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23. Uno debe siempre vender las vigas de su casa

 

Uno debe siempre vender las vigas de su casa

Artículo Nº 9, 1984

 

“Rabí Yehudá dijo, ‘Rav dijo: ‘Uno debe siempre vender las vigas de su casa y poner zapatos en sus pies’’” (Shabat, 129). Debemos entender la precisión acerca de las vigas de su casa y la gran importancia de los zapatos, en el sentido de que vale la pena vender las vigas de su casa por esto, es decir, para tener la posibilidad de poner zapatos en sus pies. Debemos interpretarlo en el trabajo. La expresión Korot (vigas) de su casa se deriva de la palabra Mikré (incidente/evento), es decir, todo lo que le sucedió a la persona en su casa. Siendo que comprendemos al hombre, mediante dos discernimientos: mediante el conocimiento, es decir, con el intelecto, y mediante la emoción, es decir, lo que una persona siente en su corazón, si es feliz o no. Y esos incidentes que una persona experimenta, evocan preguntas en su vida diaria. Esto se aplica tanto a las situaciones entre una persona y el Creador, como a las situaciones entre una persona y su amigo.

Entre una persona y el Creador significa que él tiene quejas de que el Creador no satisface sus necesidades. En otras palabras, lo que una persona piensa que necesita, el Creador debe satisfacerlo. Porque la regla es que la conducta del Creador es hacer el bien. Y algunas veces él tiene quejas como si sintiera lo opuesto, que su situación es siempre peor que la de otros, que los demás están en un grado más elevado que él. De esto se deduce que él está en un estado que se llama “espías”, (que difaman en contra de la Providencia), porque no siente ese deleite y placer en su vida, y es difícil para él decir “la bondad y la gracia me perseguirán todos los días de mi vida”. Así es que en ese momento él se encuentra en el estado de “espías”. Nuestros sabios dijeron acerca de eso (Brajot [Bendiciones], 54): “Uno debe bendecir por lo malo, así como bendice por lo bueno”, dado que la base del judaísmo está construida sobre la fe por encima de la razón, es decir, no apoyarse en lo que el intelecto le obliga pensar, decir y hacer, sino tener fe en la Providencia Superior, que es benevolente. Y precisamente mediante la justificación de la Providencia, después uno es merecedor de alcanzar y sentir deleite y placer.

Baal HaSulam nos dio una alegoría, acerca de una persona que tenía quejas y exigencias hacia el Creador, porque no le había concedido todos sus deseos. Como una persona que marcha por la calle con su hijo pequeño, quien llora terriblemente. Todas las personas en la calle miran al padre pensando: “¿Cuán cruel es este hombre que puede oír llorar a su hijo sin prestarle ninguna atención? El llanto del niño logra, que incluso las personas en la calle se sientan apenadas por él, pero este hombre, que es su padre, no lo está. Y existe una regla, ‘Como un padre que se apiada de sus hijos’”. El llanto del niño hace que las personas, se acerquen al padre y le pregunten, ¿”Dónde está tu compasión?”, a lo que el padre responde: “¿Qué puedo hacer, si mi hijo, a quien amo con el alma, al que cuido como lo más preciado, me exige darle un alfiler para poderse rascar el ojo, ya que le pica en sus ojos? ¿Se me puede llamar “cruel” por no conceder su deseo?, ¿o es por compasión por lo que no se lo doy, para que no se hurgue el ojo y se quede ciego para siempre?” Por lo tanto, debemos creer que todo lo que el Creador nos da, es por nuestro propio bien. Aunque debemos rezar, para que los problemas no vengan, y el Creador los aparte  de nosotros. Sin embargo, debemos saber que la plegaria y la concesión de la plegaria son dos cuestiones distintas.

En otras palabras, si hacemos lo que debemos, entonces el Creador hará lo que es bueno para nosotros, como se ilustra con la alegoría anterior. Se dice acerca de eso: “Y que el Señor haga lo que bien le parezca”. El mismo principio se aplica entre una persona y su amigo, es decir, que él debe vender las vigas de su casa y poner zapatos en sus pies. En otras palabras, una persona debe vender las vigas de su casa, es decir, todos los incidentes que su casa experimentó en relación al amor por los amigos. La persona tiene preguntas y quejas acerca de su amigo, ya que está trabajando devotamente en el amor por los amigos, pero no ve ninguna respuesta por parte de los amigos, que le ayude de alguna manera. Todos se están comportando no según su propia comprensión, acerca de cómo debería ser el amor por los amigos, es decir, que cada uno hablará a su amigo de manera respetuosa, como debe ser entre personas honradas. Lo mismo con respecto a las acciones, ya que tampoco ve ninguna acción por parte de los amigos, que pueda considerar como relativa al amor por los amigos. En cambio, todo transcurre normalmente, como entre personas comunes, que aun no tienen un interés, en unirse y tomar la decisión, de construir un grupo donde haya amor por los amigos, donde cada uno se preocupe por el bienestar del otro. Así, ahora ve que no hay nadie a quien seguir, que se dedique al amor por los amigos. Y como piensa que es el único que está marchando por el sendero correcto, y observa a todos con desdén y desprecio, a esto se le llama “espías”, ya que está espiando a sus amigos para comprobar, si se están comportando correctamente hacia él, en lo relativo al amor al prójimo. Y como escucha constantemente, que los amigos predican todo el día el amor hacia los demás, como lo más importante, él quiere ver si lo que dicen es lo que hacen. Y entonces ve que todo es de la boca hacia fuera. Descubre que incluso al hablar entre ellos, no existe amor hacia los demás, y esto es lo mínimo en el amor hacia al prójimo. En otras palabras, si le hace una pregunta a alguien, el otro le responde en forma brusca, de manera indiferente, no de la manera en la que alguien le responde a un amigo. Por el contrario, todo es muy frío, como si quisiera librarse de él. Y no me preguntes:

Si estás pensando en el amor por los demás, ¿por qué estás criticando si tu amigo te ama?, ¿acaso el amor por los amigos está basado sobre el amor propio?, ¿y por eso quieres ver lo que obtuvo tu amor propio de esta ocupación? Esos no son mis pensamientos. Más bien, realmente quiero amar a los demás.Por eso estaba interesado en este grupo que se fundó, de manera que viera que todos y cada uno, está dedicándose al amor por los demás, para que a través de esto, la poca fuerza que tengo en amar a los demás, se fortalezca y así obtener la fuerza para ocuparme del amor por los demás, más poderosamente de lo que podría hacer por mí mismo. Pero ahora veo que no he ganado nada, porque veo que ni uno sólo lo está haciendo bien. Así, sería mejor que no estuviera con ellos y no aprendiera de sus acciones. Para eso hay una respuesta: que si un grupo es establecido con ciertas personas, y cuando se reunieron, seguro que alguien, debió haber deseado establecer específicamente este “conjunto” en particular. Por consiguiente, él hizo una selección entre esas personas para asegurarse de que eran las adecuadas entre sí. En otras palabras, que cada uno de ellos tu viera una chispa de amor por los demás. Pero la chispa no pudo encender la luz de amor para iluminar en cada uno. Por lo tanto, acordaron que, al unirse, las chispas se convertirían en una gran llama. Por lo tanto, también ahora, cuando les espía, él debe superarlo y decir: “Así como todos tenían el mismo pensamiento, de que debían marchar por el sendero del amor hacia los demás, cuando el grupo fue establecido, así sigue siendo ahora”. Y cuando todos juzguen favorablemente a sus amigos, todas las chispas se encenderán una vez más y otra vez existirá una gran llama.

Es como Baal HaSulam dijo una vez cuando preguntó acerca del pacto que hacen dos amigos, como el que vemos en la Torá (Gen 21:27): “Y Abraham tomó ovejas y vacas y se las dio a Abimelej; y ellos dos hicieron un pacto”. Él preguntó: “Si los dos se aman, por supuesto que se hacen bien el uno a otro. Y, naturalmente, cuando no hay amor entre ellos, porque el amor se ha marchitado por alguna razón, no se hace ningún bien el uno al otro. Por lo tanto, ¿en qué les ayudaría establecer un pacto entre ellos?” Él respondió que el pacto que ellos establecen no es para el presente, ya que ahora, cuando se siente el amor entre ellos, no hay necesidad de hacer un pacto. Sino que, establecer un pacto, se hace deliberadamente para el futuro. En otras palabras, es posible que después de algún tiempo no sientan el mismo amor que ahora, pero aun así mantendrán sus relaciones como antes. Para esto se hace el pacto. Podemos ver, además, que aun cuando ahora no sienten el amor, como era cuando el grupo fue establecido, todos deben sobreponerse a su punto de vista, e ir por encima de la razón. Mediante eso, todo será corregido y cada uno juzgará a su amigo favorablemente.

Ahora podemos entender las palabras de nuestros sabios, quienes dijeron: “Uno debe siempre vender las vigas de su casa y poner zapatos en sus pies”. Min’alim (zapatos) se deriva de la palabra Ne’ilat Delet (cerrar una puerta), es decir, cerrar. Una vez que una persona ha espiado a su amigo − y Riguel (espió) se deriva de la palabra Raglaim (pies/piernas) − él debe “Vender las vigas de su casa”, es decir, todo lo que sucedió en su casa, en la relación entre él y su amigo, es decir, los espías que él tiene, quienes calumnian a sus amigos. Entonces, “Vende todo”, es decir, elimina todos los incidentes que los espías le han traído y en su lugar pone zapatos en sus pies. El significado es que él debe encerrar a todos los espías, como si ya no existieran en la tierra. Y también encerrar, a todas las preguntas y demandas que hay sobre ellos. Y entonces todo estará en paz.

 

 

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