Lo escuché el 1 de Janucá, 18 de diciembre de 1938
¿Por qué vemos que hay muchas personas que trabajan tan diligentemente por cuestiones corporales, incluso cuando están en riesgo sus propias vidas, mientras que cuando se trata de cuestiones espirituales todos tienen tanta cautela y realizan todo tipo de revisiones? Es más, uno es capaz de esforzarse en asuntos del mundo material aun cuando no ha de recibir una gran recompensa por su trabajo. Pero en la espiritualidad, uno no puede acceder a trabajar a menos que tenga certeza de que recibirá una buena recompensa por su trabajo.
El hecho es que se sabe que el cuerpo no tiene valor alguno. Después de todo, uno ve que este es efímero y parte sin dejar huella; así de fácil es abandonarlo, puesto que, de todas formas, no vale nada. No obstante, en la espiritualidad existe el estado de Klipot (cáscaras que guardan el cuerpo y lo mantienen. Por eso es que resulta difícil dejarlo partir. Y por eso es que vemos que es más fácil para las personas seglares abandonar sus respectivos cuerpos, pues no sienten su peso en la misma medida.
Pero no ocurre lo mismo en la espiritualidad; es el Ajoraim (parte posterior) de la Kedushá (Santidad), llamada devoción, que específicamente a través de esto, uno obtiene la Luz. Y antes de alcanzar un completo estado de devoción, uno no puede alcanzar ningún grado.