Lo escuché el 27 de Adar Álef
“Si yo no soy para mí, ¿quién será para mí? Y cuando soy para mí, ¿qué soy?” Estos dos estados representan una paradoja. El hecho es que uno debe trabajar totalmente de acuerdo al estado de “Si yo no soy para mí, ¿quién será para mí?”, entendiendo que no hay nadie que lo pueda salvar; pero “en tu boca, y en tu corazón, puedes realizarlo”; es decir, conforme a la forma de recompensa y castigo. Sin embargo, consigo mismo, uno debe saber que “cuando yo soy para mí, ¿qué soy?”. Esto implica que todo se encuentra lavajo la Providencia personal, y que no hay nadie que pueda hacer nada al respecto.
Y si se dice que todo se encuentra bajo la Providencia personal, ¿por qué debemos trabajar a modo de “si yo no soy para mí, ¿quién será para mí?”? Pues trabajando a modo de “si yo no soy para mí, ¿quién será para mí?” uno consigue la Providencia personal. De esta manera, todo sigue el camino de la corrección. Y la división del deber y de la Torá, que se llama “Hijos del Creador”, no se revela a menos que sea precedida por trabajo bajo la forma de “si yo no soy para mí, ¿quién será para mí?