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877. ¿Por qué se hacen específicamente cuatro preguntas en la noche de Pésaj?

 

¿Por qué se hacen específicamente cuatro preguntas en la noche de Pésaj?

Artículo Nº 22, 1988-89



Tal como vemos, ¿cuándo hace uno preguntas? Cuando se tiene una carencia. Y se pregunta: “¿Por qué necesito sufrir por no tener lo que entiendo que necesito?” Llega al Creador con quejas y exigencias y dice: “¿Por qué hace falta que sufra?” Pero cuando la persona tiene abundancia, ¿qué preguntas hay para hacer si siente que es libre?, que no está esclavizada por nada, ¿cómo sentirá que esta carencia le provoca dolor, dándole pie a que pregunte, “por qué”? Por consiguiente, debemos comprender ¿por qué hacemos preguntas específicamente en la noche de Pésaj, que es la fiesta de la libertad? Además, se les denomina “cuatro preguntas”, es decir, cuatro veces “¿Por qué?” precisamente cuando a la persona no le hace falta nada. Según lo que dice el ARÍ, la noche de Pésaj es más completa que la víspera de Shabat. Dice que en la víspera de Shabat hay un ascenso de Maljut a Mojin de Neshamá, pero en la noche de Pésaj hay ascenso de Maljut a Mojin de Jayá, como en el día de Shabat (ver Shaar HaKavanot). Por lo tanto, debemos comprender por qué hacemos preguntas específicamente en el momento de plenitud. Ciertamente, hay muchas respuestas a eso, y lo interpretaremos bajo el discernimiento del trabajo espiritual. 

Es sabido que el trabajo que se nos entregó con la Torá y las Mitzvot es tal que a través de ellas nos corrijamos y seamos dignos de recibir deleite y placer, ya que esta es la razón por la que el hombre fue creado, pues es sabido que el propósito de la creación es hacer el bien a Sus creaciones. Sin embargo, para evitar la vergüenza de la recepción de los placeres, ya que cada rama desea parecerse a su raíz, y puesto que la raíz le otorga a las criaturas, existe una disparidad de forma entre el que da y el que recibe. Y esto nos provoca la vergüenza. Por lo tanto, para corregirlo, dispusieron un Tzimtzum (una restricción) y una ocultación en la Providencia y supervisión Superior. Por eso, a través del Tzimtzum y la ocultación se creó un espacio, dentro del cual nos encontramos tan alejados del Creador que nos provoca que tengamos muy poca comprensión de Su supervisión sobre Sus creaciones.

Se escribe acerca de ello en la Introducción al Estudio de las Diez Sfirot (Puntos 42-43), en donde dice que si la Providencia se revelara y, por ejemplo, uno que comiera algo prohibido se asfixiara instantáneamente, y uno que realizara una Mitzvá (precepto) de inmediato descubriera en ello un deleite maravilloso, parecido a los grandes placeres de nuestro mundo corporal, ¿quién sería el necio que pensaría siquiera en probar de algo prohibido sabiendo que de inmediato perdería su vida, o dudaría en recibir de inmediato un gran placer corporal?

Por lo tanto, el Tzimtzum y la ocultación que se hicieron para corregir la vergüenza nos genera todo el esfuerzo del trabajo y la lejanía del Creador. De esto se deduce que el Tzimtzum y la ocultación se hicieron para beneficiar a los inferiores. Por lo tanto, no tiene sentido preguntar a la Providencia; “¿Por qué el Creador nos trata como nos parece que lo hace?, pues no vemos el bien y sufrimos en el exilio, en la pobreza y demás”. En otras palabras, todos se quejan del Creador, sobre por qué se comporta con una supervisión oculta para nosotros, lo cual es de este modo solamente porque es lo mejor. Por esta razón, está prohibido difamar Su supervisión −el modo en que Él se comporta con sus creaciones.

En lugar de eso, debemos creer con fe por encima de la razón que lo que sucede debe ser precisamente como lo vemos. Y con respecto a lo que sentimos, debemos seguir los caminos de la Torá, tal como los sabios nos han instruido sobre como tenemos que tratar con todos esos sentimientos que tenemos, y hablar acerca de ellos, con fe por encima de la razón: “Tienen ojos y no ven”, como está escrito en el artículo del año 1943. 

Se sabe que existe prohibición de difamar. Sin embargo, comúnmente se piensa que la difamación, que es tan nociva, se halla entre una persona y su amigo. Pero en verdad, la difamación sucede principalmente entre el hombre y el Creador, tal como está escrito (Shemot, Rabá, Capítulo 3, 12): “Moisés entendió el acto de la serpiente quien difamó a su Creador, como se ha dicho: “Porque Dios sabe que el día en que comas de él se abrirán tus ojos y serás como Dios, conocedor del bien y el mal”. Por lo dicho anteriormente, podemos ver por qué la difamación es peor que otras cosas.

Es porque la difamación proviene principalmente de la serpiente, quien difamó al Creador y le dijo: “Lo que el Creador te ordenó −que no comieras del árbol del conocimiento sino que lo mantuvieras en la ocultación y escondido”. La serpiente le dijo acerca de ello: “No debes obedecer lo que Él te dijo, que el árbol del conocimiento debe permanecer oculto de los inferiores”. En lugar de eso, su argumento fue que todo debe estar revelado. Esa fue la difamación de la serpiente. Se deduce que habló acerca de la Providencia, que la conducta del Creador con los creados de no revelar su supervisión es errónea. Pero en realidad, la ocultación es sólo para que ellos puedan recibir el deleite y el placer sin vergüenza. Y esto sólo puede suceder cuando reciban todo para el Creador, es decir, que toda la recepción sólo se hará para otorgar.

Se deduce de esto que la difamación de la serpiente no es un detalle menor. Más bien, se trata acerca de toda la corrección de Maljut, para que los inferiores, quienes se extienden de ella, pudieran lograr Adhesión, llamada “igualdad de forma”, mediante la cual habría una corrección que les permita recibir el deleite y el placer sin ninguna sensación desagradable, llamada “vergüenza”. Debido a esta corrección, se nos entregó la Torá y las Mitzvot, con las cuales poder salir del amor propio, que es la separación del Creador y poder lograr la igualdad de forma. Es como nuestros sabios dijeron: “Yo he creado la inclinación al mal, Yo he creado el condimento de la Torá”. Y según la difamación de la serpiente, para que haya una Providencia revelada, es decir, que todo será revelado, aunque el Creador le dijo explícitamente a Adán, “Pero del árbol del conocimiento no comerás”.

En cambio, este discernimiento debe ser ocultado y sólo al final de la corrección será posible iluminar este discernimiento. Y acerca de eso, la serpiente también le dijo que no obedeciera al Creador. En otras palabras, que el Creador no lo hizo en favor de Adán, que Su supervisión sobre las creaciones −el Bien que hace el bien− fuera revelada, sino por otras razones. Resulta que la difamación de la serpiente fue de forma general, es decir, dijo que todas las correcciones que debemos hacer mediante el poder de la Torá y las Mitzvot no son para el propósito del hombre. Por esta razón la difamación es la más severa de todas las prohibiciones, ya que esta abarca toda la Torá. En otras palabras, con esta difamación, todas las correcciones que se hicieron, no debieron ser hechas. Así, tal como la difamación es muy grave entre el hombre y el Creador, la prohibición entre una persona y su amigo también lo es, como dijimos acerca de “ama a tu prójimo como a ti mismo”, de lo que Rabí Akiva dijo que era la gran regla de la Torá. De esto se deduce que uno que difama actúa en oposición a la regla “ama a tu prójimo como a ti mismo”.

Entonces, la difamación entre una persona y su amigo es también una regla y una prohibición tan grave. Con lo anterior podemos interpretar lo que nuestros sabios dijeron (Sanhedrín 38): “Rav Yehuda dijo: ‘Rav dijo: ’Adam HaRishón era un hereje’. Y RaShI explica: “Era hereje’ significa que se inclinó hacia la idolatría’”. Esto es muy difícil de entender. Adam HaRishón (Adán) habló con el Creador. ¿Cómo puede ser un hereje alguien que habla con el Creador, y que su corazón se incline hacia la idolatría? Después de todo, el Creador le habló, así que, ¿cómo puede estar equivocado hasta el punto de que su corazón se inclinara hacia la idolatría? Y dijimos acerca de esto, el Creador le dijo que el árbol del conocimiento debe estar en ocultación y no debe ser revelado antes del fin de la corrección. Cuando la serpiente vino a él y le dijo que no obedeciera al Creador, que este gran placer se encuentra en el árbol del conocimiento, que el Creador le oculta, él llevó esa calumnia de la serpiente a su corazón y tomó en serio la calumnia de la serpiente. Esto se llama que él “Fue un hereje”. RaShI interpretó que su corazón se inclinó hacia la idolatría, es decir, que su corazón se inclinó hacia lo que la serpiente le estaba diciendo, que sería mejor si hubiera Providencia revelada en el mundo, como la serpiente le aconsejó.

Esto se llama “hereje”, uno al que no le agrada Su gobierno. Significa que estaba pensando de acuerdo al consejo de la serpiente, que si el árbol del conocimiento fuera revelado y hubiera Providencia revelada, muchos se ocuparían del trabajo sagrado, por la razón anterior de que todos observarían la Torá y las Mitzvot porque estarían vestidas en la razón, dentro de la misma, y no que todo debe ser por encima de la razón. En otras palabras, el árbol del conocimiento significa que todo es revelado dentro de la razón, y con respecto a eso se le dio la orden de abstenerse de comer. Es decir, nuestro trabajo hacia el Creador debe ser por encima de la razón y no dentro de la razón, aun cuando es razonable pensar que si todo estuviera vestido dentro de la razón, los sirvientes del Creador proliferarían. Este es el significado de la calumnia de la serpiente, quien habló de mala manera acerca de la Providencia.

Que el Creador haya hecho que el trabajo del Creador sea por encima de la razón, no significa que Él no pudo haber hecho todo dentro de la razón. Sino que debemos creer, aun cuando no lo entendemos, que esta forma es la mejor. Y así lo dijo Baal HaSulam −que el Creador eligió el camino de la fe por encima de la razón porque Él sabe que es el camino más exitoso para que los inferiores lleguen a la meta llamada “Adhesión con el Creador”, que es la igualdad de forma, llamada “recibir con el fin de otorgar”. Y aunque el pecado del árbol del conocimiento se refiere a grados altos −la luz del fin de la corrección− como se explica en “Introducción al Árbol de la Vida”, respecto a nuestro trabajo debemos interpretar que uno que calumnia en contra de la Providencia, diciendo que no quiere creer que Su guía sobre los creados es benevolente, y eso es creer por encima de la razón. Sin embargo, cuando una persona dice: “Si hubiera Providencia revelada y pudiera ver con mi mente que el Creador otorga de manera benevolente a todas sus creaciones, dentro de la razón, sólo así sería capaz de cumplir la Torá y las Mitzvot”. Esto llegó a causa del pecado del árbol del conocimiento −la cuestión de que un hombre quiere ir específicamente dentro de la razón y no quiere creer por encima de la razón.

En consecuencia, cuando no cree que esto sea por benevolencia, está difamando en contra del Creador. Esto tiene su raíz en el momento en que la serpiente habló a Adam HaRishón en contra del Creador. Y que una persona quiera ir dentro de la razón es llamado “el pecado del árbol del conocimiento”. Este pecado aparece de dos maneras, o sea que dos preguntas se extienden de éste: la pregunta del Faraón, que preguntó: “¿Quién es el Señor a quien debo obedecer Su voz?” Es decir, que es difícil para él creer nada que contradiga la razón. “¿Por qué debe uno trabajar para beneficiar al Creador y no a sí mismo?” En otras palabras, está preguntando: “¿Qué ganaré al trabajar para el Creador y no para mí?” Con lo dicho antes podemos entender lo que vemos, que incluso después de que un hombre ha vencido y ha dicho que va a tomar sobre sí el caminar por la vía de la verdad y comienza a creer en la fe en los sabios, y la razón le dicta que cada día debe avanzar y moverse hacia adelante. Aun así, uno ve que en realidad es completamente lo contrario −cada día está retrocediendo. Así pues, la razón le hace decir: “Este trabajo de ir por el otorgamiento no es para mí.

En cambio, es trabajo para unos pocos elegidos”. Él entiende que estaría mejor escapando de la campaña. ¿Y qué se le dice? Que debe ir, una vez más, con fe por encima de la razón y descartar lo que la razón le obliga a hacer. Y como está escrito en el ensayo “Fe en su Rav” (1943), uno no puede ver su verdadero estado. En cambio, él debe ir por encima de la razón, y sólo de esta manera puede llegar a la meta y ser recompensado con Adhesión con el Creador. Sin embargo, debemos entender lo que nos da el sentir dentro de la razón que estamos retrocediendo en lugar de progresar. En otras palabras, ¿para qué propósito necesita uno sentir que está en declive? ¿Cuál es el beneficio en ello? Vemos que en un estado de ascenso, cuando uno siente un deseo por la espiritualidad y observa a los placeres mundanos – que todo el mundo persigue para obtenerlos- le parecen como si hubieran sido creados innecesariamente, es decir, que hubiera sido mejor si el Creador hubiera hecho a todas las creaciones disfrutando de las cosas espirituales.

Entonces le llegan pensamientos sobre el declive, ¿qué gana uno del hecho de que después de cada ascenso, llega a un descenso? Como resultado, una persona siempre pregunta: “¿Cuántos son los ascensos y descensos y por qué se necesitan, de todas maneras? Sería mejor si pudiera quedarme en el estado de ascenso”. Pero la respuesta es que es imposible apreciar nada sin conocer su importancia. En otras palabras, hay una regla que dice que la alegría que una persona obtiene de algo depende de la importancia del asunto. Algunas veces, a una persona se le da algo importante, y si lo pudiera apreciar, podría recibir gran placer de ello. Pero como no conoce su valor, esa persona no puede disfrutarlo, excepto en el grado en que entienda su importancia. Por ejemplo, si una persona compra un objeto, un libro, que no es demasiado hermoso por fuera, y más tarde, ese libro se reimprime y cuesta más.

Pero como no tenía mucho dinero, compró este libro. Y el vendedor tampoco era consciente de la importancia del libro y se lo vendió a un bajo precio. Pero algún tiempo después, un hombre llega a su casa, ve el libro, y le dice: “Como el libro se imprimió hace 300 años, vale una fortuna, ya que sólo hay tres ejemplares en el mundo”. Ahora que se entera del gran valor del libro, comienza a disfrutar del mismo. La alegoría es que no tenemos el conocimiento para apreciar el ascenso. Es decir, no tenemos la capacidad de saber cuánto vale un sólo minuto de poder de creer en el Creador y tener alguna sensación de la grandeza del Creador, ya que en un estado de ascenso tenemos el deseo de anularnos ante Él totalmente, como una vela ante una antorcha.

Naturalmente, no podemos disfrutar del hecho de que el Creador nos ha atraído y nos ha dado alguna cercanía, de la cual debemos obtener la alegría y júbilo que ello debe aportarnos. Sin embargo, como no tenemos la importancia como para apreciarlo, sólo disfrutamos de acuerdo a la importancia que tenemos, como se explicó en la alegoría. Por eso se nos dieron los descensos, para ser capaces de aprender la importancia de los ascensos, como está escrito: “La ventaja de la Luz ante la oscuridad”. Específicamente, a través de los descensos, uno puede llegar a conocer y apreciar los ascensos, y entonces puede disfrutar estos últimos y llegar a sentir que “Ellos son nuestra vida y la extensión de nuestros días”.

Pero cuando uno no conoce la necesidad de la fe porque piensa que ocuparse en la Torá y observar las Mitzvot es suficiente para estar entre los sirvientes del Creador, no se le dan descensos desde arriba para así apreciar los ascensos. En este caso el trabajo es exterior. No existe la intención de ingresar en el interior. En otras palabras, el objetivo no es ser completamente anulados ante la Kdushá (santidad) −donde santo significa retirado y separado de sí mismo, como está escrito: “Serán santos porque yo soy santo”−, en cuyo momento solo existirá la autoridad del Creador porque el inferior desea anularse ante la raíz, y todo lo que ve es que es vale la pena vivir sólo para beneficiar al Creador. Para que una persona esté en un estado en el que quiera vivir sólo para darle satisfacción al Creador, debe proveerse con una gran fe en la grandeza del Creador, para hacer que valga la pena anularse por el beneficio de Él. Y la fe que ha adquirido durante su educación (religiosa) no es suficiente para él. Aunque con ella puede observar la Torá y las Mitzvot en todos sus detalles y precisiones. Y esto es porque no tiene que anularse ante el Creador.

En cambio, como la persona está observando la Torá y las Mitzvot que el Creador nos mandó a través de Moisés, le pide que Él le conceda todos sus deseos. La persona cree en la recompensa y el castigo y, ciertamente, como nuestros sabios dijeron (Avot, Capítulo 2,21): “Si estudiaste mucha Torá, confía en que tu amo te pague la recompensa por tu trabajo”. En consecuencia, como la base que lo obliga a observar la Torá y las Mitzvot depende de la recompensa, no del que da la recompensa, no tiene que dedicarse a la grandeza de la fe en el Creador, sino en la grandeza o pequeñez de la recompensa. Por tanto, no es una cuestión de ascensos y descensos, ni creer en la grandeza e importancia del Creador. En cambio, lo relevante para él es dedicarse a la Torá y las Mitzvot o debilitarse en su observancia porque no siempre cree en la recompensa.

Esto provoca a aquellos que se dedican a la Torá y las Mitzvot para recibir recompensa −que algunas veces se encuentran entre personas que no creen en la recompensa y el castigo− que pueden influir a una persona con sus pensamientos, lo que le provoca incluso alejarse completamente del Judaísmo. Entonces, no deben entrar en contacto con personas que son libres en sus puntos de vista, ya que ellos les traen pensamientos extraños acerca de la fe en la recompensa y el castigo. Pero en general, aquellos que se comprometen en Lo Lishmá no experimentan subidas y bajadas, es decir, que no hay necesidad de la presencia de los descensos.

Pero aquellos que desean trabajar por la importancia del Creador, siempre necesitan superarse con fe en la importancia y grandeza del Él, y esto es lo único que los obliga a observar la Torá y las Mitzvot, lo cual hacen para lograr Adhesión con el Creador. Esas personas siempre deben asumir y valorar Su grandeza. Siempre deben evaluar que si tienen alguna comprensión de la espiritualidad, es porque el Creador les está acercando a Él, mientras que ellos son completamente impotentes, a menos que vean que obtendrán de ello algún beneficio para sí mismos. De esto concluimos que el trabajo principal es anularse a sí mismo. Pero esto está en contra de la naturaleza; sólo pueden llegar a ello mediante Su salvación. Así, durante el ascenso, una persona piensa que ya es algo natural, y que no necesita para nada la ayuda del Creador.

Entonces, se hizo una corrección llamada “descensos”, en la que a uno siempre se le muestra la medida de su fuerza −lo que puede hacer por sí mismo y cómo ve todo bajo esta situación. Pero cuando es arrojado de su estado, donde pensaba que ya era un humano y no como las bestias que trabajan para sí mismas, de repente ni siquiera puede sentir que deseen echarlo hacia este estado de bajeza, con lo que después descubre que se encuentra en este estado de bajeza. Y entonces, durante el declive, no ve que está comenzando a decaer. Es más, mientras desciende permanece inconsciente. Y tras estar abajo durante algún tiempo, también recibe ayuda de arriba y se le dice: “Debes saber que ahora estás en declive”. Y antes de que se le diga que está inconsciente, no sabe nada. Sin embargo, uno debe creer que esto también es así, ya que saberlo no le llega por sí mismo. En cambio, uno debe saber que esos descensos se le dieron para así aprender de ahí cómo poder valorar el estado de ascenso. Pero durante la bajada, uno no puede enterarse de nada de eso. Pero durante el descenso, puede hacer un cálculo verdadero y decir: “Ahora estoy en un estado de fe, y este vino a mí por el Creador.

De otra manera caería inmediatamente en un estado de amor propio”. Si no hace este cálculo y agradece al Creador por acercarle a Él, inmediatamente es arrojado. Resulta que es imposible obtener placer real de acercarse al Creador a menos que él pueda apreciarlo, como se dijo antes: “Como la ventaja de la Luz ante la oscuridad”. De esto se deduce que para que los creados reciban deleite y placer, y lo sientan, todos esos descensos fueron necesarios. Se llaman “exilio”, y esto se llama “Divinidad en el exilio” o “Divinidad en el polvo”. Y sólo por esa razón uno tendrá los Kelim para sentir el deleite y el placer.

Con lo dicho anteriormente, podemos entender por qué específicamente en el momento de libertad, que es la noche de Pésaj, la plenitud completa, como dice el ARÍ, que Maljut tiene la misma Gadlut, que tiene Maljut de Mojin de Jayá, y así ocurre en la noche de Pésaj. La respuesta es que precisamente durante el ascenso, cuando uno piensa en los descensos que tuvo, los mismos tienen el poder de resaltar la importancia de los ascensos. De otra manera, esto es parecido a una persona a la que se le dio algo que vale una fortuna y esta lo usa y disfruta como si valiera unos cuantos céntimos. Así pues, específicamente en el momento de libertad, es posible hacer preguntas. O sea, no se trata de preguntar, sino que necesitamos las preguntas para entender las respuestas, como Baal HaSulam dijo sobre lo que está escrito: “Hablad ahora a los oídos de las personas y dejad que pregunte cada hombre sobre su prójimo”.

RaShI interpreta que él les advirtió que ese justo dirá: “Y ellos les servirán, y ellos les afligirán”, y se hará realidad en ellos, y “Después emergerán con grandes posesiones” no se hará realidad en ellos. Y hay una pregunta: “Si el Creador deseó dar grandes posesiones al pueblo de Israel, ¿no podría el Creador habérselas dado? ¿Tuvo que decir al pueblo de Israel que fuera fraudulento y que tomara vasijas de plata y vasijas de oro de los Egipcios?” La respuesta es que cuando el Creador dijo a Abraham: “Darte esta tierra a ti como herencia”, Abraham preguntó: “¿Mediante qué sabré que la heredaré?” “Y él dijo a Abraham: ‘Sábelo con seguridad que tu semilla será una extraña en una tierra que no es suya… y más tarde emergerán con grandes posesiones.’” Y preguntó: “¿Qué vemos en la respuesta del Creador a la pregunta de Abraham: ‘Mediante qué sabré’, que al estar en una tierra que no es de ellos, es decir, en el exilio, Abraham podía estar seguro de que heredarían la tierra? Él dijo que como no hay Luz sin un Kli (vasija), es decir, que no hay llenado sin una carencia, y Abraham dijo al Creador que él no vio que ellos necesitaran luces tan grandes, llamadas “la tierra de Israel”.

Por esta razón, el Creador le dijo que al estar en el exilio y al pedir del Creador que lo libere del exilio, ¿cómo los liberará? Sólo con grandes luces, ya que “La Luz en esta le reforma”. Sólo así necesitarán las grandes luces. Y explicó sobre ello que por eso el Creador dijo que tomarían prestadas Kelim de los Egipcios, es decir, asumir la dureza de los egipcios como un préstamo para recibir las luces, y entonces devolverles los Kelim. En otras palabras, ellos asumieron la dureza para entender las respuestas. Es como se dijo arriba, que es imposible entender la Luz si no es desde la oscuridad. Por eso todas las preguntas se hacen específicamente en el momento de la libertad.






 

 

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