Lishmá es un Despertar desde Arriba
¿Cómo ser recompensados con el aspecto de Lishmá? (para Su Nombre). No está en manos del hombre comprender esto, puesto que la mente humana no puede comprender cómo puede ser que exista algo así en el mundo. Y esto es porque todo lo que se le da a entender al hombre, es que si se involucrare en Torá y Mitzvot conseguirá algo, ya que debe haber allí recompensa para sí mismo, pues de lo contrario el hombre no está dispuesto a hacer algo. Por el contrario, Lishmá es una iluminación que viene desde Arriba y, sólo aquél que prueba esto puede conocer y comprender. Acerca de esto está dicho: “Prueben y verán que el Señor es Bueno”.
Si es así hay que entender, ¿por qué es que el hombre necesita crear artificios y dar consejos sobre cómo alcanzar Lishmá? ¿Es que acaso ningún consejo podrá ayudarle? ¿Y si el Creador no le proporcionare la segunda naturaleza llamada “el Deseo de Otorgar”? ¿Al hombre no le servirá de nada ningún esfuerzo para alcanzar la condición de Lishmá?
La respuesta es tal como dijeron nuestros sabios en (Avot, 2.21), “No está en tí completar la tarea, y tampoco eres esclavo como para desatenderte de ella”. Esto significa, que al hombre se le impuso el despertar desde abajo, puesto que éste es el aspecto de la plegaria. Porque la plegaria es llamada una carencia, y sin carencia no hay llenado. Por lo tanto, cuando el hombre tiene la necesidad del aspecto de Lishmá, entonces viene el llenado desde Arriba y, consecuentemente viene desde Arriba la respuesta a la plegaria, de manera que recibe el llenado sobre su carencia.
Encontramos que se necesita del trabajo del hombre para recibir del Creador Lishmá, lo cual es sólo el aspecto de una carencia y un Kli. Y este llenado el hombre jamás lo puede alcanzar por sí mismo, debido a que éste es un regalo del Creador.
Sin embargo, la plegaria debe ser una plegaria completa; es decir, desde el fondo del corazón. Lo cual significa que el hombre sabe con certeza, que no existe nadie en el mundo que pueda ayudarlo, excepto el Creador Mismo.
Y ¿cómo es que el hombre sabe que no hay quién pueda ayudarlo, excepto el Creador Mismo? El puede adquirir esta percepción precisamente si ha invertido todos los esfuerzos a su disposición a fin de alcanzar Lishmá, y nada lo ha ayudado.
Por eso, se le impone al hombre hacer todos los actos que solamente son posibles hacer en este mundo, para ser recompensado con la característica “por el Creador”. Es entonces que luego puede ofrecer una plegaria desde el fondo de su corazón, de tal manera que el Creador escucha su plegaria.
Sin embargo, el hombre debe saber que cuando se esfuerza por alcanzar el aspecto de Lishmá, el cual aceptará sobre sí mismo, por cuanto desea trabajar enteramente para otorgar con el propósito de la perfección; es decir, para otorgar completamente sin recibir nada. Sólo entonces el hombre comienza a ver que los órganos no están de acuerdo con esta idea.
Y de esto, el hombre puede llegar a saber con claridad, que no tiene más remedio que elevar su conversación al Creador, para que Él lo ayude a que su cuerpo acceda a esclavizarse incondicionalmente a Él. Ya que él ve que no está en sus manos persuadir a su cuerpo, para que éste se anule por completo.
Encontramos entonces que precisamente en el momento en el que ve que no tiene sentido esperar que su cuerpo acceda por sí mismo a trabajar para el Creador, entonces su plegaria puede surgir desde el fondo del corazón, y por esto su plegaria es aceptada.
Y hay que saber, que por medio de la adquisición del aspecto de Lishmá, se está dando muerte a la inclinación al mal, pues la inclinación al mal es el deseo de recibir. Y por medio de la adquisición del deseo de otorgar se anula al deseo de recibir, de tal manera que tenga el poder de hacer algo, ya que se considera a esto como si lo matara, en vista que su opresor y su función no tienen más que hacer, debido a que ya no lo usa. Y esto significa que la inclinación al mal ha sido privada de sus acciones, lo cual es considerado como que el hombre le ha dado muerte.
Y cuando el hombre haga un recuento con su alma preguntándose: “Qué ganancia recibe el hombre de toda su labor… bajo el sol”, entonces verá que no es tan difícil para él esclavizarse por Su Nombre, por dos razones:
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De cualquier manera; es decir, voluntaria o involuntariamente, él está obligado a esforzase en este mundo. ¿Y qué resultados le quedan de todos los esfuerzos que ha hecho?
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Si el hombre trabaja Lishmá, de ser así, él obtiene placer también durante su trabajo.
Esto es de acuerdo a la parábola del proverbio del predicador de Dubna que dijo acerca del verso “Tú no has solicitado ante Mí, Oh Ya´akov, pues se esforzó por mí Israel”. Y dijo que esto es semejante a un hombre rico que salió del tren, y tenía un bolso pequeño, y lo colocó en el lugar donde todos los comerciantes colocan sus equipajes. Y de donde los maleteros los toman para llevarlos hasta el hotel en el cual se hospedan los comerciantes. Y el maletero pensó que el comerciante seguramente cargaría el pequeño bolso él mismo y que no necesitaría para eso de un maletero, así que tomó un bolso grande y lo llevó al hotel. Y el comerciante quiere darle una suma pequeña, tal como está acostumbrado a pagar por una maleta pequeña, y el maletero no quiere recibir la paga, y dice: “He colocado en el depósito del hotel un paquete grande, apenas he podido cargarlo, y me he agotado mucho, y usted pretende pagarme una suma mezquina por esto”.
La lección es: Cuando el hombre viene y dice que ha realizado un gran esfuerzo, en el hecho de guardar Torá y Mitzvot, el Creador le dice: “Tú no has solicitado ante Mí, Oh Ya´akov”; es decir, no es mi equipaje el que tú has cargado, sino que este equipaje le pertenece a alguien más. De manera que si estás diciendo que te ha costado un gran esfuerzo guardar Torá y Mitzvot, seguro habrás tenido otro amo, para el cual has trabajado. Así que ve ante él, que él te pague.
Y lo que está escrito que “pues se esforzó por mí Israel”. Significa, que aquél que trabaja para el Creador, no siente ningún esfuerzo, sino al contrario: él siente placer y exaltación del espíritu.
Lo cual no es así con aquel que trabaja en pos de otras metas, pues éste no puede dirigirse con quejas al Creador: ¿Por qué Él no le brinda vitalidad para el trabajo? Debido a que él no ha trabajado para el Creador, para que Él le pague por su trabajo.
En cambio el hombre puede venir con su queja frente a aquéllos para los cuales ha trabajado, ya que ellos le influenciarán con placer y vitalidad. Y ya que en Lo Lishmá (no por Su Nombre) existen tantas metas, por eso el hombre debe exigir de esa meta para la cual ha trabajado, de tal manera que esta meta para la cual trabajó, le entregue su recompensa; es decir, le dé placer y vitalidad. Y de ellos está dicho: “Como ellos serán aquellos que lo hacen, todo aquel que confía en ellos”.
Sin embargo, de acuerdo a esto será difícil: Después de todo vemos que incluso en el tiempo en el que el hombre recibe sobre sí mismo la carga del Reino de los Cielos sin ninguna otra intención, de todas maneras no siente ninguna vitalidad, o sea, que esta vitalidad lo obliga a asumir la carga del Reino de los Cielos. Y el hecho de que recibe sobre sí esta carga, es solo por motivo de la fe por encima de la razón; es decir, que lo realiza con el aspecto del fortalecimiento por coerción, lo cual no es por su beneficio.
De ser así, cabe preguntar: ¿Por qué él sí siente esfuerzo en este trabajo, de manera que el cuerpo observa a cada instante, cuándo se puede librar de este trabajo, de manera que la persona no siente ninguna vitalidad en el mismo? ¿Y en el momento en que la persona trabaja en austeridad tal que no tiene entonces ninguna meta, sino solo para trabajar con el propósito de otorgar; si es así, por qué el Creador no le imparte el sabor y la vitalidad en la labor?
La respuesta es: puesto que debe saber que es una gran corrección, ya que de no ser así; es decir, que si la Luz y la vitalidad no hubieran iluminado inmediatamente, al momento en que el hombre empieza a recibir sobre sí mismo la carga del Reino de los Cielos, de manera que inmediatamente tendría vitalidad en el trabajo; es decir, que si también el deseo de recibir hubiese acordado este trabajo, ¿entonces por qué habría consentido? Seguramente porque desea satisfacer sus antojos, o sea, que habría trabajado para su propio beneficio.
Si hubiese sido así, no habría ninguna realidad pues no tendría la posibilidad de llegar a alcanzar Lishmá, ya que el hombre estaría forzado a trabajar por su propio beneficio, en la medida en que él siente mayor placer en el trabajo de Dios que en los deseos corporales. Siendo así, el hombre hubiese sido obligado a permanecer en Lo Lishmá, y esto por el hecho de que tuvo placer en el trabajo. Y donde existe satisfacción, el hombre no está dispuesto a hacer nada, ya que sin ganancia, el hombre no está dispuesto a trabajar. De ser así, que si el hombre hubiese recibido satisfacción por este trabajo de Lo Lishmá, habría sido obligado a permanecer en ese estado.
Y esto sería similar a lo que la gente dice, que al momento en que las personas persiguen a un ladrón para atraparlo, éste también corre y grita “¡Atrapen al ladrón!”. Siendo entonces imposible reconocer quién es el verdadero ladrón, para atraparlo y sacar lo robado de su mano.
Sin embargo cuando el ladrón, o sea el deseo de recibir, no siente gusto y vitalidad en la tarea de aceptar la carga del Reino de los Cielos, y si en tal caso uno trabaja en el aspecto de la fe por encima de la razón de manera forzada, y el cuerpo se acostumbra a este trabajo, que va en contra de su deseo de recibir, entonces la persona ya tiene los medios por los cuales llevar a cabo este trabajo, que será con el propósito de deleitar a su Creador. Esto se debe a que el principal requisito que se exige de un hombre, es que por medio de su trabajo llegue a alcanzar Devekut con el Creador, lo cual es el aspecto de la equivalencia de forma, de tal manera que todas sus acciones estén enfocadas hacia el otorgamiento.
Y es como está escrito: “Entonces te deleitarás en el Señor”, Donde el significado de “Entonces” es “Antes”. Pues al comienzo de su trabajo no había placer alguno, sino que su trabajo era por medio de la obligación. Lo cual no es así luego, cuando ya se ha habituado a trabajar con el fin de otorgar y no para examinarse a sí mismo, si está sintiendo placer en el trabajo, sino que está convencido de que está trabajando, de manera que mediante su trabajo llegue a otorgar complacencia a su Creador.
Y el hombre debe creer que el Creador acepta el trabajo de los inferiores. Sin importar “cuánto ni cómo” es la manera de su trabajo. En todo el Creador examina sólo la intención, ya que de esto tiene deleite el Creador. “Entonces” el hombre se hace merecedor de “deléitate en el Señor”, de manera que también durante el trabajo de Dios sienta el bien y el deleite, puesto que ahora realmente trabaja para Él. Pues el esfuerzo que entregó en el momento del trabajo obligado, califica al hombre, para que pueda trabajar verdaderamente en nombre de Dios. Encontramos entonces que también el placer que recibe, es al Creador; es decir, a Él precisamente.