Lo escuché el 12 de Shvat, 6 de febrero de 1944
Debemos saber la razón de la pesadumbre que se siente cuando uno desea trabajar para anular su “yo” ante el Creador, y no preocuparse por su propio beneficio. Uno llega a un estado en el que parece que el mundo entero se detiene, y que solo uno está, aparentemente, ausente de este mundo; dejando a un lado a familia y a amigos con el fin de anularse ante el Creador. Hay una sencilla razón para esto, se llama “falta de fe”. Significa que uno no ve frente a quién se está anulando, es decir, no siente la existencia del Creador. Y esto le provoca pesadumbre.
Sin embargo, cuando uno empieza a sentir la existencia del Creador, inmediatamente su alma desea anularse y conectarse a la raíz, para integrarse en ella como “una vela frente a una antorcha”, sin ningún discernimiento mental o racional pues esto le sucede a uno de forma natural, del mismo modo que una vela se anula frente a una antorcha.
Entonces, resulta que la esencia del trabajo consiste únicamente en alcanzar la sensación de la existencia del Creador, esto es, sentir la existencia del Creador, que “toda la tierra está llena de Su Gloria”. En esto consiste todo el trabajo de uno; es decir, que todo el vigor que uno pone en el trabajo sea solo con el fin de alcanzar esto, y no otras cosas. Uno no debe confundirse y pensar que tiene que obtener algo. La persona está falta de una sola cosa: fe en el Creador. No ha de pensar en nada más, es decir, que la única recompensa que anhele de su trabajo sea obtener la fe en el Creador.
Debemos saber que no existe diferencia entre una pequeña o gran luminiscencia que una persona alcance. Esto es así porque no hay cambios en la Luz, pues todos los cambios suceden en los Kelim (vasijas) que reciben la abundancia, como está escrito: “Yo, el Señor, no cambio”. Por ende, si uno puede aumentar sus propias vasijas, en esa misma medida aumentará la luminiscencia. Aun así, la cuestión es: ¿Con qué puede uno aumentar sus vasijas? La respuesta es: en la misma medida en que alabe y agradezca al Creador por haberlo acercado a Él, que lo pueda sentir en alguna medida y pensar en la importancia de ello, del hecho de haber sido recompensado con cierta conexión con Él. Según el grado de importancia que uno se formule, así será la medida de luminiscencia que crezca dentro de uno. Debemos saber que uno jamás llegará a conocer la verdadera magnitud de la importancia de la conexión entre hombre y Creador, ya que somos incapaces de calcular su verdadero valor. En cambio, en la medida que uno la aprecie, captará su valor e importancia. Hay una fuerza en ello, en virtud de la cual uno recibe luminiscencia incesantemente.