Lo escuché el 7 de Shvat, en Tel Aviv, 18 de enero de 1948
No puede haber un espacio vacío en el mundo. Y debido a que lo esencial del hombre consiste del deseo, que es lo principal de la creación, de acuerdo con ello es que se mide la grandeza o pequeñez de uno. De esto resulta que uno debe tener cierto grado de deseo, ya sea por cuestiones corporales o espirituales. Quien carece totalmente de deseo se considera muerto, ya que la creación entera consiste únicamente del deseo, que viene a ser existencia de la ausencia. Y por carecer de esta sustancia, que es la sustancia de toda la Creación, es claro que sea considerado un aborto de la naturaleza que no puede subsistir.
De esta manera, uno debe procurar tener algún deseo, puesto que esta es la sustancia de la creación. Pero el deseo debe ser aclarado, ya que es natural que todo ser vivo perciba lo que le perjudica. De forma similar, nosotros debemos ser precisos para que el deseo sea determinado.