Lo escuché el 24 de Av, 3 de agosto de 1948
Está escrito: “No tendrás otros dioses ante Mí”. El sagrado Zóhar interpreta que “debe haber piedras con las cuales pesar”. Al respecto, pregunta: ¿Cómo puede pesarse la labor con piedras, y por ese medio conocer su estado en el camino de Dios? A esto responde que es sabido que, cuando uno comienza a trabajar más de lo habitual, su cuerpo empieza a patalear y rechaza esta labor con toda su fuerza.
Esto se debe a que, lo referente al otorgamiento, es una pesada carga para el cuerpo: no puede tolerar este trabajo, y su resistencia se presenta en forma de pensamientos ajenos. Entonces llega a preguntar “quién” y “qué”, y de este modo uno declara que todas estas preguntas ciertamente le son enviadas por la Sitra Ajra para obstaculizar su trabajo.
Dice que si en ese momento uno dijera que esto proviene de Sitra Ajra, quebrantaría el precepto que dice “No tendrás otros dioses ante Mí”. El motivo de esto es que uno debe creer que viene de la sagrada Shejiná (Divinidad), puesto que “No hay nada más que Él”. En vez de eso, la sagrada Shejiná le revela a uno su verdadero estado, cómo está recorriendo los caminos de Dios.
Esto quiere decir que, al enviarle estas inquietudes, llamadas “pensamientos ajenos”, ve cómo uno las responde. Y de esta forma, uno debe llegar a conocer su verdadero estado en el trabajo para poder saber qué hacer.
Es semejante a lo que dice la parábola respecto al hombre que quería saber cuánto lo amaba su amigo. Desde luego, cuando están cara a cara, su amigo se oculta por vergüenza. Por lo tanto, uno envía a una persona para que hable mal de uno mismo. Así, puede ver la reacción de su amigo cuando él está ausente y comprobar el verdadero grado de amor que aquel siente por él.
La enseñanza de esta parábola es que cuando la sagrada Shejiná muestra su rostro a la persona, es decir, cuando el Creador da vitalidad y alegría, en ese estado, uno se avergüenza de decir lo que piensa sobre la labor de otorgamiento y no recibir nada para sí mismo. No obstante, cuando no está ante ella, esto es, cuando la vitalidad y la alegría se enfrían, lo cual se considera “no ante ella”, uno puede ver el verdadero estado en que se encuentra con respecto a la intención de otorgar.
Si uno cree en lo que está escrito, que “No hay nada más que Él”, está escrito que el Creador es quien envía todos los pensamientos ajenos, es decir, que Él es el ejecutante, ciertamente sabrá qué hacer y cómo responder a cada una de las preguntas. Es como si la sagrada Shejiná le enviara mensajeros para comprobar cómo habla mal sobre ella y sobre el Reino de los Cielos; y así es como podemos interpretar este asunto.
Uno puede comprender que todo viene del Creador. La razón de esto es que se sabe que los golpes de protesta que el cuerpo le envía a la persona a través de sus pensamientos ajenos, no son dados cuando esta no está dedicada al trabajo. Estos golpes que uno recibe, son sentidos plenamente, hasta el punto que estos pensamientos quebrantan su mente, y le llegan precisamente solo después de haber observado la Torá y haber trabajado más que de costumbre. Esto se llama piedras con las que pesar.
Significa que esas piedras, aquello que uno quiere comprender, estas preguntas caen en la mente de uno, cuando luego uno procede a sopesar el propósito de su trabajo, si realmente vale la pena trabajar con la intención de otorgar, con toda su fuerza y con toda su alma; y que todos sus deseos solo estén dirigidos a la esperanza de que hay lo qué adquirir en este mundo pues solamente cuando la meta de su trabajo es con el fin de otorgar placer a su Hacedor, y de ninguna manera para asuntos materiales.
En ese momento se inicia un debate amargo, ya que uno comprueba que hay argumentos a favor de ambas posiciones. Las escrituras advierten al respecto: “No tendrás otros dioses ante Mí”. No vayan a decir que algún otro dios les dio las piedras para pesar su trabajo, sino “ante Mí”.
En cambio, uno debe saber que esto es considerado “ante Mí”. Es así para que uno compruebe la verdadera forma de la base y el fundamento sobre los cuales se construye la estructura del trabajo.
La pesadez experimentada en el trabajo se debe principalmente a que existen dos textos que se contradicen entre sí. Por un lado, uno debe intentar que todo su trabajo consista en alcanzar la adhesión con el Creador, y que todo su deseo sea solamente darle satisfacción a su Hacedor, y de ninguna manera a sí mismo.
Por otro lado, vemos que este no es el objetivo principal, puesto que el propósito de la creación no era que las criaturas le otorgaran al Creador, pues Él no carece de nada que las criaturas tengan para darle algo. Todo lo contrario, el propósito de la Creación es consecuencia de Su deseo de beneficiar a Sus creados, es decir, que los creados puedan recibir de Él placer y deleite.
Estos dos aspectos se contradicen entre sí desde un extremo al otro. Por una parte, debemos otorgar, y por otra, debemos recibir. En otras palabras, existe el discernimiento de la corrección de la creación, que consiste en alcanzar adhesión, entendiéndose esto como equivalencia de forma, y que todas sus acciones sean únicamente con intención de otorgar. Solo entonces es posible alcanzar el propósito de la creación, que consiste en recibir deleite y placer del Creador.
De ese modo, cuando uno se ha habituado a transitar por los caminos del otorgamiento, de todos modos, no posee Kelim (vasijas) de recepción. Y cuando uno recorre los caminos de la recepción, no tiene Kelim de otorgamiento.
Así, gracias a “las piedras con las que pesar” uno adquiere ambos pues, tras la negociación que tuvo durante el trabajo, cuando supera y acepta sobre sí la carga del Reino de los Cielos, en el aspecto de otorgamiento en mente y corazón, hace que, cuando se está a punto de extraer la abundancia superior –puesto que ya posee un fundamento sólido acerca de que todo debe ser a nivel de otorgamiento–, aun cuando uno reciba cierta luminiscencia, esta recepción ya será con el propósito de otorgar. Esto es así porque el fundamento entero de su trabajo está construido solamente sobre el atributo de otorgamiento. Esto se denomina “recibir con el fin de otorgar”.