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489. La Severidad para enseñar la Torá a los idólatras

 

La severidad de la prohibición de enseñar
la Torá a los idólatras
Artículo Nº 17, 1986/87

 


Nuestros sabios dijeron (Hagigá 13): “Rav Ami dijo: ‘Las palabras de la Torá no deben transmitirse a los idólatras, como está escrito: ‘Él no lo ha pactado con otras naciones; y estas no deberán conocer Sus decretos´” . En el Sanhedrín (59), Rabí Yojanán dijo: ‘Un idólatra que se dedica a la Torá debe morir, como está escrito: ‘Moisés nos ordenó una ley, como herencia’. Nosotros somos los herederos, y no ellos’”.
La Guemará pregunta: “Rabí Meir dice: ‘¿Cómo es eso? Después de todo, incluso un idólatra que se dedica a la Torá es como el Cohen Hagadol (sumo sacerdote), tal como está escrito: ‘Los hará el hombre y vivirá en ellos.’. No dijo ‘sacerdotes’, ‘levitas’ o ‘israelitas’, sino ‘la persona’. Significa que incluso un idólatra que se dedica a la Torá es como el sumo sacerdote’”.

Debemos entenderlo en el trabajo, según la regla de que en el trabajo, aprendemos toda la Torá dentro de una sola persona. El Zóhar dice que cada persona es un pequeño mundo en sí misma. Significa que lo conforman las setenta naciones del mundo. Por lo tanto, ¿a qué se le llama Israel y a qué se le llama “idólatras” dentro de una sola persona? Otra pregunta acerca de las palabras de Rabí Meir es que él aporta evidencia del verso: “Los hará el hombre y vivirá en ellos.”. Después de todo, Rabí Shimon dice: “un hombre se refiere a Israel”, y aporta como evidencia el verso: “Tú te llamas ‘hombre’, y no las naciones del mundo”. Por lo tanto, ¿cómo aporta Rabí Meir evidencia de la palabra “hombre” en referencia a los idólatras? El Tosfot desea explicar en el Sanedrín que hay una diferencia entre “hombre” y “El Hombre”. Rashi interpreta que no debería haber un mal entendido acerca Rabí Shimon, quien dice: “Hombre significa Israel”. Es simple, él no difiere de Rabí Shimon que un hombre signifique específicamente Israel. Además, debemos entender la gran disparidad que existe entre Rabí Yojanán y Rabí Meir, pues Rabí Yojanán dice: “Un idólatra que se dedica a la Torá debe morir”, y según Rabí Meir, él no es como alguien común de Israel, sino como el sumo sacerdote. ¿Acaso puede ser que sea más grande que alguien común de Israel?

El Zóhar dice (Ajarei, p. 103; Comentario Sulam, Artículo 289): “Rabí Elazar preguntó a Rabí Shimon, su padre. Está escrito: ‘Él no ha pactado con ninguna nación’. Sin embargo, debemos preguntar sobre ello, puesto que está escrito: ‘Él manifiesta Su palabra a Jacob’, ¿por qué dice: ‘Sus leyes y Sus decretos para Israel’?” Esto tiene un doble sentido.Y dado a que la Torá es La oculta, La elevada, La preciada, y es Su Nombre explícito, por ello la Torá es completamente oculta y revelada a la par, es decir, en ella hay ocultismo y revelación relacionado a Su Nombre. Por lo tanto, Israel está en dos grados, oculto y revelado. Aprendimos que tres son los grados que conectan lo uno a lo otro: 

1) el Creador,
2) la Torá,
3) Israel. 


Por eso está escrito: “Él manifiesta Su palabra a Jacob, Sus leyes y Sus decretos a Israel”. Hay dos grados. Uno está revelado: el grado de Jacob, y uno está oculto, el grado de Israel. ¿Y qué sugiere el texto con eso? Él responde: “Cualquiera que está circuncidado y está inscrito en el sagrado Nombre, es entregado a las cosas reveladas de la Torá”. Este es el significado de lo que está escrito: “Él manifiesta Su palabra a Jacob”. Sin embargo: “Sus leyes y Sus decretos a Israel” está en un grado más elevado. Por lo tanto, “Sus leyes y Sus decretos a Israel”, son los secretos de la Torá. Las leyes de la Torá y los secretos de la Torá no deben ser revelados salvo a aquellos que están en un grado elevado más apropiado. Y como Israel lo está, es decir, que ellos revelan la Torá sólo a aquel que está en un grado elevado, entonces con las naciones idólatras es mucho más estricto.

En el Artículo 303, está escrito: “Ven y ve que lo primero de la Torá que se imparte a los infantes es el alfabeto. Esto es algo que las personas en el mundo no pueden llegar a alcanzar en su entendimiento ni evocarlo en que es Israel, y qué es un idólatra en el trabajo.
Nuestros sabios dijeron acerca del verso (Shabat 105b): “No debe haber un dios extraño dentro de ti, ni te postrarás ante un dios extraño”. ¿Cuál es el dios extraño en el cuerpo del hombre? Es la inclinación al mal. Significa que a un idólatra se le llama “la inclinación al mal”. De esto se deduce que cuando hablamos de un sólo cuerpo, entonces la adoración de ídolos, que se denomina “un dios extranjero” o “un dios extraño”, está enteramente dentro del hombre. En consecuencia, debemos discernir la idolatría en la propia persona, que es la inclinación al mal, y el discernimiento de Israel, que es la inclinación al bien. Sin embargo, debemos entender por qué esta inclinación, que lo tienta a uno a deleitarse y a disfrutar la vida, se llama el “mal”. Después de todo, le dice a una persona: “Si me escuchas, disfrutarás de la vida”. Por consiguiente, ¿por qué se denomina “inclinación al mal” o “un dios extraño”? Igualmente, ¿cuál es la conexión entre la idolatría y la inclinación al mal, y por qué se le llama “Divinidad” y es alabada y reverenciada como cuando se sirve a la idolatría? 

Se sabe que hay dos reyes en el mundo:
1) El Rey de reyes,
2) Un rey anciano y necio, es decir, la inclinación al mal.
También se le llama “dos autoridades”:
1) La autoridad del Creador,
2) La autoridad de la persona.


Nuestros sabios dijeron que cuando nace una persona, nace inmediatamente con la inclinación al mal, tal como está escrito: “El pecado acecha a la salida”. El Zóhar nos dice, que significa que tan pronto como sale del vientre, la inclinación al mal viene a él. En el trabajo, debemos interpretar que, inmediatamente, desde el día que nace, él trabaja y sirve con toda devoción, a la inclinación al mal que se encuentra en él. Sin embargo, se sabe que la inclinación al mal es sólo el deseo de recibir dentro de la persona, como se explicó en la Introducción al Libro del Zóhar. Y en cuanto uno nace, su único propósito es servir al deseo de recibir. Significa que todos sus sentidos se enfocan en cómo servir al rey anciano y necio. Además, se postra ante él, y postrarse significa que subyuga su razón y su mente ante él.

Esto significa, que a pesar de que algunas veces, él escucha que se debe servir al Rey de reyes, y algunas veces, la mente y el corazón le obligan a entender, que la razón por la que nacimos no es para servir al deseo de recibir. Y, aun así, él subyuga ese punto de vista y dice: “Aunque la lógica me muestra que no conviene trabajar y servir al deseo de recibir toda mi vida, sino que lo que conviene es servir al Creador, voy por encima de la razón. En otras palabras, el cuerpo me dice: ‘Olvida todo lo que has recibido de los libros y autores, acerca de que debes servir al Creador.

Sino que como antes también ahora, no te rebeles contra tu deseo de recibir, sino que sírvelo con tu corazón y alma’”. Resulta que la persona reverencia (o también “se inclina ante”) el deseo de recibir, porque subyugar a la razón se denomina “reverencia”. Y esto se considera como que la persona está sirviendo a un dios extraño, que es extraño a la Kdushá (santidad). También es llamado “un dios extranjero”, porque él es un extranjero para la Kdushá. En ese momento, la persona que lo sirve es llamada “extranjera” o “idólatra”, y este es el dios extraño en el cuerpo de un hombre. En otras palabras, el dios extraño no es algo externo, es decir, que él esté sirviendo a alguien fuera de su propio cuerpo. Existe el pensamiento de que esto es, de hecho, lo que se considera cometer idolatría. Más bien, al servir y trabajar para su cuerpo, llamado “el deseo de recibir”, que se encuentra dentro del cuerpo de la persona, a esto es a lo que se le denomina que él está cometiendo idolatría, y a esa persona se le llama un “extranjero” o un “idólatra”.

Esto es así porque él no pertenece a la Kdushá, ya que Kadosh (sagrado) se le llama al Creador, como está escrito: “Tú serás sagrado porque Yo, el Señor, soy sagrado”. Esto significa: “Estarán segregados” (como está dicho en el Artículo Nº 16, 1986/87), ya que el Creador es el otorgante, y para tener Adhesión con Él, lo que se llama “equivalencia de forma”, la persona debe ser también un otorgante, y a esto se le llama Kdushá (santidad). Por lo tanto, se deduce que aquel que sirve y trabaja para el deseo de recibir, y lo transforma en lo esencial, es decir, que lo hace su dios. Y solo a él desea servir, con su corazón y su alma, y en todo lo que hace, incluso en un acto de otorgamiento, él ni siquiera considera el acto de otorgamiento, excepto que sea en beneficio placentero para su deseo de recibir. En ese caso, no distrae su enfoque de ello, sino que se aferra a su fe, que lo obliga a servir solo a ese deseo.

Incluso cuando su mente lo obliga a entender que no conviene servirlo, él aun no tiene el fuerza para traicionar a su dios, al que ha estado sirviendo desde el día que nació. Por eso se llama “fe”, ya que está sirviendo a su voluntad de recibir por encima de la razón. Y no hay razón en el mundo que pueda apartarlo y separarlo de su Adhesión, a la que está apegado desde el día que nació. A esto se le llama “un gentil” o “un extranjero”.

Israel significa lo opuesto a un dios extraño, es decir, Yashar-El (directo a Dios). Significa que su única intención es que todo sea directo al Creador. En otras palabras, su único pensamiento y deseo es llegar directamente a la adhesión con el Creador, y no quiere escuchar la voz de el deseo de recibir. Él dice que el nombre que le fue dado al deseo de recibir, “inclinación al mal”, es acertado porque le produce solo daño. En otras palabras, cuanto más trata de satisfacer su deseo, de manera que no obstruya en su trabajo, ya que él quiere ser un siervo del Creador, es al contrario. Es decir, él se asegura constantemente de darle lo que este le exige, y se lo da porque piensa que mediante eso, dejará de molestarlo. Pero entonces vemos exactamente lo opuesto: en realidad, este receptor se fortalece al satisfacer sus necesidades, es decir, se vuelve incluso más malvado.

Y ahora él ve cuán acertados fueron nuestros sabios cuando dijeron (Bereshit Rabá 25, 8): “No hagas el bien al malvado”, es decir, no hagas el bien a una mala persona. Es lo mismo para nosotros, que aprendemos todo en una sola persona. El significado será que está prohibido hacer el bien a el deseo de recibir, que es la inclinación al mal, ya que como resultado de cualquier bien que la persona le hace, este tiene más fuerza para dañarlo después. Y esto se llama “devolver un favor con mal”. Y son idénticos como dos gotas de agua, es decir, en el grado en que le sirva, así es su poder para dañarlo.

Sin embargo, uno debe siempre recordar cuál es el mal que le causa el receptor. Por eso uno siempre debe recordar el propósito de la creación −hacer el bien a Sus creaciones− y creer que el Creador puede impartir deleite y placer ilimitados. Está escrito acerca de eso (Malaji 3:10): “‘Y ahora ponme a Mí a prueba en esto’, dice el Señor de los ejércitos, ‘Si no abro para ustedes las chimeneas del cielo y vierto sobre ustedes una bendición hasta que sobreabunde’”. La razón por la que una persona no siente el deleite y el placer que el Creador desea dar, es por la disparidad de forma entre el Creador, que es el otorgante, y el receptor. Esto produce vergüenza en el momento de la recepción del deleite y placer. Para evitar el pan de la vergüenza, hubo una corrección, llamada Tzimtzum (restricción) –no recibir a menos que sea para otorgar satisfacción al Hacedor. Esto se llama “equivalencia de forma”, como nuestros sabios dijeron: “Así como Él es misericordioso, tú eres misericordioso”. Significa que así como el Creador es el otorgante y no hay ninguna recepción en Él −porque de quién recibiría Él− también el hombre debe esforzarse por llegar al grado de no querer trabajar para sí mismo, sino mantener todos sus pensamientos y deseos en complacer a su Hacedor. Y entonces recibe los Kelim (vasijas) adecuados para la recepción de la abundancia superior, que es el nombre general para el deleite y el placer que el Creador deseó dar a los creados.
En general, la abundancia se divide en cinco discernimientos, llamados NaRaNJaY. Algunas veces se llaman NaRaN. Además, la abundancia superior puede ser simplemente llamada Neshamá (alma), y el receptor de la Neshamá se llama Guf (cuerpo), pero esos no son nombres fijos, sino que dependen del contexto. Por lo tanto, ¿qué es lo que obstruye la recepción del mencionado deleite y placer? Es sólo el deseo de recibir. Obstruye y no nos deja salir de su autoridad, llamada “recepción con el fin de recibir”. Sobre este discernimiento ocurrió el Tzimtzum −a fin de corregir las vasijas de recepción para que sean para otorgar, en cuyo momento él será similar al otorgante. Y aquí hay equivalencia de forma, llamada Adhesión. En ese momento, a través de la Dvekut con el Creador, una persona se considera “viva”, ya que está adherida a la “Vida de Vidas”. Y mediante el receptor que hay en él, se separa de la Vida de Vidas. Por eso nuestros sabios dijeron: “Los malvados, durante sus vidas, son llamados ´muertos’”. Por lo tanto, queda claro quién nos está obstruyendo de que se nos dé la vida: es sólo el receptor en nosotros, y debemos determinarlo a través del cálculo antes mencionado. Resulta que esta es la causa de todos los problemas y aflicciones que sufrimos en la vida. Claramente, el apodo “inclinación al mal”, le queda bien, ya que es lo que causa todos nuestros males.

Imaginemos a una persona enferma que quiere vivir. Y solo hay una cura que puede salvar su vida, mediante la cual será recompensada con la vida; de lo contrario, tendrá que morir. Y hay una persona que le está impidiendo tener esta medicina. Claramente, a esta persona se le llama “malvada”. Es lo mismo para nosotros. Cuando uno aprende, que sólo a través del deseo de otorgar es posible ser recompensado con la vida espiritual, que es allí en donde se encuentran el deleite y el placer verdaderos, y que esta voluntad de recibir es lo que le impide recibirlos, ¿de qué forma debemos verlo? Desde luego, debemos verlo como el ángel de la muerte. Es decir, ¡es el causante de que no se nos conceda la vida! Cuando una persona llega a darse cuenta de esto –que nuestro receptor es el mal en nosotros −desea ser “Israel”. Es decir, no quiere cometer idolatría, que es la inclinación al mal en el cuerpo de la persona, sino que desea arrepentirse de todo el tiempo en que ha cometido idolatría, y desea ser un siervo del Creador.

En ese estado, cuando desea salir del dominio de la inclinación al mal, ¿qué debe hacer? Para eso, existe la respuesta que nuestros sabios dijeron (Kidushin 30b): “Así dice el Creador a Israel: ‘Hijos míos, creé la inclinación al mal, y creé la Torá como condimento. Si ustedes se dedican a la Torá, no serán entregados en su mano‘, como está escrito: ‘Si haces el bien, te elevarás’ Y si no se dedican a la Torá, serán entregados en su mano, como está escrito: ‘El pecado acecha a la puerta’”. En otras palabras, sólo por medio de la dedicación a la Torá, se obtiene el poder, de salir del dominio de la inclinación al mal y entrar en la Kdushá. Se deduce, por tanto, que uno que se ocupe de la Torá –cuando hablamos del trabajo− el propósito del estudio debe estar claro para una persona, es decir, la razón por la cual se dedica a la Torá. Esto es así porque hay dos cosas opuestas en la Torá, como dijeron nuestros sabios (Yoma 72b): “Rabí Yehosha Ben Levi dijo: ‘está escrito: ‘Y esta es la ley que Moisés estableció’ Si es merecedor, se convierte en una poción de vida para él. Si no es merecedor, se convierte en una poción de muerte para él’. Por esta razón, cuando una persona se ocupa en la Torá, debe ver que la Torá no lo lleve a la muerte”.

Sin embargo, es difícil entender cómo puede existir tal distancia entre ser merecedor y no ser merecedor, hasta el punto que dicen que si no es merecedor de dedicarse a la Torá, se convierte en una poción de muerte para él. ¿No sería suficiente con que no fuera recompensado? ¿Por qué es incluso peor que aquel que no se dedicó a la Torá en absoluto? Es decir, una persona que no se dedicó a la Torá no tiene una poción de muerte, y una que se dedicó a la Torá obtuvo muerte a cambio de su trabajo. ¿Acaso es posible tal cosa? 

Esta cuestión se presenta en la Introducción al Estudio de las Diez Sfirot (p.20, Artículo 39): “Sin embargo, sus palabras requieren una explicación para entender ¿cómo y en qué la Sagrada Torá se convierte en una poción de muerte para él? Lo menor sería que su esfuerzo fuera en vano, y él no recibe ninguna utilidad por su labor y esfuerzo. Pero es más, la Torá y el trabajo en sí, se convierten en una poción de muerte para él. Esto es realmente confuso”. En la Introducción al Estudio de las Diez Sfirot (Artículo 101): “Siendo que el Creador se oculta en la Torá. Porque el asunto de los tormentos y dolores que uno experimenta durante la ocultación del rostro, no es similar entre uno que posee algunos pecados y ha hecho muy poca Torá  y Mitzvot y uno que se ha dedicado ampliamente a la Torá y a las buenas obras. El primero está bastante calificado para juzgar favorablemente a su Hacedor. O sea, puede pensar que el sufrimiento le llegó por sus pecados y escasez de Torá. Para el otro, sin embargo, es mucho más difícil juzgar a su Hacedor favorablemente.”

Para nosotros es semejante. Cuando coloca la meta ante sus ojos, es decir, que el superior desea deleitar a Sus creados, pero para evitar la vergüenza, necesitamos vasijas de otorgamiento. Y como nacimos con el deseo de recibir, que es considerada un dios extraño, a quien servimos incluso por encima de la razón, que nos esclaviza, y no podemos salir de su dominio, entonces creemos en nuestros sabios, quienes dijeron: “El Creador dijo: ‘Creé la inclinación al mal, creé la Torá como condimento”. Esta es la razón que lo hace a uno dedicarse a la Torá, y entonces la Torá le otorga vida. En otras palabras, a través de la Torá, sale del dominio de la inclinación al mal y se convierte en un siervo del Creador, es decir, que su intención es sólo dar satisfacción a su Hacedor. Y será recompensado con Dvekut con el Creador, es decir, que en ese momento, se adherirá a la Vida de Vidas. Ciertamente, sólo en ese estado, cuando una persona estudia según esa meta, a su estudio de Torá se le denomina “poción de vida”, ya que a través de la Torá, será merecedor de la vida.

Sin embargo, si no se dedica a la Torá con ese propósito, a través de la Torá que él está estudiando, el deseo de recibir se fortalece y adquiere más fuerza para mantenerlo bajo su dominio. Esto es porque el receptor le deja entender que él no es como otras personas porque, gracias a Dios, es un hombre que ha adquirido buenas obras y Torá, y ciertamente, el Creador no debe tratarlo como trata a las personas comunes. Sino que, el Creador seguramente sabe quién es él.
Y si trabaja de forma humilde, seguro que tiene quejas contra el Creador, ya que si él sufre por algo, le dice al Creador: “¿Es esta la recompensa por la Torá?” Por lo tanto, él siempre tiene quejas contra el Creador, lo cual se llama “dudar de la Divinidad”. Por este motivo, están separados de la Vida de Vidas. Significa que, en vez de anhelar el anularse ante el Creador, y hacer todo sólo para servir al Creador, trabajan para el receptor, y desean que el Creador los sirva a ellos. Es decir todo lo que al receptor le falte, el Creador debe satisfacerlo. De esto se deduce que están haciendo lo opuesto a aquellos que quieren ser recompensados con la vida por su ocupación en la Torá.

Con lo dicho antes, podemos entender lo que preguntamos acerca de por qué Rabí Ami dice: “La Torá no se entrega a los idólatras”. Si nos referimos a esto en el trabajo, es decir, en la propia persona, y la misma está en un estado de idólatría, la razón por la cual está prohibido estudiar es que no sería útil. Esto es así porque en el trabajo, aprendemos que debemos tratar de estudiar la Torá para salir del dominio de la inclinación al mal. Pero si no desea liberarse de la esclavitud, que la inclinación al mal lo somete, entonces, ¿para qué necesita la Torá? Resulta que si se le entregara la Torá, eso no sería útil. Es un desperdicio de esfuerzos, para aquel que le instruya. Sin embargo, Rabí Yojanán añade a Rabí Ami, diciendo: “Lo menos sería, que no le resulte útil, y a la vez, que un idólatra se dedique a la Torá, le dañará”. Está comprometiendo su alma, porque los idólatras, es decir, aquellos que estudian la Torá sin la meta de salir del dominio de la inclinación al mal, desean quedarse en ella y servirla con devoción, esto se llama “idolatría”. 

Acerca de eso, está escrito: “Un dios extraño en el cuerpo del hombre”. Por lo tanto, él está tomando para sí la poción de muerte. Por eso Rabí Yojanán dijo: “Un idólatra que se ocupa en la Torá debe morir”. Significa que está comprometiendo su alma, porque la Torá será una poción de muerte para él. Sin embargo, lo que diría Rabí Meir: “¿Cómo es eso? Después de todo, incluso un idólatra que se dedica a la Torá es como el sumo sacerdote, tal como está escrito: ‘Los hará el hombre y vivirá en ellos.’”.

Y preguntamos acerca de ello,
1) ¿Por qué está diciendo que él es como el sumo sacerdote? ¿No es un sacerdote común un grado elevado? Esto está muy alejado de las palabras de Rabí Yojanán, quien piensa, que él debe morir. Así que, ¿cuál es el sentido de esta exageración de que es como el sumo sacerdote?
2) Los intérpretes preguntan, la evidencia que aporta Rabí Meir, donde dice: “el hombre”, Rabí Shimon dice que “el hombre”, de hecho, significa Israel y no idólatras. Debemos interpretar lo que Rabí Meir dice: “Un idólatra que se dedica a la Torá”, al referirse a lo que explicamos antes. La intención de Rabí Meir, es acerca de una persona que ha llegado a darse cuenta que es un idólatra. Pues ve que desde el día que nació hasta ahora, ha estado sirviendo ídolos, o sea, a un dios extranjero, es decir, se refiere a la inclinación al mal, que está dentro del cuerpo del hombre. Él ve cómo está esclavizado y está bajo su control y no tiene fuerzas para rebelarse ante su palabra. Y aun cuando a menudo entiende con su mente y su razón que no vale la pena servirle, sino por el contrario, la inclinación al mal debe servir a la Kdushá (santidad), aun entonces, subyuga su razón y le sirve, como si se entendiese que conviene trabajar para la inclinación.

Cuando la persona llega a darse cuenta, que ve que no hay poder en el mundo que pueda ayudarlo, y ve que está perdida y que será excluida de la vida para siempre, y para liberarse de la muerte −como está escrito “Los malvados en sus vidas son llamados ‘muertos’”−, en ese estado llega a creer las palabras de nuestros sabios. Ellos dicen: “Así dice el Creador a Israel: ‘Hijos míos, creé la inclinación al mal, y le creé la Torá como condimento. Si ustedes se dedican a la Torá, no serán entregados a su mano’”.

Es acerca de este tipo de idólatra que Rabí Meir dijo, que es como el sumo sacerdote. Y aporta como evidencia lo que está escrito: “Los hará el hombre y vivirá en ellos.”. Él interpreta que si uno se ocupa en la Torá para “vivirá en ellos”, o sea que, si la razón para su dedicación a la Torá es que desea ser recompensado con la vida, y no ser un malvado −un idólatra, que es un dios extranjero en un cuerpo de hombre− sino que su único fin es ser recompensado con la vida, este verso: “Los hará el hombre y vivirá en ellos”, se refiere a él. Esto es así porque si se ocupa en la Torá, será como el sumo sacerdote. Y no sólo un sacerdote común, sino que será un sacerdote, es decir, que obtendrá la cualidad de Jésed (gracia), que se denomina “sacerdote”, es decir, él será recompensado con las vasijas de otorgamiento y, además, será recompensado con Gadlut (grandeza).

Por eso dice que es como el sumo sacerdote (Cohen Hagadol). En consecuencia, debemos preguntar por qué Rabí Meir dice: “Incluso un idólatra”. Como explicamos, es lo contrario, pues tal idólatra es digno de ser como el sumo sacerdote. Podemos explicar y decir que la palabra “Incluso” significa que incluso si una persona llega a tal bajeza que ve que es realmente una idólatra, que ve que hasta ahora no ha ganado nada en su vida, sólo en lo que sirvió a su inclinación al mal. En otras palabras, todos sus pensamientos y deseos han sido sólo a favor del receptor y ni siquiera ha tocado el camino de la verdad, es decir, tener la habilidad de tener fe en el Creador por encima de la razón, sino sólo según lo que la razón del receptor le permitió y dejó entender que, específicamente, al trabajar para su deseo, le daría energía para dedicarse a la Torá y las Mitzvot.

A esa persona, Rabí Meir llega y dice: “No lamentes esta bajeza. En lugar de esto, llegado tan bajo, el Creador todavía puede ayudarte a salir del exilio, de estar bajo su dominio todo el tiempo”. La explicación es: por el contrario, lo cual implica: “esto es incluso algo aceptable para todo el mundo”. Sin embargo, en realidad, sólo ahora hay una necesidad de la Torá. Sólo ahora tienes los verdaderos Kelim (vasijas), la verdadera necesidad de que el Creador te ayude, dado que has llegado al punto de la verdad, como nuestros sabios dijeron: “La inclinación del hombre lo vence cada día. Si no fuera por el Creador, no prevalecería sobre esta”. Ahora él ve la verdad, que realmente necesita la ayuda del Creador. 

Ahora podemos entender las palabras mencionadas antes de El Zóhar, donde él dice que al afrontarlo, parece que debemos hacer tres discernimientos en el trabajo:
1) Idólatras
2) Jacob
3) Israel
La diferencia entre ellos es que los idólatras tienen prohibido estudiar incluso la Torá literal. Y aprendemos eso de lo que está escrito: “El no lo ha pactado con ninguna nación”. Y en general, cuando está permitido enseñarle lo literal, se lo hace específicamente en los asuntos revelados. Concluye esto del verso: “Él manifiesta Su palabra a Jacob”, que es un grado inferior. Cuando está en un grado superior, está permitido enseñarle los secretos de la Torá. Concluye eso del verso “Sus leyes y Sus decretos sobre Israel”.

Está escrito en El Zóhar, Yitro (Comentario Sulam, p. 69 y Artículo 265): “‘Así dirás a la casa de Jacob’, a ese lugar que es adecuado para su grado. ‘Y cuéntales a los hijos de Israel’, ya que Jacob e Israel son dos grados. Jacob, es el grado de VaK, e Israel es el grado de GaR. Sin embargo, Israel se llama ‘la perfección de todo’, que significa el mostrar Jojmá (sabiduría) y hablar en el espíritu de Jojmá”.

Y está escrito en El Zóhar, Yitro (Artículo 260): “‘Así dirás a la casa de Jacob’, es para las mujeres, ‘Y cuéntales a los hijos de Israel’, es para los varones”. Además en El Zóhar, Yitro (Artículo 261): “‘Así dirás a la casa de Jacob’, es decir, con un dicho, del lado de Din ( juicio). ‘Y cuéntales a los hijos de Israel’, que es como ellos dicen: ‘Y él debe contarles su pacto’. Hagadá (cuento o narración) es Rajamim (misericordia) para los hijos de Israel, es decir, los varones que vienen del lado de Rajamim. Por eso establece ‘contar’ acerca de ellos”.

Debemos entender las distinciones en las palabras de El Zóhar, el cual dice en la porción, Ajarei, que Jacob e Israel son dos grados:
1) Jacob es abajo, con quien se estudia lo literal.
2) Israel es el grado de arriba, con quien se estudia los secretos de la Torá.

Está escrito en El Zóhar, Yitro (Artículo 260): “Jacob es el aspecto femenino, Israel es el aspecto masculino”. Dice (Artículo 261): “Jacob es del lado de Din, que es por lo que escribe ”dirás”, e Israel es Rajamim, porque Hagadá (narración) es Rajamim”. Dice (Artículo 265): “Jacob es considerado VaK e Israel es considerado GaR. Por eso está escrito: ‘Y cuéntales a los hijos de Israel’, que eso significa, mostrar Jojmá y hablar con el espíritu de Jojmá, ya que Hagadá implica Jojmá”. 

Primero, explicaremos lo que El Zóhar interpreta acerca del discernimiento de Jacob. Este dice
1) VaK,
2) Femenino,
3) Din,
4) El grado revelado, que es el grado inferior, el literal.

El orden del trabajo que una persona debe iniciar para llegar a la meta, es conocer su estado en el trabajo del Creador y cuál es la meta a la que debe llegar. En otras palabras, cuál es la perfección que una persona debe alcanzar. El primer estado es que la persona sepa que es un adorador de ídolos, llamado “idólatra”. Esta es la inclinación al mal que existe en el cuerpo del hombre. Se llama “un dios extraño” o “un dios extranjero”. Esto es para aclarar su estado, en dónde se encuentra realmente, ya que realmente está en un estado de adoración de ídolos.
Sin embargo, uno debe hacer grandes esfuerzos para ver la verdad, porque es imposible llegar a la verdad a menos que sea a través de la Torá y el trabajo, como dijeron nuestros sabios: “De Lo Lishmá (no en Su beneficio), uno llega a Lishmá (en Su beneficio)”. En un estado de Lo Lishmá, cuando una persona se esfuerza en la Torá y el trabajo, pertenece a la naturaleza humana el mirar a las personas a su alrededor. Y ve que no hay otras personas como él, que dediquen tantas horas al trabajo del Creador.

En ese estado, él se siente superior a los demás, y esto le causa el olvidar la meta, es decir, que lo importante es lograr Lishmá. Esto es porque las personas en el exterior le causaron sentir plenitud, y esa plenitud es la razón por la que no puede sentir que él está vacío de la meta principal: llegar a Lishmá. Es así, especialmente si es respetado por ser un siervo del Creador. Ciertamente, todas las personas que lo honran le influyen sus puntos de vista, para que crea lo que piensan de él, que él es un hombre enormemente virtuoso sin ningún fallo. Así, ¿cómo es posible que una persona diga acerca de sí misma que se encuentra en un estado de idolatría, y que aún no está circuncidado? Resulta que su adhesión a las masas, es decir, la adhesión de estas a su Torá y a su trabajo le causó plenitud. En el trabajo, esto se llama “aferramiento de los externos”.

¿Y que pierde él, si ellos pueden aferrarse? La respuesta es que el aferramiento es la razón por la cual él no puede ver su verdadero estado y que aún se encuentra en un estado de idolatría, y no puede buscar consejo sobre cómo salir del dominio del mal. El segundo estado de una persona es cuando se circuncida. “Circuncisión” significa que se corta el prepucio. Y dicho prepucio es llamado las tres Klipot (cáscaras) impuras, llamadas “Viento Tormentoso”, “Gran nube” y “Fuego ardiente”, y el deseo de recibir proviene de ahí.

No obstante, no está en nuestro poder cortar este prepucio. Baal HaSulam dijo acerca de esto que el Creador debe ayudar para que la persona sea capaz de cortar el prepucio. Acerca de esto está escrito: “E hice un pacto con Él”. El significado de “Con Él”, es que el Creador le ayudó. Pero, a la persona le corresponde comenzar.

Sin embargo, si decimos que no puede circuncidarse por sí mismo, entonces ¿por qué debe una persona comenzar, si decimos que no puede terminar? Pareciera que su trabajo es en vano. Sin embargo, se sabe que no hay Luz sin un Kli (vasija), y un Kli se denomina “una carencia”, ya que donde no hay carencia, no hay llenado. Por lo tanto, “a la persona le corresponde comenzar” se refiere a la carencia. No significa que una persona deba comenzar con el llenado. Por el contrario, cuando decimos: “Comenzar”, se trata de dar la necesidad y la carencia. Más adelante, el Creador viene y da el llenado para la carencia. A esto se le llama “E hizo un pacto con Él”, es decir, que el Creador le ayuda. Esto también se considera como la línea derecha, que es el significado de “El padre da el blanco”, como está explicado en el Talmud Eser Sfirot. Significa que cuando la luz superior brilla − es decir, Or Jojmá (luz de Jojmá), llamada Aba (padre) – es posible ver la verdad: que el prepucio −el deseo de recibir− es algo malo. Sólo entonces uno comienza a darse cuenta de que debe deshacerse del amor propio. Esta es la ayuda que una persona recibe del Creador –el llegar al reconocimiento del mal. En otras palabras, antes de que una persona llegue a la resolución de que no vale la pena usar la recepción, no puede usar las vasijas de otorgamiento, ya que una contradice a la otra. Por esta razón, una persona debe circuncidarse y, entonces, puede adquirir para sí misma el deseo de otorgar. De esto se deduce que quitar el prepucio, que se llama “circuncisión”, proviene de la ayuda de arriba. En otras palabras, es precisamente cuando la luz superior brilla, la persona ve su bajeza, que no puede recibir nada a causa de la disparidad de forma. En otras palabras, esto se llama “El padre da el blanco”.

Y después de llegar conocer el mal, llega una segunda corrección: él comienza a trabajar con el fin de otorgar. Pero esto también requiere de ayuda de arriba. Esto se llama “Su madre da el rojo”. En Talmud Eser Sfirot, él interpreta que esto se relaciona con el deseo de otorgar. De esto se deduce que tanto la fuerza de anular el deseo de recibir como la fuerza que puede llevar a cabo actos de otorgamiento son dados por el superior.
En otras palabras, la ayuda proviene de arriba. Esto plantea la pregunta: “¿Qué da el inferior?” Como se ha dicho que el inferior debe comenzar, ¿con qué comienza, de manera que más adelante el Creador le dé la asistencia necesaria? Como se dijo, todo lo que el inferior puede darle al Creador es la carencia, para que el Creador tenga un lugar que llenar. En otras palabras, quien desea ser un siervo del Creador y no un idólatra debe llegar a sentir su bajeza. En el grado en que lo siente, un dolor se forma gradualmente en él por estar tan inmerso en el amor propio −de hecho, como una bestia− y que no tiene ninguna conexión con el discernimiento de Hombre.

Aun así, algunas veces una persona llega al estado donde él puede ver su bajeza y no le importa estar inmerso en el amor propio, y no siente realmente la bajeza hasta el punto de necesitar al Creador para liberarlo de su bajeza. En ese estado, una persona debe decirse: “Ahora no estoy conmovido; soy como una bestia, haciendo sólo cosas de bestia, y mi única preocupación en este estado es que le pido al Creador que me deje sentir más deleite en los placeres corporales, y fuera de ellos, no tengo ninguna otra carencia”. En ese estado, una persona debe decirse que ahora está en un estado de inconsciencia. Y si no puede rezar para que el Creador le ayude, sólo hay una solución: vincularse con personas con quienes cree que pueden tener la sensación de la carencia, que sí sienten que están en la bajeza y piden al Creador que los acerque, que los conduzca de los problemas al alivio, y de la oscuridad a la luz, incluso cuando no hayan sido liberados aún.

Entonces, él debe decir: “Desde luego, ellos aún no han completado su Kli de deficiencia, llamado ‘la necesidad de ser liberado de este exilio, en un 100%’. Sin embargo, ellos probablemente han andado la mayor parte del camino para sentir la verdadera necesidad”. Así, a través de ellos, él puede recibir también su sensación, es decir, que él también sentirá dolor de estar en bajeza. Sin embargo, es imposible recibir la influencia del grupo si no está adherido al grupo, es decir, si él no los aprecia. En el grado en que los aprecie, puede recibir de ellos la influencia sin ningún trabajo, simplemente mediante la adhesión al grupo.

De esto se deduce que en el segundo estado, es decir, cuando es circuncidado, o sea, cuando ha atravesado los dos discernimientos:
1) Eliminación del mal, que es la anulación de las vasijas de recepción.
2) La obtención de las vasijas de otorgamiento −se considera que ahora recibe el grado de VAK. Esto se considera la mitad de un grado, ya que un grado completo significa que también puede usar las vasijas de recepción para otorgar.

Y como él sólo obtuvo las vasijas de otorgamiento después de ser circuncidado, para estar en el otorgamiento, se considera sencillamente como el grado de VAK. Este se llama “el grado de Jacob”. También se llama “femenino” como en: “Su fuerza es tan débil como la de una mujer”, lo que significa que no puede vencer y aspirar hacia el otorgamiento, sino sólo con las vasijas de otorgamiento. Y también este grado se llama Din. Significa que todavía hay Midat ha Din (cualidad de juicio) sobre las vasijas de recepción, y que está prohibido usarlas porque no puede dirigirlas hacia el otorgamiento. También se le llama “un grado revelado”, saber que hay otro grado, que está oculto de él. También se llama “un grado inferior”, para saber que hay otro grado que es superior. Necesitamos saberlo para que seamos conscientes de que hay más trabajo por hacer, es decir, alcanzar un grado todavía más alto. Este grado también se llama “el literal” (o simple), ya que ahora que se ha circuncidado, se ha convertido en “un simple judío”. Es decir, antes de circuncidarse era un idólatra, y ahora se le discierne simplemente como “judío”. Además, ahora se le llama “Jacob”, como está escrito: “Así dirás a la casa de Jacob”, o sea “Dicho”, que es una palabra suave, ya que se considera que el grado de Jacob trabaja sólo con las vasijas de otorgamiento, que son Kelim más puros. Por eso hay un “Dicho” aquí, que es una palabra suave. 

Esto no es así con el discernimiento de “Israel”. El Zóhar interpreta a Israel como
1) El grado de GAR, plenitud de todo;
2) El grado masculino;
3) Rajamim; (misericordia)
4) Un grado elevado y oculto, que son los secretos de la Torá.

Debemos explicarlos uno a uno:

1) El grado de GAR. Ya que cada grado se compone de diez Sfirot, que se dividen en Rosh y Guf (cabeza y cuerpo, respectivamente), el Rosh se llama GAR, es decir, Kéter-Jojmá-Biná, y el Guf se denomina ZAT. Son dos mitades del grado. Por eso VAK se considera el grado inferior y GAR se considera un grado superior. Se sabe que al hablar del grado de VAK, se le llama “la mitad de un grado”. Esta es una señal de que GAR está ausente. Por esta razón, al decir “el grado de GAR”, significa que aquí hay un grado completo, ya que la regla es que cuando dos grados están juntos, se menciona el más elevado e incluye al inferior. Por eso El Zóhar llama “Israel” a la perfección de todo.

2) El grado masculino. Cada grado contiene dos tipos de Kelim: Zakim (puros/finos), que son vasijas de otorgamiento, y Avim (gruesos), que son vasijas de recepción. Es posible usarlas sólo si se coloca sobre ellas la intención de otorgar. Y como el propósito de otorgar es contrario a la naturaleza, se requiere de un gran esfuerzo y mucha fuerza en contra de la naturaleza. Y cuando puede superar sólo los Kelim finos, a eso se le llama “femenino”, lo que implica que “su poder es débil como el de una mujer”. Pero cuando también puede vencer las vasijas de recepción, se le llama “hombre”, “masculino”, “fuerte”. Y como Israel se considera GAR, la perfección de todo, usando también las vasijas de recepción, Israel son considerados “varones”.

3) El grado de Rajamim. Como había un Tzimtzum (restricción) y Din ( juicio) sobre las vasijas de recepción, y está prohibido usarlas a menos que uno pueda hacerlo para otorgar. Por ello, cuando uno no puede aspirar al otorgamiento con las vasijas de recepción, hay Din sobre ellas y está prohibido usarlas. Por eso a una mujer se le llama “Din”. Pero un varón significa que puede vencer, para otorgar también en vasijas de recepción y el Din se elimina de ellas. De este modo se usan las vasijas de recepción para otorgar, y esto se llama Rajamim (misericordia). Se considera que el Din anterior ha sido mitigado por la cualidad de Rajamim, lo cual se considera que él está recibiendo con el fin de otorgar.
Por eso un varón se llama Rajamim. Significa que los varones se llaman Rajamim y no Din, como está escrito en El Zóhar (Artículo 261): “Así dirás a la casa de Jacob”, significa que decir es del lado de Din, y “Cuéntales a los hijos de Israel” significa que cuento es del lado de Rajamim.
Rashi interpreta el verso: “Así dirás a la casa de Jacob”: “Esas son las mujeres, diles con palabras suaves, y ‘Cuéntales a los hijos de Israel’, los varones, las palabras son duras como tendones”.(del libro Mejilta interpretación sobre el libro Éxodo) Debemos interpretar las palabras: “A las mujeres con palabras suaves”. Ya se mencionó antes que los aspectos femeninos son aquellos que no tienen mucha fuerza para vencer, sino sólo sobre los Kelim finos. Esto se llama “suave”. Es decir, suave, es que no es tan duro (o difícil) de vencer las vasijas de otorgamiento .

Pero las vasijas de recepción son muy difíciles de superar. Por tanto, a los varones –aquellos que están en un estado masculino, que tienen el poder de superarse− se les dio trabajo en cosas que son tan duras como tendones, refiriéndose a las vasijas de recepción. Pero, ¿por qué El Zóhar escribe que los varones son Rajamim? Si dice: “Tan duros como tendones”, y duro significa Din, no Rajamim. Por tanto, por una parte, dice que el aspecto masculino significa tan duro como tendones y, por otra parte, dice que ellos son Rajamim. Debemos interpretar que los hombres tienen el poder de superar las vasijas de recepción, las cuales son difíciles de superar. Y al superar las vasijas de recepción, llamadas Midat ha Din (cualidad de juicio) que está sobre ellas, hay Rajamim en ese lugar, y no Din. Pero con las mujeres, que no tienen el poder de superar las vasijas de recepción, hay Midat ha Din en ellas y está prohibido usarlas.

4) Un grado alto y oculto, considerado “los secretos de la Torá”. “Oculto” significa que incluso si ya se ha circuncidado y ha sido recompensado con el significado literal, o sea, con ser un simple judío, es decir, ha llegado a un estado donde no está cometiendo idolatría sino que sirve al Creador. La luz de Jojmá −revelada sobre las vasijas de recepción− aún se le oculta. Pero uno que ha sido recompensado con el discernimiento más elevado, que es un varón y que también tiene el poder de superar las vasijas de recepción, la luz de Jojmá, denominada “los secretos de la Torá”, aparece en esos Kelim. Por eso El Zóhar dice (Artículo 265): “Y cuéntales a los hijos de Israel”, es decir, muestra Jojmá y habla en el espíritu de Jojmá, ya que “contar” implica Jojmá, como está escrito: “y él les contará su pacto”. De esto se deduce que, decir que está prohibido enseñar la Torá a los idólatras debe ser interpretado en el trabajo como: “Es imposible enseñar la Torá a los idólatras”. Como Baal HaSulam decía cuando hablaba de asuntos del trabajo, donde está escrito “prohibido”, significa “no se puede”. Pero después de ser circuncidado, hay dos grados: superior e inferior, es decir, literal y secreto.

 

 

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