Lo escuché en el año 1938
Uno jamás preguntaría lo siguiente acerca del placer: “¿cuál es el sentido de este placer?”. Si se manifestase incluso el más pequeño de los pensamientos cuestionando su propósito, sería una señal de que no se trata de un placer verdadero. Esto es, porque el placer llena todos los huecos, y de este modo, no queda espacio en la mente para cuestionar su propósito. Y si, aun así, uno lo cuestiona, indica que el placer no es pleno sino incompleto, puesto que no ha llenado todos los huecos.
Y así ocurre con la fe. La fe debe llenar todos los espacios del conocimiento. Por lo tanto, debemos describirnos cómo sería si tuviéramos conocimiento, y en ese mismo grado debemos tener fe.