Lo escuché el 23 de Jeshván, 9 de noviembre de 1944
Cuando uno se siente en un estado de ascenso, que está exaltado, cuando siente que no tiene otro deseo salvo la espiritualidad, es bueno reflexionar acerca de los secretos de la Torá para alcanzar su interioridad. Incluso si uno ve que a pesar de sus esfuerzos no consigue entender nada, de todas formas vale la pena reflexionar acerca de los secretos de la Torá, incluso cien veces en una sola cosa. Uno no debe desesperarse y decir que es inútil , puesto que no logra entender nada. Esto es así por dos razones:
1. Cuando se estudia algún tema y se ansía entenderlo, dicha ansia recibe el nombre de “plegaria”. Esto se debe a que una plegaria representa una carencia, es decir, uno anhela aquello que le hace falta y que el Creador colme su deseo.
El grado de la plegaria se mide por el anhelo, ya que cuanto más necesitamos una cosa, mayor es el anhelo de ella, pues la medida del anhelo se corresponde con la medida de la necesidad.
Existe una norma que dice que, donde uno invierte mayor esfuerzo, dicho esfuerzo incrementa la carencia, y uno quiere recibir llenado para su carencia. Una carencia se llama “plegaria”, el trabajo del corazón, ya que “el Misericordioso quiere los corazones”.
Resulta que es entonces cuando uno puede ofrecer una plegaria verdadera, porque cuando uno estudia las palabras de la Torá, el corazón debe estar libre de los demás deseos y debe dar a la mente la fuerza necesaria para que pueda pensar y analizar. Si no hay deseo en el corazón, la mente no puede analizar, como dijeron nuestros sabios: “Uno siempre aprende allí adonde su corazón desea”.
Para que su rezo sea aceptado, debe haber una plegaria integra. Por lo tanto, cuando uno analiza a fondo, obtiene como resultado una plegaria integra., y su plegaria puede ser aceptada, pues el Creador escucha las plegarias. Pero hay una condición: la oración debe ser íntegra y no tener otras cosas mezcladas en medio.
2. La segunda razón es que, en ese momento, debido a que en cierta medida uno se desprende de lo material y está más próximo a la cualidad de otorgamiento, es el tiempo más adecuado para conectarse con el interior de la Torá, que se manifiesta solamente a aquellos que están en equivalencia con el Creador. Ya que la Torá, el Creador e Israel son Uno. No obstante, cuando uno se encuentra en un estado de auto recepción, pertenece a la externalidad y no a la interioridad.