuestro sentido más potente, el del tacto, capaz de distinguir entre caliente y frío, firme y suave, no es más que la revelación de acciones en una esencia. Sin embargo, también éstas son simplemente la manifestación de la esencia. Es posible enfriar algo que está caliente o calentar algo frío. Es posible derretir lo sólido y convertirlo en líquido. Es posible hacer que un líquido se evapore y llevarlo a un estado gaseoso para que ya no sea perceptible por nuestros cinco sentidos. No obstante, la esencia se mantiene y podemos volver a transformar el gas en líquido o los líquidos en sólidos.
Tan claro como un día de sol parece el hecho de que nuestros cinco sentidos no van a revelarlos ninguna esencia, únicamente retazos de las manifestaciones de las acciones llevadas a cabo por estas esencias. Debemos también saber que todo aquello que no sea susceptible de ser captado por nuestros sentidos, no tiene cabida en nuestra imaginación. Todo aquello que no somos capaces de imaginar, nunca tendrá lugar en nuestros pensamientos. Y por ende, no tenemos manera de percibirlo.
En general, es imposible percibir la esencia a través del pensamiento. Es más, ni siquiera tenemos la capacidad de percibir nuestra propia esencia. Sé y siento que ocupo un cierto volumen dentro de este mundo, que soy sólido, que desprendo calor, que razono, etcétera. Todo esto no son más que manifestaciones que ejercen influencia sobre mi esencia. Sin embargo, si alguien me preguntara "¿Cuál es la esencia de la que brotan todas esas manifestaciones?", yo no sabría qué contestar. Después de todo, la Supervisión nos impide alcanzar la esencia. Sólo alcanzamos las manifestaciones y el modo de actuación que se desprenden de la esencia.
Somos capaces de comprender la Materia en su totalidad, algo de lo que ya hablamos en la primera limitación, es decir, manifestaciones de la acción de toda esencia. Esto es porque la explicación que nos ofrece la materia acerca de la esencia, nos deja totalmente satisfechos. Y esto explica el que no sintamos ningún tipo de sufrimiento por no poder percibir la esencia en sí. Es más, ni siquiera lo anhelamos. De la misma manera que no sentimos necesidad de un sexto dedo en nuestra mano. En otras palabras: nuestra comprensión de la materia, es decir la manifestación de las acciones de una esencia, se muestra suficiente de cara a nuestros requerimientos e investigaciones tanto para alcanzar nuestra esencia como la de algo externo.
También somos capaces de comprender la forma de la materia, descrita en la segunda limitación; y así lo hacemos, basándonos en la experiencia de las acciones visibles a partir de las reacciones que nos ofrece la materia. Así, adquirimos todo ese sublime conocimiento sobre el que podemos apoyarnos.
La tercera limitación es forma abstracta. Esto quiere decir que, una vez que la forma se nos revela a través de la materia, el poder de nuestra imaginación nos permite desvincularla por completo de la materia. Es entonces cuando uno puede observar de forma abstracta, desvinculada de la materia, las virtudes y cualidades recogidas, por ejemplo, en los libros de temática moral. Cuando abordamos las cualidades de sinceridad, falsedad, ira, heroísmo, etc., tenemos en mente una forma abstracta desprovista por completo de materia. A esas formas abstractas les atribuimos virtudes o defectos.
Debemos además señalar que los científicos más rigurosos contemplan esta tercera limitación con la mayor de las cautelas, puesto que es imposible concederle un cien por cien de fiabilidad. Esto es así porque resulta fácil equivocarse con algo que está desprovisto de materia. Por ejemplo, un idealista laico, que tenga en muy alta consideración la categoría abstracta de sinceridad, puede llegar a la conclusión de que nunca dirá una mentira, ni siquiera en el caso de que con ella lograra salvar vidas o que de ello dependiera la salvación del mundo.
De hecho, si él hubiera examinado la sinceridad y la falsedad cuando se encuentran provistas de materia, esta persona juzgaría dichos conceptos de acuerdo con lo bueno o lo malo que acarrean en la materia. Y habiendo observado numerosos experimentos en el mundo, habría comprobado todos los estragos y perjuicios que causan los mentirosos con sus mentiras. Es más, llegaría a percibir el gran beneficio de los que son sinceros y nunca faltan a la verdad. Llegaría a la conclusión de que no hay mayor virtud que la sinceridad, ni nada más rastrero que la falsedad.
Si un idealista comprende esto, ciertamente estaría en consonancia con lo que dice la Torá y aceptaría que la falsedad, incluso si salva una sola vida, tiene un valor y una importancia mayor que cualquier verdad abstracta. Y esto es así porque estas categorías abstractas que se encuadran dentro de la tercera restricción, carecen por completo de claridad. No merece la pena debatir sobre formas abstractas que no se han materializado aún en este mundo: sólo supone una pérdida de tiempo.
Tras esta explicación detallada de estas cuatro categorías:
- Materia;
- Forma de la materia;
- Forma abstracta; y
- Esencia,
A través de ejemplos muy simples queda claro que:
- En principio, carecemos de toda posibilidad de llegar a comprender la cuarta categoría, es decir, la esencia.
- Estudiar la tercera categoría puede llevarnos a engaño; y
- Sólo el primer tipo de conocimiento, la materia, junto con el segundo tipo, la forma revestida de materia, van a servirnos para alcanzar una comprensión clara de la Providencia Superior. Con su ayuda, uno también puede asimilar la realidad de los niveles espirituales de los mundos Superiores de ABYA. Hasta el más insignificante de los elementos se encuadra dentro de estas cuatro categorías. Por ejemplo, todo componente del mundo de Beriá tiene su vasija de color rojo (materia, deseo) cuya luz se vuelca sobre aquellos que existen en el mundo de Beriá.
Las vasijas rojas del mundo de Beriá, representan una forma "encerrando" una esencia. Esto hace referencia a la primera forma de alcance. Aunque sólo se trata de un color, es decir un detalle y manifestación de las acciones de la esencia, nunca seremos capaces de captar la esencia en sí misma, únicamente la manifestación de sus acciones. Llamamos a una manifestación de ese tipo "esencia", "materia", un "cuerpo" o una "vasija".
La luz del Creador "revistiéndose" y atravesando el color rojo representa una esencia "revestida" de forma. Esta es la segunda forma de alcance. Es por eso que se presenta como una luz roja que apunta a ello, revestida y emanando a través de la esencia, es decir, el cuerpo y la materia del color rojo.
Sin embargo, si una persona desea todavía separar la luz Superior de su esencia, de su color rojo, o si empieza a estudiar la luz independientemente, sin que llegue a materializarse, esto se correspondería con la tercera forma de alcance: es decir, la forma abstracta, la cual llevaría a la persona a sacar conclusiones engañosas. En ese sentido, existe la más estricta de las prohibiciones que nos veta el estudio de los mundos Superiores, ningún cabalista auténtico lo abordaría.
No sirve de nada mencionar el término "esencia", aunque haga referencia a la parte más ínfima de la creación, pues somos incapaces de comprenderla. Y puesto que no podemos comprender la esencia de objetos en nuestro mundo corpóreo, aún menos llegamos a comprender la esencia de manifestaciones espirituales.
Así, tenemos ante nosotros cuatro aspectos:
- La vasija de Beriá, que representa el color rojo y es definida como la esencia o la materia del mundo de Beriá;
- El llenado de la vasija del mundo de Beriá con la luz Superior, que es la forma de la materia;
- La luz Superior en sí misma, desprovista de la materia de Beriá; y
- La esencia.
De este modo hemos aclarado detalladamente la primera restricción: la Cabalá únicamente trata el primer y segundo tipo de conocimiento. Los textos cabalísticos no hacen ningún tipo de mención al tercer y cuarto tipo de conocimiento.
Todo lo que hemos explicado en relación al mundo de Beriá se cumple en general para los cuatro mundos de ABYA, en los que los colores rojo, verde y negro en los tres mundos de BYA son la materia y la esencia. El blanco del mundo de Atzilut es forma dentro de la materia, es decir, en los tres mundos denominados BYA. El mundo del Infinito, como tal, es esencia.
Como hemos mencionado en la primera restricción, la esencia se encuentra más allá de nuestra comprensión: es el cuarto tipo de conocimiento que cada ser esconde en su interior, incluso dentro de los seres de nuestro mundo. El color blanco permanece por su cuenta y no se "reviste" de los tres colores de los tres mundos de BYA: es decir, la luz de Jojmá no se "reviste" de Biná, Tiféret y Máljut, sino que es una forma abstracta a la que no prestaremos atención.
Nada se menciona sobre ello en Cabalá. Sólo se habla del primer tipo, es decir, los tres colores de BYA, considerados materia, y que representan las tres Sefirot - Biná, Tiféret y Máljut. También habla la Cabalá sobre el segundo tipo, que representa la iluminación del mundo de Atzilut, "revestido" de los tres colores de BYA, es decir la luz o Jojmá, "revestida" de Biná, Tiféret y Máljut - la forma cuando se "reviste" de materia.
Entonces, según esto, si un estudiante no es consciente de que al estudiar Cabalá sus pensamientos y comprensión estarán siempre constreñidos a los límites de estos dos tipos de conocimiento, se equivocará inmediatamente al abordar todo tipo de cuestiones ya que va a despojar a las palabras de su verdadero significado.
Lo explicado acerca de los cuatro mundos de ABYA es cierto en general para cada uno de los mundos. También se cumple en relación a cada unos de sus componentes, por pequeños que sean: tal y como es el principio del mundo de Atzilut, es el final del mundo de Assiyá, pues incluye HuBTuM. También incluye Jojmá como forma, y Biná, Tiféret y Máljut como materia en la que queda plasmada la forma. También posee la primera y la segunda definición, cuyos objetos examina la sabiduría de la Cabalá, así como la Sefira Jojmá, cuando no contiene a Biná y TuM, la forma libre de materia. De esto tampoco se ocupa la Cabalá. Por tanto, muy ciertamente, no aborda en ese pequeño componente, la esencia: el mundo del Infinito.
Así, nuestro estudio se limita a la Biná, Tiféret y Máljut que se encuentran en cada uno de los componentes. Incluso en Atzilut, evitamos el estudio de lo abstracto. Kéter y Jojmá son consideradas aparte, independientemente del lugar en que se encuentren, incluso en la Máljut de Sof en el mundo de Assiyá. Sólo las estudiamos en la medida que se materializan en Biná y TuM.
Por tanto, los límites de la primera y la segunda restricción han quedado lo suficientemente claros: Aquellos que estudien Cabalá examinarán o bien materia, o bien la forma de la materia; es decir, la primera restricción y los mundos de BYA o la luminiscencia de Atzilut en estos mundos, es decir, la segunda restricción.
Hablaremos ahora de la tercera restricción. Aunque la ciencia de la Cabalá estudia cada mundo sólo desde el punto de vista de las Sefirot, que son iluminaciones de la Luz Superior en esos mundos, y cada componente de los grados (inanimado, vegetativo, animado y hablante o creaciones de los respectivos mundos); no obstante, el objeto que principalmente examina la Cabalá es el grado de hablante en cada uno de los mundos.
Veamos unos ejemplos de nuestro mundo corpóreo. Hemos mencionado los cuatro niveles:
- Inanimado,
- Vegetativo,
- Animado, y
- Hablante
- El deseo de recibir para la subsistencia;
- El deseo de recibir en exceso para la subsistencia, busca excesos, pero es capaz de restringir los deseos animales;
- El anhelo de placeres sociales, como gozar del respeto general o de puestos como mandatario; y
- La aspiración a las ciencias.
- El deseo de recibir para la subsistencia, que se corresponde con el nivel de deseo inanimado;
- La aspiración de recibir deseos animales se corresponde con el nivel vegetativo del deseo. Es el deseo de recibir que se le otorga con el fin de aumentar y llenar con placer su vasija - la carne de su organismo;
- El deseo por placeres humanos, que se corresponde con el nivel animal de deseo; y
- La aspiración a las ciencias, que es nivel hablante del deseo.
- El nivel inanimado en el mundo espiritual se denomina "palacios";
- El nivel vegetativo en el mundo espiritual se denomina "vestidos";
- El nivel animal se denomina "ángeles";
- El nivel hablante se compone de las almas de la gente en su respectivo mundo; y
- Las diez Sefirot en cada mundo es la Divinidad (la Luz Superior).
Tiene lugar de la siguiente manera:
- En Behina Alef, que es el deseo de recibir para la propia subsistencia, recibe la iluminación de palacios y vestidos que allí se encuentran;
- En Behina Bet, que es el exceso de deseos animados para desarrollar el cuerpo, recibe la luz espiritual de los ángeles que se encuentran allí en cantidades superiores de lo que es necesario para sustentar su existencia, para desarrollar las vasijas espirituales de las que el alma se reviste. La razón es que recibe de Behina Alef y Bet, que se encuentran en un nivel más bajo que él, y están compuestos de palacios, vestidos y ángeles, que allí se encuentran, y cuyo nivel es inferior al de las almas humanas.
- En Behina Gimel, el nivel humano del deseo de recibir que desarrolla el espíritu (ruaj) de un hombre, en este mundo recibe de sus semejantes. Así, él también recibe allí de sus semejantes: es decir, de todas las almas que se encuentran en ese mundo. Con su ayuda, él amplifica la luz de ruach que llena su alma; y
- En Behina Dalet del deseo de recibir, que es la aspiración por las ciencias, él recibe de las Sefirot del mundo correspondiente, obteniendo de ellas HaBaD de su alma.
Con ayuda de las diez Sefirot, uno encuentra todas las imágenes materiales en la Cabalá. Dichas imágenes son superior e inferior, subida y bajada, contracción y expansión, estado pequeño y estado grande, separación y unión, cifras, etc. En resumen: todo lo que los inferiores, con sus buenas o malas acciones, provocan en las diez Sefirot. A primera vista resulta extraño: ¿cómo es posible que los cambios en los Mundos Superiores vengan provocados por las acciones de los inferiores?
- "Él" quiere decir la esencia de las Sefirot;
- "Su luz" es la luz que llena las Sefirot; y
- "Sus acciones" quieren decir las vasijas de las Sefirot.
Para poder entender esto, debemos recordar lo dicho en el párrafo 17:
- La esencia que crea la realidad es una sustancia misteriosa que no podemos llegar a comprender, ni en las esencias del mundo material, ni en nuestra propia esencia, ni en Aquel Que Crea la Realidad;
- El mundo de Atzilut es la forma;
- Los tres mundos de BYA son la materia; y
- La luminiscencia de Atzilut en BYA es la forma revestida de materia.
Por tanto, el nombre del Mundo del Infinito expresa no sólo la esencia de Aquel Que Crea la Realidad en sí, sino que indica que todas las almas y mundos están incluidos dentro de Él. Esto queda de manifiesto en el propósito de la creación, y precisamente sobre ello se ha dicho "La culminación de la acción se encuentra en el plan inicial", lo cual conecta a toda la Creación con Él hasta la corrección final. A eso se le denomina el Mundo del Infinito.
Esto es lo que la Cabalá designa como "primer estado de las almas", cuando todas las almas existían en el Creador colmadas con todo tipo de placeres; los mismos que serán recibidos en el estado de corrección Final.
Todo aquello que será revelado en la Corrección Final existe allí, y emana inicialmente desde el Mundo del Infinito hasta el Mundo de Atzilut. Ocurre del mismo modo que en el plan mental del ejemplo mencionado anteriormente, donde el diseño inicial se va comprendiendo a medida que la casa va siendo edificada.
Por consiguiente, no hay ni un solo componente en este mundo que no haya emanado del Mundo del Infinito, y esto define la condición de todas las almas en el estado inicial. El Mundo de Atzilut emana desde el Mundo del Infinito, que es la relación personal hacia cada nuevo componente existente en nuestro mundo. Desde el Mundo de Atzilut, cada nueva emanación hacia estos tres mundos de BYA desemboca en acción en los mundos de Yetzirá, Assiyá y hasta el nivel más bajo en nuestro mundo. No hay nada nuevo en este mundo que no haya emanado de la raíz común en el Mundo del Infinito del Creador, y de su raíz personal en el Mundo de Atzilut que bajó hasta los mundos de BYA y que fue convirtiéndose en la creación a medida que nuestro mundo iba desplegándose.
Es obvio que los Kelim de las diez Sefirot de los Mundos de BYA reciben todos sus componentes y detalles desde el Mundo de Atzilut. Existen allí a modo de diseño mental de todos los componentes, los cuales se materializarán en un determinado orden cuando se construyan los Mundos de BYA.
Según esto, entendemos que los Kelim de las diez Sefirot HuBTuM, de los Mundos de BYA, reciben de los correspondientes Kelim HuBTum del Mundo de Atzilut: es decir desde ese diseño mental. Por tanto, cualquier parte del plan puesto en marcha en la realidad es una consecuencia de su correspondiente parte en el plan mental; por eso las vasijas de Atzilut decimos que son blancas, pues el blanco ni siquiera es un color - es la ausencia de coloración.
Por otro lado, el blanco es la fuente de todos los colores. Al igual que el blanco de las páginas de un libro (y aunque nada puede ser comprendido simplemente a través del color blanco), es la base portadora de todo lo escrito en un libro cabalístico. Por eso reluce alrededor de cada letra y también dentro de ellas, otorgándolas su forma característica y determinando un lugar especial para cada combinación.
Y podríamos describir esto diciéndolo del modo contrario. No podemos alcanzar nada a través del material de las letras (rojo, verde o negro). Toda comprensión o conocimiento recibido a través de las letras del libro nos llega gracias al color blanco. La luminiscencia que rodea los contornos de cada letra, en su exterior y en su interior, les da forma, y ésta nos revela toda la información de la sabiduría de la Cabalá.
Esta es la esencia de las diez Sefirot del Mundo de Atzilut. Son similares al color blanco, y nada podemos saber sobre ellas: ni cantidad ni cambios. Sin embargo, al mismo tiempo, la luminiscencia del blanco sobre los Mundos de BYA, que son los tres colores de las letras, crea las vasijas de las diez Sefirot de Atzilut.
Él - significa Divinidad en sí, cuya esencia no comprendemos; y "Sus acciones" se refiere a los diez Kelim de HuBTuM que existen en Él y que se asemejan al color blanco en un libro de sabiduría. Incluso la cantidad es imposible discernirla sobre el blanco, pues nada se puede medir sobre él ya que nuestros ojos sólo pueden ver blanco.
Sin embargo, nosotros no sólo le damos características cuantitativas, sino que también encontramos toda una variedad de cambios en los Mundos de BYA (el material de las letras) que inicialmente estaban en los Kelim de HuBTuM en el Mundo de Atzilut. Sin embargo, esto sólo ocurre con la ayuda del color blanco que confiere forma a las letras, pero que carece de forma en sí. Vemos como el color blanco tiene muchas formas, aunque no posea ninguna forma de por sí.
Las diez Sefirot en el Mundo de Atzilut se revelan a sí mismas en numerosos cambios, de acuerdo con su luminiscencia en el Mundo de BYA, lo cual es similar a la manera en que un diseño mental se vuelve realidad cuando construimos una casa. En cierto modo, todo cambio en los Mundos de BYA ocurre bajo la influencia de la luminiscencia de los Kelim de las diez Sefirot HuBTuM del Mundo de Atzilut. En relación a aquellos que reciben dentro de los Mundos de BYA, podemos diferenciar los numerosos cambios que tienen lugar en el blanco. En cuanto al Mundo de Atzilut en sí, es como el color blanco: no adquiere el color de las letras. De hecho, no hay cantidad ni ninguna otra cosa en él.
"Su Luz" se refiere a la luz en el interior de la luz blanca que constituye las vasijas. Esta luz es comprendida por nosotros sólo en la medida que concierne a las almas que reciben del Mundo de Atzilut. Sin embargo, no nos referimos a la esencia de la Divinidad en sí, que viene designada por la palabra "Él". Es decir, cuando los tres Mundos de BYA ascienden hasta Atzilut, con las almas de la gente, la luz que allí reciben se denomina la luz de las almas.
Estos tres componentes son analizados sólo en la medida en que afectan a aquellos que reciben, y donde "acciones" significa la luminiscencia (luz atenuada) de los Kelim en los Mundos de BYA, bajo el Parsá del Mundo de Atzilut, pues la luz de Atzilut nunca descenderá por debajo del Parsá.
"Su Luz Divina" es la luminiscencia del Mundo de Atzilut, es decir, cuando BYA se eleva hasta Atzilut. "Él" es la Esencia Divina totalmente insondable. Aunque nosotros, los receptores de esto, distinguimos estos tres componentes en el Mundo de Atzilut, éstos son sólo relevantes para aquellos que reciben. Sin embargo, con respecto al Mundo de Atzilut, incluso "Sus acciones" quiere decir "Él", la Esencia Divina. Es por eso que es imposible comprender el mundo de Atzilut en sí. Ese es el misterio de la expresión "luz blanca", que no puede ser comprendida en sí misma y todo lo que contiene es simple unidad.
El hecho de que los Kelim de HuBTuM, en el Mundo de Atzilut, aumenten o disminuyan como resultado de las acciones de la gente, significa que en la propia Luz Superior no hay nada más que su simplicidad, pues en ella no existe posibilidad de cambio. Y, dado que el plan inicial de la creación es dar placer a Sus criaturas, comprendemos que Él tiene un deseo de otorgar.
De lo que podemos constatar en este mundo, donde el otorgante crece cuando el número de los que reciben de él crece, decimos que la luz en el Mundo de Atzilut crece cuando los inferiores son merecedores de recibir la abundancia del Mundo de Atzilut, o en otras palabras, cuando lo alimentan. Y viceversa: cuando los inferiores no son merecedores de recibir Su abundancia, la sabiduría disminuye en la misma medida, es decir, nadie recibe de Él.
Esto es similar al hecho de que para una vela carece de importancia si se encienden con ella diez mil velas más o ninguna. La vela en sí no experimentará ningún cambio. Del mismo modo, reciban las almas su luz o no, en el Mundo de Atzilut no hay cambios. Todo el crecimiento (avance) concierne sólo a las almas.
¿Por qué es necesario describir todos estos cambios que tienen lugar dentro del Mundo de Atzilut? ¿No hubiera sido mejor describirlo en relación a la recepción en los mundos de BYA y no acumular tantas definiciones del mundo de Atzilut las cuales parece que tengamos que justificar?
Este pensamiento encierra un gran secreto. Todas esas imágenes, que crean una impresión sólo en las almas receptoras, van a mostrarles cómo participa con ellas la Fuerza Superior con el objetivo de aumentar la comprensión de las almas al máximo. Es similar al padre que se está escondiendo, lleno de dolor y alegría, de su hijo favorito sin importar que él no sienta ni dolor ni alegría. Y lo hace sólo para obligar a su hijo a que desarrolle su entendimiento y para jugar con él. Sólo cuando el hijo crezca y madure se dará cuenta de todo lo que su padre hizo por él.
Existe la misma actitud hacia nosotros. A pesar de que todas las imágenes y cambios comienzan y acaban sólo en las impresionadas almas. La manifestación del Creador da lugar a una representación imaginaria, como si existieran dentro de Él. El Creador incrementa y ensancha al máximo la compresión de las almas, de acuerdo con la ley del pensamiento de la creación - "para dar placer a los seres creados".
Podemos ver un fenómeno similar en Sus leyes, que gobiernan el mundo material. Fíjense en nuestra visión, por ejemplo. Cuando contemplamos el mundo ante nosotros, en todo su esplendor, no lo vemos tal y como es en realidad, sino tal y como es en nuestro interior. Esto quiere decir que en la parte trasera del cerebro, hay una especie de "cámara fotográfica" que retrata todo lo que nuestros ojos ven, pero no lo que se encuentra fuera de nosotros.
Es más, el Creador dispuso en nuestro cerebro algo parecido a un eficaz espejo que da la vuelta a todo lo que nuestro ojo percibe del revés, de manera que así podríamos ver las cosas desde fuera, desde el exterior de nuestro cerebro. Aunque lo que vemos en nuestro exterior no es la realidad, incluso así, deberíamos estar agradecidos por el hecho de que el Creador, en Su supervisión, hizo este eficiente espejo en nuestro cerebro que nos permite ver y comprender todo lo que está fuera de nosotros. Mediante esto, nos dio la capacidad de aprender, de alcanzar un conocimiento completo y claro, así como la posibilidad medir todo objeto desde el interior y desde el exterior. Pero con ello, no lograremos alcanzar nada ni tampoco desarrollar nuestras ciencias.
Lo mismo se cumple en relación a la sabiduría Divina. A pesar de que todos los cambios que ocurren en el interior de las almas receptoras, éstas lo ven todo en el Otorgante. Sólo así obtienen el privilegio de recibir todo el conocimiento y los placeres del plan de la creación. Y si no, juzguen por el ejemplo. A pesar de ello, vemos prácticamente todo delante de nosotros. En cualquier caso, cualquier persona medianamente sensata sabe que todo lo que vemos se encuentra en el interior de nuestro cerebro. Las almas son exactamente igual. Aunque ven todas las imágenes en el Otorgante, saben que todo se encuentra únicamente en su interior y no en Él.