Lo escuché el 5 de Trumá, 11 de febrero de 1943
“Les otorgará sabiduría a los sabios”. Él preguntó: “¿No debería haber dicho que otorgaría sabiduría a los necios?”.
Y dijo: “Se sabe que no hay coerción en la espiritualidad”. Por el contrario, ésta es dada a cada uno de acuerdo con su propia voluntad. La razón es que la espiritualidad es la fuente de vida y de placer. Por ende, ¿cómo puede algo bueno ser forzado? Vemos que cuando observamos la Torá y las Mitzvot lo hacemos de manera coaccionada, pues debemos superarnos a nuestro cuerpo que se rehúsa a ello pues no siente placer en tal trabajo. Y la razón de esto seguramente está en el hecho de que no percibe la espiritualidad en él, pues como hemos dicho, la espiritualidad es la fuente de vida y de placer; y como dice el sagrado Zóhar: “Donde hay labor, está la Sitra Ajra”.
Este es el motivo por el cual solamente los sabios pueden adquirir sabiduría, ya que los necios no tienen necesidad de ella. Sucede que sólo los sabios pueden recibir sabiduría causa razón de su naturaleza. Esto quiere decir que aquel que es sabio, ama la sabiduría, y ésta consiste de su único deseo y, de acuerdo con la norma, decimos que “no hay obstáculo ante el deseo”, pues, en este caso, es capaz de realizar cualquier esfuerzo para obtener sabiduría. Por eso, eventualmente, conseguirá la sabiduría. Por ello, quien ama la sabiduría puede recibir el nombre de “sabio”, a razón de su resultado final.
Pero respecto de los necios está escrito que “un necio no se deleita en la inteligencia”. El versículo que dice “otorgará sabiduría a los sabios” viene a decirnos que aquel que ama la sabiduría no se desanimará por el hecho de no haber conseguido sabiduría a pesar de haber realizado grandes esfuerzos. En cambio, continuará con su trabajo y ciertamente terminará adquiriendo sabiduría, porque ama la sabiduría. Por eso se dice: “Sigue por esta senda y seguramente has de triunfar”.
Sin embargo, debemos entender lo siguiente: ¿qué podemos hacer si por naturaleza “el hombre nacerá como la cría de un asno”? ¿De dónde sacará el deseo para anhelar la sabiduría? Para esto se nos dio el consejo de trabajar de acuerdo con “obedecedores de Su palabra” y de “procurar obedecer a Su palabra”. Esto significa que uno siempre se esmera para conseguir lo que desea. Por ende, aquí, cuando no tiene deseo alguno por sabiduría, vemos que lo que le falta es el deseo por la misma. Por eso, comienza a esforzarse y realizar actos para obtener el deseo de sabiduría, puesto que esto es lo único que le falta.
Y la regla indica que uno debe dedicarse a la Torá y al trabajo, aunque no tenga deseo de ello, lo cual llamamos “esfuerzo”. Quiere decir que uno puede hacer ciertas cosas aunque no sienta ningún deseo por aquello que está haciendo. Así dijeron nuestros sabios: “todo lo que esté en tus manos y te de la fuerza para, hazlo”. Y en virtud del reconocimiento, se formarán en uno el deseo y el ansia por la sabiduría.
Y de este modo se cumplirá el versículo que dice “otorgará sabiduría a los sabios”, y uno alcanza el poder obedecer a Su palabra. De esta forma, aquella acción que previamente era meramente un acto sin deseo, ahora ha adquirido el deseo que le faltaba.
Por lo tanto, si deseamos saber quién ama la sabiduría, debemos mirar a aquellos que se esfuerzan por conseguirla, aunque aún no hayan conseguido estar entre aquellos que aman la sabiduría. La razón para esto es que, como ya hemos dicho, a través de su esfuerzo conseguirán estar entre aquellos que aman la sabiduría. Y después, una vez que ya tienen el deseo por la sabiduría, alcanzan la sabiduría. De esta manera, vemos que el deseo por la sabiduría es el Kli, y la sabiduría misma es la Luz. Y esto se denomina “no hay coerción respecto de la espiritualidad”.
La Luz de Jojmá (sabiduría) es la Luz de la vida. Aquí la Jojmá sabiduría no es percibida como un concepto intelectual, sino como la vida misma, la esencia de la vida, al punto que sin ella uno puede considerarse “muerto”. Por esta razón podemos decir que Jojmá es el estado de Jaiá.